jueves 24 de abril de 2008
Aguirre sólo acaba de empezar
Germán Yanke
Ya sabemos que es el culebrón del trimestre, pero habrá que seguir prestándole atención porque la crisis del PP tiene, más allá de la retórica y la falta de un contenido intelectual serio, un alcance político importante. Las estrategias desplegadas, y la teatralidad de algunas de ellas, tienen, además, un interés significativo.
Esperanza Aguirre, después del primer ataque, el “no me resigno” y el amago de candidatura a la presidencia del partido, ha renunciado a esto último, al menos por el momento. Pero no, desde luego, a la batalla. Para empezar, la decisión de no presentarse y de apoyar a Rajoy fue planteada, en su intervención en TVE, como algo inamovible… o no. Quedó claro que, si hay visos de que tenga alguna posibilidad el rumor de que el actual líder de la derecha pudiera contar de manera especial con Alberto Ruiz-Gallardón, la decisión pasaba de inamovible a no. Aún más, a pesar de la insistencia en las metáforas de los juegos de cartas, el símil más adecuado sería el de las carreras de caballos: si no hay apuesta a caballo ganador se juega a caballo colocado. La exigencia, por tanto, bajo la amenaza de convertir en móvil lo inamovible, es que Mariano Rajoy anuncie previamente su equipo, en el que no sólo no quiere que esté el alcalde de Madrid, sino que deberían estar algunos de sus peones. En el estrambote de esta composición mal medida, algunas tropas de Aguirre insisten aquí y allá que el “buen secretario general” sería el actual vicepresidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González, con lo que viene a demostrarse que, en estos momentos, la alternativa a Rajoy en el PP es bastante chusca.
Pero no todo termina en una negociación que los partidarios de Aguirre han querido presentar como ya hecha para que sea Rajoy el que la desmintiese y alimentar así la polémica. En este periodo precongresual las tropas de la lideresa van a insistir en la falta de democracia interna en el partido —como si la hubiera en Madrid— y se lanzarán los convenientes torpedos sobre las primarias, la voluntad de los afiliados, los compromisarios, etc. Una cosa es ser presidente del partido, quieren imponer, y otra candidato, que podría dejar de ser inamovible por el paso del tiempo en las dificultades de la oposición, por las hipotéticas primarias o por el control, si es posible, de la Junta Directiva.
Esta estrategia de desgaste, tal y como se ha planteado en el pasado y ahora, tiene una derivada que enrarece el trabajo —anodino y dudoso hasta ahora, aunque sea consciente de lo que ocurría y ocurre— de Rajoy. No estamos ante una batalla política por la sucesión del líder, sino por su sustitución. Los guerrilleros de la crisis ya esperaban, para iniciar la ofensiva que ahora se lleva a cabo, que el PP, personificado en su presidente, perdiera las elecciones locales del 2007, pero las ganó. Ahora, si no se cambian las reglas del debate, se busca, en el periodo inicial que media hasta el 2012, que el PP fracase en las elecciones europeas y en las autonómicas del País Vasco y Galicia. La deslealtad está a la orden del día y es previsible que, en tan importantes citas, el PP se encuentre con los adversarios externos y los enemigos internos al acecho de cazar algo, sea lo que sea, pero no desde luego el aval de Rajoy.
http://www.estrelladigital.es/diario/articulo.asp?sec=opi&fech=24/04/2008&name=german
jueves, abril 24, 2008
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