jueves, abril 24, 2008

Felix Arbolí, A veces la verdad duele...

jueves 24 de abril de 2008
A veces la verdad duele…
Félix Arbolí
E STAMOS empeñados en hacer de nuestras vidas una continua sucesión de descalificaciones y reproches a los que consideramos adversarios políticos y pasamos por alto los errores y patinazos de los nuestros. Es una mala costumbre española que ni el paso del tiempo, ni las tristes experiencias vividas y los nefastos resultados obtenidos han sido capaces de desterrar de nuestras costumbres. Pero tanto en la izquierda como en la derecha, seamos sinceros y honestos. Son enfrentamientos viscerales y constantes donde no tiene cabida la comprensión de considerar que el error del contrario haya podido ser involuntario en ocasiones. Lo zarandeamos y desprestigiamos sin la mínima tolerancia aireando alegremente sus trapos sucios y ocultando o tergiversando sus aciertos. No otorgamos el menor resquicio a una duda razonable. Tampoco queremos aceptar que los demás puedan tener sus propias opciones, ideales y maneras de enfocar su vida. Lo consideramos un insulto personal intolerable, digno de hacernos destilar toda la hiel que almacenamos en nuestro interior. Me refiero, lógicamente, a tener una concepción política distinta a la nuestra, sin que ello signifique que nos puedan obligar a aceptar la del otro como una verdad inmutable queramos o no. El respeto y la tolerancia han de ser normas seguidas por ambas partes, sin imposiciones ni lavado de cocos. Sigo pensando que no es cuestión de colores, siglas y estatutos, sino de sentimientos y honestidades personales. Estamos habituados a lanzar mensajes equívocos y negativos con una liberalidad absoluta sobre los puntos que consideramos negros de nuestros contrarios ideológicos y no somos capaces de dedicar unos minutos a abrir nuestras conciencias y examinar nuestro interior para comprobar si estamos libres acaso de esas mismas culpas. Es la técnica del embudo, aunque procuramos “exclusivizar” de antemano el extremo ancho para nosotros y dejamos al adversario el estrecho. Leemos la prensa, oímos la radio, vemos la televisión y consultamos las páginas de opinión en Internet y al final del día solo hemos podido sacar en claro que tenemos mal gobierno, una oposición que resulta ineficaz para algunos y radicalizada para otros y unos políticos ineptos y zánganos que pierden su precioso tiempo y escasas oportunidades de trabajar disparándose andanadas de rencores y soflamas en un hemiciclo donde se supone debían intentar mejorar la vida del país y corregir los errores que perjudiquen al vapuleado ciudadano. A mi entender, y ello me causa desolación y tristeza, en los años que llevamos en esta democracia que yo llamo “el laberinto sin fortuna”, solo hemos tenidos dos presidentes de gobierno que han merecido la pena y recordamos con respeto, aunque hayan tenido como es humano suponer, sus correspondientes fallos: Adolfo Suárez y Felipe González. Lo reconozco con la sinceridad y honestidad que pretendo demostrar en mis artículos, ya que no soy socialista, ni siento afinidad alguna por esta doctrina. Tuvieron sus detractores y botafumeiros acostumbrados, pero pasarán a la Historia como ejemplos de buen gobierno y unas miras limpias en defensa de la paz, el orden, el bienestar y el respeto a toda discrepancia, a pesar de los célebres bufidos de Alfonso Guerra, que más que encono producían gracia por su acento y ocurrencias. No quiero obviar el detalle de Vera, Barrionuevo, Corcuera y Roldán, entre otros, ni mucho menos el de Boyer y RUMASA, páginas negras de un gobierno que pudo haber dejado una estela más brillante y agradable aún, sin esos desagradables borrones. Pero, ¿quién es el guapo capaz de tirar la primera piedra sobre este episodio sin que el viento de la razón no la haga caer sobre sí mismo?. Lo del GAL, para mi, lo digo con toda la amplitud que permite mi conciencia, fue uno de los mayores aciertos para luchar contra esa banda de asesinos. Ni Calvo Sotelo, ni Aznar, ni ahora Zapatero, tienen talento y capacidad para igualar a esos dos políticos españoles. El desbarajuste que sufrimos, la escasa repercusión internacional que tenemos y la crisis tan aguda que padecemos, (no del todo atribuible a la que se padece a escala mundial), se la debemos a estos dos últimos presidentes. Al señor Calvo Sotelo, ni lo echamos de menos, ni lo recordamos por nada especial. Fue un hombre de transición y nulas realidades. No por su culpa, sino por la escasez de tiempo que dispuso y las extrañas circunstancias que rodearon su corto mandato. A Aznar, aunque le pese a muchos compañeros de página que ven en él a un hombre providencial e íntegro, no lo quiero ni envuelto en papel de celofán y con un lacito con los colores de nuestra gloriosa Bandera. Fue un déspota, insolente, falto de táctica y de sensibilidad, deseoso de figurar