viernes, septiembre 03, 2010

Pio Moa, La causa interna de la decadencia y del auge

La causa interna de la decadencia y del auge

viernes 3 de Septiembre de 2010 - 07:46:43 - Pío Moa

****La cultura española, acaso la más rica y extensa de la humanidad, está secuestrada por el poder de la masonería, de los anglosajones y de los judíos en el mundo… Francamente, todos decimos tonterías, pero no hay que excederse. Ni la cultura española es la más rica y extensa de la humanidad, ni está secuestrada. Se supone que los que dicen eso, por ser “conscientes” de tales cosas, podrían producir una cultura superior. Pero, al parecer, solo producen estos tediosos sermones y jeremiadas. Qué le vamos a hacer, es la decadencia.

**No es cierto que la cultura occidental esté en declive. Lo está la europea, solo desde 1945, pero no la useña, que ha marcado y siguen marcando la orientación general al mundo entero.

****Federica Montseny fue la primera mujer ministro de España o de Europa, inútil es decir que no por méritos propios (en realidad, pocos ministros lo son por méritos propios). Se trataba, como decía el líder anarquista Horacio Prieto, de que “daríamos un gran golpe nombrando a una mujer”. Un gran golpe contra sus propias ideas ácratas, entre otras cosas.

****El feminismo se basa en el odio al hombre (al macho) “opresor” y en un profundo desprecio a las mujeres reales, que según ellos estuvieron siempre oprimidas, "alienadas" y esclavizadas. ¿Cómo pudo ser ello posible si, según afirman, son en todos los órdenes lo mismo que los varones (que también estuvieron esclavizados, según Felicio)? Solo puede explicarse porque aquellas mujeres, hasta ayer mismo como quien dice, eran especialmente estúpidas o tenían alma de esclavas, tal como implican de los vascos y los catalanes las teorías nacionalistas. Hasta que los feministas han llegado con la buena nueva que las redimirá. Pero solo hay que fijarse en esos redentores, Zapo, por ejemplo. O Montseny, o las charlatanas –y buenas negociantes—“teóricas” del feminismo. En este blog traté por extenso el tema en el mes de abril, reproduciendo un ensayo de La democracia ahogada.

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Cuestiones en torno a Nueva historia de España

P.- Luego, la causa de la decadencia es exclusivamente interna

R.- Esencialmente, sí. Todos los países tienen enemigos, y las grandes potencias muchos más, pero todo depende de sus condiciones internas, de su fortaleza y capacidad para percibir los desafíos y darles la respuesta adecuada. Aquí solemos oscilar entre la puerilidad de achacar nuestros males a nuestros adversarios y la contraria, la de creer que esos adversarios han sido o son un dechado de perfecciones, de progreso, y España lo contrario; y que nuestro error había consistido en luchar contra ellos, que nuestra cultura y los logros del Siglo de Oro habían sido en realidad de escasa importancia o negativos, incluso que nuestra historia, en conjunto, habría sido “anormal” (el concepto, aquí, ya es una idiotez), “tibetana”, frustrada, que había que renunciar a ella, “cerrar con siete llaves el sepulcro del Cid”, etc. Al parecer, todo se reducía a oscurantismo, matanzas y miserias varias. Por eso dice Julián Marías que los estudios sobre la hegemonía española suelen resaltar los factores que habrían hecho imposible tal hegemonía. Solo habría habido Inquisición, expulsión de judíos y moriscos (los mejores hombres del país) hidalguismo absurdo, aversión al trabajo, al estudio y a la riqueza, etc. Precisamente por eso, en Nueva historia dedico cierto espacio a analizar esos mitos de tres al cuarto, pero tan enormemente influyentes. Tenemos luego a Quevedo, por ejemplo, que detectaba la decadencia, pero la planteaba en un terreno puramente imperial y de fuerza militar, no entendía los avances de la época en la ciencia, la economía, etc. La decadencia consiste, ante todo, en una flaqueza del pensamiento.

P.- Pero, ¿no es un abuso caracterizar así tres siglos de historia? Tanta decadencia, ¿no debiera haber acabado ya con España?

R. Hablamos de decadencia por comparación con la época de esplendor; pero no fue un fenómeno demasiado profundo: perdimos en mucho la carrera con las potencias descollantes de Europa, pero tomando el continente en conjunto, nunca estuvimos demasiado mal. Además, dentro de esos tres siglos hay muchas oscilaciones. Durante el XVIII, España se recuperó en algunos terrenos, extendió muy considerablemente su área de influencia en América, fue capaz de rivalizar con el imperialismo inglés o el francés, y de ocasionar al primero derrotas muy sensibles. Sin embargo, en esa época en que comienza la Revolución industrial (solo en Inglaterra, de momento) y la ciencia va adquiriendo crucial importancia, España queda muy rezagada, incluso con respecto a Rusia en el terreno científico. Tampoco hay un pensamiento ni un arte de primera fila, si exceptuamos a Goya. Tenemos un Forner, crítico interesante de la Ilustración, pero que en el orden positivo no aporta casi nada de valor frente a los problemas y retos de la época; o arbitristas agudos, como Jovellanos, pero sin mucho fuste intelectual. El impulso espiritual del catolicismo se agotó en el XVII, quedando en gran medida en ritualismos, beatería y prejuicios asfixiantes. Aunque, en conjunto, no es nada desdeñable el empuje español en el XVIII, salta a la vista que, pese al progreso material y demográfico, no produce hechos ni personajes comparables a los del Siglo de oro o a los que producían Inglaterra, Alemania o Francia entonces. El siglo XIX fue mucho peor, hasta la Restauración, que empezó a restañar las heridas y fue acompañada de una “Edad de plata”, un resurgir cultural notable, aun si inferior al eurooccidental contemporáneo. Si el progreso lento, pero acumulativo, de la Restauración, no hubiera quebrado por la irrupción de los mesianismos ideológicos, quizá tendríamos hoy un panorama mejor, pero, claro, es hacer historia ficción. También la época de Franco fue de notable recuperación, que ahora los cretinos y los chiflados se empeñan en echar abajo. No obstante, volvamos a las razones del auge hispano en el siglo XVI y decenios próximos…

http://blogs.libertaddigital.com/presente-y-pasado/la-causa-interna-de-la-decadencia-y-del-auge-6825/

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