lunes, julio 11, 2011

Un cobarde mató a Miguel Ángel Blanco y otros lo harían hoy

RUTA NORTE

Un cobarde mató a Miguel Ángel Blanco y otros lo harían hoy

Catorce años después, no ha muerto el "espíritu de Ermua". Pero una parte importante de la clase política no lo comparte. Ellos permitieron Bildu, ellos se rendirían a ETA.

ESPÍRITU VIVO

Catorce años después, no ha muerto el "espíritu de Ermua". Pero una parte importante de la clase política no lo comparte. Ellos permitieron Bildu, ellos se rendirían a ETA.

Es probable que hoy Miguel Ángel Blanco Garrido estuviese en paro. Tenía estudios superiores y era más o menos de la generación de Carlitos Alcántara de "Cuéntame"; hoy tendría cuarenta y dos años y sería –salvo que hubiese tenido que emigrar, como muchos lo hacen para buscar trabajo- vecino de Ermua, Guipúzcoa. Nos ha tocado vivir una España libre, democrática, rica y en paz. Con la excepción temporal de esta crisis y la permanente de la ETA; la misma ETA que ha impedido que Miguel Ángel Blanco conozca la España de 2011 porque lo mató hace catorce años.

La ETA mató a Miguel Ángel porque su simple presencia representaba a España en el corazón de aquella provincia, y porque el Gobierno de entonces se negó a las concesiones –a la rendición- que se exigió a cambio de su liberación. Un gusano llamado Francisco Javier García Gaztelu disparó dos tiros en la cabeza a un Miguel Ángel Blanco que no podía defenderse. Enormemente torpe o inconcebiblemente cruel, Txapote –un caballero, un valiente como Arnaldo Otegi, sin duda- hizo que Miguel Ángel agonizase entre el 12 y el 13 de julio de 1997.

España entera salió a la calle. Desapareció la división entre partidos. Ser abertzale pasó a estar mal visto, al menos unas horas. La "rebelión cívica" dejó de ser cosa de unos pocos. Y con el tiempo Egin y los instrumentos políticos de ETA fueron ilegalizados. "Espíritu de Ermua", lo llamaron. No, Miguel Ángel no murió en vano: murió por sus ideas pero éstas quedaron mejor defendidas tras su muerte.

Hoy está de moda, en cambio, ser una rata o al menos sonreír cuando y donde defecan los asesinos. Cualquier concesión a ETA, mate o no, implica dar la razón a aquellos asesinos. La tentación de hacer concesiones a cambio del éxito político de que desaparezca la banda sigue viva. Hay quien piensa, sobre todo en el PSOE pero no sólo, que París bien vale una misa. Pues bien, si sus interlocutores son gusanos ellos son alimañas. Y cuando la tentación o las dudas les asalten deben tener presente que la gente, a veces, se enfada y reacciona. Porque muertes como la de Miguel Ángel Blanco exigen justicia, y la justicia es incompatible con la victoria de los asesinos.

http://www.elsemanaldigital.com/blog.asp?idarticulo=115824&cod_aut=

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