viernes 18 de abril de 2008
Del rosa al rojo subido
Ismael Medina
B ERLUSCONI ha ganado las elecciones italianas por goleada sobre la izquierda, pese a la deriva de ésta hacia el centro. Los gobiernos multipartidistas de Prodi lo hicieron tan mal, peor aún que Prodi como presidente de la Comisión Europea, que le pusieron en bandeja el éxito electoral al “Cavallieri”. Nada que ver con España. Para comprender Italia es necesario haberla vivido y contemplarla a partir de una interiorización de su historia, de su cultura, de los hábitos de sus gentes y de su trastienda política. Será difícil entender en otro caso el hundimiento de la democracia cristiana y la fagocitación del socialismo por el muy poderoso partido comunista, transfigurado en socialdemocracia tras el paso intermedio de acomodación a la ruina de la Unión Soviética que fue el habilidoso escorzo del eurocomunismo. Semanas atrás releí “Il compagno Don Camillo”, última narración de la serie de Giovanni Guarechi sobre la peripecia del cura Don Camillo con el jefe comunista Peppone. Dos personajes simbólicos, extraídos de la disputa política de la Italia de posguerra. Pero que describen y diseccionan con ironía los rasgos peculiares que subyacen como una constante bajo las cambiantes circunstancias políticas. Ni Berlusconi es don Camillo ni Veltroni es Peppone. Berlusconi es un financiero especulativo cuyo credo es el poder. Un buen conocedor de que el poder político constituye una propicia rampa para consolidar el poder económico. También de que el poder mediático y la habilidad para utilizarlo resultan insustituibles para alcanzar el poder político en coyunturasen que, como la actual, las ideologías se han ido al carajo. Y de que así ha sido es Veltroni una indudable prueba demostrativa. Lavado su pasado comunista mediante un llamativo proceso de “aggiornamento” y alabada su gestión como alcalde de Roma, de nada le ha servido pasar del rojo al rosa para ganar las elecciones. Hay coaliciones que lastran e invalidan fuera de España NO BASTA CON VESTIR DE ROSA EL MUÑECO BERLUSCONI dijo en el curso de una entrevista en Radio Montecarlo que el gobierno recién estrenado por Rodríguez la parecía “demasiado rosa”. Y añadió malévolamente que en el suyo habrá cuatro o cinco mujeres. Pero que otorgará los ministerios a los más capaces y experimentados de entre los suyos. Aplica a la gobernación de Italia, al menos en teoría, parigual criterio que como empresario a la hora designar a los colaboradores fieles con los que habrá de jugarse los cuartos. Y es esto, a mi parecer, lo que esperan de él la mayoría de quienes votaron en las recientes elecciones: que ponga orden en el desbarajuste político. Pero, sobre todo, en una economía sumida en el desastre y a la que no le sirve de consuelo tener un PIB superior al de España, aunque esté igualmente a la cola de Europa. Berlusconi no es un tipo de fiar. Sus dos anteriores ejecutorias como presidente del gobierno lo fueron de claroscuros. El futuro de Italia es tan imprevisible como él mismo. La mayoría absoluta le proporciona, no obstante, ancho margen para lidiar el toro de la recesión. Copia de Sarkozy y Merkel la defensa a ultranza y nada liberalista de la italianidad de sus empresas básicas. Es un dato a tomar en consideración. Su gobierno no es rosa, rojo, azul o amarillo. Es berlusconiano y toma del arco iris los colores que en cada momento le convienen. Es la ventaja de los cínicos a la italiana. ¿Es rosa el nuevo-viejo gobierno de Rodríguez, que no de España, por el sólo hecho de que entre los ministros haya más mujeres que hombres? El número de unas u otros es lo que menos importa. Lo que realmente debería preocuparnos a los españoles es la idoneidad de los ministros para un positivo ejercicio de sus responsabilidades. Y más todavía en tiempos de crisis profunda de valores morales, de estructura nacional, de solidez del Estado, de libertades esenciales, de soberanía, de estabilidad económica y de seguridad pública, amén del saneamiento de otras perversiones institucionales. Quiebras sustanciales todas ellas que se hicieron ostensibles durante los cuatro años anteriores de mandato de Rodríguez. Pero una mayoría de españoles votaron a su favor y le han dado ocasión para continuar y acentuar sus desafueros. Un fenómeno absolutamente anómalo que recuerda demasiado aquel lejano y esperpéntico grito de “¡Vivan las cadenas!” en torno al gran felón de Fernando VII por un pueblo que poco antes había luchado con