viernes 28 de abril de 2006
Apuntaciones zapateriles y borbónicas
Antonio Castro Villacañas
H ONRA merece quien a los suyos se parece, avisa un dicho castellano. La doctrina cristiana recoge como uno de los diez mandamientos, esos que ha de observar cada persona para alcanzar su máxima dignidad humana, el de honrar a sus padres. No quiero entrar aquí y ahora en dilucidar lo que se entiende o se debe entender por honra, pero entremezclando la sustancia del dicho con la del mandamiento saco en conclusión que todos y cada uno de nosotros ganamos o perdemos honra, cumplimos o incumplimos una de nuestras principales obligaciones, a medida que nos esforzamos en parecernos a nuestros antecesores. Esto no quiere decir que debamos ser iguales que ellos, en primer lugar porque es metafísicamente imposible lograrlo, y en segundo término porque si fuera factible el hacerlo con ello únicamente conseguiríamos repetir una y otra vez, en perpetua monotonía, el mundo que nos dejaron. El parecido que honra no es la fotocopia o el retrato, sino aquella manera de ser y actuar que provoca el recuerdo de quienes nos antecedieron. La mejor manera de honrar a los nuestros, y de modo principal a nuestros padres, consiste en intentar, y -si es posible- en conseguir, superarlos en algo; porque ello es lo que pretendieron al darnos vida y educarnos. Esa es la ilusión y el estímulo vital de cualquier padre. Si todos los humanos, digo, estamos obligados a honrar y a honrarnos pareciéndonos a los nuestros -esto es, haciendo cuanto esté a nuestro alcance para superarlos-esa obligación es todavía mayor para los individuos que socialmente disfrutan de más o menos privilegios por el simple hecho de pertenecer a una determinada familia o a un conocido linaje. Cualquier pelanas puede y debe esforzarse en dar honra a los suyos -sus padres, sus hijos, sus múltiples y diversos familiares-por medio de cotidianos trabajos y de normales actividades; pero ese esfuerzo debe regir con máximo rigor la vida entera de quienes sin ningún mérito propio, sólo por la suerte de haber nacido dentro de un núcleo privilegiado, gozan y gozarán de favores incalculables y de prebendas desmesuradas. Todos los españoles sabemos que el actual presidente de nuestro gobierno, señor Rodríguez Zapatero, no pertenece por nacimiento a ninguno de los núcleos familiares que -desde hace más o menos tiempo- disfrutan en España -con mayor o menor justificación- de un cierto número de mejores posibilidades vitales. Cuanto Zapatero tiene, sean bienes materiales o de cualquier otra índole, en su inmensa mayoría, en su práctica totalidad, se lo ha ganado él mismo con su propio esfuerzo. Partiendo casi de cero, o de diez, o de ciento, ha logrado alcanzar el máximo nivel social. Por eso merece y tiene, según mi juicio, un cierto nivel de respeto y aprecio. Que ese nivel suba o baje depende entre otras cosas del modo en que cumpla con sus obligaciones políticas profesionales. Él tiene a gala realizarlas de igual o parecida manera que lo haría su abuelo, a quien respeta y honra -y exalta, con cualquier pretexto- por haber sido republicano, no participar en el alzamiento contra la II República, y en consecuencia haber muerto fusilado a manos de sus compañeros de armas. Es de todo punto evidente que el señor Rodríguez Zapatero se esfuerza por parecerse a este abuelo suyo, pero igual evidencia existe respecto de que nada hace por recordar a su otro abuelo; porque el máximo Zapatero de España, como cualquier humano, tiene dos abuelos: uno del que no sabemos nada porque nada nos dicen de él ni su nieto ni el cortejo que éste tiene siempre a su lado, y otro del que tan solo sabemos -al menos yo únicamente sé- lo antes reseñado, de modo que ignoramos la manera en que manifestó su oposición al citado alzamiento, pues parece evidente que no puede valorarse igual una postura activa que otra pasiva respecto de cualquier hecho, y menos aún si este es de aquellos tan trascendentes como fueron los sucedidos en torno al 18 de julio de 1936. Pienso que sobre esto quizá pudiera aclararnos algo la sentencia del Consejo de Guerra -si lo hubo- que condenó a muerte al capitán Rodríguez o al capitán Zapatero, pero -yo, por lo menos- no hemos podido leerla, pues nadie la ha hecho pública o dado a conocer. Tacha, por cierto, y ya que recorremos estas sendas, aplicable a la inmensa mayoría de las muertes reivindicadas como producidas "por la represión -o la barbarie- franquista", aunque tuvieran lugar antes del 1 de octubre de 1936 en sitios donde Franco no mandaba nada, o después de esa fecha pero como lógico castigo a actividades criminales del o los ejecutados. El caso de García Atadell es muy significativo al respecto. Quedamos, pues, en que Zapatero honra a los suyos -es decir, a los que ha escogido como suyos- y menosprecia a quienes no lo son o al menos él no los tiene como tales. Eso parece suceder, por ejemplo, con los abuelos maternos de sus hijas, cuidadosamente ocultados por no tener rentabilidad política o tenerla negativa o mala según los criterios republicanos, socialistas o demócratas, pues parece evidente que -de serle útil en mítines o declaraciones periodísticas- el bueno de Zapatero presumiría del padre o los abuelos de su esposa Sonsoles con igual intensidad y cariño que lo hace respecto del Zapatero o Rodríguez fusilado en León al principio de la guerra. Honra, pues, a quien preside el gobierno español desde hace dos años. Más tiempo lleva al frente de nuestra Nación Juan Carlos I, puesto que se hizo cargo de ella en el mes de octubre de 1976, hace ya treinta años, cuando la enfermedad de Franco imposibilitó que éste siguiera gobernándola. En virtud de la Ley de Sucesión a la Jefatura del Estado, aprobada en las Cortes Españolas y refrendada mayoritariamente por los españoles el año 1947, cuando Franco no estuviera en condiciones de ejercer como Caudillo de España le reemplazaría en sus funciones la persona que previamente hubiera sido designado sucesor suyo. Juan Carlos de Borbón y Borbón lo era desde que tras votación individual y pública de cada Procurador en Cortes, que debía decir en voz alta si estaba o no de acuerdo con la propuesta hecha directamente en tal sentido y en sesión solemne por el mismo Franco, aceptó serlo con el título de Príncipe de España y la calidad de heredero del Reino católico, social y representativo que Franco había fundado y organizado, a cuyo efecto juró de modo solemne y público -ante quienes presenciaban en directo dicho juramento o lo veían por televisión- que desde ese momento se comprometía a defender y perfeccionar tal Reino antes y después de hacerse cargo del mismo. Cuanto antecede lo escribo porque de esa forma bien puede entenderse que Juan Carlos de Borbón aceptó ese día ser "hijo político" de Franco y del franquismo, y tal cualidad la reafirmó al repetir ese juramento en la solemne sesión que celebraron las Cortes, tras la muerte del Caudillo, para proclamarle Rey de España. Sabido es que el asumir tal parentesco político le costó a nuestro actual monarca un cierto alejamiento respecto de su auténtico padre, que en conformidad con la más pura doctrina monárquica venía reivindicando tal puesto desde 1945. Es evidente que Juan Carlos I ha tenido que hacer muchos sacrificios personales e íntimos para poder reinar y seguir reinando. Él, por ejemplo, no ha podido ni puede honrar a sus abuelos como lo hace Zapatero, porque Alfonso XIII -padre de su padre- tomó partido desde el primer momento en favor del nefasto alzamiento contra la República existente en 1936. Hay quien dice que incluso contribuyó a organizarlo, por medio del partido monárquico llamado Renovación Española, mediante ayuda económica e influencia política. En cuanto al padre de su madre, Infante don Carlos, me parece recordar que también tuvo parte en ese mismo maldito alzamiento. No digamos nada de su mismo padre, el Infante don Juan, que se incorporó dos veces de modo voluntario a las fuerzas sublevadas, y hubiera asumido en ellas mayores responsabilidades de no haber sido retirado de sus filas por expresa orden de los respectivos mandos; el general Mola en lo que se refiere a las tropas que iban camino de Madrid desde Pamplona y Burgos en el verano del 36, y el general Franco, en la primavera del 37 ya Jefe del Estado y generalísimo de los ejércitos nacionales, en cuanto a su pretensión de ser uno de los oficiales dirigentes del crucero "Baleares". Hasta once Borbones, más o menos emparentados con el actual Rey -porque ya se sabe que esta familia fue tan prolífica que con el tiempo hubo necesidad de aclarar legalmente quién forma parte de ella-, pueden ser considerados "caídos por Dios y por España", según la terminología vigente cuando Juan Carlos juró lo que necesitaba para ser heredero y sucesor de Franco. Tres de ellos murieron siendo combatientes del ejército franquista. Los ocho restantes, entre ellos una mujer, fueron asesinados en el Madrid rojo. Ninguno de esos Borbones son dignos de figurar en tan destacable y limpia "memoria histórica" como la que Zapatero y sus secuaces han decidido imponer a los españoles para dividirlos y enfrentarlos en dos clases: los que sí deben y pueden honrar públicamente a sus muertos, por haber sido éstos izquierdistas o nacionalistas dentro del periodo 1931-1975, o los que han de conformarse con honrarlos en la intimidad -como sin duda lo hace nuestro Rey- por haber mantenido esos parientes en tal época unas ideas o unas actitudes ahora calificadas como "políticamente incorrectas". En resumen: los zapateriles cada día ganan en honra y provecho si logran parecerse más y más a sus muertos; los borbónicos, por el contrario, sólo obtienen el mismo resultado a fuerza de alejarse y olvidar a los suyos. No le demos más vueltas. Así es hoy España.
jueves, abril 27, 2006
Liebana
viernes 28 de abril de 2006
Liébana
Antonio Parra
O bona crux salvum me fac. Este grito de la dulce cruz que salvas y que cantó san Andrés antes de que lo asparan me ha parecido perderse en eco por las crestas de las montañas que son el morillo en piedra del toro encaramado de las Españas. Efervescentes cimas nevadas de los Picos de Europa Potes del alma cuchillares y gollizos y sillas de montar que se despeñan en profundas cárcavas. Orogenia que encrespa y brisa de abril que encalma. En Liébana tuvimos un día augusto. Hemos venido mi santa y yo a besar el signum crucis por la cuaderna vía peregrinos de la belleza y nos encontramos al pie de los neveros y de las fuentes salutíferas que iban regando con ríos a Castilla la gentil y al libérrimo Aragón. Hontiveros donde nace el padre Ebro o las cumbres que alumbran al Cea y al Pisuerga que luego baña Valladolid y se hace un río muy señorito. Altas parameras. Locus amoenus. Escondido pénsil. He aquí el hontanar de celtiberia. Cristo murió en el monte Gólgota pero a mi esta Peña del monte Urea se me antoja el Sinaí donde triunfa su ley. La cruz que salva y vivifica. Cruz et spes. Cruz y esperanza. Dicen que era de ciprés la cruz o de palosanto no sé y la corona de espinas de cambronera y su invención o encuentro se pierde en la noche de los tiempos en una oscura leyenda atribuida a santa Elena la madre del emperador Constantino. Aquella dulce emperatriz bizantina que era inglesa pues había nacido sin embargo en Eboracum la vieja York y que coincidencias allí pasé unos buenos años de mi juventud donde ejercieron su cátedra san Alcuino y Beda el Venerable dos escrituristas muy en conexión con el calígrafo anónimo de Liébana que estampó en minio visiones esperpénticas sobre el mundo que aguarda en sus comentarios al Apocalipsis. Entonces la inteligencia y el fervor eran itinerantes y de monasterio en monasterio se desplazo la Divina Palabra pues siempre se dijo que la fe entra por la oreja. Fides ex auditu lo que nos pone en vena para admitir que los grandes libros y los que contienen mayores enseñanzas de toda la literatura son de adscripción oral: los Evangelios la Iliada las sagas y cancioneros que andaban en boca de los bardos celtas y los navegantes vikingos. Asimismo el espíritu del cristianismo tiene que ver con esa vertiente. El amanuense que se retiró a Liébana huyendo del fanatismo muslímico activa su presencia por estos parajes. No queda un solo templo de los godos ni una sola basílica paleocristiana por debajo de la raya del Duero para que luego digan que el Profeta fue tolerante. Todos los cristianos subieron para acá zumbando. Eso les suele pasar a los pueblos llamados del libro o de un solo libro. Demasiada letra muerta. El cristianismo que es polivalente vivo y de bastantes pareceres y muchos libros creo que debe su mayor rango a esa afabilidad del Sermón del Monte o la Parábola del Sembrador o la narración pasmosa del Evangelio de Mateo. Santo Toribio de Liébana viene a ser la crónica de Covadonga explicada por un pendolista muzárabe para las gentes sencillas. Luego sus discípulos románicos plasmarían esas enseñanzas y consideraciones sobre los ábacos y los capiteles de arenisca hasta alcanzar la cúspide del Pórtico de la Gloria donde el maestro Mateo cincel y gubia en ristre da una lección suprema de teología. Todo empezó con la escatología de este clérigo que debía de ser originario de Toledo. Venía huyendo de la quema de la aceifa y vio perecer a algunos de sus hermanos degollados a golpe de tambor y estridencia de anúteba. A orillas del Tajo su maestro debió de ser Elipando un obispo libelático y considerado como hereje por ser refractario a admitir la primacía del papado romano como casi todos los padre griegos que se expanden en consideraciones muy interesantes sobre el llamado argumento ad hóminem – en este caso de Pedro- de la “potestas clavium” al tiempo que admitía en Jesucristo una superoposición de naturalezas la divina y la humana. Roma no hizo nada como casi siempre. Se quedó quieta y pasmada cuando los hispanos pidieron auxilio. Por estos augusto parajes o al menos a mí me lo parece pervive el alma poco acomodaticia de Prisciliano. España sabe ser acérrima cuando quiere y mantenerse en sus trece como ocurrió con aquel Benedicto Luna. Hoy la molicie nos ha vuelto otra vez vez mansos y contemporizadores. Nos pasamos la eternidad mirándonos los ombligos. Ojos que no ven. Pero el paisaje y la historia de España se ven mejor desde Liébana. Por eso yo los invito a venir Pero como diría san Agustín encampanado en su sabiduría y desde su profunda visión y conocimientos de los hombres “opportet esse haereses”. Es bien necesario que haya herejías. La discusión alumbra la luz y esa profunda inclinación del rito muzárabe hacia la belleza los ornamentos los cantos solemnes y las continuas invocaciones a la Trinidad ( a lo largo de una sola misa se santiguaban hasta cien veces cuando escuchaban entonar el gloria patri) le hace profundamente valioso en nuestros días de tanto pedestrismo tanta ramplonería y espíritu laico. Se trata de una liturgia que convendría rescatar para devolver a la Iglesia esa sacralidad de culto órfico que siempre tuvo. A mí me parece que el concilio al desnudar nuestros altares y suprimir muchos preámbulos y antiguas practicas nos ha querido asimilar con los protestantes. A pesar de todo la fe no ha muerto. Sigue encaramada por estos riscos de Potes y las gargantas y desfiladeros del apartamiento de la Tebaida astur-cantabra donde se refugiaron multitud de hombres y mujeres que buscando la perfección evangélica salvaron la vida al tiempo de encontrar la suprema belleza de estos paisajes y vivir en comunión con la naturaleza apartados del siglo. Aquí ocultos entre las cuevas o en lo alto de sus celdas a las que no se podía subir ni con escalera al igual que en el monte Athos veían pasar los días desde el parteluz de su ajarafe monástico. Resulta un grato misterio el encontrar este cúmulo de feligresías esparcidas por la montaña (santa Maria del Naranco San Miguel de Lillo Santas Maria de Lebeña el primoroso lugar a pie de monte que ilustra la fotografía de abajo, San Julián y Santullano) y edificadas en un lugar limpio de auras y a la vera de fuentes puras entre el sel impoluto y el prado donde pacen las vacas siguiendo la vieja tradición romana de la nucupatio en virtud de la cual los lugares antes de ser habitados habían de ser bendecidos y consagrados por los coribantes de Cibeles o los augustales de Júpiter. Estos lugares tienen una orientación perfecta. Aquí la gente se siente bien. Es que antes de nosotros los arúspices consultaron el vuelo de las aves y hubo curas que rezaron mucho para espantar los malos espíritus. Subo pues a Liébana lleno de contento a adorar la cruz. Ya sé que me contaran historias de supersticiones y los aguafiestas de siempre me pasaran por el pico el escándalo del culto a las reliquias que no son óbice para la vieja fe. Tampoco me importa que ese trocito de leño que guardan celosamente los franciscanos sea o no sea el de la vera cruz pues para eso tendríamos que escribir todo un tratado sobre la edad media. Una religión sin fiestas sin cultos sin cánticos y sin romeros sería el apaga y vamonos. Es lo que le digo al cura de mi barrio. Aburrís al personal, nos largáis unas homilías que son encajes de bolillos escapistas ya no hay coros y nos atronáis con música de las bandurrias que en España no valen ya ni para las tabernas y queréis que no hagamos mutis por el foro. Estáis callados cuando al personal el cuerpo le pide música. Bueno se os perdona. Nadie es perfecto. ¿Conferencias episcopales? Esos obispos alemanes como Lehman el cardenal de Berlín y los purpurados polacos parecen torreznos. O ese obispillo Blázquez bendiciendo a los que tienen manchadas las manos de sangre cuadra poco con los principios que me enseñaron en el Catecismo. No matarás. Otegui tendría que hacer asaz penitencia pues pero no nos pongamos a discutir de eso que los argumentos de la tregua no nos van a llevar a ninguna parte. Que vengan a Liébana y se prosternen ante la cruz si quieren que los perdonemos. Este año santo puede ser el de la gran explosión o el de la gran perdonanza. La religión para mi nada tuvo que ver con la política o acaso sea que yo soy corto de luces y concibo la política como una prolongación de mí mismo adverada en mis convicciones sentimentales patrióticas y políticas. La religión viene de religare y nos liga a dios pero también a la tierra a los antepasados a la vivencia y a la creencia. La Patria es eso y yo soy foramontano vengo de estos montes me amasaron con el barro de esta tierra. Es una idea que reencuentro por estos parajes mientras me aburre mi iglesia madrileña tanto como los cantamañanas de la COPE. Quizás Dios me este probando una vez mas y mi soledad sea la soledad de Getsemaní. Tampoco hay cristianismo sin testimonio y es testimonio precisamente lo que estoy dando en estas líneas. Gnosce te ipsum. Niéguese a ti mismo toma tu cruz. El que busca su vida perecerá y el que la pierde se salvara. Palabras misteriosas que uno es capaz de entender por estas soledades. Hemos subido desde Panes con el corazón encogido y la pupila dilatada de belleza. No ceso de hacer paraditas para tomar fotografías del gigantesco panorama. El monte Tabor debió de ser una cosa así. Me acuerdo no sé por que del cura de Ruiloba con su gran paraguas yendo a oficiar funerales por las parroquias de estos pagos y al P. Eutimio Martino mi profesor de literatura y un jesuita que había pasado tantos años en Alemania que casi se le olvidaba el castellano pero que escribió varios libros sobre la colonización romana del valle del Liébana y me acuerdo también como no me había de acordar de las fotos de Xuanin el maquis asturiano al que cogieron los civiles por estas sierras le pegaron tres tiros alguien le saco una foto y a ocultas en la camarilla del seminario nos la pasábamos. Nos impresiono aquel bigote el pelo pa atrás muy liso y la cara abierta en la ultima sonrisa que es mueca de la muerte. Al lado suyo yacía inútil una metralleta. Jope Verdoyo ¿de donde lo sacaste? Pues mi padre quien va a ser que pertenece al Partido Comunista. ¿En Potes como puede haber comunistas y guerras y librazones en un pueblo tan bonito? Pues los hay me dijo González Bedoya muy ceremonioso. Claro es la fija pueblo chico infierno grande ya van quedando pocos paraísos. Creo que él llegó a cura y creo que sigue siendo del partido comunista sin que ello sea óbice o de lo que queda y tan rojo como siempre. Potesano y campurriano para mas señas. Uno no recupera el tiempo perdido pero ve el espejo de su infancia en el lago de sus sueños. Por ejemplo, este paisaje. Vistas que inspiran grandiosidad y calma. Elipando trajo a sus discípulos por estos montes. La santidad de la naturaleza y el apartamiento de estas soledades les hizo amar la Escritura imperecedera que es palabra de vida y de cruz que salva. Aquí escribió Toribio el libro de comentarios Al Apocalipsis que es plena modernidad porque anuncia cosas que están pasando. No es pura fantasía sino plena actualidad cuando habla de la pressura gentium los temblores de tierra y maremotos e incluso de los rayos coruscantes que nos afligen. El libro más nuevo de este país lo escribió un amanuense visigótico allá por el siglo IX. Nuestro momento presente según este santo del cálamo en la mano intuyo es pura escatología. Que cosas. -¿No le gustan a Ud. las comas, don Verumtamen? -No, señor. Las comas las inventó el diablo así mismo conocido por el de separador. Y yo creo en la cruz que es el nexo de unión. -Por eso vino con la parienta a besar el lignum. -Pues claro y a ganar el jubileo que buena falta me hace y todo sea dicho.
