jueves, abril 24, 2008

Villacañas, ¿Cuando comenzo a desintegrarse el franquismo?

jueves 24 de abril de 2008
¿Cuándo comenzó a desintegrarse el franquismo?
Antonio Castro Villacañas
P ARA mí no hay duda: el franquismo, nacido a partir del 1 de octubre de 1936 y popularizado después del 19 de abril de 1937, alcanzó sus máximas cotas de influencia política en la quinta década del pasado siglo y comenzó a decaer en torno al año 1960. Diré algo más: aglutinó a la mayor parte de los españoles, de modo creciente, mientras significó la esperanza de hacer y vivir una patria nueva y justa; y empezó a diluirse tan pronto como en su seno florecieron las apetencias de volver a situaciones pasadas, es decir, aquellas que motivaron el 18 de julio y la tremenda guerra civil 1936-1939. Conviene repetirlo cuantas más veces se pueda para no contribuir con el silencio a la deformación de nuestra historia: 1) el pueblo español no se levantó ni se pronunció el 18 de julio de 1936, en ninguna de las dos zonas que dividieron a España desde esa fecha, a favor del sistema político -monarquía más o menos constitucional y democrática- popularmente derrocado el 14 de abril de 1931, y mucho menos aún para que volviera a su privilegiada situación socio-política la familia Borbón que lo disfrutaba; 2) el pueblo español no murió ni mató, a lo largo de casi tres años y en ambas zonas, para reponer la Corona desterrada o para mantener la forma de República que se había ido forjando desde 1931 en adelante, sobre todo la que se estaba instaurando a partir del mes de febrero de 1936; 3) el pueblo español sufrió, gozó y esperó durante varios años, especialmente durante los de la guerra y la inmediata postguerra, que todos sus sufrimientos, todas sus muertes, todas y cada una de sus muchas privaciones, violencias, equivocaciones, etc., iban a producir un nuevo sistema de convivencia política, social y económica basado en la igualdad de oportunidades y derechos, en la justicia y en el deseo de constante mejora y perfeccionamiento. Cuanto digo en el párrafo anterior no quiere decir que tanto en el bando nacional como en el bando rojo no existieran individuos o grupos buscadores de objetivos distintos a los que yo señalo. Está claro que entre los "rebeldes" siempre hubo monárquicos (carlistas o alfonsinos), conservadores y grandes y pequeños burgueses, como entre los "leales" siempre hubo anarquistas, liberales, socialistas, más o menos republicanos ingenuos, etc., pero en uno y otro caso lo cierto es que tales grupos siempre fueron minorías carentes de protagonismo salvo en determinados sitios y momentos. Vuelvo al principio. El franquismo vivió sus mejores momentos mientras mantuvo la posibilidad de construir una España nueva, y comenzó a desintegrarse en cuanto por diversas razones demostró a los españoles que no tenía un auténtico carácter revolucionario, innovador o profundamente reformista, sino que tan solo buscaba ordenar por la fuerza la normal convivencia política, social y económica habida en otros tiempos bajo la fórmula monárquica y democrática. Es evidente que fenómenos de tales características no se producen de repente o cuando sus protagonistas lo desean. En el caso que vengo comentando parece claro que el primer momento crítico o definitorio se dió al terminar la guerra, aunque ya durante ella hubo más de una ocasión en que circunstancias imprevistas o perfectamente calculadas motivaron que el incipiente Nuevo Estado tuviera que "definirse" sobre algunos aspectos de su estructura. Cuatro momentos me vienen a la memoria: 1) cuando el general Mola ordenó la detención del infante don Juan, que un grupo de monárquicos encabezados por Jorge Vigón había vestido de "miliciano nacional" para que desde el frente de Somosierra entrara triunfante en Madrid, pocos días después del Alzamiento, y desde Aranda de Duero le llevó a los Pirineos para que regresara a Francia o Italia; 2) cuando el general Franco, entrevistado por el diario "ABC" de Sevilla, declaró que existía la posibilidad de una restauración monárquica si algún día eso le conviniera a España; 3) cuando el mismo general Franco, ya Jefe del Estado, dispuso que todas las fuerzas políticas participantes en el Alzamiento Nacional se unificaran bajo su mando en un Movimiento