jueves, octubre 20, 2011

Fernando Jáuregui - Dos meses (aún) de "zapaterato"

Fernando Jáuregui - Dos meses (aún) de "zapaterato"

20.10.11

Fernando Jáuregui

Confieso que fui yo quien inventó el término "zapaterato" (creo). Como antes el de "aznarato". Y fue otro quien parió aquello del "felipato", para referirse al período de Felipe González en el poder. El "zapaterato", al que le quedan dos meses tasados -el propio Zapatero ha dicho a alguien que conozco que abandonará formalmente La Moncloa el 18 de diciembre_ ha sido un período desconcertante, cuyo término espero que coincida con el fin de hecho y de derecho de la banda terrorista ETA y que igualmente confío en que no coincida con ese "crash" económico y financiero que algunos se empeñan en vaticinar. Y esas son, han sido, precisamente, las luces y las sombras más notables de estos siete años y casi nueve meses de mandato de José Luis Rodríguez Zapatero.

Porque, contra lo que muchos dicen, yo creo que el combate contra el terrorismo ha sido probablemente el resultado positivo más tangible de dos legislaturas que comenzaron pregonando un mejor talante y una mayor dedicación social y han concluido casi en el reverso: con muy escasa transparencia en la acción de gobernar y un retroceso -que solamente en parte puede ser atribuido a la acción del Ejecutivo de Zapatero, eso también es cierto_ en los postulados del Estado de bienestar y en las conquistas sociales de los españoles.

En España, es indiscutible, la mayor parte de los ciudadanos son algo más pobres y viven algo peor que hace cuatro años. Pero también es verdad que la crisis económica global -tardíamente detectada y más tardíamente aún reconocida por el Gobierno_ ha golpeado seriamente los bolsillos de todos los europeos, caóticamente conducidos por una eurocracia que participa de muchos de los males que achacamos en exclusiva a los políticos nacionales.

Algunas veces he escrito que la Historia -que pone muchas cosas en su sitio, superadas las pasiones del momento- tratará a Zapatero algo mejor de lo que lo hacen las crónicas del presente; así le ocurrió, salvadas sean las distancias, a Adolfo Suárez. Al fin y al cabo, ZP planteó algunos avances, desde el matrimonio gay hasta las leyes de integración, que, si no eran muy reclamados por la generalidad de la ciudadanía, sí implicaban una concepción más moderna de la convivencia. Lo que ocurre es que Suárez afrontó, con improvisación, sí, pero con decisión y valentía, la primera transición, y pienso que Zapatero no supo darse cuenta de que se le echaba encima la segunda.

Sin duda esta nueva transición, que inaugura una nueva era, ha sido más difícil de definir y precisar que la primera: ahora ningún dictador ha muerto y la democracia, cicatera si se quiere, pero democracia al fin, estaba implantada en el cuerpo nacional. Aunque ni ZP ni sus colaboradores, brillantes algunos, pésimos bastantes otros, han podido, sabido o querido profundizar en esa democracia que necesitábamos, a base de emprender reformas de calado: en la Constitución -que va necesitando remiendos urgentes--, ni en la normativa electoral, ni en la participación ciudadana -menudo ejemplo han dado los socialistas franceses con sus "primarias populares"--, ni en una mayor equidad económica... A cambio, Zapatero y alguno de los peores de esos malos colaboradores han creado problemas innecesarios: territoriales, internacionales, de agravios comparativos.

Y, así, podríamos concluir que, tras estas dos legislaturas, ni la cohesión territorial ha mejorado --¡qué error aquella gestación de nuevos estatutos de autonomía!--, ni la posición de España en el mundo se ha fortalecido precisamente. ¿Culpa exclusiva de Zapatero, de sus gobiernos, de sus asesores, de ese entorno rapaz que rodea siempre a los poderosos? Yo no me atrevería a afirmarlo: mientras González vivió un período de construcción de moldes nacionales, europeos y mundiales nuevos, mientras el período de Aznar fue de consolidación, al "zapaterato" le ha tocado bailar con la más fea. Lo que ocurre es que el galán creyó que bailaba con la princesa del cuento, y que los emperadores de Alemania, Italia o Francia nos acabarían teniendo envidia por lo bien que nos iba.

Así, cuando despertó a la realidad, el dinosaurio no solamente seguía allí, como en la mini-narración de Monterroso, sino que había crecido, lo mismo que la inseguridad jurídica y la desconfianza de los españoles: por presiones europeas -y norteamericanas-- se vio obligado a girar ciento ochenta grados en sus planteamientos económicos en aquel famoso mayo de 2010. Tuvo, cierto, el valor de renunciar a muchos de sus postulados equivocados, de los que, sin embargo, jamás ha hecho una autocrítica demorada: aquella subvención "para todos" de 400 euros, el "plan E", entre otras cuestiones que aquí sería imposible enumerar.

Entre contradicciones, avances y retrocesos, Zapatero acaba su mandato con bolsas pronunciadas bajo los ojos, transformada en desmayada aquella sonrisa enigmática y, me parece, bastante más abucheado que aplaudido. Si hubiese que improvisar una lápida para la Historia, creo que yo pondría: "fue un gobernante honrado, bienintencionado. Pero se equivocó tanto...". fjauregui@diariocritico.com

http://blogs.periodistadigital.com/opinion.php/2011/10/20/fernando-jauregui-dos-meses-aun-de-zapaterato-2474

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