lunes, julio 18, 2011

Wifredo Espina, Errores catalanes y españoles

lunes 18 de julio de 2011

Errores catalanes y españoles

Wifredo Espina

T AMBIÉN ha habido errores catalanes” reconoce el ex president Jordi Pujol, tras afirmar que “nunca había visto en España una opinión tan poco favorable con Catalunya como ahora”. Lo que no dice es cuales han sido esos errores.

Esos errores catalanes han sido, principalmente, a mi juicio, la radicalización y el enfrentamiento. El espíritu del “catalanismo político”, que Pujol ha defendido toda su vida y del que ahora empieza a renegar, a la vista del revisionismo de sus propios planteamientos, no ha sido ni radical ni de enfrentamiento. Ha sido de firme defensa de su personalidad peculiar y de convivencia y colaboración con España.

Esto fueron, señor Pujol, sus admirados Vicens Vives, Salvador Espriu y Enric Prat de la Riba, que se ganaron el respeto de los catalanes y de los españoles. Ni siquiera Macià ni Companys ni Tarradellas fueron realmente antiespañoles. Creo que usted mismo, respetado señor Pujol, ha llegado a afirmar que ni siquiera durante el franquismo hubo en la sociedad española tanta antipatía hacia Catalunya como ahora. ¿Que ha pasado?

Paradójicamente, durante la democracia se ha acentuado este fenómeno. Pese a la gran contribución catalana a la llegada y consolidación de la democracia, y a la colaboración de tantos políticos catalanes en la redacción de la actual Constitución, que después cada cual ha querido interpretar a su gusto y conveniencia. Los centralistas, como la norma suprema y rígida surgida de la voluntad soberana de todos los españoles; los nacionalistas periféricos, como un gran pacto coyuntural entre las fuerzas políticas y los pueblos que integran el Estado español. En este contexto teórico, se han producido dos situaciones políticas desafortunadas.

Por una parte, la segunda legislatura del presidente Aznar, desde la prepotencia de su mayoría absoluta, fue de un enfrentamiento absurdo a las realidades y a algunas pretensiones nacionalistas, llegando incluso a socavar el sistema autonómico establecido. Por otra parte, el desastroso mandato de Zapatero, dando inicialmente falsas alas a aquellas pretensiones, con promesas irrealizables, envalentonó los nacionalismos, que pronto vieron frustradas sus esperanzas. Consecuencia de estos dos errores de los dos mandatarios españoles: la radicalización y el enfrentamiento nacionalistas. El distanciamiento España-Catalunya.

Y en Catalunya, equivocada y explicablemente, se ha caído – muchos de sus políticos y parte de su sociedad -, en esos dos graves errores No se ha sabido, podido o querido resistir ni a aquella provocación aznariana ni al desengaño zapaterista. Esta nueva situación, que respira soberanismo, es la que lleva a Jordi Pujol a revisar -¿por convicción o coyuntura?- sus postulados de siempre. Aunque no llega a declararse independentista, piensa que, que si no cambian las cosas, el independentismo puede llegar a ser una salida (para no quedar “residuales”), aunque “difícil y que dividiría la sociedad catalana”.

Si la hipotética independencia, además de “difícil”, dividiría a la “sociedad catalana”, ¿de qué Catalunya estamos hablando? ¿De una ficticia o de la real?

Por esto, entre utopista y realista, Jordi Pujol está entre un “sí, pero no” y un “no pero, sí”. Renunciando, por convencimiento o tacticismo, al “catalanismo político”, no se vaya a caer, president Pujol, en otro error: el de perder el “seny”.


http://www.vistazoalaprensa.com/firmas_art.asp?id=6186

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