que provisionalmente habría de llamarse FET-JONS; y 4) cuando también Franco desestimó la petición del infante don Juan, que pretendía formar parte de la oficialidad del crucero "Baleares", porque -dadas sus condiciones humanas y políticas- no le parecía bien que participara directamente en la guerra. No conozco -puede que exista- ningún estudio algo detallado de las polémicas más o menos abiertas, no digamos nada de las luchas internas, habidas dentro del franquismo en los tres años de guerra y durante los primeros meses de la reciente victoria bélica. Me gustaría profundizar, por ejemplo, en las tensiones que desde el primer momento se dieron entre Falange y la CEDA, entre carlistas y alfonsinos, entre los cedistas, entre tradicionalistas y falangistas, entre éstos mismos... ¿Qué tipo de "separación" había, y es evidente que la hubo, entre castellanos y andaluces a la hora de reconstruir una Falange que el 18 de julio había dejado acéfala? ¿Cuál fue la razón de que Gil Robles, líder destacado de la derecha española en la primavera de 1936, perdiera esa condición nada más comenzar el verano de ese mismo año? ¿Vale o no vale la pena tener en cuenta cuáles fueron las líneas esenciales de la propaganda "oficial", y de la afín a ella, que durante ese mismo verano se realizó desde Sevilla, Valladolid, Salamanca o Pamplona? ¿No llama la atención que buena parte de los "ideólogos" del primer franquismo, agrupados en torno al reciente neo-falangista Serrano Suñer, fueran personas de notable valía intelectual y escasa militancia política, de más formación germánica que romana? Preguntas son éstas, y otras semejantes, que todavía no tienen -a mi juicio- adecuada respuesta. El franquismo, entendido como mínimo conjunto común de los ideales o deseos políticos y sociales de la mayoría de españoles vivientes en la España de los años 40 del siglo pasado, superó ese tipo de crisis y dificultades -partidistas, clasistas o sectoriales- mientras tuvo como fundamental objetivo el ganar la guerra española -1936 a 1939- y el no verse implicado en la universal -1939 a 1945- o en sus consecuencias -1945 a 1954-, y no supo o no pudo superarlas cuando le llegó el momento de coordinar su paz con la paz organizada por los vencedores de la Segunda Gran Guerra. Una síntesis superficial y desenfocada del franquismo pero bastante descriptiva en términos generales, nos diría que en 1939 dentro del Movimiento Único podían diferenciarse diversas "familias" no reñidas pero sí contrapuestas formadas por más o menos monárquicos, más o menos republicanos, más o menos nacis, más o menos fascistas, etc., pero todos cristianos, todos antimarxistas y casi todos poco demócratas en el sentido que esa filiación tenía en la despreciada España monárquica y republicana de la anteguerra. Fuera del Movimiento, políticamente hablando no había nada o casi nada, pues los sectores vencidos carecían de voz y de presencia. Una de las grandes batallas políticas de aquel tiempo fue precisamente esta: la de incorporar o no a los perdedores de la guerra a la vida social y pública, y el de fijar la forma y la cuantía de esa incorporación. Partidarios de ella fueron, por ejemplo, Enrique Sotomayor y José Miguel Guitarte en el plano juvenil y universitario, Pedro Laín y Dionisio Ridruejo en el cultural, y Gerardo Salvador Merino en el sindical, mientras que Pedro Sáinz Rodríguez, los hombres de Acción Española y los cedistas tipo Ibáñez Martín la impedían o retrasaban en el ámbito del profesorado... El franquismo comenzó a desintegrarse -lo veremos con claridad en sucesivas apuntaciones- cuando la dura tensión ofensiva de lo que hasta entonces era una ambiciosa dictadura constituyente se convirtió en una debilitada tensión defensiva de un régimen sometido a presiones y ataques externos e internos procedentes de los sectores monárquicos -encabezados por don Juan-socialistas, comunistas e incluso demócratas... Poco a poco se fue cediendo a dichas presiones. El primer paso de esta cuesta abajo lo dió el franquismo en la formación de su VI Gobierno con la incorporación de una débil democracia cristiana -representada por Martín Artajo- y la simbólica preterición de FET-JONS en el Consejo de Ministros.


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