miércoles, abril 02, 2008

Carrascal, Mari Luz y los Albertos

martes 2 de abril de 2008
Mari Luz y los Albertos

POR JOSÉ MARÍA CARRASCAL
Anda el país soliviantado con el caso Mari Luz. Con razón. Pero ¿de qué nos asombramos si lo ocurrido en Huelva y Sevilla no es nuevo, ni excepcional, sino lo que viene ocurriendo en todos los tribunales españoles? Sin ir más lejos, el caso de los Albertos. No voy a equiparar el asesinato de una niña con el afanarse unos miles de millones. Pero que el Tribunal Constitucional le enmiende la plana al Supremo en un asunto que no afecta a la Constitución y que, encima, ignore toda la jurisprudencia sobre el mismo haría sonar los timbres de alarma en cualquier democracia desarrollada. Más cuando la doctrina que el TC se sacó de la manga resulta tan poco sólida jurídicamente como peligrosa socialmente, al dejar en manos del juez instructor el desenlace de una causa. Basta con que la congele durante el plazo de prescripción del delito a juzgar para que no se vea. Y aunque los jueces tienen muchos poderes, entre ellos no está el de dar el carpetazo, por simple pasividad, a las causas a su cargo, permitiendo a los encartados quedarse con el dinero embolsado ilegalmente.
¿Por qué el caso de los Albertos no levantó la conmoción social que levanta el de Mari Luz? Aparte de la razón apuntada, la niña asesinada vale más que los millones birlados, está la actitud condescendiente de un pueblo ante el espectáculo de alguien que se ha llevado un montón de dinero que no le pertenecía. Actitud que viene a decir: si yo tuviese la misma oportunidad, haría lo mismo. Algo que deja al descubierto una sociedad que ha perdido la referencia ética, posiblemente por haberla perdido antes sus dirigentes. Los medios de comunicación nos informan a diario de casos en los que supuestos servidores públicos aprovechan sus cargos para beneficio suyo, de sus familiares, amigos o correligionarios. Sin que el beneficiarse a costa del erario público esté ya mal visto. Lo que está mal visto es no tener un amigo en cualquiera de los muchos gobiernos que tiene hoy España, aunque sea un simple ayuntamiento, que le permita a uno llevarse unos miles o millones de euros sin dar golpe. Ahí tienen los «informes» encargados en Barcelona.
Aunque eso, siendo grave, no es lo peor. Lo peor es que la justicia española, a medida que se ha ido metiendo en la cama con la política, se ha ido degradando. Es inevitable ya que, al conchabarse, ambas olviden su verdadero cometido de control mutuo, y den rienda suelta a lo peor de cada una. A los gobernantes, sean del Estado, sean de las Autonomías, ya no les interesa dar a la justicia medios para cumplir su función, como se ha visto en Andalucía. Les basta con controlarla. No deben, por tanto, extrañarnos casos como el de Mari Luz y el de los Albertos. Ni tener una justicia que mira más por los delincuentes que por sus víctimas. Por este camino, terminaremos todos delincuentes. A las víctimas les bastará con que las telefonee el presi. Y no a todas.


http://www.abc.es/20080402/opinion-firmas/mari-albertos_200804020320.html

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