viernes, abril 07, 2006

China y el genocidio en Darfur

sabado 8 de abril de 2006

PEKÍN, UNA "FUERZA NEGATIVA"

China y el genocidio en Darfur

Por William R. Hawkins

El 11 de marzo, en una conversación con reporteros, Condoleezza Rice advertía de que China podría convertirse en "una fuerza negativa" en la región Asia-Pacífico por su creciente poderío militar y económico. Por otro lado, los informes anuales del Departamento de Estado sobre DDHH documentan un incremento de la represión interna en China en 2005.
Las optimistas predicciones de la última década acerca de que los crecientes niveles de comercio e inversión occidentales promoverían el liberalismo en Pekín han demostrado ser erróneas. El comercio ha experimentado un boom, con un déficit para Estados Unidos de 201 millardos de dólares en 2005, pero en China el régimen comunista ha empleado los elevados beneficios para legitimar su dictadura.

Los informes sobre abusos internos son unos indicadores útiles de lo despiadadas que son las élites en el extranjero, algo que también pueden mostrar en sus acuerdos internacionales. En el caso de China, los resultados son muy claros, como refleja la implicación de Pekín como "fuerza muy negativa" en el genocidio perpetrado en la región sudanesa de Darfur.

China está involucrada en cuestiones africanas desde los años 60, apoyando regímenes criminales y grupos revolucionarios, en concordancia con la cuestión "antiimperialista" (antioccidental). Las relaciones de Pekín con Sudán se reforzaron en los años 90 con la explotación de enormes reservas de credo. China ha invertido alrededor de 10 millardos de dólares en Sudán. La China National Petroleum, de propiedad estatal, posee el 40% –la participación mayoritaria– de la Greater Nile Petroleum Operating (GNPOC). La China Petroleum Engineering and Construction (CPEC), de propiedad asimismo estatal, ha construido un oleoducto desde los campos de la GNPOC hasta el Mar Rojo y un complejo refinero a las afueras de Jartum.

La CNPC posee la mayor parte de un campo en Darfur y el 41% de un campo en Melut Basin. Otra firma china, Sinopec, está construyendo un oleoducto a Port Sudan, en el Mar Rojo, donde la CPEC está construyendo una terminal de carga. Alrededor del 70% de las exportaciones petroleras de Sudán van a China, y esto supone el 10% de las importaciones de crudo de China. A cambio del petróleo, Pekín suministra a Jartum armamento y apoyo diplomático. China ha proporcionado a Sudán tanques, artillería, helicópteros y aviones de combate, y ha inundado Darfur de minas antipersona. Se estima que hasta el 80% de los beneficios petroleros de Sudán se destina a la compra de armamento, mientras su población sigue siendo una de las más pobres del mundo.

Pekín también ha ayudado a Sudán a construir sus propias fábricas de municiones y armas ligeras, el verdadero armamento de destrucción masiva empleado en la campaña de limpieza étnica de Jartum. Se ha informado de que hay helicópteros de combate de fabricación china que operan desde aeródromos controlados por las petroleras chinas.

También se ha informado de que las fuerzas de seguridad chinas han ido más allá del mero sostenimiento de una postura defensiva en las áreas petroleras. Podrían estar apoyando activamente las operaciones de las tropas gubernamentales y de las asesinas milicias árabes destinadas a aniquilar las tribus africanas negras no musulmanas que habitan en las zonas del sur del país ricas en petróleo.

En un informe del Civilian Protection Monitoring Team, financiado por Estados Unidos y que investiga tales ataques, se afirma que las tropas gubernamentales "han buscado abrir el camino a la prospección petrolera y crear una zona de seguridad alrededor de los campos de petróleo".

Las instalaciones petroleras son dirigidas y gestionadas por "empleados invitados" chinos que garantizan el control de Pekín. David Blair, reportero del London Telegraph, afirma haber visto "vallas publicitarias en Jartum con imágenes de trabajadores chinos del petróleo sonriendo y el eslogan: 'CNPC, tu amigo íntimo y socio de confianza'".

Desde el rebrote de la guerra civil, en 2003, al menos 200.000 personas han sido asesinadas por las milicias o las fuerzas gubernamentales, y alrededor de dos millones –la mitad de la población de Darfur– viven bajo constante amenaza en campos de refugiados.

Rice declaró ante el Comité de Relaciones Internacionales de la Cámara, el pasado 16 de febrero, que el genocidio continuaba en Darfur, como pudo comprobar con sus propios ojos cuado visitó Sudán en 2004. Aun así, la Administración Bush ha evitado escrupulosamente mencionar a China y a Sudán en un mismo discurso.

El pasado julio Liang Guanglie, general en jefe del Ejército de Liberación Popular Chino, garantizó a su homólogo sudanés, Abbás Arabi Abdalá, que continuarían sus estrechos vinculos, y citó la "fructífera cooperación" en los terrenos "político, económico y cultural". El general Liang también agradeció a Sudán su apoyo a la política de "una sola China" contra Taiwán (a la que Pekín considera una provincia renegada, como Jartum a Darfur), y el apoyo de Sudán a China en materia de derechos humanos.

El Consejo de Seguridad de la ONU consideró en septiembre una resolución, la 1564, en la que se amenazaba a Sudán con sanciones petroleras si no ponía freno a la violencia en Darfur. China amenazó de inmediato con vetar cualquier movimiento tendente a la imposición de sanciones, con lo que la amenaza se tornó inútil.

Se espera que la situación en Darfur empeore en los próximos meses. La ayuda internacional para los campos de refugiados se demora, y hay un alto riesgo de que se produzca una hambruna en verano. La misión de pacificación de la Unión Africana ha fracasado: sus tropas no pueden hacer frente a la potencia de fuego o a la brutalidad de las fuerzas gubernamentales y las milicias, equipadas con armamento chino. Las propuestas sobre el envío de una significativa fuerza de pacificación de Naciones Unidas no superarán las objeciones de Pekín.

La tragedia de Darfur confirma el aserto del Pentágono, en su informe anual sobre el poder militar chino, de que la búsqueda insaciable de recursos será un "vector estratégico" para Pekín. Ello confirma la futilidad de intentar resolver los problemas internacionales perpetuados por China sin hacer frente a Pekín.

William R. Hawkins, miembro permanente de Estudios de Seguridad Nacional en el U. S. Business and Industrial Council de Washington, D. C.

Gentileza de LD

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