jueves 17 de noviembre de 2011
EL INFAME AISLAMIENTO DE ESPAÑA
Derrota de una política internacional inicua
Por Pío Moa
El maquis estaba diseñado por los agentes de Stalin como un factor de guerra civil que provocase y justificase una intervención exterior, pero en Potsdam las grandes potencias desistieron, ante los graves riesgos aparejados a la misma.
Otro hecho jugaba a favor de Franco: tal como él había previsto y advertido –en vano– a Londres y a Washington, la alianza entre estas y Stalin no podía durar mucho. En efecto, ya en el mismo 1946 Churchill y algunos altos funcionarios useños hacían declaraciones con las que daba comienzo la guerra fría con la URSS. Sin embargo, la presión propagandística soviética y socialdemócrata –y los prejuicios heredados– pesó tanto que la nueva política anglosajona tardaría mucho en tener repercusión práctica sobre España. De modo que persistió el designio de imponer a nuestro país, desde fuera, una evolución política que, dadas las circunstancias, no podía ser democrática sino, de nuevo, guerracivilista. Y así, aunque los gobiernos de Usa e Inglaterra se inclinaron por dejar que la cuestión del régimen la resolvieran los españoles, visto que estos no daban el menor indicio de querer resolverla según conveniencias externas, procuraron animarlos mediante el aislamiento internacional. Este debía provocar una gran carestía en el país, reavivar masivamente el hambre y con ello el descontento popular y el espíritu de revuelta. Actitud irresponsable que, combinada con el maquis, podía crear una crisis explosiva, de la que Inglaterra o Francia serían las últimas en beneficiarse.
Política tanto más infame cuanto que España había mantenido una muy difícil neutralidad a lo largo de la guerra mundial, que había favorecido en mucha mayor medida a Inglaterra y Usa que a Alemania. El mantenimiento de Gibraltar, de tanto valor en la contienda, y el desembarco aliado en el norte de África, decisivo para la conquista de Italia y la caída de Mussolini, no habrían sido posibles sin la neutralidad española, como reconocía Churchill y saltaba a la vista. Además, España había salvado a gran número de judíos cuando casi todo el mundo se despreocupaba de su suerte. Londres y Washington guardaron una muy cortés relación con Franco mientras la neutralidad española desempeñó un papel importante, pasando a la intimidación y la matonería cuando vieron segura la victoria.
Tanto por la hostilidad exterior y la condena de la ONU como porque el comercio había disminuido debido a la evolución de la guerra y la pérdida del mercado alemán, el aislamiento era un hecho práctico desde el mismo año 1945, que llegó a su punto culminante en diciembre de 1946, con la retirada de embajadores. El resultado fue un recrudecimiento del hambre impuesta, expuesta claramente en las estadísticas: el año de mayor hambre había sido 1938, en la zona del Frente Popular; y el siguiente, 1941, debido al semibloqueo inglés. A pesar de tan duras condiciones, el hambre bajó año tras año, y en 1945 el número de muertos por esa causa, 236, estaba ya algo por debajo del normal en la república. En cambio, el año 1946 registra un súbito aumento, hasta 1.120, casi cinco veces más. Cabría esperar que también aumentara la mortalidad general, por enfermedades derivadas de la desnutrición, pero un dato esperanzador fue que no sucedió tal cosa, sino que la mortalidad general disminuyó con respecto a la república. Ello indica seguramente una neta mejora en la higiene y en la atención médica.
