martes 1 de abril de 2008
Un serio problema de precios
EL índice de precios armonizado ha subido en marzo dos décimas hasta llegar al 4,6 por ciento, una cifra que asusta y un nuevo máximo desde que comenzó a publicarse la serie en 1997. Tanto el presidente Zapatero como su vicepresidente Solbes aseguraron durante la reciente campaña electoral que la inflación era un problema puntual, derivado de la subida del precio de alimentos y materias primas, que empezaría a revertir claramente en primavera. Lejos de cumplirse unas expectativas oficiales que ahora empiezan a desvelarse como lo que eran, mera táctica electoral a la que sucumbieron embelesados gran parte de los interlocutores sociales y analistas, lo cierto es que la inflación aumenta, las subidas de precios se hacen crónicas y persistentes, las previsiones se revisan al alza y reaparece el fantasma de la espiral precios-salarios, que parecía olvidado. Ahora se entiende mejor la posición del BCE, que se niega a reducir los tipos de interés. En este escenario, lo raro es que no los haya subido ya. Si en España unimos el dato de inflación con la crisis inmobiliaria y financiera, el descenso en las ventas al por menor, la caída de la recaudación fiscal y el aumento del desempleo, se empieza a perfilar una imagen preocupante, muy parecida a la temida estanflación, un término cada vez más utilizado para describir la situación económica.
Tenemos un problema serio de precios que no se puede ocultar durante más tiempo, un problema que exige medidas concretas y rápidas y no meros «observatorios de análisis». No se trata de intervenir en la formación de precios, amenazando a empresarios y comerciantes con medidas drásticas, sino de recuperar el tiempo perdido en política de competencia, liberalización de mercados y, sobre todo, de desindexar la negociación colectiva. Pero también, y sobre todo, de utilizar la política fiscal para evitar la deriva inflacionista. Las promesas populistas de pagos a determinados colectivos sociales -como la renta de emancipación, el cheque bebé, los 350 euros a los parados o los incrementos históricos del salario mínimo- son instrumentos básicamente inflacionistas que alimentan el consumo sin aumentar paralelamente la capacidad productiva. Resulta extraño tener que repetirlo a estas alturas, tal ha sido el deterioro del debate económico en la legislatura de la ampliación de derechos y el gratis total, pero la economía española no se puede permitir la hipertrofia del gasto público que conlleva esa política demagógica. No se lo puede permitir la competitividad y no se lo puede permitir la inflación. Hay que abandonar urgentemente el discurso del triunfalismo y la abundancia de recursos y sustituirlo por la búsqueda del consenso para un plan de emergencia con el que evitar que la estanflación se haga realidad.
http://www.abc.es/20080401/opinion-editorial/serio-problema-precios_200804010252.html
martes, abril 01, 2008
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