Liébana
Antonio Parra
O bona crux salvum me fac. Este grito de la dulce cruz que salvas y que cantó san Andrés antes de que lo asparan me ha parecido perderse en eco por las crestas de las montañas que son el morillo en piedra del toro encaramado de las Españas. Efervescentes cimas nevadas de los Picos de Europa Potes del alma cuchillares y gollizos y sillas de montar que se despeñan en profundas cárcavas. Orogenia que encrespa y brisa de abril que encalma. En Liébana tuvimos un día augusto. Hemos venido mi santa y yo a besar el signum crucis por la cuaderna vía peregrinos de la belleza y nos encontramos al pie de los neveros y de las fuentes salutíferas que iban regando con ríos a Castilla la gentil y al libérrimo Aragón. Hontiveros donde nace el padre Ebro o las cumbres que alumbran al Cea y al Pisuerga que luego baña Valladolid y se hace un río muy señorito. Altas parameras. Locus amoenus. Escondido pénsil. He aquí el hontanar de celtiberia. Cristo murió en el monte Gólgota pero a mi esta Peña del monte Urea se me antoja el Sinaí donde triunfa su ley. La cruz que salva y vivifica. Cruz et spes. Cruz y esperanza. Dicen que era de ciprés la cruz o de palosanto no sé y la corona de espinas de cambronera y su invención o encuentro se pierde en la noche de los tiempos en una oscura leyenda atribuida a santa Elena la madre del emperador Constantino. Aquella dulce emperatriz bizantina que era inglesa pues había nacido sin embargo en Eboracum la vieja York y que coincidencias allí pasé unos buenos años de mi juventud donde ejercieron su cátedra san Alcuino y Beda el Venerable dos escrituristas muy en conexión con el calígrafo anónimo de Liébana que estampó en minio visiones esperpénticas sobre el mundo que aguarda en sus comentarios al Apocalipsis. Entonces la inteligencia y el fervor eran itinerantes y de monasterio en monasterio se desplazo la Divina Palabra pues siempre se dijo que la fe entra por la oreja. Fides ex auditu lo que nos pone en vena para admitir que los grandes libros y los que contienen mayores enseñanzas de toda la literatura son de adscripción oral: los Evangelios la Iliada las sagas y cancioneros que andaban en boca de los bardos celtas y los navegantes vikingos. Asimismo el espíritu del cristianismo tiene que ver con esa vertiente. El amanuense que se retiró a Liébana huyendo del fanatismo muslímico activa su presencia por estos parajes. No queda un solo templo de los godos ni una sola basílica paleocristiana por debajo de la raya del Duero para que luego digan que el Profeta fue tolerante. Todos los cristianos subieron para acá zumbando. Eso les suele pasar a los pueblos llamados del libro o de un solo libro. Demasiada letra muerta. El cristianismo que es polivalente vivo y de bastantes pareceres y muchos libros creo que debe su mayor rango a esa afabilidad del Sermón del Monte o la Parábola del Sembrador o la narración pasmosa del Evangelio de Mateo. Santo Toribio de Liébana viene a ser la crónica de Covadonga explicada por un pendolista muzárabe para las gentes sencillas. Luego sus discípulos románicos plasmarían esas enseñanzas y consideraciones sobre los ábacos y los capiteles de arenisca hasta alcanzar la cúspide del Pórtico de la Gloria donde el maestro Mateo cincel y gubia en ristre da una lección suprema de teología. Todo empezó con la escatología de este clérigo que debía de ser originario de Toledo. Venía huyendo de la quema de la aceifa y vio perecer a algunos de sus hermanos degollados a golpe de tambor y estridencia de anúteba. A orillas del Tajo su maestro debió de ser Elipando un obispo libelático y considerado como hereje por ser refractario a admitir la primacía del papado romano como casi todos los padre griegos que se expanden en consideraciones muy interesantes sobre el llamado argumento ad hóminem – en este caso de Pedro- de la “potestas clavium” al tiempo que admitía en Jesucristo una superoposición de naturalezas la divina y la humana. Roma no hizo nada como casi siempre. Se quedó quieta y pasmada cuando los hispanos pidieron auxilio. Por estos augusto parajes o al menos a mí me lo parece pervive el alma poco acomodaticia de Prisciliano. España sabe ser acérrima cuando quiere y mantenerse en sus trece como ocurrió con aquel Benedicto Luna. Hoy la molicie nos ha vuelto otra vez vez mansos y contemporizadores. Nos pasamos la eternidad mirándonos los ombligos. Ojos que no ven. Pero el paisaje y la historia de España se ven mejor desde Liébana. Por eso yo los invito a venir Pero como diría san Agustín encampanado en su sabiduría y desde su profunda visión y conocimientos de los hombres “opportet esse haereses”. Es bien necesario que haya herejías. La discusión alumbra la luz y esa profunda inclinación del rito muzárabe hacia la belleza los ornamentos los cantos solemnes y las continuas invocaciones a la Trinidad ( a lo largo de una sola misa se santiguaban hasta cien veces cuando escuchaban entonar el gloria patri) le hace profundamente valioso en nuestros días de tanto pedestrismo tanta ramplonería y espíritu laico. Se trata de una liturgia que convendría rescatar para devolver a la Iglesia esa sacralidad de culto órfico que siempre tuvo. A mí me parece que el concilio al desnudar nuestros altares y suprimir muchos preámbulos y antiguas practicas nos ha querido asimilar con los protestantes. A pesar de todo la fe no ha muerto. Sigue encaramada por estos riscos de Potes y las gargantas y desfiladeros del apartamiento de la Tebaida astur-cantabra donde se refugiaron multitud de hombres y mujeres que buscando la perfección evangélica salvaron la vida al tiempo de encontrar la suprema belleza de estos paisajes y vivir en comunión con la naturaleza apartados del siglo. Aquí ocultos entre las cuevas o en lo alto de sus celdas a las que no se podía subir ni con escalera al igual que en el monte Athos veían pasar los días desde el parteluz de su ajarafe monástico. Resulta un grato misterio el encontrar este cúmulo de feligresías esparcidas por la montaña (santa Maria del Naranco San Miguel de Lillo Santas Maria de Lebeña el primoroso lugar a pie de monte que ilustra la fotografía de abajo, San Julián y Santullano) y edificadas en un lugar limpio de auras y a la vera de fuentes puras entre el sel impoluto y el prado donde pacen las vacas siguiendo la vieja tradición romana de la nucupatio en virtud de la cual los lugares antes de ser habitados habían de ser bendecidos y consagrados por los coribantes de Cibeles o los augustales de Júpiter. Estos lugares tienen una orientación perfecta. Aquí la gente se siente bien. Es que antes de nosotros los arúspices consultaron el vuelo de las aves y hubo curas que rezaron mucho para espantar los malos espíritus. Subo pues a Liébana lleno de contento a adorar la cruz. Ya sé que me contaran historias de supersticiones y los aguafiestas de siempre me pasaran por el pico el escándalo del culto a las reliquias que no son óbice para la vieja fe. Tampoco me importa que ese trocito de leño que guardan celosamente los franciscanos sea o no sea el de la vera cruz pues para eso tendríamos que escribir todo un tratado sobre la edad media. Una religión sin fiestas sin cultos sin cánticos y sin romeros sería el apaga y vamonos. Es lo que le digo al cura de mi barrio. Aburrís al personal, nos largáis unas homilías que son encajes de bolillos escapistas ya no hay coros y nos atronáis con música de las bandurrias que en España no valen ya ni para las tabernas y queréis que no hagamos mutis por el foro. Estáis callados cuando al personal el cuerpo le pide música. Bueno se os perdona. Nadie es perfecto. ¿Conferencias episcopales? Esos obispos alemanes como Lehman el cardenal de Berlín y los purpurados polacos parecen torreznos. O ese obispillo Blázquez bendiciendo a los que tienen manchadas las manos de sangre cuadra poco con los principios que me enseñaron en el Catecismo. No matarás. Otegui tendría que hacer asaz penitencia pues pero no nos pongamos a discutir de eso que los argumentos de la tregua no nos van a llevar a ninguna parte. Que vengan a Liébana y se prosternen ante la cruz si quieren que los perdonemos. Este año santo puede ser el de la gran explosión o el de la gran perdonanza. La religión para mi nada tuvo que ver con la política o acaso sea que yo soy corto de luces y concibo la política como una prolongación de mí mismo adverada en mis convicciones sentimentales patrióticas y políticas. La religión viene de religare y nos liga a dios pero también a la tierra a los antepasados a la vivencia y a la creencia. La Patria es eso y yo soy foramontano vengo de estos montes me amasaron con el barro de esta tierra. Es una idea que reencuentro por estos parajes mientras me aburre mi iglesia madrileña tanto como los cantamañanas de la COPE. Quizás Dios me este probando una vez mas y mi soledad sea la soledad de Getsemaní. Tampoco hay cristianismo sin testimonio y es testimonio precisamente lo que estoy dando en estas líneas. Gnosce te ipsum. Niéguese a ti mismo toma tu cruz. El que busca su vida perecerá y el que la pierde se salvara. Palabras misteriosas que uno es capaz de entender por estas soledades. Hemos subido desde Panes con el corazón encogido y la pupila dilatada de belleza. No ceso de hacer paraditas para tomar fotografías del gigantesco panorama. El monte Tabor debió de ser una cosa así. Me acuerdo no sé por que del cura de Ruiloba con su gran paraguas yendo a oficiar funerales por las parroquias de estos pagos y al P. Eutimio Martino mi profesor de literatura y un jesuita que había pasado tantos años en Alemania que casi se le olvidaba el castellano pero que escribió varios libros sobre la colonización romana del valle del Liébana y me acuerdo también como no me había de acordar de las fotos de Xuanin el maquis asturiano al que cogieron los civiles por estas sierras le pegaron tres tiros alguien le saco una foto y a ocultas en la camarilla del seminario nos la pasábamos. Nos impresiono aquel bigote el pelo pa atrás muy liso y la cara abierta en la ultima sonrisa que es mueca de la muerte. Al lado suyo yacía inútil una metralleta. Jope Verdoyo ¿de donde lo sacaste? Pues mi padre quien va a ser que pertenece al Partido Comunista. ¿En Potes como puede haber comunistas y guerras y librazones en un pueblo tan bonito? Pues los hay me dijo González Bedoya muy ceremonioso. Claro es la fija pueblo chico infierno grande ya van quedando pocos paraísos. Creo que él llegó a cura y creo que sigue siendo del partido comunista sin que ello sea óbice o de lo que queda y tan rojo como siempre. Potesano y campurriano para mas señas. Uno no recupera el tiempo perdido pero ve el espejo de su infancia en el lago de sus sueños. Por ejemplo, este paisaje. Vistas que inspiran grandiosidad y calma. Elipando trajo a sus discípulos por estos montes. La santidad de la naturaleza y el apartamiento de estas soledades les hizo amar la Escritura imperecedera que es palabra de vida y de cruz que salva. Aquí escribió Toribio el libro de comentarios Al Apocalipsis que es plena modernidad porque anuncia cosas que están pasando. No es pura fantasía sino plena actualidad cuando habla de la pressura gentium los temblores de tierra y maremotos e incluso de los rayos coruscantes que nos afligen. El libro más nuevo de este país lo escribió un amanuense visigótico allá por el siglo IX. Nuestro momento presente según este santo del cálamo en la mano intuyo es pura escatología. Que cosas. -¿No le gustan a Ud. las comas, don Verumtamen? -No, señor. Las comas las inventó el diablo así mismo conocido por el de separador. Y yo creo en la cruz que es el nexo de unión. -Por eso vino con la parienta a besar el lignum. -Pues claro y a ganar el jubileo que buena falta me hace y todo sea dicho.
Pishing
viernes 28 de abril de 2006
Pishing
Miguel Martínez
U N servidor podría quedar la mar de bien con todos ustedes, mis queridos reincidentes, manifestándoles que, con afán de prevenirles y evitar que les engañen como a chinos –salvo si usted es chino, en cuyo caso le ruego elija el gentilicio que utilicen en su país para casos de timos y similares- me puse raudo a escribir esta columna en el momento de detectar la estafa que a continuación les expongo, y con el noble fin de advertirles tal y como antes les comentaba. Pero el caso es que afirmar tal cosa sería faltar a la verdad, que no en vano este texto ha sido el recurso de emergencia y de última hora para poder comparecer a la cita que desde hace más de dos años me reúne con todos ustedes puntualmente cada semana, pues el artículo que un servidor les traía preparado disertaba acerca del proyecto de ley que nuestros representantes políticos están elaborando sobre el reconocimiento de derechos a chimpancés, simios, orangutanes, micos y demás criaturas por el estilo. Como sabrán por fuerza los asiduos de Vistazo a la Prensa, sobre este mismo tema versó el comentario del Director de este periódico en la edición del pasado martes. De no haber sido nuestro Director el que me pisara el artículo, un servidor habría agotado su extenso repertorio de reniegos, a los que habría añadido no pocas maldiciones, todas ellas dedicadas al responsable de tamaña afrenta y perjuicio, que no se imaginan lo complicado que resulta cambiar de tema cuando uno lleva ya días dándole vueltas a la noticia y tomando notas de cuantas ideas relacionadas se le ocurren; pero no siendo otro, sino el mismísimo jefe, el que le pisa el artículo a quien les escribe, no le queda a uno más que quitarse el sombrero ante la calidad de tan sobresaliente comentario, halagar el fino sentido del humor con el que el jefe torea el tema, y –qué remedio- improvisar deprisa y corriendo una columna sobre cualquier asunto que a ustedes les pueda interesar mínimamente, y que a este autor le permita cumplir con su compromiso de remitir puntualmente, como cada miércoles, su artículo a la redacción de esta magnífica publicación. A aquéllos de ustedes que llegados a este punto se digan “fíjate qué jeta el tío, que ya ha llenado una página sin decir ni mu”, he de confesarles que sí, que a estas y a otras tretas –menos confesables algunas de ellas- se ven obligados algunos columnistas para poder entregar sus textos dentro del plazo requerido. Y ya, sin más dilatación –que diría una parturienta a su matrona- , permítanme que les informe de la estafa que desde hace unos días circula por Internet. Se trata de las denominadas “pishing”, es decir, el envío de correos electrónicos fraudulentos que tienen como objetivo captar datos bancarios de las víctimas con los cuales poder acceder a sus cuentas y/o tarjetas de crédito, para así desplumarlos de modo inmisericorde cual gallo de Morón. Para que se hagan una idea de hasta qué punto es peligrosa esta estafa, las páginas especializadas en este tipo de timos están catalogando la situación de estos días en cuanto a actividad “pishing” como nivel 5 (rojo), o lo que es lo mismo, el nivel máximo. Concretamente este que les expongo va dirigido a los clientes de Banesto, aunque ha sido remitido a ciegas a miles de usuarios de direcciones de correo electrónico, incluso a aquellos que ni tienen, ni han tenido jamás, cuenta o trato alguno con dicha entidad bancaria, hecho que no deja de ser tranquilizador, pues de lo contrario, si sólo los usuarios de Banesto hubiesen recibido tal correo, podría significar un fallo en la seguridad de los datos telemáticos de dicho banco consistente en la filtración de la información confidencial del mismo. De todas maneras –insisto- no es ese el caso. Los estafadores han utilizado el nombre de esa entidad como antes usaran el de Caja Madrid. Remiten los estafadores un correo electrónico, con el remitente “ support12@banesto.es “ y con el asunto del mensaje “nueva información de seguridad”, en el que se dirigen a su “estimado cliente”, o sea a usted, y le informan de que el departamento antifraude de esa entidad ha detectado que la cantidad depositada en su cuenta excede de 2000 euros -afortunado usted, que hay quien anda en números rojos-, y que, con el fin de prevenir cualquier tentativa de acceso no autorizado, han ideado un nuevo sistema de seguridad que requiere, para ser activado, rellenar un formulario al que se accede pinchando un enlace escrito en el propio correo electrónico y que conduce a la página “ http://extranet.banesto-spain.com/ “ –obviamente más falsa que un billete de dos euros con cincuenta – y en la que le solicitan todos esos datos que jamás se deberían facilitar a nadie ni por teléfono ni por correo electrónico. Es de suponer que una vez en poder de los timadores toda esa información, tiene usted todas las papeletas para le dejen la cuenta corriente más limpia que una patena y/o le dupliquen sus tarjetas de crédito. Huelga decir que el afán de duplicarle las tarjetas no reside en la condición de coleccionista de estampitas de los estafadores, sino en ese trastorno compulsivo obsesivo, tan de moda últimamente, consistente en limpiar y limpiar, en este caso –obviamente- sus cartillas de ahorro. Finaliza el correo con la amenaza de que en caso de no haber recibido la entidad bancaria el formulario, debidamente cumplimentado, antes de 14 días, el banco se verá obligado a bloquear su cuenta, dejándolo –hasta que usted solucione el tema- más tieso que la mojama almidonada. Firma la estafa un tal Alfredo Cámara García, del falso Departamento de Seguridad y de Asistencia al Cliente, del falso Banesto. Y lo curioso del tema es que, pese a repetir todos los bancos, por activa, por pasiva y hasta la saciedad, que jamás deben facilitarse a nadie este tipo de datos, menos aún por teléfono o por correo electrónico, y pese a que el texto de los mensajes parece redactado por alguien con el nivel intelectual seis veces por debajo que el de un macaco, de ésos a los que ahora quieren dotar de derechos humanos –habida cuenta de las faltas ortográficas, tipográficas y gramaticales-, cada oleada de mensajes de este tipo se salda con cientos de clientes estafados. Y como en aquellos chistes de César (ése de la corona de laurel cuya mujer además de ser honrada se hallaba en el molesto brete de parecerlo), en el que siempre había una noticia buena y otra mala, la buena de todo esto es que pocas horas después de que un servidor hiciese llegar por Internet al Grupo de Delitos Telemáticos de la Guardia Civil ( http://194.179.107.38/colabora.php ) los datos y detalles del hecho, la página web del falso Banesto (a la que el correo electrónico remitía para rellenar el formulario) había dejado de funcionar, con lo cual es muy probable que -gracias a la diligencia y eficacia del Grupo de Delitos Telemáticos- ya se les haya fastidiado el negocio, por esta vez, a los timadores. Es de esperar que para la próxima oleada de correos “pishing” se encuentren ustedes, mis queridos reincidentes, avisados y prevenidos, de forma que no muerdan ustedes el anzuelo. Si lo mordiesen significaría que no me leen ustedes con la suficiente atención; y eso pudiera ocasionarles funestas consecuencias. ¡Que lo sepan!
Pishing
Miguel Martínez
U N servidor podría quedar la mar de bien con todos ustedes, mis queridos reincidentes, manifestándoles que, con afán de prevenirles y evitar que les engañen como a chinos –salvo si usted es chino, en cuyo caso le ruego elija el gentilicio que utilicen en su país para casos de timos y similares- me puse raudo a escribir esta columna en el momento de detectar la estafa que a continuación les expongo, y con el noble fin de advertirles tal y como antes les comentaba. Pero el caso es que afirmar tal cosa sería faltar a la verdad, que no en vano este texto ha sido el recurso de emergencia y de última hora para poder comparecer a la cita que desde hace más de dos años me reúne con todos ustedes puntualmente cada semana, pues el artículo que un servidor les traía preparado disertaba acerca del proyecto de ley que nuestros representantes políticos están elaborando sobre el reconocimiento de derechos a chimpancés, simios, orangutanes, micos y demás criaturas por el estilo. Como sabrán por fuerza los asiduos de Vistazo a la Prensa, sobre este mismo tema versó el comentario del Director de este periódico en la edición del pasado martes. De no haber sido nuestro Director el que me pisara el artículo, un servidor habría agotado su extenso repertorio de reniegos, a los que habría añadido no pocas maldiciones, todas ellas dedicadas al responsable de tamaña afrenta y perjuicio, que no se imaginan lo complicado que resulta cambiar de tema cuando uno lleva ya días dándole vueltas a la noticia y tomando notas de cuantas ideas relacionadas se le ocurren; pero no siendo otro, sino el mismísimo jefe, el que le pisa el artículo a quien les escribe, no le queda a uno más que quitarse el sombrero ante la calidad de tan sobresaliente comentario, halagar el fino sentido del humor con el que el jefe torea el tema, y –qué remedio- improvisar deprisa y corriendo una columna sobre cualquier asunto que a ustedes les pueda interesar mínimamente, y que a este autor le permita cumplir con su compromiso de remitir puntualmente, como cada miércoles, su artículo a la redacción de esta magnífica publicación. A aquéllos de ustedes que llegados a este punto se digan “fíjate qué jeta el tío, que ya ha llenado una página sin decir ni mu”, he de confesarles que sí, que a estas y a otras tretas –menos confesables algunas de ellas- se ven obligados algunos columnistas para poder entregar sus textos dentro del plazo requerido. Y ya, sin más dilatación –que diría una parturienta a su matrona- , permítanme que les informe de la estafa que desde hace unos días circula por Internet. Se trata de las denominadas “pishing”, es decir, el envío de correos electrónicos fraudulentos que tienen como objetivo captar datos bancarios de las víctimas con los cuales poder acceder a sus cuentas y/o tarjetas de crédito, para así desplumarlos de modo inmisericorde cual gallo de Morón. Para que se hagan una idea de hasta qué punto es peligrosa esta estafa, las páginas especializadas en este tipo de timos están catalogando la situación de estos días en cuanto a actividad “pishing” como nivel 5 (rojo), o lo que es lo mismo, el nivel máximo. Concretamente este que les expongo va dirigido a los clientes de Banesto, aunque ha sido remitido a ciegas a miles de usuarios de direcciones de correo electrónico, incluso a aquellos que ni tienen, ni han tenido jamás, cuenta o trato alguno con dicha entidad bancaria, hecho que no deja de ser tranquilizador, pues de lo contrario, si sólo los usuarios de Banesto hubiesen recibido tal correo, podría significar un fallo en la seguridad de los datos telemáticos de dicho banco consistente en la filtración de la información confidencial del mismo. De todas maneras –insisto- no es ese el caso. Los estafadores han utilizado el nombre de esa entidad como antes usaran el de Caja Madrid. Remiten los estafadores un correo electrónico, con el remitente “ support12@banesto.es “ y con el asunto del mensaje “nueva información de seguridad”, en el que se dirigen a su “estimado cliente”, o sea a usted, y le informan de que el departamento antifraude de esa entidad ha detectado que la cantidad depositada en su cuenta excede de 2000 euros -afortunado usted, que hay quien anda en números rojos-, y que, con el fin de prevenir cualquier tentativa de acceso no autorizado, han ideado un nuevo sistema de seguridad que requiere, para ser activado, rellenar un formulario al que se accede pinchando un enlace escrito en el propio correo electrónico y que conduce a la página “ http://extranet.banesto-spain.com/ “ –obviamente más falsa que un billete de dos euros con cincuenta – y en la que le solicitan todos esos datos que jamás se deberían facilitar a nadie ni por teléfono ni por correo electrónico. Es de suponer que una vez en poder de los timadores toda esa información, tiene usted todas las papeletas para le dejen la cuenta corriente más limpia que una patena y/o le dupliquen sus tarjetas de crédito. Huelga decir que el afán de duplicarle las tarjetas no reside en la condición de coleccionista de estampitas de los estafadores, sino en ese trastorno compulsivo obsesivo, tan de moda últimamente, consistente en limpiar y limpiar, en este caso –obviamente- sus cartillas de ahorro. Finaliza el correo con la amenaza de que en caso de no haber recibido la entidad bancaria el formulario, debidamente cumplimentado, antes de 14 días, el banco se verá obligado a bloquear su cuenta, dejándolo –hasta que usted solucione el tema- más tieso que la mojama almidonada. Firma la estafa un tal Alfredo Cámara García, del falso Departamento de Seguridad y de Asistencia al Cliente, del falso Banesto. Y lo curioso del tema es que, pese a repetir todos los bancos, por activa, por pasiva y hasta la saciedad, que jamás deben facilitarse a nadie este tipo de datos, menos aún por teléfono o por correo electrónico, y pese a que el texto de los mensajes parece redactado por alguien con el nivel intelectual seis veces por debajo que el de un macaco, de ésos a los que ahora quieren dotar de derechos humanos –habida cuenta de las faltas ortográficas, tipográficas y gramaticales-, cada oleada de mensajes de este tipo se salda con cientos de clientes estafados. Y como en aquellos chistes de César (ése de la corona de laurel cuya mujer además de ser honrada se hallaba en el molesto brete de parecerlo), en el que siempre había una noticia buena y otra mala, la buena de todo esto es que pocas horas después de que un servidor hiciese llegar por Internet al Grupo de Delitos Telemáticos de la Guardia Civil ( http://194.179.107.38/colabora.php ) los datos y detalles del hecho, la página web del falso Banesto (a la que el correo electrónico remitía para rellenar el formulario) había dejado de funcionar, con lo cual es muy probable que -gracias a la diligencia y eficacia del Grupo de Delitos Telemáticos- ya se les haya fastidiado el negocio, por esta vez, a los timadores. Es de esperar que para la próxima oleada de correos “pishing” se encuentren ustedes, mis queridos reincidentes, avisados y prevenidos, de forma que no muerdan ustedes el anzuelo. Si lo mordiesen significaría que no me leen ustedes con la suficiente atención; y eso pudiera ocasionarles funestas consecuencias. ¡Que lo sepan!
