lunes 21 de noviembre de 2011
Rajoy, Intereconomía y el futuro
Carta del Editor Julio Ariza. www.gaceta.es
Presidente de Intereconomía
Un grupo de comunicación no busca el poder, sino servir a la sociedad con la verdad.
Mariano Rajoy ha aplicado, sin estridencia alguna y con una finura de orfebre, esa máxima que afirma que el enemigo que huye es aquel al que no se persigue. Algunos dirán ahora que tenía razón porque ha ganado, otros hemos pensado siempre que iba a ganar porque tenía razón. En estos años no ha tenido una mala palabra, ha sufrido y ha encajado con una fortaleza de roble navarro más que de eucalipto gallego; ahora es el momento de las buenas acciones.
Algunos, con buena o mala intención, creen que la nueva situación hará innecesaria la existencia misma del Grupo Intereconomía, pues una vez consumado el cambio de Gobierno podría considerarse que se ha cumplido el objeto social. Se equivocan. Rajoy comienza ahora a gobernar para todos los españoles, como no debe ser de otra manera.
Intereconomía debe trabajar por el cambio de la sociedad. Si Intereconomía hace bien su trabajo, preparará el camino a una manera de legislar y gobernar más acorde con la naturaleza del hombre y de las cosas. Rajoy tiene su tarea y nosotros, modestamente, la nuestra.
Este grupo de comunicación nació mucho antes de la grave crisis económica y de valores que aflige a España; nació años antes de que nadie pudiese imaginar siquiera quién ocuparía la Secretaría General del PSOE y cuán funesto sería su paso por La Moncloa tras ganar las elecciones. Nacimos antes de que se iniciase la época Rajoy en el centro-derecha. No nacimos como simples comparsas mediáticos de una opción política concreta. Tampoco como grupo de presión para forzar un candidato, suplantar a los órganos de ningún partido o imponerle su agenda.
Pero los años de Gobierno de Rodríguez Zapatero nos han enseñado a todos lo que no se debe hacer desde el poder: resucitar los fantasmas de la Guerra Civil de hace 70 años, sembrando otra vez el enfrentamiento entre españoles; negociar con los terroristas un premio por anunciar que dejan de asesinar, robar y secuestrar; despreciar la dignidad de las personas más débiles e indefensas; convertir la escuela en tribuna doctrinaria al servicio del relativismo moral; alentar las tensiones separatistas; derrochar el dinero de los ciudadanos en iniciativas contrarias a la libertad de las conciencias; tratar de perpetuarse en el poder aniquilando todo asomo de oposición con posibilidades de alternancia. He aquí un mero esbozo, incompleto, de la panoplia de desvaríos desplegada por los Gobiernos socialistas en estos últimos años, que nos llevaban sin remedio a la ruina económica, cultural y, lo que es aún peor, a la ruina moral del país.
Ante este panorama desolador nos rebelamos, y si en algún momento dimos la impresión de acompañar al Partido Popular en esta larga temporada negra no fue por estar al servicio de este o de ningún otro partido, sino por estar al servicio de la sociedad española, lo que exigía preservar la posibilidad real de la alternancia política propia de toda democracia digna de este nombre.
Nacimos con vocación de ofrecer un chorro de aire fresco en la atmósfera viciada de unos medios de comunicación mayoritariamente condescendientes, y a veces serviles, con el poder. Vivimos luchando por la libertad y la independencia, pero cuando se pretende llenar de contenido estas hermosas palabras se sufren muy pronto en carne propia los ataques o, cuando menos, la indiferencia, de los poderosos. Cada vez que un importante ministro aconsejaba a un banquero que no nos concediera un crédito comprendíamos cuán penosa y desigual iba a ser esa lucha.
No busquen en Intereconomía ningún deseo de medrar al socaire de un partido político, defendiendo sus intereses o señalándole sus prioridades. Lo nuestro es mucho más sencillo, y más clásico: informar, formar y entretener. Informar nos exige respetar la verdad de lo que pasa, la verdad del hombre, la verdad de la naturaleza, y por eso combatimos y combatiremos la mentira en todas las formas en que se presente; creemos que la verdad existe, que se debe buscar y que se puede alcanzar o, cuando menos, aproximarse a ella. La tarea de formar la asumimos a la luz de nuestro ideario, en el que se contienen un modelo de sociedad libre y abierta inspirada en el humanismo cristiano y unos valores como el respeto a la dignidad de las personas, la vida indefensa, la familia, la convivencia en libertad.
No existe la superioridad moral de la izquierda, lo que existe es la superioridad de lo moral sobre la izquierda o la derecha. Creemos en las personas, en cada persona. Nuestro ideario no depende de quién gobierne: está por encima de las coyunturas políticas. No lo hemos construido a nuestra conveniencia. Por el contrario, lo hemos identificado y trabajamos para hacerlo realidad. El ideario no está a nuestro servicio. Nosotros estamos al servicio de las personas que creen y sienten así, somos su refuerzo argumental, el amarre de sus convicciones, la compañía que les recuerda que otros millones de españoles piensan como ellos.
No es tan difícil de entender. Un partido político debe luchar por alcanzar el Gobierno, un grupo de comunicación no busca el poder, debe servir a la sociedad con la verdad.
En un almuerzo reciente, Mariano me decía con sorna: “Algunos ya me ven hasta guapo”. Reconozco que yo no he llegado a ese límite, pero quiero hacer constar que siento afecto personal por Rajoy, le considero lo bastante honrado, preparado y capaz para acometer la ingente tarea que los españoles le van a encomendar.
Entre las acepciones de cambio está la de “sustituir o reemplazar” y también la de “convertir en otra cosa o modificar”; el cambio de Rajoy sólo puede ser de esta segunda naturaleza. El nuevo presidente sabe que la grave crisis económica que padecemos es, sin duda, lo primero y más urgente; pero no ignora que lo más importante es la regeneración de esta sociedad nuestra, desorientada y sin objetivos reconocibles, y que una sociedad unida y moralmente sana está en mejores condiciones para afrontar también las crisis económicas. Una colosal montaña de mentiras y corrupción está en la génesis de todas nuestras desgracias y sólo una nueva weltanschauung, una renovada cosmovisión, va a derribarla.
En Intereconomía no somos maestros, ni predicadores, ni políticos, ni salvadores de nada ni de nadie. No aspiramos al poder, ni al cuarto, ni al quinto, ni a ninguno. Lo nuestro es servir a nuestra sociedad con un trabajo solvente, contándole lo que pasa y explicándole por qué pasa. Se espera de nosotros consistencia, calidad, coherencia y mucha verdad y belleza. Algunos creen que defender abierta y francamente unas ideas acerca del ser humano y las normas de las que se dota su vida en sociedad, el derecho y la ley, es sembrar discordia, olvidando que, sólo el debate en libertad de ideas diferentes hace posible el progreso de una comunidad humana.
Deseo que Rajoy devuelva a los españoles la seguridad y la confianza que tanto anhelan, deseo que el éxito de Rajoy sea el de todos los españoles de bien y deseo de todo corazón que Intereconomía pueda seguir diciendo en voz alta lo que tantos y tantos españoles piensan y sienten.
http://www.libertadidioma.com/20111120.htm
lunes, noviembre 21, 2011
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