fiereza por su libertad frente al invasor napoleónico. Un pueblo que cae en la abyección de huir de la realidad, dejarse seducir por cantos averiados de sirenas maquilladas de rosa y tragarse las más burdas mentiras de Rodríguez como si fueran tocinos de cielo. Vidal Quadras, una de las mejores cabezas de que dispone el Partido Popular y neciamente marginado por Aznar y por Rajoy, ha calificado de provocación la parida de Rodríguez. Pero hay harto más que provocativa petulancia en la redistribución de competencias ministeriales y en la selección de los responsables de primer y segundo escalón. Su actual gobierno es la imagen de sí mismo aún más que los anteriores. También lo será el de Berlusconi en Italia. Pero con la diferencia de que “Il Cavallieri” es pragmático, incluso cuando barre para sí, mientras Rodríguez no pasa de desmañado y engreído aprendiz de brujo. EL MUJERISMO COMO COARTADA LO del mujerismo como sistema no es lo más significativo del parto de Rodríguez por mucha resonancia mediática que se le dé. Lo ha impuesto Fernández de la Vega, ansiosa de rodearse de féminas, a las que maneja con muy varonil autoridad. Una proclividad que Rodríguez ha asumido y puesto en práctica. Y muy en consecuencia con su personalidad. Una fotografía de Rodríguez y la momia de pasarela posando juntos en el atrio moncloaca me ha recordado aquellos antañones recortables de muñecas en cartulina a los que se les podían intercambiar los vestidos. Es curiosa la similitud de ambos en estructura corpórea, si bien con apergaminada rigidez en el semblante de ella y de melifluo querubín en el de él. Rodríguez se ha saltado en la composición sexual de su gobierno la exigencia de la paridad estricta que pregona, a no ser que existan géneros intermedios susceptibles de equilibrar la balanza. Debe admitirse, no obstante, la existencia de una paridad equilibradora: la sumisa mediocridad de la mayoría, la cual frena y contagia a los muy contados que pueden exhibir un currículo profesional atendible. Merkel es mujer, pero no mujerista. Aún condicionada por el imperativo de coalición con la devaluada socialdemocracia y la necesidad de solventar muy severos problemas económicos, afronta con rigor y entereza los retos que le salen al paso. A su equipo de gobierno incorpora los que cree mejores, sean hombre o mujeres. Tampoco lo era la Thatcher, que se ganó a pulso el sobrenombre de “dama de hierro” y eligió a sus colaboradores entre quienes consideraba los más aptos, sin pararse a mirar si enfundaban calzoncillos o bragas. Caben otros ejemplos, más o menos parejos, de los que cabría deducir que el mujerismo político es cosa de hombres débiles y acaso intelectualmente feminoides. Veremos lo que dice ahora Cristina Garmendia, en posesión de una de las pocas biografías ministeriales con brillantez, que rechazó el tongo de las cuotas para los consejos de administración cuando estaba al frente de sus empresas y no vislumbraba que su amigo Sebastián la hiciera ministro. TRILERISMO POLÍTICO EN ROSA RESULTA palmario que a Rodríguez le trae sin cuidado disponer de un gobierno eficaz. Concibe el Estado como un escenario por el que desfilen los esperpentos que regurgita, uno tras otro, sin apenas transición y sin dar tiempo al respetable para asimilarlos. Para impedir que piense y descubra el truco. Una superposición de imágenes sin vertebración que desvíen la atención de los grandes problemas que, en gran medida por culpa suya, agobian a la sociedad y descoyuntan España. Cepos retóricos, cartas marcadas y argucias trileras para engaño de ingenuos, de tontos, de ignaros y de aprovechados con vocación de animales de la granja orwelliana, hoy mayoritarios según se desprende de los resultados electorales. Además de la estafa intelectual y política del mujerismo de cuota, insostenible en una sociedad en que prime el mérito sobre la mandanga (alabaría un gobierno todo de hembras si fueran mejores que los posibles candidatos varones), alardea Rodríguez de que siete de los nombrados no son militantes del partido. Y como no es la capacidad contrastada la que prima, parece lógico sospechar que existe una consistente idoneidad de fines entre ellos y Rodríguez, acaso más fuerte que la tenencia del carné del partido. Algunos de éstos obtuvieron acta de diputado sin que comparecieran en las candidaturas del P(SOE) como independientes. ¿Militancia encubierta o acaso oculta vinculación masónica como la de Rodríguez? Cualesquiera presunciones son