Un referendum dirigido
viernes 28 de abril de 2006
Un referéndum dirigido
Wifredo Espina
A DEMÁS de triste y lamentable es escandaloso. Se pretende imponer un referéndum dirigido, a fin de que gane el “sí” al polémico Estatut de Cataluña. Y nada menos que desde un organismo creado, principalmente, para velar por la libertad y pluralismo de los medios de comunicación. Un organismo que, pese a contar con miembros de gran solvencia personal y académica, ahora parece convertirse –consciente o inconscientemente, erróneamente o por consigna- , en comisario político contra la libertad de expresión. Esto no es de recibo. Y no me importa decirlo pese a que vi con esperanza su oración y le aporté mi colaboración; o quizás precisamente por esto, porque siento que se desvirtúen su función y objetivo. Como me hice eco y compartí en buena parte las razones de fondo de la denuncia pública hecha por el veterano y prestigioso periodista Ramón Pedrós, director del diario El Debat, creo obligado recoger su respuesta al gesto que tuvo el actual presidente del Consell de l’Audiovisual de Catalunya, Josep Maria Carbonell, de mandarle el texto íntegro de las directrices del CAC “para que pudiera evaluar mejor su contenido, ya que consideraba “muy dura” y “exagerada” aquella crítica. Dice Pedrós en su respuesta que “leido y releído el texto del CAC, mi alarma y mi sentimiento de rechazo han aumentado, porque no hay duda que continúa constituyendo un atentado contra la libertad de expresión”. Y sigue denunciando “la grave intromisión que comete el CAC contra la libertad de de los medios públicos audiovisuales a la hora de programar su información sobre el referéndum, y dirigirla incluso en los mínimos detalles de la programación empleando argumentos propios de sociedades poco familiarizadas con la democracia participativa”. He aquí la argumentación de Pedrós, profesional de larga trayectoria y diversa experiencia como corresponsal en el extranjero. Puede resumirse así y el lector sacará luego sus conclusiones: “El CAC no quiere debate sobre sobre el referéndum, y prohíbe que los partidos políticos, plataformas, asociaciones, entidades o individuos argumenten su posición o expliquen sus dudas. El CAC tiene claro que ha de ganar el “sí”, para no provocar demasiadas dudas en la política española y la catalana, y quiere además que, si no puede ser por goleada, por lo menos la participación sea aceptable y la victoria sea suficiente, y a partir de aquí se pone a dictar sus “recomendaciones” a los medios”. Como es sabido, hasta ahora la normativa establecía “bloques electorales” que atribuía a cada partido un riguroso espacio pero garantizaba a cada formación política la oportunidad de dar a conocer su programa y su posición. Ahora, en contra de lo que reclamaban los profesionales del periodismo, se impone una nueva , más restringida, con la obligación de informar solamente sobre el “contenido” del Estatut, y compararlo con el vigente de 1979, mediante entrevistas con “expertos” para demostrar que es mejor y que supone un avance. De esta forma de elimina la voz de los partidos que no aceptan o discuten el texto del nuevo Estatut. Para ellos, el silencio de los corderos. Y si esta normativa del CAC la completamos con el anuncio del portavoz del Govern, Joaquim Nadal, de la masiva campaña oficial, con participación personal del President de la Generalitat, Pasqual Maragall, que se hará desde las instancias gubernamentales a favor de la participación y de la bondad del nuevo Estatut, es decir, a favor del “sí”, queda bastante claro que estaremos ante un referéndum dirigido, no libre. Una situación que nos recuerda, en este aspecto, las que organizaba, en su etapa franquista, el ministro de Información, Manuel Fraga, en sus famosos referéndums. ¡Qué triste, señores Maragall, Nadal y Carbonell, para los que tanto nos esforzamos hace años, arriesgando no poco y a algunos costándoles la cárcel, para recuperar la libertad de expresión!
Un referéndum dirigido
Wifredo Espina
A DEMÁS de triste y lamentable es escandaloso. Se pretende imponer un referéndum dirigido, a fin de que gane el “sí” al polémico Estatut de Cataluña. Y nada menos que desde un organismo creado, principalmente, para velar por la libertad y pluralismo de los medios de comunicación. Un organismo que, pese a contar con miembros de gran solvencia personal y académica, ahora parece convertirse –consciente o inconscientemente, erróneamente o por consigna- , en comisario político contra la libertad de expresión. Esto no es de recibo. Y no me importa decirlo pese a que vi con esperanza su oración y le aporté mi colaboración; o quizás precisamente por esto, porque siento que se desvirtúen su función y objetivo. Como me hice eco y compartí en buena parte las razones de fondo de la denuncia pública hecha por el veterano y prestigioso periodista Ramón Pedrós, director del diario El Debat, creo obligado recoger su respuesta al gesto que tuvo el actual presidente del Consell de l’Audiovisual de Catalunya, Josep Maria Carbonell, de mandarle el texto íntegro de las directrices del CAC “para que pudiera evaluar mejor su contenido, ya que consideraba “muy dura” y “exagerada” aquella crítica. Dice Pedrós en su respuesta que “leido y releído el texto del CAC, mi alarma y mi sentimiento de rechazo han aumentado, porque no hay duda que continúa constituyendo un atentado contra la libertad de expresión”. Y sigue denunciando “la grave intromisión que comete el CAC contra la libertad de de los medios públicos audiovisuales a la hora de programar su información sobre el referéndum, y dirigirla incluso en los mínimos detalles de la programación empleando argumentos propios de sociedades poco familiarizadas con la democracia participativa”. He aquí la argumentación de Pedrós, profesional de larga trayectoria y diversa experiencia como corresponsal en el extranjero. Puede resumirse así y el lector sacará luego sus conclusiones: “El CAC no quiere debate sobre sobre el referéndum, y prohíbe que los partidos políticos, plataformas, asociaciones, entidades o individuos argumenten su posición o expliquen sus dudas. El CAC tiene claro que ha de ganar el “sí”, para no provocar demasiadas dudas en la política española y la catalana, y quiere además que, si no puede ser por goleada, por lo menos la participación sea aceptable y la victoria sea suficiente, y a partir de aquí se pone a dictar sus “recomendaciones” a los medios”. Como es sabido, hasta ahora la normativa establecía “bloques electorales” que atribuía a cada partido un riguroso espacio pero garantizaba a cada formación política la oportunidad de dar a conocer su programa y su posición. Ahora, en contra de lo que reclamaban los profesionales del periodismo, se impone una nueva , más restringida, con la obligación de informar solamente sobre el “contenido” del Estatut, y compararlo con el vigente de 1979, mediante entrevistas con “expertos” para demostrar que es mejor y que supone un avance. De esta forma de elimina la voz de los partidos que no aceptan o discuten el texto del nuevo Estatut. Para ellos, el silencio de los corderos. Y si esta normativa del CAC la completamos con el anuncio del portavoz del Govern, Joaquim Nadal, de la masiva campaña oficial, con participación personal del President de la Generalitat, Pasqual Maragall, que se hará desde las instancias gubernamentales a favor de la participación y de la bondad del nuevo Estatut, es decir, a favor del “sí”, queda bastante claro que estaremos ante un referéndum dirigido, no libre. Una situación que nos recuerda, en este aspecto, las que organizaba, en su etapa franquista, el ministro de Información, Manuel Fraga, en sus famosos referéndums. ¡Qué triste, señores Maragall, Nadal y Carbonell, para los que tanto nos esforzamos hace años, arriesgando no poco y a algunos costándoles la cárcel, para recuperar la libertad de expresión!
Potestades humanas apropiadas por los Grandes Simios de la politica
viernes 28 de abril de 2006
Potestades humanas apropiadas por los Grandes Simios de la política
Juan Pablo Mañueco
E L ZPARITORIO mental que tanto se divierte con el BOGUE (Boletín Oficial de Grandes Ululaciones Esperpénticas) ha alumbrado una nueva, y de gran calibre. Habrá Derechos Humanos Simiescos, como si para todos los verticalismos caciquiles simiolares al de ZP los Derechos Simiescos no fueran ya los únicos que nos conceden a los Humanos... Intentar razonar con el Muchacho no se puede, por talante, por ideología y por incapacidad craneal del imberbe. Por ello, dirijámonos a los lectores que no presenten Grandes Simiolitudes con el perfil zapatillesco. 1. Los seres tienen poderes o potestades... naturales (las que les otorga la Naturaleza), no “derechos”: dirigidos (esto es lo que significa el participio pasivo del verbo “dirigere”: dirigido o derecho) que exigen un poder superior que se los concede y dirige. 2. Los seres humanos tienen poderes o potestades (naturales) humanas: por ejemplo la de dirigir o dirigirse. Aunque los sistemas verticalistas eliminan sus potestades decisorias públicas y les reducen a concederles “derechos”, que los propios dirigentes activos (además de reservarse todas las potestades o poderes públicos) les dirigen después en la práctica.... hacia donde quieren los dirigentes (lógicamente, en unos autarcas) hasta vaciárselos de contenido: pura graciabilidad del sistema será lo que obtengan esos humanos desposeídos de potestades públicas. Pues bien, llegados a este punto, el cual ZP no habrá alcanzado, porque si no dimitiría inmediatamente de la presidencia de un sistema político tan aberrante e inhumano (lo cual puede predicarse también de cuantos políticos contribuyan a sostenerlo), no sigamos filosofando por falta de espacio. Cortemos hacia lo concreto... Los Grandes Simios practican la violación sistemática de sus hembras, esclavizan a los débiles, les roban todo cuanto pueden, no se paran ante el estupro infantil, asesinan a los congéneres que se les ponen tercos y, como se descuiden, también a sus propias crías, amén de tener una jerárquica estructuración de amos/siervos, que es en lo que más se parecen a las sociedades de los Grandes Simios de la política humana, como la actual que preside ZP, por ejemplo. Por tanto, ¿va primero ZP a civilizarlos antes de aliarse con ellos...? Lo digo porque, en caso contrario, aportarán una cultura –muy respetable, sin duda, pero sólo desde el punto de vista simiesco– y hasta puede ocurrir que alguna bestia humana decida reclamar para sí algunas de esas potestades simiescas –sin control racional– que el leonés va a convertir en derechos, porque le traiga más cuenta a la bestia humana aprovecharse de esas tendencias naturales de las bestias tradicionales, ya con derechos. Por otra parte, si fuera el propio ZP el que deseara civilizarse, desde su talante leonero nativo, podría empezar por suprimir esa gran simiolitud que comparten las sociedades simiescas y la humana, como es la estructuración amos/siervos antes aludida, lo cual sí sería verdaderamente progresista. ¿Qué debe hacer para ello? Pues entender dicha cosa tan simple: que los humanos tienen potestades públicas naturales (aunque el verticalismo actual se las impide), mientras que los simios y los “ciudadanos” actuales sólo tienen derechos... dirigidos, concedidos y condescendidos por los dirigentes autocráticos del verticalismo, como él. ¿Entenderá el justiciero un concepto tan sencillo...? Que los poderes públicos son los que deben compartirse realmente entre todos, en una democracia veraz, y no recibir simples dirigidos pasivos, que no son sino meros eslabones de la cadena de dirigidos pacientes que nos ata, con mayor o menor longitud del herraje, al Mundo Antiguo. Pues si no lo alcanza el analfaberzo leonino que nos preside, entiéndalo usted, señor lector: Potestades Humanas Públicas para todos, porque ya nos la da la naturaleza y, además, porque pagamos lo público. Dirigidos Simiescos para los simios, y para los súbditos simiolares: todos nosotros que aún vivimos en el mundo antiguo, vacuo y mendaz de los Dirigidos Romanos. POSDATA: Dedico este texto a los activistas de los “Derechos” Humanos, que no comprenden que el mundo nuevo y la democracia real alborea con las Potestades Humanas, y no con los vetustos y falaces “Dirigidos”. Y en cuanto a ZP, si lo que quiere es ampliar la protección de la fauna que ya existe en multitud de normas y en el Código Penal... hágalo así, sin creer que ha dicho nada nuevo ni de interés, y que se cuide de los cantamañanas sin sustancia que le han inducido a este error, alguno bienintencionado y algunos otros meros trepadores dispuestos a aprovechar la inmadurez mental de un Muchacho que careciendo de ideología propia, como carece ya el socialismo, anda recogiendo cualquier retazo ideológico que pesque, para que él pueda seguir creyéndose progresivo.
Potestades humanas apropiadas por los Grandes Simios de la política
Juan Pablo Mañueco
E L ZPARITORIO mental que tanto se divierte con el BOGUE (Boletín Oficial de Grandes Ululaciones Esperpénticas) ha alumbrado una nueva, y de gran calibre. Habrá Derechos Humanos Simiescos, como si para todos los verticalismos caciquiles simiolares al de ZP los Derechos Simiescos no fueran ya los únicos que nos conceden a los Humanos... Intentar razonar con el Muchacho no se puede, por talante, por ideología y por incapacidad craneal del imberbe. Por ello, dirijámonos a los lectores que no presenten Grandes Simiolitudes con el perfil zapatillesco. 1. Los seres tienen poderes o potestades... naturales (las que les otorga la Naturaleza), no “derechos”: dirigidos (esto es lo que significa el participio pasivo del verbo “dirigere”: dirigido o derecho) que exigen un poder superior que se los concede y dirige. 2. Los seres humanos tienen poderes o potestades (naturales) humanas: por ejemplo la de dirigir o dirigirse. Aunque los sistemas verticalistas eliminan sus potestades decisorias públicas y les reducen a concederles “derechos”, que los propios dirigentes activos (además de reservarse todas las potestades o poderes públicos) les dirigen después en la práctica.... hacia donde quieren los dirigentes (lógicamente, en unos autarcas) hasta vaciárselos de contenido: pura graciabilidad del sistema será lo que obtengan esos humanos desposeídos de potestades públicas. Pues bien, llegados a este punto, el cual ZP no habrá alcanzado, porque si no dimitiría inmediatamente de la presidencia de un sistema político tan aberrante e inhumano (lo cual puede predicarse también de cuantos políticos contribuyan a sostenerlo), no sigamos filosofando por falta de espacio. Cortemos hacia lo concreto... Los Grandes Simios practican la violación sistemática de sus hembras, esclavizan a los débiles, les roban todo cuanto pueden, no se paran ante el estupro infantil, asesinan a los congéneres que se les ponen tercos y, como se descuiden, también a sus propias crías, amén de tener una jerárquica estructuración de amos/siervos, que es en lo que más se parecen a las sociedades de los Grandes Simios de la política humana, como la actual que preside ZP, por ejemplo. Por tanto, ¿va primero ZP a civilizarlos antes de aliarse con ellos...? Lo digo porque, en caso contrario, aportarán una cultura –muy respetable, sin duda, pero sólo desde el punto de vista simiesco– y hasta puede ocurrir que alguna bestia humana decida reclamar para sí algunas de esas potestades simiescas –sin control racional– que el leonés va a convertir en derechos, porque le traiga más cuenta a la bestia humana aprovecharse de esas tendencias naturales de las bestias tradicionales, ya con derechos. Por otra parte, si fuera el propio ZP el que deseara civilizarse, desde su talante leonero nativo, podría empezar por suprimir esa gran simiolitud que comparten las sociedades simiescas y la humana, como es la estructuración amos/siervos antes aludida, lo cual sí sería verdaderamente progresista. ¿Qué debe hacer para ello? Pues entender dicha cosa tan simple: que los humanos tienen potestades públicas naturales (aunque el verticalismo actual se las impide), mientras que los simios y los “ciudadanos” actuales sólo tienen derechos... dirigidos, concedidos y condescendidos por los dirigentes autocráticos del verticalismo, como él. ¿Entenderá el justiciero un concepto tan sencillo...? Que los poderes públicos son los que deben compartirse realmente entre todos, en una democracia veraz, y no recibir simples dirigidos pasivos, que no son sino meros eslabones de la cadena de dirigidos pacientes que nos ata, con mayor o menor longitud del herraje, al Mundo Antiguo. Pues si no lo alcanza el analfaberzo leonino que nos preside, entiéndalo usted, señor lector: Potestades Humanas Públicas para todos, porque ya nos la da la naturaleza y, además, porque pagamos lo público. Dirigidos Simiescos para los simios, y para los súbditos simiolares: todos nosotros que aún vivimos en el mundo antiguo, vacuo y mendaz de los Dirigidos Romanos. POSDATA: Dedico este texto a los activistas de los “Derechos” Humanos, que no comprenden que el mundo nuevo y la democracia real alborea con las Potestades Humanas, y no con los vetustos y falaces “Dirigidos”. Y en cuanto a ZP, si lo que quiere es ampliar la protección de la fauna que ya existe en multitud de normas y en el Código Penal... hágalo así, sin creer que ha dicho nada nuevo ni de interés, y que se cuide de los cantamañanas sin sustancia que le han inducido a este error, alguno bienintencionado y algunos otros meros trepadores dispuestos a aprovechar la inmadurez mental de un Muchacho que careciendo de ideología propia, como carece ya el socialismo, anda recogiendo cualquier retazo ideológico que pesque, para que él pueda seguir creyéndose progresivo.
