lunes, abril 21, 2008

German Yanke, Rajoy y los liberales

lunes 21 de abril de 2008
Rajoy y los liberales
Germán Yanke
Si se van los liberales del PP, como interpretan algunos la invitación de Mariano Rajoy en Elche, quizá se note en algún lugar, como un pequeño susto, durante un ratito. Si se van los liberales de la dirección del PP habría que insistir en ello para que alguien se entere. Con el liberalismo en el partido de la derecha ocurre lo que Sciascia decía del radicalismo italiano: “quizá no haya muerto, pero se ha vuelto incomprensible”.
No veo por ninguna parte ni una alternativa liberal a la doctrina del PP ni un grupo de liberales organizados para hacerse con el poder en el partido, aunque sea con subterfugios ideológicos. Una cosa es que unos se coloquen la etiqueta y otra muy distinta que se pueda identificar el liberalismo como algo más que un vector, entre muchos, en la conformación del PP. Ocurre lo mismo, por cierto, en buena parte de los grandes partidos de la derecha europea.
Rajoy habló de “partido liberal”, algo que no es exactamente lo mismo y que, además, es imposible con el sistema electoral actual. La invitación no era una invitación a irse del PP, sino al reto de dejar a un lado las posibilidades de un gran partido, con no sé cuántos cientos de miles de militantes y un poder regional y local ya establecido (no precisamente por el impulso del liberalismo), y lanzarse a aventuras al margen de esa imponente maquinaria. Por eso añadió, como si no todo fuera con el liberalismo propiamente dicho sino con la disidencia, que también podrían hacer lo mismo, si quisieran, los conservadores. Si se van del PP los conservadores sí que se notaría en el PP y, desde luego, en la dirección de un partido en el que, como se sabe, un altísimo porcentaje de sus votantes se consideran “menos de derechas”, sea lo que sea lo que entiendan por ello, que la imagen que tienen del PP.
En este caldo de cultivo, en el que resulta ridículo que Esperanza Aguirre y los suyos representen el liberalismo, ha sido un error de Rajoy, por mucho que pueda celebrarse verle activo y enfadado, caer en la trampita de convertir lo que le pasa al PP, a su discurso y a su líder, en una cuestión ideológica. Más aún cuando, aunque todavía no haya hecho un análisis público serio de las causas por las que no ganó las elecciones, parece haberse dado cuenta de ellas, que no son otras que el tono y el discurso (incluso el tono del discurso) de estos cuatro años de oposición.
El tono grueso y faltón, como si el debate democrático fuese presentarse a una oposición con tribunal amañado en vez de ante la opinión pública, es fruto, desgraciadamente, de muchos que se presentan como liberales. El espectáculo lamentable que el PP ha dado en la investigación del 11-M viene también de los que se etiquetan a sí mismos de esa manera. Y cito este caso porque, además de su gravedad intrínseca por colar en la política el absurdo menos razonable posible, ha puesto en solfa, sin reparo alguno, las instituciones del Estado de Derecho y hasta el principio, tan liberal, del imperio de la Ley. Dicen ser liberales los que han cedido las voces del partido, y de la sociedad misma, a ciertos sectores de la Iglesia o del extremismo más que formal, seguramente para no tener que pensar y modelar un discurso propio. Todo ello muy bien sostenido y financiado con más liberalidad, aunque sea arbitraria, que liberalismo.
Si Rajoy va dándose cuenta de qué es lo que le ha aherrojado, lo que, a pesar de los apoyos recibidos en las urnas, le ha colocado en una posición de enfrentamiento con los sectores del electorado que le han faltado para ganar, haría bien en identificar los males y no pararse en las etiquetas, que, en este momento, son para él una trampa mucho mayor que las que Esperanza Aguirre dice que le tiende el PSOE a la derecha.

http://www.estrelladigital.es/diario/articulo.asp?sec=opi&fech=21/04/2008&name=german

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