Jaime Ignacio del Burgo
El precio de ETA
24-10-2011
Los terroristas no se rinden. No salen de sus madrigueras con los brazos en alto.
ETA ha decidido el cese definitivo de su actividad armada. Si el comunicado, tan ansiado por el Gobierno, sólo hubiera incluido esas 10 palabras la cosa sería como para tirar cohetes. La democracia española se habría impuesto sobre el terror y habría puesto fin a 40 años de sufrimientos, provocados por quienes se sienten con derecho a matar para imponer sus propias convicciones. Pero en los comunicados de la banda siempre hay que leer la letra pequeña. Y es ahí donde surge la gran decepción.
Porque los terroristas no se rinden. No salen de sus madrigueras con los brazos en alto. No piden perdón por los horrendos crímenes cometidos. No entregan las armas. Humillan a sus víctimas rindiendo honores a los “caídos” por Euskal Herria y a los que sufren cárcel o exilio por haber pertenecido a lo que consideran es la vanguardia del pueblo vasco. Y consideran que el actual marco político del País Vasco es fruto de la imposición.
ETA no se disuelve. Ha decidido no matar pero sí se cumple el guión de la conferencia de San Sebastián, que no es otro que la apertura de un diálogo directo de los Estados con ETA para resolver “las consecuencias” del conflicto (excarcelación de presos, regreso de los prófugos). Y al mismo tiempo, creación de una mesa de negociación integrada por los partidos y demás “agentes” vascos para resolver el “conflicto” y establecer un nuevo marco político en el que se reconozca la existencia de Euskal Herria y se garantice el respeto a la voluntad popular. Es decir, estamos donde estábamos.
¿Qué ocurriría si ni el Gobierno español ni el francés acceden a negociar una amnistía general y reiteran su exigencia de abandono incondicional de la violencia mediante la entrega de las armas? ¿Cuál será la reacción de ETA si no se constituye esa mesa de negociación política que pretenden abrir bajo los auspicios de los “mediadores” internacionales? ¿Y los pistoleros etarras se comportarán como demócratas de toda la vida si los representantes del pueblo navarro no aceptan ninguna invitación para sentarse a esa mesa porque rechazan que Navarra forme parte de una nación a la que llaman Euskal Herria?
Ahora bien, este comunicado no ha surgido por generación espontánea. Es el fruto del proceso de negociación política iniciado en el año 2005 y que, quizás, nunca quedó interrumpido. El acuerdo de Guernica, que se presentó como el comienzo de la supuesta rebelión de la izquierda abertzale contra ETA, es la reproducción de la propuesta de Anoeta que aprobó la doble mesa de negociación como método para alcanzar sus objetivos políticos. Sólo así se explican los pasos claudicantes del Gobierno en los últimos tiempos (acercamientos, excarcelaciones, legalización de Bildu y entrega a esta última de Guipúzcoa con la complicidad del PNV, entre otros). El problema está en que para dar nuevos pasos se necesita tiempo y la crisis se ha llevado por delante el sueño de Zapatero de permanecer hasta marzo contando con el apoyo del PNV.
¿Hasta dónde estaba dispuesto a llegar el Gobierno? Recomiendo la lectura del preacuerdo del 31 de octubre de 2006 alcanzado en Loyola entre el PSOE, el PNV y Batasuna. En él se definía a Euskal Herria como “una realidad” integrada por siete territorios (Navarra incluida) y conformada por vínculos sociales, lingüísticos, históricos, económicos y culturales. Se preveía la creación de un “órgano institucional común” dotado de una asamblea de los dos Parlamentos y una comisión ejecutiva de los dos Gobiernos. Y, por último, junto con Aquitania, se constituiría una eurorregión en el seno de la UE, para que Euskal Herria tuviera una dimensión internacional.
En 2010 Eguiguren hizo un balance de sus conversaciones con ETA: “Lo único que queda de cara al futuro es el borrador del 31 de octubre”. Palabras inquietantes para Navarra y para el actual sistema constitucional y estatutario. De no ser por la firmeza del Partido Popular, el PSOE hubiera traspasado la línea roja de la rendición del Estado. ¿Estará ahora dispuesto a pagar el precio fijado por ETA para su disolución? Mejor será que no lo sepamos nunca. Todo dependerá de lo que suceda el 20-N.
*Jaime Ignacio del Burgo es abogado de Justitia et Veritas.
http://www.intereconomia.com/noticias-gaceta/opinion/precio-eta-20111023
lunes, octubre 24, 2011
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