válidas. ¿Puede calificarse de cambio el de un gobierno en el que repiten doce del anterior y sólo se incorporan cinco caras nuevas? La vieja guardia, el núcleo duro, como ahora se dice, sigue en sus puestos, salvo algún cambio de tercio como el espectacular y polémico de Carmen Chacón. Un capricho, un desplante y una provocación calculada de Rodríguez a las Fuerzas Armadas, que desprecia y odia, planeados desde hace meses y al q ue se debe el desplazamiento de su amigo Alonso a la portavocía en el Congreso de los Diputados cuando su aspiración era la cartera de Justicia. La interpretación del tejemaneje es obvia: el rosa mujerista sirve a Rodríguez de cortina de humo para enmascarar la acentuación del rojo totalitario. MÁS DE LOS MISMO, PERO A MÁS ACIAGO RADICALISMO SI nos tomamos el trabajo de analizar las competencias que restan a cada uno de los ministerios tras la oleada más o menos discriminatoria de las transferencias a las taifas, no encontraremos ante la evidencia de que la mayoría de ellos son arcones semivacíos. Lo razonable, y más todavía en tiempos de penuria como los actuales, habría sido reducir su número de manera drástica y concentrar sus atribuciones y funcionalidad en unos pocos. Pero Rodríguez es como el castaño de Indias, popularmente conocido como de las castañas locas. Tienen buena imagen, pero los frutos son semillas que multiplican su inutilidad. Fernández de la Vega tendrá años por delante para renovar su inmenso guardarropa y para tapar las mentiras y desvaríos de su jefe con nuevas mentiras y desvaríos, amén de abroncar a quien no hace lo que quiere, aunque se trate de la presidente del Tribunal Constitucional, para ella un mero apéndice del gobierno-partido. Consecuente con la deriva hacia el rojo subido es el nombramiento para la Secretaría de Estado de Comunicación a Nieves Goicoechea, de la SER-Prisa, y mandar a Moraleda a hacer Turismo a las órdenes de Sebastián. A Solbes, que tiene de la política la concepción acomodaticia de funcionario vitalicio, le ha seducido Rodríguez con la supresión del Gabinete Económico de la Presidencia, el feudo de Sebastián que lo cortocicuitaba. Pero le ha dado a Sebastián, electoralmente fracasado y huido de la responsabilidad municipal, el ministerio de Industria con el añadido de la Energía para que entregue Iberdrola a los franceses, al igual que hizo con Endesa a los italianos. Lo suyo es la desnacionalización de los sectores básicos del entramos industrial y energético. Y de paso, satisfacer el odio africano que siente hacia concretos banqueros y a empresarios relevantes a ellos ligados. SIGUE ABIERTA LA PUERTA PARA NEGOCIAR CON ETA PÉREZ RUBALCABA aspiraba, como Caldera, a una vicepresidencia. Pero si Caldera dio el portazo al ver traicionada la promesa que Rodríguez le hizo, Pérez Rubalcaba émulo de Fouché, conocido como el genio tenebroso, se avino a continuar. Fue hombre clave en la perversa utilización de la matanza del 11 de marzo de 2004 para que Rodríguez subiera al poder. Y lo ha sido en las negociaciones con el terrorismo nacional-marxista vascongado mediante el manejo alternativo del palo y la zanahoria. Alguien con suficiente influencia sobre él, que no sólo Rodríguez, le persuadió de que es imprescindible para proseguir la tarea que el P(SOE) se trae entre manos desde el 2000. Los hechos cantan: Rodríguez quiere una vuelta al Pacto por las Libertades y contra el Terrorismo, pero con participación de los partidos secesionistas, lo que implica una encerrona para el PP. Y si Rajoy, con buena lógica, pidió la anulación del acuerdo parlamentario que autorizaba a Zapatero la prosecución de las negociaciones de supuesta paz, Pepino Banco se apresuró a proclamar que el cambio de legislatura implicaba derogación de hecho, tesis en la que abundaría el solícito y flamante portavoz Alonso. La puerta de la claudicación no se ha cerrado. Se deja entreabierta con Pérez Rubalcaba de cancerbero. A POR LA OCUOPACIÓN TOTALITARIA DE LA JUSTICIA Y AGRAVACIÓN DEL RADICALISMO TAMBIÉN permanece en Justicia Fernández Bermejo, doberman del radicalismo bermellón. No importa que se la hayan sublevado los funcionarios, víctimas del troceo taifal de la Justicia, las consiguientes discriminaciones salariales y otros sonados tropezones. Es el hombre idóneo para la ocupación totalitaria de los órganos de gobierno de la Justicia, la eliminación de cualquier atisbo de independencia y su supeditación borreguil a los caprichos de Rodríguez. No hay propósito de