martes 2 de abril de 2008
La soledad de José Bono
Pablo Sebastián
A José Bono lo recuperó Zapatero para vestir de españolismo al PSOE en las pasadas elecciones, con la pública promesa de que sería presidente del Congreso de los Diputados. Y Zapatero cumplió su promesa y Bono subió al pedestal del Congreso en segunda votación para presidir una Mesa, en la que apenas contará con el apoyo de un secretario de la cámara, Barrero, que es del PSOE porque de los otros siete miembros de la Mesa que preside la Cámara Baja, cuatro son del PP (Pastor, Fernández Díaz, Villalobos y Gil Lázaro), otros dos nacionalistas (Jane y Beloki) y el restante catalanista del PSC (Cunillera).
Lo que anuncia una cierta soledad del manchego que tuvo un sorprendente arranque marcado por la moderación —nada que ver con su estentórea toma de posición del ministerio de Defensa—, pidiendo a los diputados que imiten a los españoles y sean su fiel reflejo, ofreciéndose para ser el presidente de todos y en especial de las minorías y metiéndose en un extraño jardín sobre el todos somos iguales donde le restaba valor al carné del partido, algo que llamó la atención porque, precisamente, ese carné es el que le dio el cargo de presidente de la Cámara, y el que repartió con papeletas ostensiblemente impresas, los cargos de la mesa, de acuerdo con las órdenes de los jefes de los partidos que, ya de entrada, han permitido visualizar el burdo mandato imperativo al que están sometidos los diputados de cada grupo, a pesar de que eso está prohibido por la Constitución.
En la primera jornada parlamentaria de la legislatura, se escenificó también el pacto entre Zapatero y los nacionalistas —tanto en el Congreso como en el Senado—, con cesiones de puestos institucionales, que correspondían al PSOE, a representantes de CiU y del PNV. Y todo ello en el mismo día en el que el PNV abandonaba al PSOE en Mondragón, donde fue asesinado por ETA un ex concejal de este partido hace pocas semanas, para impedir que la alcaldesa de ANV fuera desalojada del cargo por no condenar dicho asesinato. El guipuzcoano Egibar justificó la complicidad del PNV con ETA en aras de la “normalización política”, que por lo que se ve consiste en que su partido apoye al brazo político de los terroristas sobre la sangre de los inocentes, mientras Zapatero traga saliva, en Madrid, a la espera de que el PNV le apoye en la investidura.
Como era de esperar —hubiera sido un escándalo— el PP no cedió sus plazas a los nacionalistas, y ya veremos que ocurre con el reparto de la presidencia de las Comisiones del Congreso, y si José Blanco y el PSOE cumplen con su amenaza de excluir de ellas al PP, lo que será primer problema de Bono, mientras se preparan los debates para la investidura de Zapatero previstos para el inicio de la próxima semana. En ellos se van a marcar las pautas a seguir de la legislatura, los pactos del gobierno, el nivel de implicación de los nacionalistas en Madrid y, también, el modelo del discurso de Rajoy que ayer estrenaba su portavoz en el Congreso Soraya Sáez de Santamaría, mientras deambulaba taciturno por los pasillos de la Cámara, suponemos que imaginando lo que, en estos momentos, están tramando Aguirre y Rato, a sus espaldas y de cara al congreso del PP, porque se equivocará Rajoy si piensa que con su empeño de de seguir al frente del partido ha obligado a desistir a todos sus competidores y adversarios internos.
Su primera prueba de fuego será el debate de investidura que, con bastante probabilidad, perderá en el discurso y la votación. Aunque Zapatero, que ya está disfrutando de su victoria, tampoco tiene fácil sus conversaciones con CiU y con el PNV, como lo estamos viendo con la sequía de Barcelona y el último desafío de Mondragón. Sin olvidar la crisis de la economía sobre la que el vicepresidente, en funciones, Pedro Solbes sigue haciendo cábalas sin tomar decisiones y sin reconocer la gravedad de la situación. O la crisis de la Justicia que, amén de la renovación pendiente del poder judicial, tiene sobre la mesa del peculiar Bermejo el escándalo de la flagrante negligencia en el caso del asesinato de la niña Mari Luz, y la huelga, justificada, de los discriminado funcionarios de la Justicia española frente a sus compañeros mejor pagados de las autonomías.
Lo que garantiza un curso político con serios problemas de gobierno y en plena inestabilidad del primer partido de la oposición, sin perder de vista el conglomerado del Grupo Mixto, esas minorías a las que Bono ha prometido cuidar y entre las que ERC e IU pretenden un grupo parlamentario propio, en contra de la normativa actual, una boda contra natura que, de producirse, acabara por hundir lo que queda de Izquierda Unida, en el claro beneficio del PSOE. Naturalmente, los problemas son menos para el PSOE que para el PP, porque los populares están lejos del poder, y siempre desgasta más la oposición. Sobre todo cuando está liderada por un Rajoy que colecciona las derrotas como si fueran cromos del Tour de Francia, su gran afición.
http://www.estrelladigital.es/diario/articulo.asp?sec=opi&fech=02/04/2008&name=manantial
miércoles, abril 02, 2008
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario