lunes 21 de abril de 2008
¿Qué debate quiere el PP?
EL Partido Popular está inmerso en una etapa de debate interno que si no se encauza pronto, agudizará sus tendencias centrífugas hacia enfoques personalistas, contextos territoriales e incluso reproches inoportunos sobre las suertes electorales en un sitio o en otro. Sin duda, se ha abierto un debate de ideas que por ahora no pasa de ser un intercambio de etiquetas entre lo liberal y lo socialdemócrata. Parecía que el problema del PP no era éste, sino el de fijar una nueva estrategia de relación con los sectores sociales que no votan a sus candidaturas, más por recelos y prejuicios que por oposición racional a sus propuestas políticas. La derrota electoral en el 9-M es un punto de partida que todo el PP ha de asumir para reconfigurar su posición ante los ciudadanos, pero en esa derrota hay factores muy importantes para concluir que el PP debe mantener principios y mensajes que han merecido el respaldo de diez millones trescientos mil votantes y debe añadir lo que le falta. No prescindir de lo que ha funcionado.
La derecha española ya ha pasado por esta situación otras veces y ha resuelto sus renovaciones con sumas. Formado el nuevo Gobierno de Zapatero, el debate esperado en el PP era el de hallar una nueva estrategia para seguir ganando apoyos y superar al PSOE. Pero con lo que se están encontrando los militantes y simpatizantes del PP es algo distinto e incierto en sus planteamientos y en sus efectos finales. El PP representa, tal y como ya está definido ideológicamente, una opción liberal conservadora perfectamente equiparable a los partidos europeos de este sector ideológico. El PP de hoy es en esencia la fusión de las aportaciones históricas e ideológicas de UCD y de Alianza Popular, consolidado por el definitivo paso al reformismo liderado por José María Aznar, tras recibir el relevo de Manuel Fraga. Desde la derecha conservadora al liberalismo laico, pasando por la democracia cristiana, las derechas regionales e incluso sectores del centro izquierda, todos han ido confluyendo en el proyecto actual del PP, cuya cohesión se ha basado en la gestión de esa diversidad interna con criterios de síntesis e integración, no de hegemonía. Si ahora el PP cree necesario cambiar este modo histórico de agrupar a la derecha democrática, el debate va más allá de la estrategia electoral para 2012 o de la batalla de ideas para ganar al PSOE. Será legítimo que el PP llegue a abrirse en canal, pero si tal cosa sucede, que sea porque todos sus dirigentes tengan claro que esto es lo necesario para el partido, y no la consecuencia fatal de un descontrol de los acontecimientos internos.
No hay, es evidente, partido «a la búlgara». La sucesión de pronunciamientos de sus líderes principales -como ayer Rajoy, en Elche; días antes, Esperanza Aguirre- demuestra que el PP es hoy el reflejo de una derecha social que se pregunta por las causas de la derrota frente al peor Gobierno de la democracia y, al mismo tiempo, que es consciente de unos resultados electorales que no justifican una crisis ni un purga indiscriminada de líderes. Hay confusión sobre lo que le pasa al PP y el congreso de junio debe disiparla poniendo fin a todas las partidas -que son varias y a plazos distintos- que se están jugando sobre el tablero de la nueva etapa. De lo contrario, este partido encarará con dificultades un año lleno de citas electorales: probables elecciones vascas en octubre de este año, europeas en junio y gallegas en octubre de 2009. El PP no puede permitirse el error de salir del congreso de junio menos fuerte, convincente y unido que al entrar en él. En la derecha democrática española hay ideas suficientes para ganar al PSOE. En la idea de España, en la gestión de la economía, en la relación con las instituciones, en la defensa de los derechos y las libertades, en el enfoque internacional de nuestros intereses o en la opción del modelo educativo, la derecha no tiene que pedir prestado. Pero si el debate es otro -sobre la identidad y no sobre la estrategia para ganar al PSOE-, cuanto antes lo empiece y lo acabe el PP, mejor para todos porque Zapatero ya ha empezado a gobernar.
http://www.abc.es/historico-opinion/index.asp?ff=20080420&idn=1641808732821
lunes, abril 21, 2008
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