De todas formas, si la presión exterior continuara, se tornaría realmente dramática. En estas circunstancias, España tuvo la fortuna de que la Argentina de Perón necesitara colocar sus excedentes de cereales, para lo cual no le importó pasar por encima de la política de aislamiento promovida por la URSS y los regímenes democráticos y concedió créditos a España para la compra de trigo, carne y otros bienes. Ello eliminó la faceta más temible del aislamiento, cuya amenaza perdió gran parte de su filo, aunque la falta de créditos y la restricción de los mercados continuaba haciendo muy difícil la vida a los españoles. Dado que no había quedado para muchos trotes, Inglaterra prefirió mantener su beneficioso comercio con España, como había indicado Churchill en Potsdam; y los negociantes useños también quisieron aprovechar el (por entonces pequeño) filón. Los datos del comercio exterior revelan el fenómeno. Durante la guerra mundial, Alemania absorbió casi el 30% de las exportaciones españolas y cerca del 14% de las importaciones, mientras que a Inglaterra le correspondían el 18,5, y el 4,5, respectivamente, y a Usa el 0,73 y el 13. En el quinquenio 1946-50, el comercio con Alemania se redujo a la insignificancia, mientras que aumentó el sostenido con Inglaterra hasta el 20% de las exportaciones y el 9,7% de las importaciones, pasando el comercio con Usa a casi el 16 y el 13%, respectivamente.
Así, habiendo superado las consecuencias más peligrosas del aislamiento, Franco podía armarse de paciencia frente al exterior, seguro de que la ONU claudicaría; y ocuparse a fondo del maquis. No sin graves amenazas: Francia cerró su frontera durante dos años en apoyo, precisamente, de los guerrilleros stalinistas, y exigió la asfixia económica de España, con el hambre y las calamidades consiguientes para los españoles. Comunistas y socialdemócratas habían logrado posiciones de poder o muy principales en la mayoría de los países eurooccidentales, por lo que la hostilidad a Franco era muy intensa (se reflejaría muchos años más tarde en su apoyo a la ETA). A pesar de ello, la propuesta francesa no prosperó y el maquis quedó derrotado en lo esencial durante 1947 y ya definitivamente en 1949, quedando solo residuos de bandolerismo disperso. Victoria trascendental, porque descartaba ya por completo el peligro de una guerra civil y de una intervención exterior. En noviembre de 1947 aumentaron considerablemente los países de la ONU contrarios al aislamiento de España, y en mayo de 1949 la situación pareció a punto de cambiar: significativamente, Usa, Francia e Inglaterra se abstuvieron. Pero continuó el boicot gracias al voto de Israel, que pagaba así el salvamento de miles de judíos por el franquismo. Desde el nacimiento de Israel, en 1948, Madrid había intentado establecer relaciones diplomáticas, rechazadas sistemáticamente por Tel Aviv (algunos historiadores lo presentan al revés: España se habría negado por principio a reconocer a Israel). Por entonces, el gobierno judío cultivaba una retórica hacia España no muy diferente de la stalinista (Stalin había apoyado el nacimiento del estado israelí), actitud que causó fuerte malestar en España, la cual, lógicamente, profundizó su amistad con los países árabes.
Los anglosajones, más ablandados, se contentaban ya con exigir la eliminación de la Falange, a lo que Franco se negó. Pero Usa no tuvo más remedio que reconocer el valor estratégico de España en la guerra fría y concederle algunos créditos. En 1950 el aislamiento se resquebrajó y los embajadores retirados fueron retornando. En 1953 las relaciones con Usa se normalizaron mediante convenios de ayuda militar, créditos y la cesión de algunas bases; y se firmó el concordato con el Vaticano.
Por fin, en 1955 la ONU admitía a España, con solo la abstención de Bélgica y México. Los acérrimos enemigos de Franco, la misma URSS y también Israel, habían terminado por ceder en su terquedad. Gracias a la firmeza y perseverancia de Franco, la victoria política y diplomática del régimen fue completa, después de haber sufrido un sinfín de provocaciones, incomprensiones y amenazas. Quedaba derrotada una política internacional de boicot y aislamiento, causante de graves daños a la población española y que solo cabe calificar de inicua. Valga este breve apunte para situar una cuestión distorsionada casi sistemáticamente por la gran mayoría de los tratadistas, en especial los lisenkianos.
EL INFAME AISLAMIENTO DE ESPAÑA: El mundo contra Franco – Franco se enfrenta al mundo.
http://historia.libertaddigital.com/derrota-de-una-politica-internacional-inicua-1276239583.html
jueves, noviembre 17, 2011
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