enmienda. Y si cupieran dudas, las desvanece la propuesta para que Conde-Pumpido continúe como Fiscal General del Gobierno, que no de un Estado de Derecho del que apenas si resta la fachada. Moratinos sigue en esa suerte de inoperante pastaflora en que se ha convertido el ministerio de Asuntos Exteriores, correo de ida y vuelta entre la Moncloa y la Secretaría General de las Naciones Unidas, en cuyas manos está Rodríguez. El de las cejas circunflejas se la ha jugado llevándose a su vera en la Moncloa a Bernardino León como secretario general de la Presidencia. Serán Rodríguez y Bernardino León quienes muevan las riendas de la política internacional, dejando a Moratinos el papel de inane figurón. Y por el camino se han quedado las aspiraciones de Trinidad Jiménez. Magdalena Álvarez continúa en Fomento de estropicios. Para echarse a temblar. Pero Chaves, el califa andaluz, no quiere que vuelva a incordiarle Mandatela. Y Chaves manda mucho. No en vano controla el principal reservorio electoral pesoetero, junto al catalanista de Montilla. Tanto manda que Rodríguez ha tenido que inventarse un funambulesco ministerio de Igualdad para Bibiana Aído, a la que también quería Chaves largar a Madrid, él sabrá por qué. Las cuotas de los caladeros electorales también funcionan con Rodríguez. Dos ministerios para el pretor andaluz y otros dos para el catalán. Las transferencias dejaron en paños menores al ministerio de Educación y Ciencia. Ahora la Ciencia, y con ella la investigación en las Universidades, han pasado a manos de Cristina Garmendia. Apenas si le resta a Mercedes Cabrera imponer con el aire dictatorial que la distingue el cada vez más objetado bodrio de Educación para la Ciudadanía, en realidad un manual de estirpe iluminista destinado a convertir en pocilga la sociedad de mañana, más aún de lo que ya lo es. Y si acaso, pergeñar normativas que los gobiernos taifales se pasan por el arco de triunfo. Le han añadido Asuntos Sociales, sustraído a Trabajo, del que ha sido tradicionalmente su entraña, hasta el punto de que hubo ocasiones en que se llamó así. CONTINUISMO EN LA FANTASMAGORÍA EL descuajeringuen rodriguezco alcanza a los restantes ministerios más o menos fantasmales. Al de otra cuestionable amazona política que cabalga, Elena Espinosa, se le ha añadido el Medio Ambiente que Cristina Narbona convirtió en páramo hidrológico. Y de manera consecuente se le ha cambiado la denominación tradicional de Agricultura por la de Medio Rural. Agricultura y Ganadería están en manos de intermediarios, potentes empresas agroalimentarias y cadenas de grandes superficies que explotan y arruinan a quienes las trabajan, al tiempo que con beneficios usureros coadyuvan a la galopada inflacionista. Sanidad, en la que continúa Bernat Soria, abanderado del desfondamiento del credo hipocrático y también electoralmente fracasado, es como un cascarón de huevo pocho. Y así los restantes departamentos ministeriales, como el de la hosca y anfibia Elena Salgado, encargada de proseguir la marcha hacia el federalismo mediante la manipulación desvertebradora de las Administraciones Públicas. O como el de Cultura, desde el que César Antonio Molina proporcionará aún más alimento al rojerío pseudointelectual y de la farándula, uno de los soportes electorales de Rodríguez. Lo del ministerio de Igualdad no pasa de indecente chiste. Y la perduración de Vivienda una insistencia en el fiasco. CHACÓN EN DEFENSA, ALGO MAS INQUIETANTE QUE UNA PROVOCACIÓN HE dejado para el final el nombramiento estrella de Carmen Chacón para Defensa. Lo de menos es que sea mujer, joven, preñada y fracasada en Vivienda. Puede valer como imagen epatante de la que tanto gusta Rodríguez para recreo de la cohorte mediática. Pero importa mucho más entrar en el fondo de la designación. Los méritos que le han llevado a Defensa se concretan en ser catalana-nacionalista, pacifista y tan roja, republicana y federalista como Rodríguez. Situarla como amaestradora de las Fuerzas Armadas, pieza esencial de la soberanía y la unidad de España (Art. 8º de la agujereada Constitución) va mucho más allá de una provocación. Encierra no poco de ofensa, de mofa, de injuria y de atentado contra la razón de Estado. Forma parte inseparable del rencor hacia la Milicia que subyace en la unilateral y revisionista Ley de Memoria Histórica. Rodríguez divinizó y entronizó en lo más hondo de sí mismo la imagen distorsionada de su abuelo como prototipo del luchador republicano de izquierda