Preguntas (im)pertinentes
viernes 28 de abril de 2006
Preguntas (im)pertinentes
Javier del Valle
Y O calificaría al hombre como un ser vivo que se hace constantes preguntas, aunque a veces pongo en duda mi propia definición si observo la cantidad de personas que viven por su propia inercia sin plantearse apenas dudas, conformistas ante lo que les depara el futuro y siguiendo el guión que les marca la sociedad o sus fuentes de inspiración ideológicas. Si alguna vez se saltan estos principios es más por dejadez que fruto de una profunda reflexión. Es por ello por lo que me atrevo a exponer una serie de cuestiones que de vez en cuando rondan mi mente, algunas preguntas retóricas y otras sin contestación sobre los más variados temas. He aquí algunas de ellas. POLÍTICA: - ¿Por qué el PP se empeña en poner piedras en el proceso de negociación entre el actual Gobierno socialista y la banda terrorista ETA? ¿Se le ha olvidado al ex presidente José María Aznar que cuando negoció con ETA les calificó de movimiento de liberación nacional? - ¿Por qué no aprovechó José Luis Rodríguez Zapatero cuando hizo la reciente remodelación de Gobierno para cambiar a la titular del Ministerio de la Vivienda, María Antonia Trujillo, siendo este departamento un fracaso absoluto en los dos años que llevan en el poder los socialistas? ¿Es una casualidad que dos personajes incómodos para el presidente del Gobierno como Bono (ex ministro de Defensa) y Paco Vázquez (ex alcalde de La Coruña y actual embajador en el Vaticano) se hayan alejado de la política nacional? - ¿Seguirán siendo la vivienda y el paro problemas crónicos? ¿Por qué todos los poderes públicos de cualquier ideología y de cualquier nivel –estatal, autonómico o local- no son eficientes y no se responsabilizan de garantizar dos derechos que reconoce la Constitución como el trabajo y el acceso a una vivienda digna? REIVINDICACIONES: -¿Por qué la juventud sólo suelen manifestarse para reivindicar el “botellón” (poder consumir alcohol en la vía pública) cuando existen problemas tan acuciantes como la precariedad laboral, el paro, la vivienda o la exagerada inflación desde que manejamos el euro? ¿Interesa a los poderes que sigan narcotizados y se olviden de sus problemas reales? -¿Por qué los trabajadores de TVE suspendieron el derecho a la Información durante su reciente huelga interrumpiendo un telediario? ¿Qué dirían si los ciudadanos no reciben noticias de sus reivindicaciones ante el plan de Regulación de Empleo de su empresa? CIUDADANOS: -¿Qué quedó de la generación JASP (jóvenes aunque suficientemente preparados) que hace años se hizo famosa por un mensaje publicitario? ¿Han crecido y ya se han desengañado de lo que invirtieron en prepararse para tener su hueco en esta sociedad devoradora y competitiva? -¿Tiene autoridad moral un ciudadano de a pie en calificar a los políticos como corruptos cuando roba hasta los folios de su trabajo, incumple sus horarios laborales o utiliza sin pudor el enchufismo para procurar beneficios a sí mismo o a sus familiares? ¿Es consciente de que él mismo está alentando esa corrupción que paradójicamente deplora? MEDIOS DE COMUNICACIÓN: -¿Por qué hay dos bandos en el mundo del Periodismo y todo profesional de la información debe situarse detrás de una de las dos trincheras? ¿Existe la independencia o el comunicador imparcial también va a ser clasificado en uno de los dos bandos político-económicos? -¿Por qué nos obligan a abonarnos a Canal Satélite Digital (grupo PRISA) si somos aficionados al fútbol y queremos disfrutar de los partidos del Mundial? ¿Se garantiza el derecho a ver acontecimientos deportivos de interés general si el encargado de transmitir partidos en abierto es La Sexta, una canal de reciente implantación? -¿Por qué la calidad de audición de las emisoras de radio es tan pobre hasta el punto de que en mi vivienda no puedo escuchar con un mínimo de calidad programas de las cadenas más prestigiosas? ¿No hay manera de evitar la saturación de emisoras que soportamos en FM?
Preguntas (im)pertinentes
Javier del Valle
Y O calificaría al hombre como un ser vivo que se hace constantes preguntas, aunque a veces pongo en duda mi propia definición si observo la cantidad de personas que viven por su propia inercia sin plantearse apenas dudas, conformistas ante lo que les depara el futuro y siguiendo el guión que les marca la sociedad o sus fuentes de inspiración ideológicas. Si alguna vez se saltan estos principios es más por dejadez que fruto de una profunda reflexión. Es por ello por lo que me atrevo a exponer una serie de cuestiones que de vez en cuando rondan mi mente, algunas preguntas retóricas y otras sin contestación sobre los más variados temas. He aquí algunas de ellas. POLÍTICA: - ¿Por qué el PP se empeña en poner piedras en el proceso de negociación entre el actual Gobierno socialista y la banda terrorista ETA? ¿Se le ha olvidado al ex presidente José María Aznar que cuando negoció con ETA les calificó de movimiento de liberación nacional? - ¿Por qué no aprovechó José Luis Rodríguez Zapatero cuando hizo la reciente remodelación de Gobierno para cambiar a la titular del Ministerio de la Vivienda, María Antonia Trujillo, siendo este departamento un fracaso absoluto en los dos años que llevan en el poder los socialistas? ¿Es una casualidad que dos personajes incómodos para el presidente del Gobierno como Bono (ex ministro de Defensa) y Paco Vázquez (ex alcalde de La Coruña y actual embajador en el Vaticano) se hayan alejado de la política nacional? - ¿Seguirán siendo la vivienda y el paro problemas crónicos? ¿Por qué todos los poderes públicos de cualquier ideología y de cualquier nivel –estatal, autonómico o local- no son eficientes y no se responsabilizan de garantizar dos derechos que reconoce la Constitución como el trabajo y el acceso a una vivienda digna? REIVINDICACIONES: -¿Por qué la juventud sólo suelen manifestarse para reivindicar el “botellón” (poder consumir alcohol en la vía pública) cuando existen problemas tan acuciantes como la precariedad laboral, el paro, la vivienda o la exagerada inflación desde que manejamos el euro? ¿Interesa a los poderes que sigan narcotizados y se olviden de sus problemas reales? -¿Por qué los trabajadores de TVE suspendieron el derecho a la Información durante su reciente huelga interrumpiendo un telediario? ¿Qué dirían si los ciudadanos no reciben noticias de sus reivindicaciones ante el plan de Regulación de Empleo de su empresa? CIUDADANOS: -¿Qué quedó de la generación JASP (jóvenes aunque suficientemente preparados) que hace años se hizo famosa por un mensaje publicitario? ¿Han crecido y ya se han desengañado de lo que invirtieron en prepararse para tener su hueco en esta sociedad devoradora y competitiva? -¿Tiene autoridad moral un ciudadano de a pie en calificar a los políticos como corruptos cuando roba hasta los folios de su trabajo, incumple sus horarios laborales o utiliza sin pudor el enchufismo para procurar beneficios a sí mismo o a sus familiares? ¿Es consciente de que él mismo está alentando esa corrupción que paradójicamente deplora? MEDIOS DE COMUNICACIÓN: -¿Por qué hay dos bandos en el mundo del Periodismo y todo profesional de la información debe situarse detrás de una de las dos trincheras? ¿Existe la independencia o el comunicador imparcial también va a ser clasificado en uno de los dos bandos político-económicos? -¿Por qué nos obligan a abonarnos a Canal Satélite Digital (grupo PRISA) si somos aficionados al fútbol y queremos disfrutar de los partidos del Mundial? ¿Se garantiza el derecho a ver acontecimientos deportivos de interés general si el encargado de transmitir partidos en abierto es La Sexta, una canal de reciente implantación? -¿Por qué la calidad de audición de las emisoras de radio es tan pobre hasta el punto de que en mi vivienda no puedo escuchar con un mínimo de calidad programas de las cadenas más prestigiosas? ¿No hay manera de evitar la saturación de emisoras que soportamos en FM?
El rebaño
viernes 28 de abril de 2006
El rebaño
Óscar Molina
Q UE una alta porción de nuestra sociedad está enferma es algo que me parece que no admite mucha discusión. La duda es saber qué capacidad de contagio tiene la mentecatez social sobre la totalidad, y sobre todo, en qué consiste el estado terminal del espíritu de manada que nos afecta. Las excepciones son escasas, y se alimentan de un porcentaje cada vez menor de personas que son capaces de resistir las inyecciones de morfina que llegan de todas partes, hábiles para ignorar los cantos de sirena del consumismo engañoso que nos arrasa e íntegras para no haber perdido un ápice del mínimo espíritu crítico, la valentía de pensar por sí mismos y desnudar lo poco o nada que hay tras palabras grandilocuentes carentes de significado. Pero, repito, mayormente somos el típico rebaño occidental, saciado de artículos consumibles al alcance de cualquiera. Un conglomerado de gente a lomos de un alarmante déficit cultural que satisface sus inquietudes adquiriendo unos bienes y servicios por los que donamos entre 45 y 50 horas semanales de trabajo por término medio, a pesar de que la jornada oficial es mucho menor. La dieta intelectual típica se basa en la televisión, “internet” y la prensa hablada o escrita donde se manipula a destajo. Una legión de deudores enfangados en hipotecas millonarias para comprar pisos de 80 m. cuadrados, que halla su felicidad en la quimérica posibilidad de llenar el carro de la compra a precios impensables y que se cree tocada por el privilegio del lujo cada vez que puede permitirse hacer cosas que hasta hace nada estaban reservadas a unos pocos. Pero el acceso de todos a todo tiene un evidente precio para muchos. Sobre todo para las mismas cosas de las que presuntamente disfrutamos. El billete de avión que se obtiene hoy a 35 euros ofrece algo bien distinto de la exclusividad que compraban los pudientes de hace años. Hoy se vuela en aviones atestados en los que un sufrido pagano permanece durante horas con las rodillas casi pegadas al pecho por la falta de espacio, y sobrevive con la comida que se trae de casa. Existen proyectos para que en la Clase Turista se empiece a volar de pie, mientras se aumentan las comodidades y lujos de las Clases Preferentes. Seguimos separados por el abismo que pretendíamos abolir, pero de alguna forma se nos anestesia para que sólo veamos que podemos permitirnos volar. Se persigue de manera implacable a los Profesionales, los Expertos, y se trata de convertirlos en meros trabajadores porque es necesario acabar con la Excelencia, de manera que se pueda bajar el valor de las cosas y ponerlas al precio de mercado. No importa, el rebaño paga, consume y sigue dormido. EL furor inmobiliario nos pone a todos en casa, en la nuestra, en la que pagamos a cambio de una hipoteca que literalmente dejaremos a nuestros hijos el día en que faltemos. Pero el rebaño es feliz, tiene su piso, paga, consume y sigue la siesta. La dormidera de realidad que nos engaña con la Fiebre Visa apuntalando el sistema. El entorno en el que nadie, ni siquiera los partidos políticos supuestamente progresistas, se atreve a alzar la voz para denunciar que en 1990 los sueldos de los Directivos de las empresas eran 85 veces superiores a la media de los de sus empleados, y hoy son 500 veces más altos. Los campeones de la Justicia Social participan de la fiesta apuntados a administradores del letargo y caminando del brazo con unos listos que se distinguen por alcanzar acuerdos birriosos para los trabajadores a los que presuntamente representan. Sindicalistas que han descubierto que su hueco en el juego está en allanar el camino al ensanche de la brecha y hacer el caldo gordo a los virtuosos de los balances, a los usufructuarios del sueldo multiplicado por 500, para que éstos puedan seguir gestionando a un personal cada vez más barato, menos cualificado y continúen haciendo maravillas con los precios que retroalimentan la farsa. Luego, esas mismas ovejas durmientes son las que se atiborran de lo que producen y colocan la medalla de los costes a los que viajan en Preferente y no necesitan pedir dinero al banco para comprar una casa. No pasa nada, viajaremos de pie, pero volaremos, y seguiremos con la siesta. El rebaño se ha vuelto muy cobarde, y no pone ya la proa a los lobos que se han hecho dueños de sus pastos. Prefiere no ver el pan para hoy y hambre para mañana que significa perder la cara a quien te quiere someter e imponerte un modo de vida y unas decisiones colectivas al margen de tu conciencia. Porque el rebaño hace tiempo que abandonó los principios y sólo quiere que le dejen disfrutar feliz en su prado alegre y confiado. No quiere que se le moleste con problemas, y elige la vía rápida para afrontarlos, echarlos a un lado y seguir su siesta. Escoge contemplar las bragas de una señora famosa por salir con futbolistas, o se regodea en la contemplación de una enferma mental filmada desde muy lejos. Se da más al indudable interés que tiene la exhibición de cornamentas, dimes, diretes, querellas de profesionales del morro y exclusivas de oportunistas, que a despertar y poner su mirada en todo lo que están haciendo con lo que tenía; con lo que le ha permitido vivir en Paz y Libertad. Y es que el rebaño se llena de tópicos que le hacen creer que tiene ideología y piensa por sí mismo. Se embelesa con cuatro frases inconsistentes que no dicen nada, pero suenan muy bien, y disfrazan a la perfección su tendencia al egoísmo, su rendición por falta de armas morales, y su distanciamiento por los que han sufrido para que el rebaño pueda disfrutar lo que disfruta. Estas sentencias para encandilar a bobos son perfectas como lavado de conciencia para una sociedad en la que la mediocridad empieza ser mérito, lo vulgar finalidad y el compromiso una vetusta reminiscencia de quienes ya no saben por dónde van los tiros. No es difícil entonces colar a este rebaño los derechos “humanos” que se piden para simios y se niegan a embriones de su misma especie. Ni tampoco es demasiado trabajoso vaciarle el concepto de su Patria por el camino de acabar con su propia Historia. “¿Los Reyes Católicos? No sé, ¿En qué equipo juegan?” Te preguntarán algún día mientras repasan los anuncios de residencias de ancianos, buscando dónde meter al abuelo que ha soltado su primera tos. Luego, se les encogerá el corazón con el llanto de una Don Nadie despechada, se irán a la cama y al día siguiente seguirán maquinando cómo despellejar al hermano para quedarse con la herencia. Por eso, por esa vaciedad, si alguien grita “Paz”, el rebaño ni siquiera se preocupa de que les ofrezca una Paz tan de Bajo Coste como los billetes de avión que compra. Es Paz, a fin de cuentas. Del mismo modo que viajar en avión es viajar en avión, aunque sea como sardinas en lata. Si les hablan de “consenso”, “tolerancia” o “talante” el rebaño está rendido de principio, porque ya venía sin armas. Ya se han encargado algunos que vuelan en Preferente y no piden dinero al banco para comprarse una casa de elaborar un sistema que ponga la majadería en Bolsa, con la inestimable colaboración de quien a lo mejor no tiene ansias monetarias, pero rezuma por todos sus poros indomable glotonería de Poder y de satisfacción para su ego. El mismo apóstol de la cosa ha hecho una encomiable labor con su trabajo de otorgar anatema o gloria a las palabras que designan valores, convirtiendo algunas, como “Nación” en “discutidas y discutibles”, y elevando mentecateces como “La Alianza de Civilizaciones” al altar de la religión progre. Y no nos engañemos, que esto no empezó con él, viene de largo. Pero da igual, el rebaño duerme. ¡Y además vuela en avión!
El rebaño
Óscar Molina
Q UE una alta porción de nuestra sociedad está enferma es algo que me parece que no admite mucha discusión. La duda es saber qué capacidad de contagio tiene la mentecatez social sobre la totalidad, y sobre todo, en qué consiste el estado terminal del espíritu de manada que nos afecta. Las excepciones son escasas, y se alimentan de un porcentaje cada vez menor de personas que son capaces de resistir las inyecciones de morfina que llegan de todas partes, hábiles para ignorar los cantos de sirena del consumismo engañoso que nos arrasa e íntegras para no haber perdido un ápice del mínimo espíritu crítico, la valentía de pensar por sí mismos y desnudar lo poco o nada que hay tras palabras grandilocuentes carentes de significado. Pero, repito, mayormente somos el típico rebaño occidental, saciado de artículos consumibles al alcance de cualquiera. Un conglomerado de gente a lomos de un alarmante déficit cultural que satisface sus inquietudes adquiriendo unos bienes y servicios por los que donamos entre 45 y 50 horas semanales de trabajo por término medio, a pesar de que la jornada oficial es mucho menor. La dieta intelectual típica se basa en la televisión, “internet” y la prensa hablada o escrita donde se manipula a destajo. Una legión de deudores enfangados en hipotecas millonarias para comprar pisos de 80 m. cuadrados, que halla su felicidad en la quimérica posibilidad de llenar el carro de la compra a precios impensables y que se cree tocada por el privilegio del lujo cada vez que puede permitirse hacer cosas que hasta hace nada estaban reservadas a unos pocos. Pero el acceso de todos a todo tiene un evidente precio para muchos. Sobre todo para las mismas cosas de las que presuntamente disfrutamos. El billete de avión que se obtiene hoy a 35 euros ofrece algo bien distinto de la exclusividad que compraban los pudientes de hace años. Hoy se vuela en aviones atestados en los que un sufrido pagano permanece durante horas con las rodillas casi pegadas al pecho por la falta de espacio, y sobrevive con la comida que se trae de casa. Existen proyectos para que en la Clase Turista se empiece a volar de pie, mientras se aumentan las comodidades y lujos de las Clases Preferentes. Seguimos separados por el abismo que pretendíamos abolir, pero de alguna forma se nos anestesia para que sólo veamos que podemos permitirnos volar. Se persigue de manera implacable a los Profesionales, los Expertos, y se trata de convertirlos en meros trabajadores porque es necesario acabar con la Excelencia, de manera que se pueda bajar el valor de las cosas y ponerlas al precio de mercado. No importa, el rebaño paga, consume y sigue dormido. EL furor inmobiliario nos pone a todos en casa, en la nuestra, en la que pagamos a cambio de una hipoteca que literalmente dejaremos a nuestros hijos el día en que faltemos. Pero el rebaño es feliz, tiene su piso, paga, consume y sigue la siesta. La dormidera de realidad que nos engaña con la Fiebre Visa apuntalando el sistema. El entorno en el que nadie, ni siquiera los partidos políticos supuestamente progresistas, se atreve a alzar la voz para denunciar que en 1990 los sueldos de los Directivos de las empresas eran 85 veces superiores a la media de los de sus empleados, y hoy son 500 veces más altos. Los campeones de la Justicia Social participan de la fiesta apuntados a administradores del letargo y caminando del brazo con unos listos que se distinguen por alcanzar acuerdos birriosos para los trabajadores a los que presuntamente representan. Sindicalistas que han descubierto que su hueco en el juego está en allanar el camino al ensanche de la brecha y hacer el caldo gordo a los virtuosos de los balances, a los usufructuarios del sueldo multiplicado por 500, para que éstos puedan seguir gestionando a un personal cada vez más barato, menos cualificado y continúen haciendo maravillas con los precios que retroalimentan la farsa. Luego, esas mismas ovejas durmientes son las que se atiborran de lo que producen y colocan la medalla de los costes a los que viajan en Preferente y no necesitan pedir dinero al banco para comprar una casa. No pasa nada, viajaremos de pie, pero volaremos, y seguiremos con la siesta. El rebaño se ha vuelto muy cobarde, y no pone ya la proa a los lobos que se han hecho dueños de sus pastos. Prefiere no ver el pan para hoy y hambre para mañana que significa perder la cara a quien te quiere someter e imponerte un modo de vida y unas decisiones colectivas al margen de tu conciencia. Porque el rebaño hace tiempo que abandonó los principios y sólo quiere que le dejen disfrutar feliz en su prado alegre y confiado. No quiere que se le moleste con problemas, y elige la vía rápida para afrontarlos, echarlos a un lado y seguir su siesta. Escoge contemplar las bragas de una señora famosa por salir con futbolistas, o se regodea en la contemplación de una enferma mental filmada desde muy lejos. Se da más al indudable interés que tiene la exhibición de cornamentas, dimes, diretes, querellas de profesionales del morro y exclusivas de oportunistas, que a despertar y poner su mirada en todo lo que están haciendo con lo que tenía; con lo que le ha permitido vivir en Paz y Libertad. Y es que el rebaño se llena de tópicos que le hacen creer que tiene ideología y piensa por sí mismo. Se embelesa con cuatro frases inconsistentes que no dicen nada, pero suenan muy bien, y disfrazan a la perfección su tendencia al egoísmo, su rendición por falta de armas morales, y su distanciamiento por los que han sufrido para que el rebaño pueda disfrutar lo que disfruta. Estas sentencias para encandilar a bobos son perfectas como lavado de conciencia para una sociedad en la que la mediocridad empieza ser mérito, lo vulgar finalidad y el compromiso una vetusta reminiscencia de quienes ya no saben por dónde van los tiros. No es difícil entonces colar a este rebaño los derechos “humanos” que se piden para simios y se niegan a embriones de su misma especie. Ni tampoco es demasiado trabajoso vaciarle el concepto de su Patria por el camino de acabar con su propia Historia. “¿Los Reyes Católicos? No sé, ¿En qué equipo juegan?” Te preguntarán algún día mientras repasan los anuncios de residencias de ancianos, buscando dónde meter al abuelo que ha soltado su primera tos. Luego, se les encogerá el corazón con el llanto de una Don Nadie despechada, se irán a la cama y al día siguiente seguirán maquinando cómo despellejar al hermano para quedarse con la herencia. Por eso, por esa vaciedad, si alguien grita “Paz”, el rebaño ni siquiera se preocupa de que les ofrezca una Paz tan de Bajo Coste como los billetes de avión que compra. Es Paz, a fin de cuentas. Del mismo modo que viajar en avión es viajar en avión, aunque sea como sardinas en lata. Si les hablan de “consenso”, “tolerancia” o “talante” el rebaño está rendido de principio, porque ya venía sin armas. Ya se han encargado algunos que vuelan en Preferente y no piden dinero al banco para comprarse una casa de elaborar un sistema que ponga la majadería en Bolsa, con la inestimable colaboración de quien a lo mejor no tiene ansias monetarias, pero rezuma por todos sus poros indomable glotonería de Poder y de satisfacción para su ego. El mismo apóstol de la cosa ha hecho una encomiable labor con su trabajo de otorgar anatema o gloria a las palabras que designan valores, convirtiendo algunas, como “Nación” en “discutidas y discutibles”, y elevando mentecateces como “La Alianza de Civilizaciones” al altar de la religión progre. Y no nos engañemos, que esto no empezó con él, viene de largo. Pero da igual, el rebaño duerme. ¡Y además vuela en avión!
