lunes, octubre 24, 2011

Garcia Brera, Comunicado y noticia

lunes 24 de octubre de 2011

Comunicado y noticia


Miguel Ángel García Brera

E STOY sorprendido por el interés mediático que ha despertado un suceso que no merece la condición de noticia, si nos atenemos a la doctrina que considera noticiable únicamente lo novedoso, aparte de interesante y otras notas que a los fines de este artículo no es necesario enumerar. Me refiero a la declaración de tres encapuchados de ETA que, entre otras cosas, han comunicado que su Organización abandona definitivamente la violencia. Y me parece que eso no es ninguna noticia, aunque a Rubalcaba le venga de perillas, puesto que en distintas ocasiones los mismos encapuchados, u otros colegas suyos, han venido a decir algo parecido, como que abrían una tregua, o algo idéntico, como que dejaban indefinidamente la violencia, pues esto viene a ser lo mismo que aquello. En ambos supuestos, volver a la conducta que se dice abandonar, es una posibilidad, -que, en el caso de la ofertada en otras ocasiones como indefinida, ya ocurrió con dramático desenlace para dos ecuatorianos en la T 4-, y en el de la que ahora se oferta como definitiva, puede también suceder, dado que la declaración va empotrada entre exigencias de negociación a los gobiernos de dos naciones soberanas y mezclada con algunas otras cuestiones, en parte, envueltas en eufemismos, que hacen incoherente la expresión “definitivamente”, a no ser que se tenga la seguridad de que las invocadas naciones aceptan esa negociación y el resto del pedido .

Lo que sí ha sido noticia en la misma fecha, ha sido el asesinato de Gadafi, no sólo por el hecho mismo, sino por lo reiterado que viene a ser que, frente a los tiranos, el pueblo se tome la justicia por su mano. En la lejanía queda la brutalidad de unos italianos colgando al Duce y a su amante; más cercana la eliminación de Ceacescu y la tovaresa Elena, tras un improvisado juicio ante un tribunal autodesignado sobre la marcha para el exclusivo fin de fusilarlos; aún más próxima la eliminación de Bin Laden en un momento de indefensión del terrorista; y ahora la sangrienta y bárbara muerte de Gadafi, al ser hecho prisionero, cuando había sido herido por los ataques de la OTAN. Aunque menos antijurídica parece la eliminación de Saddam Hussein, tras un juicio que, en principio, parecía legal, tampoco es admisible su ejecución llevada a cabo en trasmisión mundial de la misma, con desprecio a los derechos humanos en lo que hace referencia al respeto a la dignidad ajena.

Alguna vez he escrito, ante algunas barbaridades de ciertos contemporáneos, que tal vez habría que endurecer el trato a quienes violentan gravemente los derechos humanos, puesto que la palabra humano no concuerda con ciertos individuos cuyos crímenes alcanzan las más altas cotas de rechazo. Pero, cuando así escribía, siempre pensaba en determinados derechos que podrían ser negados a algunos reos, como sería el caso de los privilegios carcelarios o cosas por el estilo, pero jamás puede defenderse la negación del respeto a la vida, a la dignidad y a un juicio justo, ni siquiera para el más cruel de los tiranos u otros criminales a gran escala. Por eso, la muerte de Gadafi no es noticia menor, pues, aunque sus crímenes le hicieran acreedor a un gran castigo, no dejan de acercarse a él en su conducta, quienes lo atrapan herido y lo vilipendian y agreden hasta hacerle caer con un tiro en la barriga y otro en la nuca. Y es curioso que los dirigentes de esta sociedad occidental, que tanto han predicado su oposición a la pena de muerte, callen ahora mayoritariamente ante la ejecución de esa pena, sin juicio previo y con desprecio absoluto al ser humano. Tal vez, unos jerarcas que recibieron a Ceaucescu con todos los honores, vendieron armas a Saddam Hussein y “perdonaron” a Gadafi, en su momento, sus acciones terroristas a cambio de petróleo, hayan sido el referente inmoral que ha permitido a un pueblo, sojuzgado y llevado a la rebelión por la conducta sangrienta de su propio Jefe del Estado, a dejarse llevar por la barbarie a la hora de pedir cuentas a quien debieron exigírselas, únicamente, ante un tribunal legalmente constituido. Seguramente, pese a los abolicionistas, en casos como este, fuera mayoritaria la posición de quienes consideraran a Gadafi merecedor de la muerte, pero si también fuera mayoritaria la expresión de quienes aceptaran que se haya ejecutado de tan vil modo, habría que pensar, como decía, el del chiste, en parar el mundo para bajarse de él.


http://www.vistazoalaprensa.com/firmas_art.asp?id=6270

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