jueves, abril 24, 2008

Pablo Sebastian, Aznar, el pesquero y la OTAN

jueves 24 de abril de 2008
Aznar, el pesquero y la OTAN
Pablo Sebastián
Empeñado en tener razón, a pesar de las mentiras de Iraq y el 11-M que tan caras le han costado a él, a su partido y a España, José María Aznar sigue alejado de la realidad y de lo que piensan y sienten la gran mayoría de los españoles. Y, en vez de ocuparse de la crisis que, de él, heredó su partido, sigue empeñado en arreglar el mundo por la vía militar. Y por eso, y por la deuda que tienen con él y Blair, los dos grandes perdedores europeos de la guerra de Iraq, sus amigos del entorno de Bush y del Partido Republicano de Estados Unidos les han regalado unos minutos de protagonismo en la cena de gala donde se otorgaron los premios del “Consejo Atlántico de los Estados Unidos”.
Una especie de gran lobby atlantista, militarista y conservador —por más que algún liberal o progresista figuren en él—, donde el Partido Republicano americano lleva la parte del león. El presidente del club es el directivo del diario conservador The Wall Street Journal, Frederick Kempe, por ello y en consecuencia, el premio empresarial se lo dieron al dueño del periódico, Rupert Murdoch (de quien es consejero Aznar). De igual manera, el premio militar le cayó en suerte al jefe del Estado Mayor Conjunto de Estados Unidos, el almirante Michael Mullen, que aprovechó la velada para avisar de que en cualquier momento se podría producir un ataque a Irán, antes de que Bush deje el poder, se entiende.
Para completar el panel se le entregó el premio internacional a Tony Blair (imaginamos que a título de consolación por la pérdida del poder), quien lo recibió de manos de su compañero de las Azores, José María Aznar, con la introducción previa de Colin Powell, otro de los grandes implicados en la mentirosa e ilegal guerra de Iraq, tan falsa como las fotos de los camiones de armas químicas que Powell enseñó en la ONU, parodiando sin éxito —engañado por la CIA— las fotos de aquellos misiles rusos en Cuba durante la crisis de 1962, en tiempos del presidente Kennedy.
Blair quiso marcar ciertas distancias, pero sin ofender, ante tan aguerrida audiencia, y Aznar, luciendo su frondosa melena —“el Beatle de la OTAN”— no perdió la ocasión para azuzar el fuego y reclamar el atlantismo frente al europeísmo que impera entre la gran mayoría de los españoles.
Naturalmente, de la presencia y protagonismo de Aznar en semejante cena y homenaje a Blair se puede hacer otra lectura bien distinta. Sobre todo si la comparamos con la imagen de patética soledad de Zapatero en la última cumbre atlántica de Bucarest. Y lo que todo ello significa de aislamiento y soledad para nuestra diplomacia y política exterior.
Aunque siempre hay, o debe haber, un punto intermedio, entre uno y otro extremo, donde las buenas relaciones de España con las primeras potencias de Occidente se deben mantener en el marco de la legalidad internacional y la soberanía nacional. Y, ya que de militares se trata, sería bueno que estos señores tan aguerridos lucieran, para combatir el nuevo enemigo terrorista que algunos confunden con todo el Islam, una mejor estrategia y algo más de inteligencia.
Porque no tenemos que olvidar que con un grupo de terroristas, armados con cuchillos de plástico, y acompañados por tres pilotos —que no sabían despegar ni aterrizar—, los criminales de Ben Laden pusieron en jaque a la primera potencia del mundo en el macroatentado del 11-S. La misma que ahora despliega en Europa un escudo de misiles nucleares y de alcance espacial, y que ha sido incapaz de cazar a Ben Laden, mientras se pudre y se eterniza la caótica guerra de Iraq.
Todo ello cuando la Alianza Atlántica —que no sabe lo que es, ni a dónde va— se muestra incapaz de hacer frente a piratas somalíes que, por ejemplo, acaban de secuestrar en aguas internacionales a un barco pesquero español amenazando la vida de los marineros. Algo de lo que parece desinteresarse el PP, tras anunciar su portavoz Arístegui (que se ofrezca él para un canje) que no hay que negociar con los piratas, como lo ha hecho Sarkozy. Pero, naturalmente, estas guerras son muy pequeñas para el Pentágono y para la OTAN. Y, sobre todo, para la poderosa y americana industria militar que, a lo mejor, pagó la cena con una generosa y desinteresada donación, regada, por supuesto, con champán.

http://www.estrelladigital.es/diario/articulo.asp?sec=opi&fech=24/04/2008&name=manantial

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