La tregua de ETA, la historia interminable
viernes 28 de abril de 2006
La tregua de Eta, la historia interminable
José Meléndez
S E veía venir y sólo los asustadizos que se tapan los ojos para no ver los peligros y los ojos interesados, que miran para otro lado cuando el problema les conviene, no se daban cuenta del doble juego del PSOE –para ser más justos y exactos, de José Luis Rodríguez Zapatero y el grupo que le secunda- en ese empeño que se nos presenta envuelto en el atractivo ropaje de la pacificación del País Vasco y que para el “pacificador” representa, sobre todo, un entorchado más para colgar en su hoja de ruta. He repetido a lo largo de mis artículos –y puede recordarlo quien tenga la paciencia y la bondad de releerlos- que yo soy uno más del 90 por ciento de españoles que se alegrarían con el fin de la violencia terrorista. El 10 por ciento restante son los seguidores de Batasuna, que se alegrarían por otros motivos. Pero los hechos son tozudos y la historia está para repasarla, con muchísimos más motivos que mis modestos artículos. Y la historia de los hechos de los últimos treinta y tantos años de terrorismo etarra es bien elocuente. ETA se jacta de no mentir tanto como de matar y en ambos casos la veracidad de esa petulancia está suficientemente demostrada. La banda terrorista ha declarado a lo largo de su vida no menos de diez treguas y en todas se han podido apreciar las mismas circunstancias: repetición hasta la saciedad de una condiciones que son inaceptables para un Estado de derecho; intención de tantear cuales serían las posibilidades reales de lograr alguna de esas condiciones y tomarse un descanso cuando está siendo acorralada por las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad para aprovisionarse, reorganizarse y rearmarse. Esto lo constataron bien los sucesivos gobiernos de Adolfo Suárez, Felipe González y José María Aznar, que aceptaron los contactos para terminar convencidos de que ETA nunca ha tenido una verdadera intención de negociar el final de su actividad terrorista si no es para lograr gran parte de sus demandas. Es la historia interminable de una abominable lacra, que se ha vuelto a repetir ahora, con una variante importante como es que la acción policial y judicial ha puesto a los terroristas contra las cuerdas. A pesar de ello, sigue fiel a sus principios de autodeterminación como paso imprescindible para la independencia de Euskaherría, territorialidad con la anexión de Navarra y las dos provincias del País Vascofrancés, amnistía para sus presos y, ahora, legalización de Batasuna, su brazo político, para poder entrar en el Parlamento autonómico de Vitoria y poder reemplazar en un determinado momento al Partido Nacionalista Vasco, que ha estado jugando con fuego y está a punto de quemarse. Ese es el contenido de la alternativa Kas, el pacto de Estella y el mitin de Batasuna en Deusto. No se han apartado ni un centímetro de sus aspiraciones y eso lo saben todos y, como es natural, Rodríguez Zapatero. Las intenciones de ETA son claras. Pero, ¿y las de Zapatero?. El presidente del gobierno ha jugado con las circunstancias. Fiel a su criterio de solucionar los problemas como sea, cuando esta solución conviene a sus planes, esconde sus planes tras el escudo de su afán pacificador, que tiene unos indudables beneficios ante la opinión pública y sortea como puede las dificultades que se le presentan. El más lerdo sabe que el problema terrorista, que es un grave problema de Estado, no puede solucionarse sin el consenso imprescindible de los dos grandes partidos españoles, que es el que llevó a ETA a su situación actual con el Pacto Antiterrorista y la Ley de Partidos Políticos y el que hizo que el famoso y delirante plan Ibarreche sufriera un sonoro descalabro en las Cortes Generales. Y es lo que ha llevado, tras el anuncio de la tregua permanente, a Zapatero a prescindir del aislamiento a que tiene sometido al Partido Popular y llamar al líder de la oposición. Pero en el par de meses largos transcurridos desde la entrevista de Zapatero y Rajoy en la Moncloa han sucedido una serie de circunstancias que han hecho que este último no se fíe de las intenciones de Zapatero. Y las razones que tiene para ello son de peso. El presidente del gobierno y sus portavoces, con la vicepresidenta Fernández de la Vega a la cabeza estuvo negando rotundamente cualquier contacto directo o por medio de terceros con la banda terrorista y su entorno, cuando después se ha sabido que esos contactos se venían produciendo desde hace más de un año. Zapatero ha demostrado que puede mentir en sus declaraciones si las circunstancias, -las suyas-, se lo aconsejan y por lo tanto hay razones para pensar que también oculta la verdad cuando afirma que no ha habido ningún tipo de acuerdo previo o promesa de concesiones en esos contactos. La realidad es que todas las maniobras que ha venido realizando desde el anuncio de la tregua hasta ahora, tienen un sospechoso matiz de preparación del terreno para conseguir un final que le satisfaga a él y a cuantos le secundan, que no son pocos, en sus designios transicionistas. El nombramiento de dos personas de su máxima confianza, como son Alfredo Pérez Rubalcaba y José Antonio Alonso para que controlen los servicios de inteligencia civil y militar, ha dado sus frutos inmediatos al tratar de minimizar o desactivar la importancia de dos fragrantes quebrantamientos de la tregua, como son los atentados recientes y el envío de cartas de extorsión a empresarios navarros y vascos. Mientras tanto, Batasuna sigue creciéndose en sus alardes callejeros, en las declaraciones desafiantes de sus líderes y en la afirmación de sus demandas como repetir que la anexión de Navarra a Euskalherría es irrenunciable. Arnaldo Otegui sigue pasándose por el arco del triunfo las cortapisas legales que le impuso el juez -¿por qué no se investiga de donde han salido esos 600.000 euros que le han sacado de la cárcel?- y ahora quiere un permiso para salir de España y unirse a los intentos de internacionalización del “conflicto vasco”. Esta actitud de Batasuna puede significar que ve cerca su legalización, cuyo primer paso es ese continuo blasonar de sus dirigentes de su condición de “interlocutores” que hasta ahora nadie ha desmentido. Ha habido una importante variación en la estrategia diseñada por Zapatero para lograr la “pacificación”. La comenzó con el acercamiento al PNV y en sus reuniones de la Moncloa con Ibarreche y, sobre todo, en la actuación de sus puntas de lanza Patxi Lòpez y Jesús Eguiguren en el PSE, parecía que existía una situación de acercamiento entre el gobierno y el PNV. Pero cuando se ha dado cuenta de que la táctica de ETA-Batasuna ha cambiado con respeto al PNV, porque en ese partido han tomado cuerpo las controversias internas que estuvieron fuertemente sujetas por la mano de hierro de Javier Arzallus, no ha tenido vacilación en puentear al gobierno autonómico vasco y entenderse directamente con los terroristas y su entorno. Ese es el fuego a que me refería al principio de este artículo, en el que se están quemando Ibarreche y Joseba Eguibar y lo que representan dentro de su partido. Cogido en la pinza gobierno-ETA, Ibarreche se encuentra fuera de juego, aferrado a su fracasado plan y enarbolando ahora otro, en el que iguala a los presos etarras con sus víctimas y haciendo el ridículo como en esa aparición suya con el dibujito de una niña. En esta historia interminable, los únicos que siguen en su sitio de siempre son los etarras y su entorno. Y mucho me temo que acabarán saliéndose con la suya. Porque ante el sangriento fenómeno terrorista no caben la comprensión ni las cesiones, como no sean las que permita la ley y comienza a adivinarse una cierta predisposición negociadora que, para conseguir el fin propuesto, pueda saltarse los límites legales y éticos.
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La tregua de Eta, la historia interminable
José Meléndez
S E veía venir y sólo los asustadizos que se tapan los ojos para no ver los peligros y los ojos interesados, que miran para otro lado cuando el problema les conviene, no se daban cuenta del doble juego del PSOE –para ser más justos y exactos, de José Luis Rodríguez Zapatero y el grupo que le secunda- en ese empeño que se nos presenta envuelto en el atractivo ropaje de la pacificación del País Vasco y que para el “pacificador” representa, sobre todo, un entorchado más para colgar en su hoja de ruta. He repetido a lo largo de mis artículos –y puede recordarlo quien tenga la paciencia y la bondad de releerlos- que yo soy uno más del 90 por ciento de españoles que se alegrarían con el fin de la violencia terrorista. El 10 por ciento restante son los seguidores de Batasuna, que se alegrarían por otros motivos. Pero los hechos son tozudos y la historia está para repasarla, con muchísimos más motivos que mis modestos artículos. Y la historia de los hechos de los últimos treinta y tantos años de terrorismo etarra es bien elocuente. ETA se jacta de no mentir tanto como de matar y en ambos casos la veracidad de esa petulancia está suficientemente demostrada. La banda terrorista ha declarado a lo largo de su vida no menos de diez treguas y en todas se han podido apreciar las mismas circunstancias: repetición hasta la saciedad de una condiciones que son inaceptables para un Estado de derecho; intención de tantear cuales serían las posibilidades reales de lograr alguna de esas condiciones y tomarse un descanso cuando está siendo acorralada por las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad para aprovisionarse, reorganizarse y rearmarse. Esto lo constataron bien los sucesivos gobiernos de Adolfo Suárez, Felipe González y José María Aznar, que aceptaron los contactos para terminar convencidos de que ETA nunca ha tenido una verdadera intención de negociar el final de su actividad terrorista si no es para lograr gran parte de sus demandas. Es la historia interminable de una abominable lacra, que se ha vuelto a repetir ahora, con una variante importante como es que la acción policial y judicial ha puesto a los terroristas contra las cuerdas. A pesar de ello, sigue fiel a sus principios de autodeterminación como paso imprescindible para la independencia de Euskaherría, territorialidad con la anexión de Navarra y las dos provincias del País Vascofrancés, amnistía para sus presos y, ahora, legalización de Batasuna, su brazo político, para poder entrar en el Parlamento autonómico de Vitoria y poder reemplazar en un determinado momento al Partido Nacionalista Vasco, que ha estado jugando con fuego y está a punto de quemarse. Ese es el contenido de la alternativa Kas, el pacto de Estella y el mitin de Batasuna en Deusto. No se han apartado ni un centímetro de sus aspiraciones y eso lo saben todos y, como es natural, Rodríguez Zapatero. Las intenciones de ETA son claras. Pero, ¿y las de Zapatero?. El presidente del gobierno ha jugado con las circunstancias. Fiel a su criterio de solucionar los problemas como sea, cuando esta solución conviene a sus planes, esconde sus planes tras el escudo de su afán pacificador, que tiene unos indudables beneficios ante la opinión pública y sortea como puede las dificultades que se le presentan. El más lerdo sabe que el problema terrorista, que es un grave problema de Estado, no puede solucionarse sin el consenso imprescindible de los dos grandes partidos españoles, que es el que llevó a ETA a su situación actual con el Pacto Antiterrorista y la Ley de Partidos Políticos y el que hizo que el famoso y delirante plan Ibarreche sufriera un sonoro descalabro en las Cortes Generales. Y es lo que ha llevado, tras el anuncio de la tregua permanente, a Zapatero a prescindir del aislamiento a que tiene sometido al Partido Popular y llamar al líder de la oposición. Pero en el par de meses largos transcurridos desde la entrevista de Zapatero y Rajoy en la Moncloa han sucedido una serie de circunstancias que han hecho que este último no se fíe de las intenciones de Zapatero. Y las razones que tiene para ello son de peso. El presidente del gobierno y sus portavoces, con la vicepresidenta Fernández de la Vega a la cabeza estuvo negando rotundamente cualquier contacto directo o por medio de terceros con la banda terrorista y su entorno, cuando después se ha sabido que esos contactos se venían produciendo desde hace más de un año. Zapatero ha demostrado que puede mentir en sus declaraciones si las circunstancias, -las suyas-, se lo aconsejan y por lo tanto hay razones para pensar que también oculta la verdad cuando afirma que no ha habido ningún tipo de acuerdo previo o promesa de concesiones en esos contactos. La realidad es que todas las maniobras que ha venido realizando desde el anuncio de la tregua hasta ahora, tienen un sospechoso matiz de preparación del terreno para conseguir un final que le satisfaga a él y a cuantos le secundan, que no son pocos, en sus designios transicionistas. El nombramiento de dos personas de su máxima confianza, como son Alfredo Pérez Rubalcaba y José Antonio Alonso para que controlen los servicios de inteligencia civil y militar, ha dado sus frutos inmediatos al tratar de minimizar o desactivar la importancia de dos fragrantes quebrantamientos de la tregua, como son los atentados recientes y el envío de cartas de extorsión a empresarios navarros y vascos. Mientras tanto, Batasuna sigue creciéndose en sus alardes callejeros, en las declaraciones desafiantes de sus líderes y en la afirmación de sus demandas como repetir que la anexión de Navarra a Euskalherría es irrenunciable. Arnaldo Otegui sigue pasándose por el arco del triunfo las cortapisas legales que le impuso el juez -¿por qué no se investiga de donde han salido esos 600.000 euros que le han sacado de la cárcel?- y ahora quiere un permiso para salir de España y unirse a los intentos de internacionalización del “conflicto vasco”. Esta actitud de Batasuna puede significar que ve cerca su legalización, cuyo primer paso es ese continuo blasonar de sus dirigentes de su condición de “interlocutores” que hasta ahora nadie ha desmentido. Ha habido una importante variación en la estrategia diseñada por Zapatero para lograr la “pacificación”. La comenzó con el acercamiento al PNV y en sus reuniones de la Moncloa con Ibarreche y, sobre todo, en la actuación de sus puntas de lanza Patxi Lòpez y Jesús Eguiguren en el PSE, parecía que existía una situación de acercamiento entre el gobierno y el PNV. Pero cuando se ha dado cuenta de que la táctica de ETA-Batasuna ha cambiado con respeto al PNV, porque en ese partido han tomado cuerpo las controversias internas que estuvieron fuertemente sujetas por la mano de hierro de Javier Arzallus, no ha tenido vacilación en puentear al gobierno autonómico vasco y entenderse directamente con los terroristas y su entorno. Ese es el fuego a que me refería al principio de este artículo, en el que se están quemando Ibarreche y Joseba Eguibar y lo que representan dentro de su partido. Cogido en la pinza gobierno-ETA, Ibarreche se encuentra fuera de juego, aferrado a su fracasado plan y enarbolando ahora otro, en el que iguala a los presos etarras con sus víctimas y haciendo el ridículo como en esa aparición suya con el dibujito de una niña. En esta historia interminable, los únicos que siguen en su sitio de siempre son los etarras y su entorno. Y mucho me temo que acabarán saliéndose con la suya. Porque ante el sangriento fenómeno terrorista no caben la comprensión ni las cesiones, como no sean las que permita la ley y comienza a adivinarse una cierta predisposición negociadora que, para conseguir el fin propuesto, pueda saltarse los límites legales y éticos.
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La derecha acomplejada
viernes 28 de abril de 2006
La derecha acomplejada
Ignacio San Miguel
¿ ESTÁ la derecha condenada a avergonzarse siempre de sí misma? Esta pregunta surge de la observación de su falta de ánimo en defender los valores que tradicionalmente se le han atribuido. Esto viene ya de antiguo. El proceso comenzó posiblemente a principios del siglo XX con el cuestionamiento de la moral victoriana, y no hizo más que avanzar durante el siglo con el sucesivo desmoronamiento de los valores tradicionales, alcanzando su clímax en los años sesenta y posteriores, mostrando a una derecha cada vez más medrosa y dispuesta a adaptarse a los nuevos tiempos, abandonando u ocultando sus principios. En el antivictoriano Grupo de Bloomsbury, con su Virginia Woolf, John M. Keynes, Lytton Strachey, E. M. Forster, Bertrand Russell, Clive Bell y demás, se observan ya los elementos que caracterizan al “progresista” moderno: odio al Imperio, pacifismo, desprecio a la religión y a la patria, individualismo, particularismo… y homosexualidad. Esta última estimulada en parte por el deseo de transgredir la moral tradicional. En este círculo estaba la semilla de lo que floreció plenamente cinco décadas después, en los años sesenta. Entonces se trataba de una élite, cuya influencia fue modesta de momento. Un golpe devastador para la derecha burguesa fue el triunfo de la Revolución de Octubre de 1917 en Rusia, que tuvo muy poco de grandiosa, pese a los bellos delirios estéticos de S. M. Eisenstein. En aquel golpe de Estado no hubo grandes masas que se rebelaran contra la tiranía, ni hazañas titánicas, sino la ocupación de puestos clave por parte de un limitado número de personas con un también limitado número de muertos. Éstos ya vendrían después. Lenin confesó más tarde, en unos de sus raros momentos de franqueza, que aquella revolución sólo se podía haber dado en un país como Rusia. Pero el efecto de esta victoria sobre el pensamiento europeo fue inmenso. Al poco, triunfó Mussolini en Italia, y la intelectualidad se dividió a favor del comunismo o del fascismo. En aquella época, años veinte y treinta, las ideas liberales burguesas iban declinando y parecían destinadas a desaparecer. No ocurrió así, pues los fascismos fueron destruídos en la II Guerra Mundial, y la Unión Soviética se derrumbó cuarenta y cinco años más tarde, con lo que el comunismo desapareció como opción económica válida. Parecía que la derecha liberal burguesa era la lógica beneficiaria. Pero desde la llegada de Franklin D. Roosevelt a la Presidencia de Estados Unidos a principio de los años treinta, con la consiguiente ocupación por parte de “liberals” izquierdistas de toda la Administración, se había ido produciendo un fenómeno de cambio en las ideas de la sociedad liberal burguesa que iba dejando arrinconada en este terreno a la derecha tradicional. El cambio se había desarrollado fundamentalmente en el campo de la moral y las costumbres, afectando directamente a la cultura, transformándola. Siguiendo conscientemente o no la teoría marxista de Antonio Gramsci, quien preconizaba que había que atacar directamente y sin demora la cultura burguesa sin esperar el advenimiento de la dictadura del proletariado, se estima que los componentes de la Escuela de Frankfurt (M. Horkheimer, H. Marcuse, W. Benjamin, T. Adorno, E. Fromm, etc.) tuvieron un papel muy relevante en este cambio de cultura tanto en América como en Europa. La última vuelta de tuerca se dio en los años sesenta con la revolución contracultural. En estos momentos, estamos viviendo el resultado de estos ataques profundos a la tradición cristiana occidental. Quedan sólo residuos de la antigua moral victoriana, la cual, si bien toma su nombre de la reina Victoria de Inglaterra, lo cierto es que estaba vigente más o menos en todo el mundo occidental en sus líneas esenciales. En el presente, los medios de comunicación (cine, televisión, Universidades, Editoriales, Prensa y Radio) están fundamentalmente en manos “progresistas” e izquierdistas, que detentan también la mayor parte del poder económico. La auténtica derecha, la clásica, la conservadora liberal, ha quedado muy disminuida. Se ha convertido en una derecha vergonzante, puesto que, ante la presión ambiental, no se atreve ya a defender los tradicionales valores cristianos que eran su patrimonio ideológico. En muchos de sus componentes anida el deseo de ser considerados también “progresistas”, y esto les empuja a desempeñar un papel muy ridículo y lamentable. Más deplorable es aún la posición de las Iglesias, tanto la católica como las protestantes, que, salvando las excepciones de rigor de las altas jerarquías, están muy lejos, debido a su amilanamiento o a su participación en el pensamiento secular, de atreverse, no digo a combatir, ni siquiera a criticar levemente esta situación. En España, donde las tendencias, las malas tendencias, de Europa se crispan y exageran, tenemos el caso curioso de un Presidente que, llegado al Poder a impulso de causas anómalas, empuja y acelera de forma enloquecida el proceso disolvente de la nación tanto en el campo político como en el moral. Y la derecha está más acomplejada que en ninguna otra nación de Occidente, pues el fantasma de la dictadura le sigue atosigando. Parecería que la derrota final de la derecha está asegurada. Sin embargo, existen algunos datos externos que permiten la duda: en Estados Unidos se desarrolla una reacción muy fuerte que está consiguiendo triunfos importantes; en España se han dado manifestaciones de protesta de enormes dimensiones… Y es que hay algo intrínseco al proceso disolvente con lo que creo que hay que contar: que es profundamente antinatural. Tanto el aborto como la unión sodomítica, que son las más graves consecuencias de la ideología que ha ido imponiéndose, constituyen transgresiones frontales de la ley natural. Sabemos que los “progresistas” niegan la existencia de tal ley. Pero los que pensamos que sí existe nos hacemos la pregunta: ¿puede una sociedad seguir un camino aberrante y permanecer próspera y tranquila por tiempo indefinido? Parece imponerse la respuesta negativa. Es necesaria, por tanto, la recuperación de los principios tradicionales y esta tarea de regeneración le corresponde a la derecha (guste o no al mayoritario clero “progre”). La batalla partidaria ha de darse en el terreno moral más que en el de las ideas económicas, pues aquí apenas hay diferencias entre derechas e izquierdas. El acomplejamiento debe cesar necesariamente. Si es el miedo a perder votos lo que paraliza, conviene recordar que George W. Bush (guste o no este señor) ha ganado por dos veces la Presidencia de Estados unidos gracias al voto decidido de la “mayoría moral.”
