jueves, julio 28, 2011

Villacañas, Apuntaciones en torno al bicentenario de la independencia de la America Hispanica

jueves 28 de julio de 2011

Apuntaciones en torno al bicentenario de la indepencia de la América Hispánica

Antonio Castro Villacañas

L A celebración del II centenario de la independencia de las repúblicas hispánicas, que se cumple estos días con pequeñas diferencias cronológicas en casi todos los países hasta entonces integrantes del Reino de España, constituye un momento importante en la vida de los pueblos que a uno y otro lado del Oceano Atlántico somos herederos de tal Reino porque a partir de la trascental hazaña del descubrimiento de aquel Continente, y los no menos trascendentales hallazgos de sus pueblos pobladores, comenzamos a construir una unidad de destino histórico que a lo largo de 500 años ha pasado por diversos momentos y peripecias, más o menos felices o acertados, que de todo hay en tan largo recorrido, pero que en cualquier caso han servido para fortalecer la general convicción de que entre todos los pueblos hispanoamericanos existe un tejido básico de historia y cultura, superador de cuantos intentos se han producido a lo largo de ese medio milenio -sobre todo en los últimos 200 años- para desgarrarlo y enterrarlo. Este tejido cultural e histórico surge a la luz de modo espléndido y deslumbrante en la conmemoración del Bicentenario citado.

A cualquiera que mire con ojos bien abiertos y claros la realidad de toda América le llamará la atención la extraordinaria diferencia existente entre la que constituye la América del Norte -fundamentalmente anglo-sajona, integrada por los Estados Unidos y el Canadá (aunque este país tenga también raíces latinas francófonas)- y las Américas del Centro y Sur, sustancialmente hispánicas. Esa diferencia se pone de relieve sobre todo si consideramos las respectivas potencias económicas, sociales y políticas de unos y otros territorios.

El hacer dicho tejido es tarea que exige tiempo, además de ganas, medios y métodos espirituales y materiales. El deshacerlo, por el contrario, es algo que se hace en nuestros días a velocidad de vértigo. En todas partes vemos cambios profundos que se realizan por distintos grupos humanos y nos dan inefables lecciones. Algunas veces esos cambios van acompañados de conflictos armados internos e incluso internacionales, estériles en su mayor parte. Por fortuna, casi todos acaban en fracaso de las ideologías y las organizaciones que los patrocinaron. Por desgracia, también casi todos producen un renacimiento de las nacionalidades. La transformación tecnológica -importada de otros lugares- abre la posibilidad de una clara abundancia de bienes materiales, aunque hasta ahora se concentre en un puñado de países destacados. Tal abundancia denuncia el anacronismo y el retraso que supone el basar las respectivas economías en la prevalente exportación de materias primas. Los países hispanos nos enfrentamos a un doble desafío: integrarnos con fuerte voz y valiosos votos en un mundo afectado por una profunda crisis política, social y económica (que se nos ha presentado a la inversa) al tiempo que nos exige subsanar la anticuada estructura productora de unos países y unas sociedades pobladas por dos clases de diferentes ciudadanos, que viven a distinta velocidad y gracia unos de otros. Una minoría disfruta de altos y sostenidos ingresos, y la gran mayoría afronta marginación y pobreza.

Estos graves asuntos exigen un serio trabajo de cuantos se dedican en nuestros pueblos a tareas políticas; un trabajo sostenido, sistemático y aplicado, sobre todo por quienes de entre ellos tienen responsabilidades de gobierno. La recuperación de los síntomas recesivos de las economías deprimidas puede y debe generar una benéfica irradación en los países vecinos y en los afines. España no debe olvidar nunca que por imperativos geográficos e históricos está obligada a moverse simultáneamente en tres diferentes zonas económicas: la hispánica, la europea y la africana. Eso no quiere decir que deba hacerlo de igual forma y con idéntica intensidad en todas ellas. Sin perder de vista la necesaria política proteccionista de sus intereses primarios, los europeos deben revisarlas con vistas a favorecer la protección de los países que necesitan desarrollarse. El restablecimiento de la capacidad de compra de los pueblos hispánicos interesa a las potencias industrializadas, y ello requiere inversiones directas para el saneamiento y la reducción del agobio que produce la existencia de una deuda externa tan esterilizante como la soportada por varios países hispánicos, entre ellos España.

En este marco creemos debe valorarse la celebración del II centenario de las independencias hispanoamericanas. Es un espacio de reflexión y de búsqueda de soluciones para un mundo más armonioso, en el que disminuyan las exageradas diferencias hoy existentes entre personas y naciones. Un mundo basado en una comunidad de valores éticos y estéticos y no en el insatisfactorio deseo de crecientes ganancias y placeres.


http://www.vistazoalaprensa.com/firmas_art.asp?id=6193

No hay comentarios: