miércoles, julio 20, 2011

Ana Julia Niño Gamboa, ¡ A moverse !

miercoles 20 de julio de 2011

¡A moverse!

Vale preguntarse, ¿estamos dispuestos a colgar en el último closet toda la apuesta por ese derecho a ser feliz, a tener una vida placentera, a forjarnos un mejor destino, incluso a reírnos de nuestros funcionarios públicos para evitar que ellos se rían de nosotros? Yo creo que no

Por: Ana Julia Niño Gamboa

N uestro país merece ser feliz.

Esta tierra llena de gente diversa y, creo que, contenta por naturaleza propia, está en todo su derecho de forjarse un mejor destino. De caminar libremente por sus calles, de reírse en las plazas y en los cafés de las torpezas de sus funcionarios públicos, de asistir a conciertos que llenen el espíritu de música, de acceder a los libros que amplíen nuestro conocimiento sobre cosas y vivencias propias y ajenas.

Todos merecemos estar mejor, sonreír ante las cosas sencillas que siempre pueden sorprendernos. Reclamar nuestro derecho a soñar y a hacer realidad esos sueños. A tener momentos de ocio, de ocio creativo, del que nutre almas.

Nos asiste el derecho pleno de crear nuestros propios espacios y de compartirlo con otros, a través de toda la fuerza creadora que alimenta y sostiene a sociedades que siempre están en otro lado, en otro territorio, frente a otro mar.

La potencialidad la hemos tenido desde siempre. Así lo cuenta la historia. Desde siempre hemos sido un país con una fortuna por explotar: oro, petróleo, agua, salidas al mar. Ciudadanos esforzados, madrugadores, comprometidos con una u otra causa.

Mujeres lindas, jugadores de beisbol, músicos, escritores, científicos. Tenemos playas, ríos, nieve, desiertos. La Gran Sabana y Las Cumaraguas, el Ávila, Canaima, Los Roques, Los Médanos, el llano todo.

De aquí es Simón Bolívar y también Francisco de Miranda. En fin, se de muchos países que matarían por tener la mitad de lo que aquí derrochamos.

Sin embargo, toda esa riqueza material y espiritual ha servido de poco al momento de dotarnos de autoridades que hagan de esto un uso racional, efectivo y eficaz.

También desde siempre he escuchado que somos un país en vías de desarrollo y uno termina pensando que definitivamente Venezuela tiene un problema hormonal, o que la hipófisis o la pituitaria no están trabajando como deben.

Saldo negativo en ese diagnóstico. Los gobiernos del siglo pasado lo hicieron muy mal. El clientelismo político devino en una especie de enfermedad letal que contaminó las instituciones y colocaron al país al borde de una gran debacle económica y moral.

Seguramente esa circunstancia logre explicar la necesidad de asirse de una opción distinta, que prometía atacar esos problemas neurálgicos. Y finalmente, colocar el país al servicio del país.

Eso no ocurrió. No existen visos de que vaya a ocurrir en el corto tiempo. Temo, incluso, que los problemas han empeorado. Ni se terminaron las viejas amenazas de corrupción, ni se salvan las instituciones que deben sostener a los sistemas democráticos.

Al contrario, las técnicas de corrupción se han perfeccionado. Y el país no está al servicio del país, si no a la orden de un pensamiento díscolo, disperso, confuso, cínico y egoísta. Que ha logrado moldear a las instituciones y convertirlas en entes pusilánimes y en ejercicio constante de la genuflexión.

Todo para complacer al titular de un proyecto personalista con ambiciones de internacionalización. Pero vale preguntarse, ¿estamos dispuestos a colgar en el último closet toda la apuesta por ese derecho a ser feliz, a tener una vida placentera, a forjarnos un mejor destino, incluso a reírnos de nuestros funcionarios públicos para evitar que ellos se rían de nosotros? Yo creo que no. Entonces, toca moverse. Porque sí, nuestro país merece ser feliz

http://www.talcualdigital.com/Avances/Viewer.aspx?id=55756&secid=44

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