La derecha acomplejada
Ignacio San Miguel
¿ ESTÁ la derecha condenada a avergonzarse siempre de sí misma? Esta pregunta surge de la observación de su falta de ánimo en defender los valores que tradicionalmente se le han atribuido. Esto viene ya de antiguo. El proceso comenzó posiblemente a principios del siglo XX con el cuestionamiento de la moral victoriana, y no hizo más que avanzar durante el siglo con el sucesivo desmoronamiento de los valores tradicionales, alcanzando su clímax en los años sesenta y posteriores, mostrando a una derecha cada vez más medrosa y dispuesta a adaptarse a los nuevos tiempos, abandonando u ocultando sus principios. En el antivictoriano Grupo de Bloomsbury, con su Virginia Woolf, John M. Keynes, Lytton Strachey, E. M. Forster, Bertrand Russell, Clive Bell y demás, se observan ya los elementos que caracterizan al “progresista” moderno: odio al Imperio, pacifismo, desprecio a la religión y a la patria, individualismo, particularismo… y homosexualidad. Esta última estimulada en parte por el deseo de transgredir la moral tradicional. En este círculo estaba la semilla de lo que floreció plenamente cinco décadas después, en los años sesenta. Entonces se trataba de una élite, cuya influencia fue modesta de momento. Un golpe devastador para la derecha burguesa fue el triunfo de la Revolución de Octubre de 1917 en Rusia, que tuvo muy poco de grandiosa, pese a los bellos delirios estéticos de S. M. Eisenstein. En aquel golpe de Estado no hubo grandes masas que se rebelaran contra la tiranía, ni hazañas titánicas, sino la ocupación de puestos clave por parte de un limitado número de personas con un también limitado número de muertos. Éstos ya vendrían después. Lenin confesó más tarde, en unos de sus raros momentos de franqueza, que aquella revolución sólo se podía haber dado en un país como Rusia. Pero el efecto de esta victoria sobre el pensamiento europeo fue inmenso. Al poco, triunfó Mussolini en Italia, y la intelectualidad se dividió a favor del comunismo o del fascismo. En aquella época, años veinte y treinta, las ideas liberales burguesas iban declinando y parecían destinadas a desaparecer. No ocurrió así, pues los fascismos fueron destruídos en la II Guerra Mundial, y la Unión Soviética se derrumbó cuarenta y cinco años más tarde, con lo que el comunismo desapareció como opción económica válida. Parecía que la derecha liberal burguesa era la lógica beneficiaria. Pero desde la llegada de Franklin D. Roosevelt a la Presidencia de Estados Unidos a principio de los años treinta, con la consiguiente ocupación por parte de “liberals” izquierdistas de toda la Administración, se había ido produciendo un fenómeno de cambio en las ideas de la sociedad liberal burguesa que iba dejando arrinconada en este terreno a la derecha tradicional. El cambio se había desarrollado fundamentalmente en el campo de la moral y las costumbres, afectando directamente a la cultura, transformándola. Siguiendo conscientemente o no la teoría marxista de Antonio Gramsci, quien preconizaba que había que atacar directamente y sin demora la cultura burguesa sin esperar el advenimiento de la dictadura del proletariado, se estima que los componentes de la Escuela de Frankfurt (M. Horkheimer, H. Marcuse, W. Benjamin, T. Adorno, E. Fromm, etc.) tuvieron un papel muy relevante en este cambio de cultura tanto en América como en Europa. La última vuelta de tuerca se dio en los años sesenta con la revolución contracultural. En estos momentos, estamos viviendo el resultado de estos ataques profundos a la tradición cristiana occidental. Quedan sólo residuos de la antigua moral victoriana, la cual, si bien toma su nombre de la reina Victoria de Inglaterra, lo cierto es que estaba vigente más o menos en todo el mundo occidental en sus líneas esenciales. En el presente, los medios de comunicación (cine, televisión, Universidades, Editoriales, Prensa y Radio) están fundamentalmente en manos “progresistas” e izquierdistas, que detentan también la mayor parte del poder económico. La auténtica derecha, la clásica, la conservadora liberal, ha quedado muy disminuida. Se ha convertido en una derecha vergonzante, puesto que, ante la presión ambiental, no se atreve ya a defender los tradicionales valores cristianos que eran su patrimonio ideológico. En muchos de sus componentes anida el deseo de ser considerados también “progresistas”, y esto les empuja a desempeñar un papel muy ridículo y lamentable. Más deplorable es aún la posición de las Iglesias, tanto la católica como las protestantes, que, salvando las excepciones de rigor de las altas jerarquías, están muy lejos, debido a su amilanamiento o a su participación en el pensamiento secular, de atreverse, no digo a combatir, ni siquiera a criticar levemente esta situación. En España, donde las tendencias, las malas tendencias, de Europa se crispan y exageran, tenemos el caso curioso de un Presidente que, llegado al Poder a impulso de causas anómalas, empuja y acelera de forma enloquecida el proceso disolvente de la nación tanto en el campo político como en el moral. Y la derecha está más acomplejada que en ninguna otra nación de Occidente, pues el fantasma de la dictadura le sigue atosigando. Parecería que la derrota final de la derecha está asegurada. Sin embargo, existen algunos datos externos que permiten la duda: en Estados Unidos se desarrolla una reacción muy fuerte que está consiguiendo triunfos importantes; en España se han dado manifestaciones de protesta de enormes dimensiones… Y es que hay algo intrínseco al proceso disolvente con lo que creo que hay que contar: que es profundamente antinatural. Tanto el aborto como la unión sodomítica, que son las más graves consecuencias de la ideología que ha ido imponiéndose, constituyen transgresiones frontales de la ley natural. Sabemos que los “progresistas” niegan la existencia de tal ley. Pero los que pensamos que sí existe nos hacemos la pregunta: ¿puede una sociedad seguir un camino aberrante y permanecer próspera y tranquila por tiempo indefinido? Parece imponerse la respuesta negativa. Es necesaria, por tanto, la recuperación de los principios tradicionales y esta tarea de regeneración le corresponde a la derecha (guste o no al mayoritario clero “progre”). La batalla partidaria ha de darse en el terreno moral más que en el de las ideas económicas, pues aquí apenas hay diferencias entre derechas e izquierdas. El acomplejamiento debe cesar necesariamente. Si es el miedo a perder votos lo que paraliza, conviene recordar que George W. Bush (guste o no este señor) ha ganado por dos veces la Presidencia de Estados unidos gracias al voto decidido de la “mayoría moral.”
¡Que me perdonen mis paisanos¡
viernes 28 de abril de 2006
¡QUE ME PERDONEN MIS PAISANOS!
Félix Arbolí
C UANDO me pregunten la nacionalidad en cualquier ocasión o asunto oficial, no se que voy a poder contestar o escribir en la casilla correspondiente. Hasta hace unas semanas me consideraba que, como buen andaluz, mi nacionalidad era la española y ello me llenaba (y me llena, le pese a quien le pese) de orgullo. “Ser español es una de las cosas serias que se pueden ser en este mundo”, la frase era más o menos así y creo que su autor fue José Antonio Primo de Rivera, allá en los tiempos donde ser falangista y saberse los veintiséis puntos fundamentales de su partido era materia común y casi obligada a todo habitante de este país que entonces se llamaba España y al que nadie osaba menospreciar. Para mi el concepto de nación sólo tiene una referencia “España”, digan lo que digan y hagan lo que hagan por intentar comerle el coco a los aprovechados, pusilánimes y cobardes egoístas que tanto abundan hoy por estos pagos. ¿Desde cuando Andalucía ha sido una nación amigo Chaves?. ¿Quién te ha soplado esa barbaridad y te ha engañado para llevarla a la práctica?. Y te lo digo yo que considero el hecho de ser andaluz y gaditano como el privilegio más grande que han podido hacerme mis padres. A presumir de andaluz no hay quien me gane y por ello, precisamente, reniego a no considerar Andalucía como la región o comunidad, (tanto da lo uno como lo otro), de España más grande, alegre, profunda, diversa, diferenciada e internacionalmente reconocida en todo el mundo. No debemos olvidar los que nos ufanamos y con motivo de sentirnos andaluces que somos descendientes de castellanos, cántabros, gallegos, leoneses, vascos, etc, que poblaron nuestras extensas tierras del sur, cuando a base de una lucha que duró siete siglos lograron expulsar a los invasores musulmanes que la poblaban y dominaban hasta entonces. Los echaron de una tierra que no les pertenecía y de la que se habían apoderado, bajo argucias, traiciones y guerras exiliando y esclavizando a sus legítimos propietarios y habitantes y ocupando ellos su lugar. Pero fueron los reyes castellanos, leoneses, aragoneses, etc con sus ejércitos y mesnadas los que con su campaña de limpieza, arrojo y valentía, lograron erradicar al invasor de la Media Luna de los últimos confines de nuestra geografía. ¿Por qué pretender a estas alturas olvidarnos de nuestros orígenes e historia?. ¿Qué se persigue con implantar ese galimatías de “realidad nacional”. Yo, señor Presidente de una Junta, que no de una nación, no me considero “realidad nacional”, ni me gustan esas palabrejas que esconden algo que no es conveniente “desmenuzar” para evitar resquemores y posibles contratiempos. Si usted quiere renunciar a que el nombre de España figure en el preámbulo de ese “estatuto” que se han sacado de la manga, allá ustedes, para mi ser chiclanero, gaditano, andaluz y español son conceptos irrenunciables que nada ni nadie me hará cambiar. Tampoco me dicen nada los colores verde y blanco, a menos que se esté hablando de “Er Betis”, pero si me emociona en grado sumo el rojo y gualda de nuestra Enseña Nacional. Conste que no soy de ningún partido político y en las diversas elecciones he votado a varias opciones, sin fijarme en el logotipo que las encabezaba, sólo en la persona que figuraba en la lista y me inspiraba mayor confianza y consideración, buscando exclusivamente el bien de todos y por ende, de España. He votado PP, PSOE, antes PSP, etc, etc. Ahora he decidido no votar a nadie hasta que no salga un político con “cojones” (perdonen la expresión), que sea capaz de enmendar tanto entuerto y tanto insulto personal y se dedique de una vez a luchar y trabajar con serenidad y tesón por el bienestar de todos los españoles, sean de la tendencia que sean. A defender España de tanta cabronada como recibe de arriba, abajo, derecha e izquierda, ya que en este “tiovivo”en el que hemos convertido a la política, no se escapa ni el gato de mi vecina. Cierro mi comentario con un soneto que escribí en el año 97 y que, desgraciadamente, cobra actualidad nueve años más tarde: “A España” Siento España tu pena y amargura, y me causan dolor tantas traiciones, tanto afán de revancha y ambiciones o nostalgias de un ayer de mano dura. Yo comprendo tu angustia y desventura y me enerva el desdén de esas regiones que con aires absurdos de naciones reniegan de tu sangre y tu cultura. Y me enojan las turbias intenciones de quien busca su gloria y su ventura alentando nefastas divisiones. O el que exalta en el pueblo las pasiones persiguiendo con saña la locura de cambiar tu Bandera por pendones. Félix Arbolí 1997. Juzguen ustedes mismos.
¡QUE ME PERDONEN MIS PAISANOS!
Félix Arbolí
C UANDO me pregunten la nacionalidad en cualquier ocasión o asunto oficial, no se que voy a poder contestar o escribir en la casilla correspondiente. Hasta hace unas semanas me consideraba que, como buen andaluz, mi nacionalidad era la española y ello me llenaba (y me llena, le pese a quien le pese) de orgullo. “Ser español es una de las cosas serias que se pueden ser en este mundo”, la frase era más o menos así y creo que su autor fue José Antonio Primo de Rivera, allá en los tiempos donde ser falangista y saberse los veintiséis puntos fundamentales de su partido era materia común y casi obligada a todo habitante de este país que entonces se llamaba España y al que nadie osaba menospreciar. Para mi el concepto de nación sólo tiene una referencia “España”, digan lo que digan y hagan lo que hagan por intentar comerle el coco a los aprovechados, pusilánimes y cobardes egoístas que tanto abundan hoy por estos pagos. ¿Desde cuando Andalucía ha sido una nación amigo Chaves?. ¿Quién te ha soplado esa barbaridad y te ha engañado para llevarla a la práctica?. Y te lo digo yo que considero el hecho de ser andaluz y gaditano como el privilegio más grande que han podido hacerme mis padres. A presumir de andaluz no hay quien me gane y por ello, precisamente, reniego a no considerar Andalucía como la región o comunidad, (tanto da lo uno como lo otro), de España más grande, alegre, profunda, diversa, diferenciada e internacionalmente reconocida en todo el mundo. No debemos olvidar los que nos ufanamos y con motivo de sentirnos andaluces que somos descendientes de castellanos, cántabros, gallegos, leoneses, vascos, etc, que poblaron nuestras extensas tierras del sur, cuando a base de una lucha que duró siete siglos lograron expulsar a los invasores musulmanes que la poblaban y dominaban hasta entonces. Los echaron de una tierra que no les pertenecía y de la que se habían apoderado, bajo argucias, traiciones y guerras exiliando y esclavizando a sus legítimos propietarios y habitantes y ocupando ellos su lugar. Pero fueron los reyes castellanos, leoneses, aragoneses, etc con sus ejércitos y mesnadas los que con su campaña de limpieza, arrojo y valentía, lograron erradicar al invasor de la Media Luna de los últimos confines de nuestra geografía. ¿Por qué pretender a estas alturas olvidarnos de nuestros orígenes e historia?. ¿Qué se persigue con implantar ese galimatías de “realidad nacional”. Yo, señor Presidente de una Junta, que no de una nación, no me considero “realidad nacional”, ni me gustan esas palabrejas que esconden algo que no es conveniente “desmenuzar” para evitar resquemores y posibles contratiempos. Si usted quiere renunciar a que el nombre de España figure en el preámbulo de ese “estatuto” que se han sacado de la manga, allá ustedes, para mi ser chiclanero, gaditano, andaluz y español son conceptos irrenunciables que nada ni nadie me hará cambiar. Tampoco me dicen nada los colores verde y blanco, a menos que se esté hablando de “Er Betis”, pero si me emociona en grado sumo el rojo y gualda de nuestra Enseña Nacional. Conste que no soy de ningún partido político y en las diversas elecciones he votado a varias opciones, sin fijarme en el logotipo que las encabezaba, sólo en la persona que figuraba en la lista y me inspiraba mayor confianza y consideración, buscando exclusivamente el bien de todos y por ende, de España. He votado PP, PSOE, antes PSP, etc, etc. Ahora he decidido no votar a nadie hasta que no salga un político con “cojones” (perdonen la expresión), que sea capaz de enmendar tanto entuerto y tanto insulto personal y se dedique de una vez a luchar y trabajar con serenidad y tesón por el bienestar de todos los españoles, sean de la tendencia que sean. A defender España de tanta cabronada como recibe de arriba, abajo, derecha e izquierda, ya que en este “tiovivo”en el que hemos convertido a la política, no se escapa ni el gato de mi vecina. Cierro mi comentario con un soneto que escribí en el año 97 y que, desgraciadamente, cobra actualidad nueve años más tarde: “A España” Siento España tu pena y amargura, y me causan dolor tantas traiciones, tanto afán de revancha y ambiciones o nostalgias de un ayer de mano dura. Yo comprendo tu angustia y desventura y me enerva el desdén de esas regiones que con aires absurdos de naciones reniegan de tu sangre y tu cultura. Y me enojan las turbias intenciones de quien busca su gloria y su ventura alentando nefastas divisiones. O el que exalta en el pueblo las pasiones persiguiendo con saña la locura de cambiar tu Bandera por pendones. Félix Arbolí 1997. Juzguen ustedes mismos.
La España del talante
viernes 28 de abril de 2006
DOS AÑOS DE DESGOBIERNO
La España del talante
Por Ignacio Villa
Cuando Rodríguez Zapatero ganó en marzo de 2004 las elecciones generales, era muy difícil saber cómo iba a ser una legislatura que se iniciaba con la sombra triste y sobrecogedora de los atentados más atroces de la historia de España. Dos años después, el diagnóstico es fulminante: estamos en la legislatura más desastrosa del actual periodo democrático en España.
Dos años de gobierno es mucho tiempo; pero normalmente los dos primeros años de un mandato legislativo suelen ser el tiempo más placentero para un gobernante. Después de los primeros ajustes de un Ejecutivo siempre comienza la etapa más lucida de gestión, de medidas y de apoyo ciudadano. Con Rodríguez Zapatero, lejos de cumplirse esta costumbre, la situación se ha convertido en altamente inestable.
Hemos asistido a dos años de un Gobierno cuya mayor obsesión se centra en hacer "oposición" a la "Oposición". Han dinamitado, de forma obsesiva, todo el trabajo realizado por los Gobiernos de Aznar; han buscado el enfrentamiento, sin tapujos, entre los distintos modelos de sociedad; han arremetido contra todo y contra todos los que no piensan como el Ejecutivo; han utilizado, con toda la demagogia imaginable, los tópicos de la izquierda; han demolido la estructura constitucional del Estado, han abierto las puertas a los separatismos y han utilizado la persecución como estrategia política para alcanzar sus objetivos.
La muestra más clara de lo que estamos viviendo es la larga colección de manifestaciones que desde el verano de 2005 se han venido sucediendo. Nunca tanta gente se había congregado en la calle por motivos tan distintos y con un Gobierno con tan poco tiempo en el poder. Además, si ese Ejecutivo es de izquierdas, la situación es todavía más novedosa. Pero por encima de todo es una muestra clara de la debilidad de un partido que llegó al poder con la sombra de los atentados del 11 de Marzo.
La matanza de Madrid, dos años después, sigue siendo la gran losa de Rodríguez Zapatero. Con una estrategia tosca y zafia, el Partido Socialista se encuentra en un laberinto de imposible salida. Desde el Gobierno se trabaja incansablemente para enterrar lo ocurrido el 11 de Marzo: con pruebas falsas y desaparecidas, con una investigación policial incompleta, con una comisión de investigación inútil y con una operación mediática de desprestigio contra todos aquellos que simplemente pretenden conocer la verdad.
En el ecuador de la legislatura, el presidente del Gobierno no ha conseguido hacer olvidar los atentados del 11 de Marzo. Y desde luego que lo ha intentado. Zapatero, que no ha escatimado esfuerzos para dividir a las víctimas, no ha aceptado nunca que su triunfo electoral esté determinado por los atentados del 11 de Marzo. Nadie pone en duda la legitimidad de los resultados; pero al mismo tiempo no se puede olvidar que desde el Partido Socialista se rompió el día de reflexión –algo insólito en la democracia española–, y desde sus terminales mediáticas se incitó sin pudor a manifestarse ante las sedes del Partido Popular al grito de "¡asesinos!, ¡asesinos!". Ésa es la verdadera historia, ésas son las horas previas a la victoria electoral de los socialistas. Pretender que por la propaganda mediática de sus amigos las cosas se pueden olvidar es una torpeza propia de una mezcla de maldad, sectarismo e ingenuidad.
Zapatero prometió la España del talante y lo que ha conseguido es la España de la división, del enfrentamiento, de la tensión, de las heridas, de los bandos. En definitiva, estamos en la España del desgobierno. Con un Ejecutivo que sólo mira hacia atrás, que no gestiona, que no conoce lo que es la responsabilidad. Es lamentable que en Moncloa sólo se hable de la guerra de Irak o del Prestige, claro síntoma de una pobreza política lamentable para la sociedad española.
Nos encontramos en la mitad de una legislatura, y lo que se percibe es que estamos en el final de un ciclo, en los últimos estertores de una etapa. Precisamente en este diario se recoge la crónica política de unos meses en los que en España nos hemos acostumbrado a los sobresaltos, a la política del amiguismo, al ninguneo para los que piensan diferente y al desprecio para los que se salen de la línea oficial. Es la verdadera crónica de la España del talante. La de un Gobierno que no gobierna.
NOTA: Este artículo es la introducción de La España del talante, el primer libro de nuestro columnista Ignacio Villa (Styria, 2006; 223 páginas).
Gentileza de LD
DOS AÑOS DE DESGOBIERNO
La España del talante
Por Ignacio Villa
Cuando Rodríguez Zapatero ganó en marzo de 2004 las elecciones generales, era muy difícil saber cómo iba a ser una legislatura que se iniciaba con la sombra triste y sobrecogedora de los atentados más atroces de la historia de España. Dos años después, el diagnóstico es fulminante: estamos en la legislatura más desastrosa del actual periodo democrático en España.
Dos años de gobierno es mucho tiempo; pero normalmente los dos primeros años de un mandato legislativo suelen ser el tiempo más placentero para un gobernante. Después de los primeros ajustes de un Ejecutivo siempre comienza la etapa más lucida de gestión, de medidas y de apoyo ciudadano. Con Rodríguez Zapatero, lejos de cumplirse esta costumbre, la situación se ha convertido en altamente inestable.
Hemos asistido a dos años de un Gobierno cuya mayor obsesión se centra en hacer "oposición" a la "Oposición". Han dinamitado, de forma obsesiva, todo el trabajo realizado por los Gobiernos de Aznar; han buscado el enfrentamiento, sin tapujos, entre los distintos modelos de sociedad; han arremetido contra todo y contra todos los que no piensan como el Ejecutivo; han utilizado, con toda la demagogia imaginable, los tópicos de la izquierda; han demolido la estructura constitucional del Estado, han abierto las puertas a los separatismos y han utilizado la persecución como estrategia política para alcanzar sus objetivos.
La muestra más clara de lo que estamos viviendo es la larga colección de manifestaciones que desde el verano de 2005 se han venido sucediendo. Nunca tanta gente se había congregado en la calle por motivos tan distintos y con un Gobierno con tan poco tiempo en el poder. Además, si ese Ejecutivo es de izquierdas, la situación es todavía más novedosa. Pero por encima de todo es una muestra clara de la debilidad de un partido que llegó al poder con la sombra de los atentados del 11 de Marzo.
La matanza de Madrid, dos años después, sigue siendo la gran losa de Rodríguez Zapatero. Con una estrategia tosca y zafia, el Partido Socialista se encuentra en un laberinto de imposible salida. Desde el Gobierno se trabaja incansablemente para enterrar lo ocurrido el 11 de Marzo: con pruebas falsas y desaparecidas, con una investigación policial incompleta, con una comisión de investigación inútil y con una operación mediática de desprestigio contra todos aquellos que simplemente pretenden conocer la verdad.
En el ecuador de la legislatura, el presidente del Gobierno no ha conseguido hacer olvidar los atentados del 11 de Marzo. Y desde luego que lo ha intentado. Zapatero, que no ha escatimado esfuerzos para dividir a las víctimas, no ha aceptado nunca que su triunfo electoral esté determinado por los atentados del 11 de Marzo. Nadie pone en duda la legitimidad de los resultados; pero al mismo tiempo no se puede olvidar que desde el Partido Socialista se rompió el día de reflexión –algo insólito en la democracia española–, y desde sus terminales mediáticas se incitó sin pudor a manifestarse ante las sedes del Partido Popular al grito de "¡asesinos!, ¡asesinos!". Ésa es la verdadera historia, ésas son las horas previas a la victoria electoral de los socialistas. Pretender que por la propaganda mediática de sus amigos las cosas se pueden olvidar es una torpeza propia de una mezcla de maldad, sectarismo e ingenuidad.
Zapatero prometió la España del talante y lo que ha conseguido es la España de la división, del enfrentamiento, de la tensión, de las heridas, de los bandos. En definitiva, estamos en la España del desgobierno. Con un Ejecutivo que sólo mira hacia atrás, que no gestiona, que no conoce lo que es la responsabilidad. Es lamentable que en Moncloa sólo se hable de la guerra de Irak o del Prestige, claro síntoma de una pobreza política lamentable para la sociedad española.
Nos encontramos en la mitad de una legislatura, y lo que se percibe es que estamos en el final de un ciclo, en los últimos estertores de una etapa. Precisamente en este diario se recoge la crónica política de unos meses en los que en España nos hemos acostumbrado a los sobresaltos, a la política del amiguismo, al ninguneo para los que piensan diferente y al desprecio para los que se salen de la línea oficial. Es la verdadera crónica de la España del talante. La de un Gobierno que no gobierna.
NOTA: Este artículo es la introducción de La España del talante, el primer libro de nuestro columnista Ignacio Villa (Styria, 2006; 223 páginas).
Gentileza de LD
Libertad Digital, 2005 en cien articulos
viernes 28 de abril d e2006
UN REPASO DEL ANNUS HORRIBILIS
Libertad Digital. 2005 en cien artículos
Por Gorka Echevarría Zubeldia
Desde que se publicó el anuario con lo más granado de 2004, muchos esperaban que apareciera este volumen. Ningún otro medio con presencia exclusiva en internet cuenta con una obra de estas características, donde además se defienden sin complejos las ideas liberal-conservadoras (unidad de España, propiedad privada, capitalismo, familia, Constitución de 1978).
Tampoco existe otro diario que ofrezca a sus lectores una visión tan independiente de la realidad y consiga, al mismo tiempo, un éxito arrollador, con más de un millón de lectores fijos y seis millones de páginas visitadas al día. Estos datos contrastan con las malas noticias que marcaron el pasado año, quizá el peor de nuestra vigente democracia. Como señala en el prólogo Javier Rubio,
"2005 será recordado, bien como el año que vivimos peligrosamente o bien como el año en que la nación más antigua de Europa y, con ella, las libertades de los españoles comenzaron a descomponerse. (...) no es extraño que Libertad Digital haya tenido (…) en 2005 sus mejores resultados de audiencia. Sin embargo (…) cambiaríamos el éxito de nuestro diario por una larga racha de buenas noticias para España y las libertades de los españoles. Entre otras cosas, porque Libertad Digital nació con la expresa vocación de defenderlas".
Uno de los asuntos que ya protagonizaron el anuario de 2004 y que repiten en el de 2005 es el atentado del 11-M, puesto que aún perviven sus perniciosos efectos y los agujeros negros siguen sin aclararse. Federico Jiménez Losantos recuerda que, doscientos muertos mediante, se produjo "una victoria electoral en la que no creía nadie"; "se trata de la mayor victoria del terrorismo de Occidente", y, "también, del mayor fracaso de la opinión pública española en la democracia, cuando mayoritariamente le echó la culpa del atentado al Gobierno en vez de a los terroristas".
Por su parte, el único investigador que, exceptuando a Fernando Múgica, ha refutado la versión oficial del atentado, Luis del Pino, hace un repaso de lo que se sabe y de lo que se nos ha ocultado: "las dos mochilas encontradas en las estaciones parecen simples señuelos, (...) la famosa mochila de Vallecas jamás estuvo en los trenes de la muerte, (...) muchos de los implicados en la trama estaban siendo grabados antes de la masacre, (...) los explosivos y detonadores de los señuelos fueron suministrados por confidentes policiales, (...) al menos dos de los terroristas pasaron por comisaría seis días antes de los atentados, (...) la grabación de las conversaciones de El Chino se interrumpió el mismo 12-M…"
A resultas del triunfo electoral, y con un ZP henchido de orgullo y de radicalismo izquierdista, hemos comprobado que su verdadero propósito era cambiar el régimen constitucional a través del Estatut. En este sentido, Alberto Recarte realiza una disección letal de esa "constitución que separa a Cataluña del resto de España y define a España, sin que los españoles hayan tenido ocasión de pronunciarse, como un Estado plurinacional con características de confederación". Asimismo, denuncia que el texto del nuevo Estatut "consagra el gasto público como panacea para resolver todos los posibles problemas económicos". "El estado catalán será proteccionista (…) El orden económico que propone tiene una fortísima carga intervencionista, al tiempo que se manifiesta una profunda desconfianza hacia el libre mercado y un aborrecimiento notable a cualquier política liberalizadora".
En este último año, junto con estos dos terribles asuntos, se ha colado un tercero de gran calado. Desde aquella infame reunión en Perpiñán en la que Carod Rovira pactó que ETA no asesinara o hiciera estallar bombas en Cataluña, el fantasma del diálogo se ha instalado permanentemente en la vida política. Pues bien, al final ha resultado que el Gobierno ha negociado con ETA y, probablemente, pactado la entrega de Navarra. Ignacio Villa lo resumía así esta semana:
"Un mes, sólo un mes, ha sido suficiente para ver de cerca lo que se nos viene encima. Del pacto hemos pasado a la cesión y ahora estamos ya en el descontrol absoluto. Es triste observar cómo se rinde un gobierno democrático".
Anticipándose a este análisis, José García Domínguez, en otro gran artículo de esta antología, captaba con ironía lo que se avecinaba:
"Ocho años seguidos de victoria en victoria, hasta la derrota final; hasta ahora mismo, cuando, cautivo y desarmado el ejército constitucional, la tropa secesionista se apresta a alcanzar sus últimos objetivos. Porque la guerra casi ha terminado. Y la ETA está a punto de ganarla".
Aun cuando parece que nada puede empeorar –aunque todo es posible con el Gobierno que padecemos–, también hay ocasión para tomarse a chanza lo que sucede. Así, Pablo Molina, en una columna memorable reproducida en este anuario, describe uno de los principios mediáticos progresistas por excelencia:
"Si hay una manifestación masiva en defensa de valores ante los que la izquierda reacciona como si a Superman le ofrecieran kriptonita o a Sabina agua mineral, se silencia en todas las televisiones evitando cualquier conexión en directo".
Fernando Díaz Villanueva también arranca unas cuantas carcajadas, al plantear abiertamente que lo que necesita el cine español es un impuesto similar al que los antiglobalización defienden para las transacciones financieras:
"La tasa Bardem mataría dos pájaros de un tiro. Por un lado, haría de nuestro cine un gigante financiero. No habría producción que se le resistiese y, con algo de suerte y un poquito de talento, la gente volvería resignada a las salas. Por otro, la cultura española florecería en un nuevo siglo de oro, en una Arcadia carpetovetónica libre de los malignos influjos yanquis y de su odiosa colonización cultural".
A lo largo de estas 420 páginas podrán encontrar, asimismo, análisis firmados por columnistas tan reputados como Pío Moa, Cristina Losada, Juan Carlos Girauta o Carlos Rodríguez Braun, o de autores en auge como Daniel Rodríguez Herrera o Gabriel Calzada.
La combinación de coraje y pasión por la libertad que rezuma cada una de sus páginas hace de este anuario una rara avis entre los de su género. Ahora bien, sólo cabe recomendárselo a aquellas personas que, como dijo Jefferson, no temen a las verdades. De lo contrario, es preferible que sigan viviendo en Matrix.
VV.AA: Libertad Digital. 2005 en cien artículos. Hoja Perenne, 2006; 420 páginas. Prólogo de Javier Rubio Navarro.
Gentileza de LD
UN REPASO DEL ANNUS HORRIBILIS
Libertad Digital. 2005 en cien artículos
Por Gorka Echevarría Zubeldia
Desde que se publicó el anuario con lo más granado de 2004, muchos esperaban que apareciera este volumen. Ningún otro medio con presencia exclusiva en internet cuenta con una obra de estas características, donde además se defienden sin complejos las ideas liberal-conservadoras (unidad de España, propiedad privada, capitalismo, familia, Constitución de 1978).
Tampoco existe otro diario que ofrezca a sus lectores una visión tan independiente de la realidad y consiga, al mismo tiempo, un éxito arrollador, con más de un millón de lectores fijos y seis millones de páginas visitadas al día. Estos datos contrastan con las malas noticias que marcaron el pasado año, quizá el peor de nuestra vigente democracia. Como señala en el prólogo Javier Rubio,
"2005 será recordado, bien como el año que vivimos peligrosamente o bien como el año en que la nación más antigua de Europa y, con ella, las libertades de los españoles comenzaron a descomponerse. (...) no es extraño que Libertad Digital haya tenido (…) en 2005 sus mejores resultados de audiencia. Sin embargo (…) cambiaríamos el éxito de nuestro diario por una larga racha de buenas noticias para España y las libertades de los españoles. Entre otras cosas, porque Libertad Digital nació con la expresa vocación de defenderlas".
Uno de los asuntos que ya protagonizaron el anuario de 2004 y que repiten en el de 2005 es el atentado del 11-M, puesto que aún perviven sus perniciosos efectos y los agujeros negros siguen sin aclararse. Federico Jiménez Losantos recuerda que, doscientos muertos mediante, se produjo "una victoria electoral en la que no creía nadie"; "se trata de la mayor victoria del terrorismo de Occidente", y, "también, del mayor fracaso de la opinión pública española en la democracia, cuando mayoritariamente le echó la culpa del atentado al Gobierno en vez de a los terroristas".
Por su parte, el único investigador que, exceptuando a Fernando Múgica, ha refutado la versión oficial del atentado, Luis del Pino, hace un repaso de lo que se sabe y de lo que se nos ha ocultado: "las dos mochilas encontradas en las estaciones parecen simples señuelos, (...) la famosa mochila de Vallecas jamás estuvo en los trenes de la muerte, (...) muchos de los implicados en la trama estaban siendo grabados antes de la masacre, (...) los explosivos y detonadores de los señuelos fueron suministrados por confidentes policiales, (...) al menos dos de los terroristas pasaron por comisaría seis días antes de los atentados, (...) la grabación de las conversaciones de El Chino se interrumpió el mismo 12-M…"
A resultas del triunfo electoral, y con un ZP henchido de orgullo y de radicalismo izquierdista, hemos comprobado que su verdadero propósito era cambiar el régimen constitucional a través del Estatut. En este sentido, Alberto Recarte realiza una disección letal de esa "constitución que separa a Cataluña del resto de España y define a España, sin que los españoles hayan tenido ocasión de pronunciarse, como un Estado plurinacional con características de confederación". Asimismo, denuncia que el texto del nuevo Estatut "consagra el gasto público como panacea para resolver todos los posibles problemas económicos". "El estado catalán será proteccionista (…) El orden económico que propone tiene una fortísima carga intervencionista, al tiempo que se manifiesta una profunda desconfianza hacia el libre mercado y un aborrecimiento notable a cualquier política liberalizadora".
En este último año, junto con estos dos terribles asuntos, se ha colado un tercero de gran calado. Desde aquella infame reunión en Perpiñán en la que Carod Rovira pactó que ETA no asesinara o hiciera estallar bombas en Cataluña, el fantasma del diálogo se ha instalado permanentemente en la vida política. Pues bien, al final ha resultado que el Gobierno ha negociado con ETA y, probablemente, pactado la entrega de Navarra. Ignacio Villa lo resumía así esta semana:
"Un mes, sólo un mes, ha sido suficiente para ver de cerca lo que se nos viene encima. Del pacto hemos pasado a la cesión y ahora estamos ya en el descontrol absoluto. Es triste observar cómo se rinde un gobierno democrático".
Anticipándose a este análisis, José García Domínguez, en otro gran artículo de esta antología, captaba con ironía lo que se avecinaba:
"Ocho años seguidos de victoria en victoria, hasta la derrota final; hasta ahora mismo, cuando, cautivo y desarmado el ejército constitucional, la tropa secesionista se apresta a alcanzar sus últimos objetivos. Porque la guerra casi ha terminado. Y la ETA está a punto de ganarla".
Aun cuando parece que nada puede empeorar –aunque todo es posible con el Gobierno que padecemos–, también hay ocasión para tomarse a chanza lo que sucede. Así, Pablo Molina, en una columna memorable reproducida en este anuario, describe uno de los principios mediáticos progresistas por excelencia:
"Si hay una manifestación masiva en defensa de valores ante los que la izquierda reacciona como si a Superman le ofrecieran kriptonita o a Sabina agua mineral, se silencia en todas las televisiones evitando cualquier conexión en directo".
Fernando Díaz Villanueva también arranca unas cuantas carcajadas, al plantear abiertamente que lo que necesita el cine español es un impuesto similar al que los antiglobalización defienden para las transacciones financieras:
"La tasa Bardem mataría dos pájaros de un tiro. Por un lado, haría de nuestro cine un gigante financiero. No habría producción que se le resistiese y, con algo de suerte y un poquito de talento, la gente volvería resignada a las salas. Por otro, la cultura española florecería en un nuevo siglo de oro, en una Arcadia carpetovetónica libre de los malignos influjos yanquis y de su odiosa colonización cultural".
A lo largo de estas 420 páginas podrán encontrar, asimismo, análisis firmados por columnistas tan reputados como Pío Moa, Cristina Losada, Juan Carlos Girauta o Carlos Rodríguez Braun, o de autores en auge como Daniel Rodríguez Herrera o Gabriel Calzada.
La combinación de coraje y pasión por la libertad que rezuma cada una de sus páginas hace de este anuario una rara avis entre los de su género. Ahora bien, sólo cabe recomendárselo a aquellas personas que, como dijo Jefferson, no temen a las verdades. De lo contrario, es preferible que sigan viviendo en Matrix.
VV.AA: Libertad Digital. 2005 en cien artículos. Hoja Perenne, 2006; 420 páginas. Prólogo de Javier Rubio Navarro.
Gentileza de LD
¿El final de Fukuyama?
FTER THE NEOCONS
¿El final de Fukuyama?
or Rafael L. Bardají
A Francis Fukuyama, el analista americano metido a filósofo, suele acompañarle la suerte. De hecho, podría decirse que su mejor virtud es su habilidad para abordar, en el momento justo, el tema de moda. Ensalzado en su día por un artículo no sólo abstruso sino que casi nadie ha leído, aunque todos hacen referencia a él ('The end of History?', The National Interest, verano de 1989), Fukuyama ha sabido ir saltando de debate en debate y mantenerse como una referencia obligada en todo momento.
Así, escribió sobre el nation building a mediados de los 90, cuando la comunidad internacional tenía que lidiar con la crisis de los Balcanes y el horror étnico en otras zonas perdidas del globo; y sobre manipulación genética justo cuando el debate sobre los transgénicos y la clonación, entre otros asuntos, saltaba a la luz pública. En ese sentido, su editor puede sentirse más que satisfecho. Otra cosa son las ideas que Fukuyama defiende.
El autor ahora nos quiere sorprender con una nueva obra dedicada a la política internacional norteamericana y el papel de los Estados Unidos en el mundo, un tema, por lo demás, recurrente. Con todo, hay que reconocerle el mérito de volver a dar con un asunto candente, pues es cierto que la reflexión en Norteamérica sobre qué hacer y con qué objetivos está a la orden del día, tras las complicaciones en Irak y el sombrío horizonte que se entrevé con Irán. De hecho, las ediciones europea y estadounidense de la nueva obra de Fukuyama llevan títulos distintos: allí, America at the crossroads (América, en la encrucijada); aquí, After the neocons (Tras los neocon).
El libro era esperado porque ya en verano Fukuyama publicó un breve ensayo, 'El momento neoconservador', donde dejaba entrever algunas de las tesis que sostiene en aquél. Y porque, a pesar de haber defendido en su día la intervención en Irak y haberse alineado y casi casi identificado con las tesis de los neoconservadores, ahora Fukuyama pretende renegar de sus postulados políticos y estratégicos más recientes denunciando el campo en que, voluntariamente, se había metido. Sin embargo, su nueva obra, más que servir de demolición de las ideas neoconservadoras, en realidad es una revisión de las tesis que el propio Fukuyama elaboró en 1989 y que tanto éxito le han dado todos estos años. En ese sentido, After the necons podría entenderse mejor como "el final de Fukuyama".
Conviene tener presente el origen de la historia, más que su final, para entender el porqué, el cómo y el cuándo de este libro. Francis Fukuyama, a pesar de lo que dice de sí mismo, nunca ha sido un neocon. De hecho, su vinculación con destacados neoconservadores de su generación, esto es, los Bill Kristol, Robert Kagan, Bruce Jackson, Peter Berkovitz o Gary Schmitt, se sostiene únicamente en su adscripción al Project for the New American Century, al que prestó su firma en el momento de su lanzamiento, allá por 1996. Hay que recordar que por aquellos días las críticas a la Administración Clinton estaban a la orden del día en todos los terrenos, y que suscribir una apuesta alternativa no era algo descabellado. De hecho, para alguien como Fukuyama, con sentido de la historia, resultaba hasta lógico.
También es verdad que por aquellos días se daba una coincidencia entre la defensa que hacían los neocon de intervenir en los Balcanes y algunos de los planteamientos de Fukuyama, como la extensión de los valores liberales. Promover la democracia mediante el uso de la fuerza –la tesis neocon por excelencia– se confundía con el mensaje fukuyamista del triunfo de la democracia liberal en el mundo. Precisamente por esa aparente coincidencia, Francis Fukuyama vio lógico y necesario deponer y eliminar a Sadam Husein en 2003. Aunque ahora podamos comprobar que no estaba preparado para sostener una guerra que se mueve en la intrahistoria y que no ha superado esa fase de barbarismo a la que él tanto ha apuntado.
La aparición, ahora, de esta confesión de autor, reconociendo sus supuestos errores, se enmarca en la fatiga política que está causando en Estados Unidos la guerra de Irak. Es obvio que la victoria decisiva que esperaba el Pentágono no se ha materializado, y eso ha dado pábulo, por un lado, a una corriente revisionista que se cuestiona los principios y las razones que justificaron la intervención; por otro, ha servido de instrumento político para que los demócratas americanos fustiguen al actual inquilino de la Casa Blanca en su deseo de ganar tanto las elecciones de noviembre de este año como las presidenciales de 2008. Fukuyama sirve a esta segunda, aunque se base en la reflexión intelectual de la primera. Pero si el libro tiene éxito no será tanto por sus planteamientos teóricos cuanto porque sirva como otro elemento con el que espolear a un Bush progresivamente acosado. De todas formas, está por ver que tenga éxito.
En todo caso, la nueva obra de Fukyama encierra algunos méritos. Por ejemplo, toda su extensa primera parte, donde aborda una suerte de historia del pensamiento neoconservador. Y aunque tiende a perderse en los vericuetos de la supuesta influencia de Leo Strauss sobre algunos de los cabecillas americanos, tiene notables aciertos al tratar a la nueva generación de neocon. De Irving a Bill Kristol pasan muchas cosas en el país y en el mundo que obligan a planteamientos nuevos. En esa medida, esta parte del libro puede considerarse una buena introducción al neoconservadurismo.
Mucho más dudosa es la utilidad de la disección que hace de las principales escuelas americanas de política internacional. Fukuyama habla de los realistas clásicos, de los wilsonianos liberales, de los nacionalistas jacksonianos y de los neoconservadores siguiendo clasificaciones ya bien asentadas por otros. Sin embargo, cuando trata de desvincularse de los neocon para pasar a describirse como "wilsoniano robusto" se vuelve más bien confuso. De hecho, muchos neocon se definen, precisamente, como "wilsonianos robustos". No obstante, Fukuyama aspira a clarificar su posición afirmando que él fue un neocon no de la rama de Kristol, sino de la del "realismo democrático" de otros autores, como el comentarista Charles Krauthammer. Pero esto son piruetas más académicas que prácticas que quedan muy alejadas de las polémicas sobre los neocon en Europa y España.
Y todo esto lo hace Fukuyama para permitirse construir la última parte de su libro, destinada a proponer un nuevo curso a la acción exterior americana. Sin embargo, es esta parte, con mucho, la más endeble de todo su entramado intelectual. Fukuyama sólo encuentra como alternativa al cambio que defienden los neocon la estabilidad defendida por los realistas clásicos, aunque también reniegue de éstos. Pero su postulado de que más vale un dictador estable en Oriente Medio que el caos por querer imponer la libertad y la democracia podía perfectamente haber salido de la boca de un Henry Kissinger en los 70.
Como Fukuyama no tiene un ápice de tonto y es consciente de su contradicción, intenta superarla con piruetas intelectuales tan llamativas como inconsistentes. Así, por ejemplo, llega a proponer un sistema de controles supraestatales, basados en no se sabe muy bien qué legitimidad, y con qué garantías democráticas. El concepto por el que se siente atraído, "la supervisión horizontal" de los Estados nacionales, tiene pocos visos de llegar a ser operativo y eficaz en el mundo en que vivimos.
En suma, el libro no ofrece planteamientos novedosos, y cuando se dispone a avanzar alguna idea alternativa o bien da un salto atrás, a un pasado cuyos efectos ya conocemos, o se adentra en construcciones teóricas nada prácticas. Y es que la misión de Fukuyama, exculparse de su apoyo a la guerra de Irak y a una política intervencionista americana, no es difícil de lograr. Dar con un alternativa a los planteamientos de sus antiguos compañeros de viaje, los neocon, es ya otra cosa.
Porque la realidad es que, hoy por hoy, ni los realistas, con sus dictadores preferidos que sólo han servido para alimentar el odio y el fundamentalismo, ni los institucionalistas liberales, que esperan de la ONU lo que ésta no puede dar, pueden dar soluciones a los problemas del terrorismo islámico o la gobernabilidad del mundo.
Puede que los planes de los neocon no hayan salido como se esperaba en Irak, pero la verdad sigue siendo que cualquier otra cosa hubiera sido mucho peor.
Francis Fukuyama: After the neocons. Profile Books (Londres), 2006.