en las altas esferas internacionales, sin darse cuenta que era el juguete de políticos muy avezados que lo tenían casi de comparsa. Sin respeto y miramientos hacia el Rey, que era y es el Jefe del Estado, quieran o no lo quieran unos y otros, al que en más de una ocasión y de manera ostensible hizo de menos y lo trató de manera indebida en diversos aspectos y circunstancias. Como en la boda de su hija donde lo tuvo esperando cerca de media hora, cuando el protocolo, la cortesía y la normal educación marcaban y aconsejaban todo lo contrario, que ellos esperaran al Rey. El detalle de la foto con ese enorme puro en la mano y los pies sobre la mesa, en compañía del nefasto Bush, dio la vuelta al mundo en un alarde de…¿gracia personal?. ¿ejemplar comportamiento? ¿habilidad política?. Juzguen ustedes mismos. Dejemos a un lado lo de Irak, demasiado conocido por todos y de tan trágicas consecuencias para un pueblo que vivía mejor, en paz y hermanado y han dejado convertido en un auténtico infierno. Sobre Zapatero y el incombustible Pepiño, que es su “Alfonso Guerra”particular, aunque con evidente menos gracia y una mirada de búho que no tenía, ni tiene el otro, tampoco puedo echar flores ni lanzar las campanas al vuelo. Bajo su mandato, estamos viviendo una época no muy afortunada en el terreno ideológico y económico y lo peor del caso es que no le vemos una salida airosa o una realidad más liviana al futuro que acaba de iniciarse. En la Historia Contemporánea, nunca había llegado la adrenalina en la vida social a los límites actuales, salvo el periodo de la guerra y la posguerra. Y nuestro amado presidente, el del buen talante y la constante sonrisa, no tiene otra alternativa más oportuna para mejorar a los ciudadanos sus condiciones de vida en lo económico y social, que la creación de nuevos ministerios. “Como éramos pocos, parió la abuela”. Una fórmula que debe ser mágica, ya que de otra forma no se comprende su eficacia para combatir la crisis que padecemos en el ámbito familiar, laboral, económico y social. El infeliz y sufrido ciudadano ha de soportar y padecer toda clase de abusos y barbaridades por parte de esa nueva casta de enchufados y mangoneadores, que creíamos ya desaparecida en épocas anteriores, sin que el gobierno haga nada por impedirlo. Quiebran las industrias porque nadie tiene un céntimo para invertir en sus productos y los créditos bancarios, aparte de abusivos, han tocado ya techo. Algunos se verán libres de las hipotecas cuando sus nietos estén preparando la boda y han comprado ese piso antes de iniciar su vida matrimonial. Y todo para poder acceder a una vivienda digna, que figura como un derecho constitucional, sin que nadie le haga caso, ni intente conseguirlo. Desaparece la pequeña y mediana industria tragada por la voracidad de esos colosos comerciales, incluso de más allá de nuestras fronteras, que no descansan ni de noche ni de día esquilmando nuestros exhaustos bolsillos y haciendo cerrar toda posible competencia. No quieren darse cuenta que esos pequeños negocios familiares, tan necesarios y entrañables en nuestros barrios, son los auténticos generadores de puestos de trabajos. Pero lo más sorprendente es que esta guerra sin cuartel contra la modesta empresa, que está arruinando la economía española al privarla de uno de sus más firmes pilares, cuenta con la bendición y el aplauso de nuestros gobernantes regionales. No le echemos la culpa al que en este caso no la tiene. Ignoro las verdaderas causas de ese atropello incomprensible, aunque me las supongo. Aumenta el paro de forma alarmante y suben a límites intolerables e insostenibles los productos de primera necesidad entre ellos, el pan, la fruta, la leche, las verduras, etc. sin que nadie de entre tantos ministerios habidos y recién creados le ponga freno a tan escandalosos desmanes. La táctica de la sordera es una estratagema muy utilizada en la política para no tener que adoptar decisiones que no se desean. Además, se trata de una subida que favorece en gran medida a los avispados y desvergonzados intermediarios y sus protectores que nada exponen, ya que al agricultor y ganadero que son los únicos que se arriesgan y trabajan le pagan cantidades ridículas, a juzgar por las protestas, a mi entender, justificadas, que llevan tanto tiempo protagonizando, sin que la señora ministra se digne poner remedio al asunto y repartir las ganancias de esos productos con más justicia y equidad. . Los médicos se declaran en huelga y los enfermos se quedan esperándolos inútilmente, sin que la ministra de Sanidad sea capaz de intervenir y obligar a que unos profesionales tan especiales y necesarios no dejen de cumplir con su deber. Me hablarán de sus derechos, yo les hablo de los del enfermo que son aún más importantes, pues arriesgan su vida. Y hablo por experiencia, ya que mi hermano, enfermo de cáncer de pulmón en fase irreversible, tenía el martes una cita con el oncólogo y su médico de cabecera para hacerle un reconocimiento a fondo y poder hablar posteriormente con la mujer sobre la actualidad de su estado. Después de hacerle levantar a las siete de la mañana y tenerlo sentado en la butaca, viendo que eran las diez y ninguno de los médicos aparecía llama su mujer y le informan que no irán porque están en huelga. Ni siquiera tuvieron la delicadeza de avisarle para evitar el madrugón al enfermo. La visita se realizará el jueves, si los dioses de la bata blanca se dignan acordarse del juramento que dicen hicieron. Que me perdonen y no se den por aludidos los buenos y celosos profesionales. No va contra ellos. Dicen que lo hacen por una Medicina más digna y lo quieren conseguir faltando a unos compromisos profesionales que debían ser sagrados, al dejar a los enfermos desatendidos, como si éstos tuvieran la culpa de esa mala gestión administrativa. No quieren darse cuenta que no son los indicados, para elegirlos como víctimas propiciatorias de la ineficacia de unos y la falta de humanidad y profesionalidad de los otros. ¡Vaya concepto de la dignidad que tienen algunos señores!. Aquí señora ministra sí debía tener mano dura y no en esa lucha antitabáquica, (yo no fumo) con tanto ahínco emprendida, como si en ello le fuera su propia vida. ¿Entra en esta evidente desigualdad de relación médico-enfermo, el nuevo ministerio de la joven gaditana?. Nuestro inteligente presidente, decide combatir esta tormentosa situación que estamos sufriendo los de siempre, con esos nuevos desbarajustes presupuestarios que suponen la creación de nuevos ministerios, con toda su carga de secretarías, direcciones generales, técnicos, administrativos, chóferes, escoltas, nuevas sedes, estrenos de mobiliarios suntuosos y más sencillos, etc. etc.,que el pueblo soberano que pisotea las calles no sabe para qué sirven. Uno de ellos, ya citado Ministerio de la Igualdad, ¿qué misión tiene mi joven paisana en ese suntuoso despacho, con tantos teléfonos, timbres, cortinas, mesas y demás?. Que me perdone, no tengo nada contra ella y me alegra que sea joven y de mi entrañable provincia gaditana, pero me temo que ni ella misma sabe qué es lo que realmente debe hacer. De momento lo único que ha hecho como ministra es visitar en el hospital a una mujer maltratada. ¿No existen ministerios de Justicia y Asuntos Sociales para atender estos casos?. Fue sin prensa, como debe ser, pero nos enteramos todos. ¿Y eso justifica la inversión de tantos millones a cargo de las arcas del Estado, en una época tan aguda de crisis económica?. ¿Acaso este nombramiento se ha debido a una nueva recomendación de mi paisano Chaves, como dicen que ha ocurrido con la renovación a la ministra de Fomento?. Conste que son interrogantes y no afirmaciones las que expongo al juicio y criterio de nuestros lectores. Pero no es Zapatero el posible y único villano de esta película. En los otros bandos hay lideresas que aspiran al poder, con ese “zigzagueo” tan característico en la mujer y tan arraigado en la política, en el que dice no, pero pudiera decir si y no quiero, pero podría llegar a querer. Dejando una puerta abierta a su momentánea indecisión en una marcha atrás que tiene secretas connotaciones y motivos. Y entre el si y el no, ese sordo clamor de conformistas y disconformes de ese partido haciendo airear sus opiniones, según esté la manzana a punto de caer o sea la pera la que lo haga. Junto a ésta escaramuza que pudiera convertirse en lucha interna, el presidente erre que erre, sin admitir renovaciones y pasándose por alto reconocidos valores y figuras capacitadas de su grupo como Mayor Oreja, Marcelino, José Piqué, Teófila Martínez, Rita Barberá, etc , para rodearse de una serie de fieles acólitos que no le hagan sombra y sean dóciles a sus mandatos. Entre una y otro la casa sin barrer y la basura acumulándose en los pasillos, despachos y hasta las mesas de ese desorientado grupo político cuyos puntales, y no me refiero a Zaplana y Acebes, han ido desapareciendo de sus puestos claves para evitar arriesgadas competencias. Se atreven a acusar a los otros de intrigantes y feroces cuando tienen a leones y tigresas dentro de su partido con ansias de devorar todo cuanto se les enfrente. No obstante, puesto a escoger, prefiero el león a la tigresa, aunque sea más partidario del matriarcado que del patriarcado, pero no en este caso concreto. Como ven esto es un galimatías que no hay quien lo entienda y aunque sesudos comentaristas estén empeñados con sus reiterados artículos en colocarle el cascabel solo al gato, como único culpable de este embrollo y calamidad, se olvidan que hay un perro sin collar a quién debían colocárselo también.

http://www.vistazoalaprensa.com/firmas_art.asp?id=4575

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