radical y como víctima inocente de Franco y del Ejército. Una retorcida y ahistórica inversión de lo que realmente sucedió, traducida en rencoroso revanchismo hacia los uniformados que derrotaron al Ejército Rojo. Pero no habría encontrado clima propicio para satisfacerlo sin un proceso paralelo abierto con el transacciones hacia la democracia partitocrática por quienes, a derecha e izquierda, procedían del franquismo y precisaban ocultarlo o hacérselo perdonar. Un campo abonado para que la infiltración masónica incubara sus huevos. Gutiérrez Mellado protagonizó los primeros pasos de desvertebración militar con la anuencia de Adolfo Suárez y el consentimiento tácito o expreso del monarca, La bien calculada acción institucional del 23 de febrero de 1981, en la que cayeron como pardillos los cabezas de turco de la operación, fue el golpe de gracia al crédito institucional que reconocía la sociedad a las Fuerzas Armadas y el supuesto imprescindible para que los socialistas accedieran al poder. Los gobiernos felipistas se dieron con fruición a la tarea de promover el pacifismo antimilitarista en la sociedad supuestamente democratizada. Pero sobre todo entre la juventud. Y Narciso Serra, desde Defensa, se encargaría de la territorialización taifal de los llamados a filas, de proseguir la depuración en la promoción a los mandos superiores de los presuntamente sospechosos, de reformas estructurales que debilitaban la capacidad operativa de las Fuerzas Armadas para la defensa de la nación y de socavar sus valores morales y patrióticos. Aznar cayó en la torpeza de creer que con la supresión del servicio militar obligatorio, lujo que sólo se pueden permitir grandes potencias como los USA, superaría el antimilitarismo que Felipe González le dejó en herencia. Y no fueron sus ministros de Defensa, todo hay que decirlo, un ejemplo de regeneración y de eficiencia. A POR LA CONVERSIÓN DEFINITIVA DE LAS FUERZAS ARMADAS EN SUJETO PASIVO DE LA DESMEMBRACIÓN DE ESPAÑA RODRÍGUEZ se encontró hecha la tarea más ardua de desmantelamiento y sumisión política de los cuadros de mando de las Fuerzas Armadas. Su antinorteamericanismo visceral y la retirada vergonzante de nuestras tropas destinadas en Irak ocultaban algo más que retranca partidista contra Aznar. Sirvió de soporte a la conversión de las Fuerzas Armadas en ONGs uniformadas y en policía pacifista de la Secretaría General de la ONU. Ya lo dijo Bono cuando era ministro de Indefensión: “Prefiero morir que matar”. Y para morir sin defenderse están nuestros soldados en Afganistán, Líbano o los descuartizados Balcanes. Se han convertido en soldados del clavel y el caramelo. Tan claro estaba que a los muertos en guerra se les consideró, hasta que estalló el escándalo, muertos al servicio de la paz y se les negó la Medalla del Mérito Militar con distintivo rojo. ¿Cabe mayor aberración desmoralizadora? No se entiende el nombramiento de Carmen Chacón como titular del ministerio de Defensa sin estos antecedentes. Su misión no es otra que la de consumar el proceso de inutilización de las Fuerzas Armadas como garantes de la soberanía y de la unidad de España. Y como eventual barrera a la ya muy avanzada progresión hacia la federación o confederación de Estados ibéricos libérrimamente asociados y a la restauración de una república frentepoluista, transitoriamente enmascarada de monarquía republicana, que Rodríguez dixit. LA TRAMPA DE LOS PACTOS DE ESTADO UN RETO HISTÓRICO PARA RAJOY Y EL PP ME he extendido necesariamente en puntualizar la verdadera catadura del viejo-nuevo gobierno alumbrado por Rodríguez. Y esa es la entraña de los pactos de Estado (?) que demanda a Rajoy para convertir al Partido Popular en encubridor de su retrorrevolución totalitaria. Si Rajoy cae en esa insidiosa trampa pactista no sólo traicionará a lo que se supone es el tuétano de su partido y le abocará a parecida suerte que la democracia cristiana italiana. Traicionará a España. Estoy con Vidal Quadras: si el PP posee voluntad de regeneración histórica y democrática de España le es exigible una profunda revisión de sí mismo. En concreto, doctrina, estrategia, comunicación, empeño, trabajo y enérgica oposición día a día y en todos los ámbitos, desde el nacional al local, a los desmanes del rodriguismo y a su acuciada progresión del rosa al rojo más agreste y subido de tono.
http://www.vistazoalaprensa.com/firmas_art.asp?id=4571
viernes, abril 18, 2008
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