lunes, noviembre 21, 2011

Francisco Perez Abellan, La perfidia del crimen de alquiler

lunes 21 de noviembre de 2011

CRÓNICA NEGRA

La perfidia del crimen de alquiler

Por Francisco Pérez Abellán


La abogada Dolores Martín Pozo comparece como imputada en el juicio que se sigue sobre la muerte –al parecer, a manos de un sicario– de su exmarido. La vista oral tiene lugar estos días en Madrid.

En su momento, la abogada tuvo la oportunidad de quejarse a la entonces presidenta del Tribunal Constitucional, María Emilia Casas, a la que puso por ello en un serio aprieto. No era un caso de violencia de género, sino la indagación de un asesinato.

¿Puede una señora abogada encargar la muerte de su ex?

Decía Rubalcaba cuando era ministro del Interior, pero en realidad ya se preparaba para ser el cambio del recambio, que en España no hay sicarios. Pero resulta que los sicarios son moneda corriente en nuestro país, al menos desde que Carlos Dívar, hoy presidente del Supremo, salía a postular para recaudar dinero para los jueces suspendidos por la fuga de el Negro Santamaría, que fue el primer representante genuino de la franquicia de los cárteles, en sustitución de los desacreditados narcos gallegos. A Santamaría, embajador plenipotenciario del narcocorrido, lo pillaron con muchos kilos de coca y le pusieron en libertad por el modesto peritaje de un psiquiatra que decía que estaba deprimido. Aquellos jueces del minuto antes del auge del sicariato quedaron conmovidos y le abrieron los barrotes, con lo que el negro Santamaría dijo adiós a la Piel de Toro para siempre jamás.

Mientras, los sicarios abrían oficinas en la capital y dejaban de comprar billetes de ida y vuelta. Algunos venían con la imagen de la Virgen de los Sicarios en el bolsillo. En el aire sonaba la jarra petitoria de Dívar, y se estremecía la justicia solidaria. Los capos del narcotráfico ordenaron que la noche fuera del crimen de alquiler, y aquí y allá habituales de discoteca ofrecían sus servicios. Una mujer podría librarse de su marido por un precio ciertamente módico: pongamos veinte mil euros; o doce mil, con el regate.


El caso es que hubo sicarios para matar a un abogado en la tapia del Retiro y hubo sicarios para matar a Vargas en la cama del hospital. Hubo, según se expone en el juicio, un sicario para una solicitud de un supuesto guardaespaldas que presuntamente se habría hecho representante de la muerte; si puede demostrarse la tesis del fiscal.

Por unos euros de nada, una mujer puede ser asesina en la España en que vivimos, rompiendo el temor de los investigadores, a los que les falla el olfato, pues se atreven a decir que no hay asesinas frías, ni en serie. Y sin embargo la mujer que encarga la muerte de su pareja no puede ser otra cosa: congelada como el marisco de oferta.

En general, las mujeres, cuando son asesinas, son de lo mejor de la criminalidad. Hacen todo sutilmente, como el que no quiere la cosa, y muchas de ellas, logran lo que quieren haciendo que otros maten en su lugar. Bien por precio o condonando las deudas como las corsarias. Si no son capaces de seducir, muchas veces son capaces de pagar.

Al marido de Dolores lo mató un profesional que primero intentó sacarlo de la carretera y que acabó esperándolo en un cuartucho del párking de su casa, del que salió a tiros, matándolo por la espalda. No hay duda de que iban a por él. Si lo hizo el acusado porque le pagaron, tendrán que probarlo en el juicio.

La presencia de la imputada en el banquillo de los acusados llama la atención. Se han pasado cintas grabadas por teléfono, y en algunas habla de la muerte con cierta frialdad y demostrando que las cosas con el que fuera su marido estaban echadas a perder. Tanto, que a ella no le dolería si viniera la Parca. Pero eso es una cosa y otra muy distinta probar que eres el instigador o el cerebro del crimen, que mediante precio o recompensa eres capaz de ordenar la eliminación del alguien que te molesta. Toda la acusación debe quedar lícitamente probada. En el banquillo están también un presunto intermediario y el supuesto autor material. Más extraños y calaveras, porque se les supone asociados a una dama negra.

No obstante, esta historia tiene muchos datos de una certeza aplastante, como que en España la droga ha traído el crimen por encargo y ahora el sicario está al servicio de todos, aunque lo niegue el mismo exministro.

http://findesemana.libertaddigital.com/la-perfidia-del-crimen-de-alquiler-1276239596.html

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