lunes 28 de abril de 2008
Aumento de impuestos
Ruiz Gallardón como Robin Hood
La deuda del ayuntamiento que preside Ruiz Gallardón le acerca al ratio a partir del cual la propia Comunidad de Madrid podría empezar a tutelar sus cuentas de conformidad con la normativa vigente de estabilidad presupuesta
José Enrique Rosendo
En época de crisis los dragones, antes que mesurarse en las llamaradas, suelen aliviar su hambre tragándose cualquier criatura que cojan de por medio, y si el dragón es inteligente entonces empezará por engullir a los ricos, que son menos, para que los pobres les aplaudan con las orejas. De los listos, no podemos decir que Ruiz Gallardón sobresalga, pero tampoco desmerece. Así que el alcalde de Madrid se ha propuesto aumentar el IAE a las entidades financieras para hacer frente a la merma en la recaudación de las arcas municipales derivada de la crisis.
El Ayuntamiento de Madrid es, con diferencia, uno de los que más deuda acumula en sus arcas merced al empeño faraónico de su Gobierno por pasar a la historia o, mejor, a los catálogos de políticos modélicos comprables en primarias. De modo que se entiende perfectamente que el consistorio madrileño ande olfateando víctimas de su voracidad recaudadora, sobre todo si además puede venderlo como si fueran un Robin Hood que quita a los ricos odiosos para dárselo al pueblo. Y, ahora que los bancos restringen créditos y cobran más caro, hay pocas víctimas propiciatorias más rentables políticamente que ellos. Gallardón siempre con tanta finezza.
Desde luego que el IAE del Ayuntamiento de Madrid no va a lastrar considerablemente las cuentas de resultados de las entidades financieras. Pero como es de las pocas cosas a las que el alcalde madrileño puede aferrarse en política fiscal, ya que no controla tramos en el IRPF, ni en el Impuesto de Sociedades ni en el IVA, es de suponer que un Ruiz Gallardón presidente del Gobierno haría exactamente lo mismo pero, eso sí, con los impuestos de verdad. Y eso sí podría ser preocupante para las cuentas de las entidades financieras.
El alcalde de Madrid actúa como un socialdemócrata de corte populista, al más puro estilo zapateril. En vez de ofrecer un paquete de medidas de recorte del gasto, animado o al menos impelido por la situación de estrechez de los ciudadanos y la consiguiente reducción de la recaudación fiscal del consistorio, se adentra en recaudar más y en ese trajín pilla a quien puede. Lo de menos es que el afectado sea la banca o un pequeño comerciante, puesto que lo realmente valioso, lo que tenemos que tener en cuenta, es esa pista sobre la estructura fiscal de la plataforma ideológica del alcalde.
La deuda del ayuntamiento que preside Ruiz Gallardón, a la que antes hice referencia, le acerca al ratio a partir del cual la propia Comunidad de Madrid podría empezar a tutelar sus cuentas de conformidad con la normativa vigente de estabilidad presupuesta que, a propósito, puso en marcha Rodrigo Rato en su día. Sería gracioso que a estas alturas Esperanza Aguirre le enseñara economía, en dos tardes, a su íntimo enemigo de partido.
Entiendo que, ante este desolador panorama, Ruiz Gallardón reaccione subiendo impuestos ya que reducir los gastos le recortaría sus alas para dar la imagen de buen gestor que necesita proyectar para llegar, un día de estos, a la Moncloa. El problema está, sin embargo, en la imagen desastrosa que como consecuencia ofrece su propio partido: Rajoy propone la reducción de impuestos para afrontar la crisis, mientras que Ruiz Gallardón hace justo lo contrario de lo que propugna el partido que le cobija.
Si las administraciones públicas empiezan a recaudar menos por culpa de la crisis, lo que tendrían que hacer es recortar gastos superfluos, que de esos hay la tira. El problema es que, para recortar gastos, hace falta voluntad de mesura. Y entender que, el dinero que se recauda, no brota de un manantial inagotable, sino del esfuerzo diario de cada uno de nosotros. ¿O es que si los bancos y cajas pagan más impuestos no terminarían por cobrar más caro sus servicios a los ciudadanos y a las empresas?
http://www.libertaddigital.com/opiniones/opinion_43280.html
domingo, abril 27, 2008
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