miércoles, noviembre 16, 2011

Roberto Malestar Rodriguez, Sobre los dos PSOEs y la «Carta ética de la Internacional Socialista» (I)

miercoles 16 de noviembre de 2011

Sobre los dos PSOEs y la «Carta ética de la Internacional Socialista» (I)

15.11.11


Roberto Malestar Rodríguez

DOS SOCIALISMOS HETERÓCLITOS ENTRE SÍ
Probablemente, no pocos españoles ignoran los principios de la denominada Carta Ética de la Internacional Socialista, la cual, con algunas acotaciones y advertencias intercaladas, publicaré en compañía de este nuevo ensayo ad maioren gloriam del socialismo español. También, lo que lo que me parece decisivo para entender la presente hora exequial en la que éste se encuentra, que tales principios fueron adoptados «solemnemente» por el Partido "Socialista" "Obrero" "Español" (PSOE): con mucho, social, política y económicamente el partido más entrecomillado de la historia de España.

Mas para entender el empleo que aquí se hace de las comillas, conviene antes distinguir entre el histórico nombre, PSOE (Partido Socialista Obrero Español), y la generalizada perversión que va en usurparlo a beneficio de ese progreso-de-uno-mismo en que para muchos consiste, como salvoconducto de sus inconfesables codicias, el vocablo "progresismo": máximo señuelo del socialismo neocon, liberado entre la fétida marisma de los patos cojos y la ciénaga de los faisanes felones. El mismo señuelo que también corretea por los latifundios donde brincan las liebres eléctricas, y donde señoritos progresistas —herederos de la escopeta nacional— practican tiro al blanco sobre la gran metáfora cornuda del pueblo español: el muflón común, darwinianamente evolucionado en eurocornudo, también conocido por muflón europeo. Si se quiere, «el cabrón expiatorio», pues que a nadie mejor que al pueblo español cuadra la nomenclatura descriptiva empleada por el psiquiatra —y socialista— Luis Martín-Santos en su heterodoxa novela Tiempo de silencio: «Le grand bouc, el gran macho, el gran buco, el buco émissaire, el capro hispánico bien desarrollado. El cabrón expiatorio.» La misma víctima cornúpeta, para la que, por encima de ponérsele los cuernos sistemática e indecentemente, el dedazo progresista del sin-vergüenza que preside el Congreso "deloj" Diputados pretende una nueva perforación del intestino, aplicándole su irracional e intolerable ofensa de que «los parados son en gran medida nuestros cómplices». ¡Las cosas que hay que aguantar! (El inolvidable momento en el que al Sr. Bono le dió por convertir una entrevista realizada en un país con cinco millones de parados en su personal e impío club de la comedia puede escucharse aquí.)

Es como si sobre la geografía nacional tuviese lugar la coexistencia, aparentemente contradictoria, de dos PSOEs, de dos socialismos heteróclitos entre sí: el del PSOE y el del PSOE de las JONS (Juntas de Ofensiva Neocon Socialistas, en las que, salvo la coincidencia del acrónimo, poco o nada encuentro en común con la doctrina político-social del socialismo falangista de José Antonio Primo de Rivera, como no sea una ya extemporánea tendencia totalitaria). Teóricamente, vendría a representar el primero una aspiración actualizada de legítimas tendencias socializadoras; no, pues, sensu stricto "socialistas", si por éstas se entienden las que caracterizan el socialismo imperante en la Cuba propiedad del clan de los hermanos Castro, en la Venezuela del teniente coronel Chavez o, para qué ir tan lejos, en la Euskadi, también "socialista", de la ETA, entre otras tendencias con parejo estilo de clase —clasista, totalitario y criminal— imperantes en el mundo.

El segundo PSOE, en cambio, representaría un "socialismo" forzadamente democrático, que, por esto mismo, no menos forzadamente convendría en aceptar la democracia, para después, so pretexto e invocación de una reiterada legitimidad parlamentaria, actuar sin embargo, de manera sectaria y con modos totalitarios, contra quienes se atreven a poner en tela de juicio sus programas y estrategias políticas de Gran Hermano fracasado. Ello justifica aquí que, quienes esto último hacen, en lugar de presentarse bajo aquella todavía respetable denominación, deberían hacerlo al amparo de la segunda: PSOE de las JONS, más a tono, desde luego, con el gremio de actuales usurpadores en el Poder y adláteres de la sopa boba que les justifican mediáticamente.

Por otra parte, a diferencia del «Partido Socialista Obrero Español» (nombre —o marca, como ya sin recato ni pudor se publicita— de cada vez más limitado atractivo social, al que muy cuesta arriba, acaso tan honesta como ingenuamente, aún se aferra la fe política de algunos bienintencionados compatriotas), el nombre «PSOE de las JONS» perfila públicamente, con cierta propiedad, el cadavérico período político neocon que viene caracterizando los gobiernos presididos, formados y, tácita o expresamente, apoyados por impostores del auténtico socialismo, tan razonable como éticamente exigido por el nivel histórico y social de la época. Impostores como el "socialista-obrero-español" José Luis Rodríguez Zapatero; o los zapateristas, quienes sin rechistar, de tan ávida y pusilánime manera, sistemáticamente le consienten sus barbaridades económicas y sociales: los mismos a quienes de por vida les perseguirá la deshonra de haber convertido, lo que para no pocos españoles representó una esperanza de coherencia política, en una marca de negocios y exclusivo uso comercial al servicio del corrompido progresismo de las codicias más insaciables.

Dicho período palmariamente exánime, representa, en rigor, la decrépita culminación de la trayectoria socialista en España, desde la fecha en la que el también "socialista" Felipe González accedió a la gobernación del Estado. Después, el llamado zapaterismo, en cuanto determinado estilo y práctica de ejercer el poder público, resulta a la postre una derivada lógica de la corrupción generalizada de nuestra democracia —corrupción, pues, antidemocrática—, que de manera tan peligrosa como inquietante, con cuasi plenaria indolencia social, afecta a los tres poderes del Estado y sus anexos autonómicos; una corrupción iniciada, establecida y consolidada por el socialismo español postfranquista durante la etapa política conocida como felipismo.

La corrupción a la que me refiero consiste, básicamente, en un irresponsable nisus orientado hacia la progresiva confusión e indiferenciación de aquella sagrada terna de poderes sin cuya separación efectiva —indubitable e inmaculada— la democracia deviene instrumento perverso al servicio de una casta infesta de parásitos y vividores; de desvergonzados y pusilánimes incapaces de legislar un marco jurídico de responsabilidades económicas y penales racionalmente tasadas, capaz de sujetar sus innumerables abusos y desmanes; quienes, por encima, tienen el descaro de cacarear su "vocación de servicio" al país, cuando al mismo tiempo pretenden silenciar lo que constituye a voces una vergüenza nacional: que en esta España "democrática" y protagóricamente a su medida, el sufragio universal de cada hombre no vale un voto, sino que el voto de cada hombre vale, más o menos, según el destino de su bandería. El régimen de nuestras democráticas señorías ha logrado superar así al del mismísimo general Franco, a quien, para maquillaje del propio, tanto critican. Es decir: desprestigiar, social y políticamente, el valor del sufragio universal de cada ciudadano español; una iniquidad a la que ni siquiera se atrevió el general, cuando tocando a rebato dictaba convocatoria de referéndum en el extinto régimen.

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(12/04/11)

(Cf. «Sobre los dos PSOEs y la «Carta ética de la Internacional Socialista» (II)»)

(Cfr. «Sobre los dos PSOEs y la «Carta ética de la Internacional Socialista» (III)»)

(Cfr. Sobre los dos PSOEs y la «Carta ética de la Internacional Socialista» (IV))

(Cf. «Sobre los dos PSOEs y la «Carta ética de la Internacional Socialista» (V)»)

(Cf. «Sobre los dos PSOEs y la «Carta ética de la Internacional Socialista» (VI)»)

http://blogs.periodistadigital.com/opinion.php/2011/11/15/p293331#more293331

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