Gentileza de LD
¿El final de Fukuyama?
or Rafael L. Bardají
A Francis Fukuyama, el analista americano metido a filósofo, suele acompañarle la suerte. De hecho, podría decirse que su mejor virtud es su habilidad para abordar, en el momento justo, el tema de moda. Ensalzado en su día por un artículo no sólo abstruso sino que casi nadie ha leído, aunque todos hacen referencia a él ('The end of History?', The National Interest, verano de 1989), Fukuyama ha sabido ir saltando de debate en debate y mantenerse como una referencia obligada en todo momento.
Así, escribió sobre el nation building a mediados de los 90, cuando la comunidad internacional tenía que lidiar con la crisis de los Balcanes y el horror étnico en otras zonas perdidas del globo; y sobre manipulación genética justo cuando el debate sobre los transgénicos y la clonación, entre otros asuntos, saltaba a la luz pública. En ese sentido, su editor puede sentirse más que satisfecho. Otra cosa son las ideas que Fukuyama defiende.
El autor ahora nos quiere sorprender con una nueva obra dedicada a la política internacional norteamericana y el papel de los Estados Unidos en el mundo, un tema, por lo demás, recurrente. Con todo, hay que reconocerle el mérito de volver a dar con un asunto candente, pues es cierto que la reflexión en Norteamérica sobre qué hacer y con qué objetivos está a la orden del día, tras las complicaciones en Irak y el sombrío horizonte que se entrevé con Irán. De hecho, las ediciones europea y estadounidense de la nueva obra de Fukuyama llevan títulos distintos: allí, America at the crossroads (América, en la encrucijada); aquí, After the neocons (Tras los neocon).
El libro era esperado porque ya en verano Fukuyama publicó un breve ensayo, 'El momento neoconservador', donde dejaba entrever algunas de las tesis que sostiene en aquél. Y porque, a pesar de haber defendido en su día la intervención en Irak y haberse alineado y casi casi identificado con las tesis de los neoconservadores, ahora Fukuyama pretende renegar de sus postulados políticos y estratégicos más recientes denunciando el campo en que, voluntariamente, se había metido. Sin embargo, su nueva obra, más que servir de demolición de las ideas neoconservadoras, en realidad es una revisión de las tesis que el propio Fukuyama elaboró en 1989 y que tanto éxito le han dado todos estos años. En ese sentido, After the necons podría entenderse mejor como "el final de Fukuyama".
Conviene tener presente el origen de la historia, más que su final, para entender el porqué, el cómo y el cuándo de este libro. Francis Fukuyama, a pesar de lo que dice de sí mismo, nunca ha sido un neocon. De hecho, su vinculación con destacados neoconservadores de su generación, esto es, los Bill Kristol, Robert Kagan, Bruce Jackson, Peter Berkovitz o Gary Schmitt, se sostiene únicamente en su adscripción al Project for the New American Century, al que prestó su firma en el momento de su lanzamiento, allá por 1996. Hay que recordar que por aquellos días las críticas a la Administración Clinton estaban a la orden del día en todos los terrenos, y que suscribir una apuesta alternativa no era algo descabellado. De hecho, para alguien como Fukuyama, con sentido de la historia, resultaba hasta lógico.
También es verdad que por aquellos días se daba una coincidencia entre la defensa que hacían los neocon de intervenir en los Balcanes y algunos de los planteamientos de Fukuyama, como la extensión de los valores liberales. Promover la democracia mediante el uso de la fuerza –la tesis neocon por excelencia– se confundía con el mensaje fukuyamista del triunfo de la democracia liberal en el mundo. Precisamente por esa aparente coincidencia, Francis Fukuyama vio lógico y necesario deponer y eliminar a Sadam Husein en 2003. Aunque ahora podamos comprobar que no estaba preparado para sostener una guerra que se mueve en la intrahistoria y que no ha superado esa fase de barbarismo a la que él tanto ha apuntado.
La aparición, ahora, de esta confesión de autor, reconociendo sus supuestos errores, se enmarca en la fatiga política que está causando en Estados Unidos la guerra de Irak. Es obvio que la victoria decisiva que esperaba el Pentágono no se ha materializado, y eso ha dado pábulo, por un lado, a una corriente revisionista que se cuestiona los principios y las razones que justificaron la intervención; por otro, ha servido de instrumento político para que los demócratas americanos fustiguen al actual inquilino de la Casa Blanca en su deseo de ganar tanto las elecciones de noviembre de este año como las presidenciales de 2008. Fukuyama sirve a esta segunda, aunque se base en la reflexión intelectual de la primera. Pero si el libro tiene éxito no será tanto por sus planteamientos teóricos cuanto porque sirva como otro elemento con el que espolear a un Bush progresivamente acosado. De todas formas, está por ver que tenga éxito.
En todo caso, la nueva obra de Fukyama encierra algunos méritos. Por ejemplo, toda su extensa primera parte, donde aborda una suerte de historia del pensamiento neoconservador. Y aunque tiende a perderse en los vericuetos de la supuesta influencia de Leo Strauss sobre algunos de los cabecillas americanos, tiene notables aciertos al tratar a la nueva generación de neocon. De Irving a Bill Kristol pasan muchas cosas en el país y en el mundo que obligan a planteamientos nuevos. En esa medida, esta parte del libro puede considerarse una buena introducción al neoconservadurismo.
Mucho más dudosa es la utilidad de la disección que hace de las principales escuelas americanas de política internacional. Fukuyama habla de los realistas clásicos, de los wilsonianos liberales, de los nacionalistas jacksonianos y de los neoconservadores siguiendo clasificaciones ya bien asentadas por otros. Sin embargo, cuando trata de desvincularse de los neocon para pasar a describirse como "wilsoniano robusto" se vuelve más bien confuso. De hecho, muchos neocon se definen, precisamente, como "wilsonianos robustos". No obstante, Fukuyama aspira a clarificar su posición afirmando que él fue un neocon no de la rama de Kristol, sino de la del "realismo democrático" de otros autores, como el comentarista Charles Krauthammer. Pero esto son piruetas más académicas que prácticas que quedan muy alejadas de las polémicas sobre los neocon en Europa y España.
Y todo esto lo hace Fukuyama para permitirse construir la última parte de su libro, destinada a proponer un nuevo curso a la acción exterior americana. Sin embargo, es esta parte, con mucho, la más endeble de todo su entramado intelectual. Fukuyama sólo encuentra como alternativa al cambio que defienden los neocon la estabilidad defendida por los realistas clásicos, aunque también reniegue de éstos. Pero su postulado de que más vale un dictador estable en Oriente Medio que el caos por querer imponer la libertad y la democracia podía perfectamente haber salido de la boca de un Henry Kissinger en los 70.
Como Fukuyama no tiene un ápice de tonto y es consciente de su contradicción, intenta superarla con piruetas intelectuales tan llamativas como inconsistentes. Así, por ejemplo, llega a proponer un sistema de controles supraestatales, basados en no se sabe muy bien qué legitimidad, y con qué garantías democráticas. El concepto por el que se siente atraído, "la supervisión horizontal" de los Estados nacionales, tiene pocos visos de llegar a ser operativo y eficaz en el mundo en que vivimos.
En suma, el libro no ofrece planteamientos novedosos, y cuando se dispone a avanzar alguna idea alternativa o bien da un salto atrás, a un pasado cuyos efectos ya conocemos, o se adentra en construcciones teóricas nada prácticas. Y es que la misión de Fukuyama, exculparse de su apoyo a la guerra de Irak y a una política intervencionista americana, no es difícil de lograr. Dar con un alternativa a los planteamientos de sus antiguos compañeros de viaje, los neocon, es ya otra cosa.
Porque la realidad es que, hoy por hoy, ni los realistas, con sus dictadores preferidos que sólo han servido para alimentar el odio y el fundamentalismo, ni los institucionalistas liberales, que esperan de la ONU lo que ésta no puede dar, pueden dar soluciones a los problemas del terrorismo islámico o la gobernabilidad del mundo.
Puede que los planes de los neocon no hayan salido como se esperaba en Irak, pero la verdad sigue siendo que cualquier otra cosa hubiera sido mucho peor.
Francis Fukuyama: After the neocons. Profile Books (Londres), 2006.
Gentileza de LD
Pio Moa, 1934, un verano de desestabilizacion
viernes 28 de abril de 2006
UNA VISIÓN CRÍTICA SOBRE LA REPÚBLICA Y LA GUERRA CIVIL
1934, un verano de desestabilización
Por Pío Moa
El resentimiento por la victoria del centro-derecha en 1933 traería serias consecuencias. La primera fue un reagrupamiento de las izquierdas y los separatistas a fin de derrocar al Gobierno legítimo. Los nacionalistas catalanes, en alianza con Azaña, desplegaron toda su influencia al respecto, tratando de arrastrar al PSOE y a la CNT.
En verano comenzaron las acciones desestabilizadoras contra el Gobierno de Samper, que había sucedido a Lerroux. El PSOE organizó en junio una huelga general en el campo para impedir la recogida de la cosecha, lo cual habría provocado una catástrofe económica y hambre masiva. El Gobierno, en general vacilante, adoptó una actitud enérgica. Anunció que "la cosecha es la República" y afrontó la subversión arrestando a numerosos dirigentes y llevando a otros activistas a decenas de kilómetros de sus residencias.
Una de las principales impulsoras de la huelga, Margarita Nelken, pretendió que todo el campo español estaba parado, pero, pese a la violencias del PSOE (13 muertos y 200 heridos, en su mayoría trabajadores no huelguistas, destrucción de maquinaria, incendio de mieses…), el movimiento sólo afectó, y parcialmente, a 1.600 de los 9.000 municipios del país, según la célebre investigación de Malefakis.
Ante el fracaso, el PSOE lanzó una campaña masiva de denuncia de la represión "feroz" realizada por el Gobierno, inventando acusaciones mendaces, como he demostrado en Los orígenes de la guerra civil; aunque escritores como Preston les conceden total veracidad, sin el menor examen crítico. Fue una represión enérgica, pero en modo alguno criminal. No hubo, por ejemplo, ningún episodio parecido al protagonizado por el Gobierno de Azaña en Casas Viejas.
El fracaso hizo cundir la desmoralización entre los campesinos socialistas, empujados a la huelga con la promesa de ser apoyados por una huelga general en las ciudades que ni siquiera intentó su partido. Y causó tensiones dentro del PSOE, mostrando Largo Caballero su enojo por considerar la huelga precipitada, perjudicial para la insurrección armada en preparación.
Afortunadamente para ellos, el Gobierno no abusó de su victoria, aceptó negociar e hizo concesiones a los promotores de una acción que bien podría calificarse de criminal, por sus intenciones. Por otra parte, la cosecha de cereales, extraordinariamente copiosa, desmiente otro tópico de la propaganda izquierdista, aceptado como verídico por una amplia bibliografía, y no sólo de izquierdas: la de que los propietarios derechistas, por venganza, dejaban los campos sin cultivar, a fin de hambrear a los jornaleros y hacerles "comer república".
Apenas concluida la huelga comenzó la subversión en Cataluña, dirigida por Companys, so pretexto de una ley de contratos de cultivo que el Tribunal de Garantías Constitucionales declaró ilegal. La Esquerra gobernante en Cataluña trató de crear un clima insurreccional. Aprovechó su control de la Guardia de Asalto y de la Guardia Civil para organizar en ellas un trabajo subversivo, al tiempo que armaba a sus milicias, llamadas escamots (pelotones o patrullas, a imitación de las "escuadras" fascistas), y formaba núcleos afectos en las guarniciones militares de Cataluña.
Companys, y los suyos, llamaba a la rebelión a la población catalana. Sus discursos, algunos de los cuales he recogido en 1934, comienza la guerra civil, tienen un tono auténticamente belicista. Jaume Miravitlles, un separatista exaltado, escribía:
"Cada discurso de Companys era un toque de atención. Cada viaje, una concentración popular. Cada inauguración, una revista. A medida que pasaban los días, la figura del President adquiría proporciones épicas, de leyenda, mientras que Samper, Lerroux, Salazar Alonso, aparecían en su miserable minusculidad".
Amadeu Hurtado, un distinguido jurista, nacionalista moderado y enviado del propio Companys para los tratos con el Gobierno, explicó:
"Supe que a la sombra de aquella situación confusa, la Ley de Contratos de Cultivo era un simple pretexto para alzar un movimiento insurreccional contra la República, porque desde las elecciones de noviembre anterior no las gobernaban las izquierdas".
En ese movimiento colaboraron íntimamente los republicanos de Azaña y el PNV, y desde fuera el PSOE. Estos partidos se pusieron en contra del Gobierno legal y al lado de la sedición. Observa el mismo Hurtado:
"Con una inconsciencia inexplicable, los republicanos de Madrid venían a Barcelona a informarse y a seguir con entusiasmo las peripecias del movimiento que se preparaba, aunque fuera a favor del extremismo nacionalista".
Simultáneamente, presionaban a Alcalá-Zamora para que destituyese a los gobernantes legítimos y los pusiera a ellos en su lugar. El chantaje era tan intenso que el presidente llegó a temer sufrir un ataque al corazón, y anotó en sus diarios:
"Apena presenciar todo esto y seguir rodeado de gentes que constituyen un manicomio no ya suelto, sino judicial, porque entre su ceguera y la carencia de escrúpulos sobre los medios para mandar, entran en la zona mixta de la locura y la delincuencia".
Fue entonces cuando Azaña creyó llegada, por segunda vez, la ocasión de resolver el problema mediante un golpe de estado, como he demostrado documentalmente. De acuerdo con Companys y los suyos, planeó establecer un Gobierno sedicioso en Barcelona, que sería respaldado por una huelga general en toda España. Sin embargo, la huelga necesitaba el acuerdo del PSOE, y éste lo negó, porque estaba preparando su propio alzamiento en pos de la dictadura del proletariado y no quería subordinarse a iniciativas burguesas.
A finales de julio remitió algo la agitación en Cataluña, y entonces tomó el relevo el PNV. Usó el pretexto, en rigor insignificante, de unas tasas sobre el consumo del vino, complicándolo con una súbita y furiosa exigencia de sustituir las comisiones gestoras que regían las diputaciones por autoridades elegidas regularmente. Esta anomalía la había mantenido el Gobierno izquierdista durante el primer bienio, sin dar lugar a protestas serias, pero de pronto todos la consideraron absolutamente insufrible.
El PNV contó con el activo apoyo de la Esquerra, de los republicanos de izquierda y del PSOE, rival hasta entonces del PNV en Vascongadas. La táctica consistió en tratar de poner en pie un doble poder, inconstitucional, a partir de los ayuntamientos, y en rechazar una y otra vez, con insultante arrogancia, las propuestas conciliadoras que les hacía el débil Gobierno de Samper. De modo similar a Cataluña, cobraron ímpetu inusitado las protestas, las apelaciones separatistas y el incumplimiento de la ley.
Todo este movimiento, al parecer irresistible, iba a culminar en una magna asamblea de diputados y alcaldes sediciosos (peneuvistas, socialistas, esquerristas y republicanos), convocada por Prieto en Zumárraga, el 2 de septiembre, en crudo desafío al Gobierno, que la prohibió.
Del clima reinante pueden dar idea las expresiones de las izquierdas: "El choque es inevitable", clamaba Rovira i Virgili; Irujo declaraba con jactancia: "Estamos en franca, abierta y declarada rebeldía". La Humanitat amenazaba:"Si es lo bastante inconsciente para enfrentarse a la voluntad popular, allá el Gobierno con su responsabilidad. Puede ser tremenda". El PSOE anunciaba: "El conflicto entra en una fase de violencia mayor".
Pero, otra vez, el Gobierno reaccionó con firmeza, y bastaron unas compañías de guardias de asalto para echar abajo como un castillo de naipes las pretensiones de los rebeldes, impidiendo así la prevista "violencia mayor".
La CEDA, cada vez más alarmada ante aquella escalada de violencias y provocaciones, decidió entrar en el Gobierno y dejar de apoyar a Samper, el cual, salvo algunos momentos ocasionales, había demostrado una debilidad extrema, animando con ello las maniobras desestabilizadoras. El éxito gubernamental en Zumárraga y los constantes descubrimientos de alijos y depósitos de armas socialistas habían hecho creer a las derechas que el peligro principal había pasado. Estaban totalmente equivocadas, como se vería pronto.
La agitación en Cataluña, las Vascongadas y en todo el país continuaba con fuerza intimidatoria. El 14 de septiembre socialistas y comunistas concentraban a una multitud de 80.000 personas en el estadio Metropolitano de Madrid, donde hablaron los líderes juveniles de ambos partidos: "La unión del proletariado madrileño quedó sellada de manera imborrable, con su voluntad decidida de acabar con un régimen de oprobio", en un "frente único para preparar la insurrección armada". Santiago Carrillo, líder de las juventudes socialistas, profetizó: "Serán estas juventudes las que asalten el Poder, implantando la dictadura de clase". "El proletariado se prepara para la insurrección contra los elementos fascistas". Otro socialista, Jerónimo Bugida, afirmó: "En la cobardía del Gobierno central está la muestra de su impotencia y de su debilidad". El comunista Jesús Hernández declaró: "Estos compañeros congregados aquí van a ser las falanges que van a tomar el Poder en España. El Gobierno puede tomar todas las medidas represivas que quiera: no le servirán de nada. Dejaremos las víctimas que sea preciso en el campo de batalla".
Al final, miles de jóvenes uniformados evolucionaron en formación militar entre un delirio de ovaciones y puños en alto. El socialista lo valoraba: "Un alarde de fuerza, una reiteración de fe revolucionaria".
Es curiosa la poca atención que prestan la mayoría de los historiadores, en particular los progresistas, a este crucial verano. A menudo parece como si la insurrección de octubre que iba a seguir inmediatamente hubiera sido una tormenta repentina en un cielo sin nubes, sólo explicable por la "indignación" de las masas ante las imaginarias tropelías de aquel Gobierno excesivamente conciliador.
Pinche aquí para leer las entregas anteriores de UNA VISIÓN CRÍTICA SOBRE LA REPÚBLICA Y LA GUERRA CIVIL.
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UNA VISIÓN CRÍTICA SOBRE LA REPÚBLICA Y LA GUERRA CIVIL
1934, un verano de desestabilización
Por Pío Moa
El resentimiento por la victoria del centro-derecha en 1933 traería serias consecuencias. La primera fue un reagrupamiento de las izquierdas y los separatistas a fin de derrocar al Gobierno legítimo. Los nacionalistas catalanes, en alianza con Azaña, desplegaron toda su influencia al respecto, tratando de arrastrar al PSOE y a la CNT.
En verano comenzaron las acciones desestabilizadoras contra el Gobierno de Samper, que había sucedido a Lerroux. El PSOE organizó en junio una huelga general en el campo para impedir la recogida de la cosecha, lo cual habría provocado una catástrofe económica y hambre masiva. El Gobierno, en general vacilante, adoptó una actitud enérgica. Anunció que "la cosecha es la República" y afrontó la subversión arrestando a numerosos dirigentes y llevando a otros activistas a decenas de kilómetros de sus residencias.
Una de las principales impulsoras de la huelga, Margarita Nelken, pretendió que todo el campo español estaba parado, pero, pese a la violencias del PSOE (13 muertos y 200 heridos, en su mayoría trabajadores no huelguistas, destrucción de maquinaria, incendio de mieses…), el movimiento sólo afectó, y parcialmente, a 1.600 de los 9.000 municipios del país, según la célebre investigación de Malefakis.
Ante el fracaso, el PSOE lanzó una campaña masiva de denuncia de la represión "feroz" realizada por el Gobierno, inventando acusaciones mendaces, como he demostrado en Los orígenes de la guerra civil; aunque escritores como Preston les conceden total veracidad, sin el menor examen crítico. Fue una represión enérgica, pero en modo alguno criminal. No hubo, por ejemplo, ningún episodio parecido al protagonizado por el Gobierno de Azaña en Casas Viejas.
El fracaso hizo cundir la desmoralización entre los campesinos socialistas, empujados a la huelga con la promesa de ser apoyados por una huelga general en las ciudades que ni siquiera intentó su partido. Y causó tensiones dentro del PSOE, mostrando Largo Caballero su enojo por considerar la huelga precipitada, perjudicial para la insurrección armada en preparación.
Afortunadamente para ellos, el Gobierno no abusó de su victoria, aceptó negociar e hizo concesiones a los promotores de una acción que bien podría calificarse de criminal, por sus intenciones. Por otra parte, la cosecha de cereales, extraordinariamente copiosa, desmiente otro tópico de la propaganda izquierdista, aceptado como verídico por una amplia bibliografía, y no sólo de izquierdas: la de que los propietarios derechistas, por venganza, dejaban los campos sin cultivar, a fin de hambrear a los jornaleros y hacerles "comer república".
Apenas concluida la huelga comenzó la subversión en Cataluña, dirigida por Companys, so pretexto de una ley de contratos de cultivo que el Tribunal de Garantías Constitucionales declaró ilegal. La Esquerra gobernante en Cataluña trató de crear un clima insurreccional. Aprovechó su control de la Guardia de Asalto y de la Guardia Civil para organizar en ellas un trabajo subversivo, al tiempo que armaba a sus milicias, llamadas escamots (pelotones o patrullas, a imitación de las "escuadras" fascistas), y formaba núcleos afectos en las guarniciones militares de Cataluña.
Companys, y los suyos, llamaba a la rebelión a la población catalana. Sus discursos, algunos de los cuales he recogido en 1934, comienza la guerra civil, tienen un tono auténticamente belicista. Jaume Miravitlles, un separatista exaltado, escribía:
"Cada discurso de Companys era un toque de atención. Cada viaje, una concentración popular. Cada inauguración, una revista. A medida que pasaban los días, la figura del President adquiría proporciones épicas, de leyenda, mientras que Samper, Lerroux, Salazar Alonso, aparecían en su miserable minusculidad".
Amadeu Hurtado, un distinguido jurista, nacionalista moderado y enviado del propio Companys para los tratos con el Gobierno, explicó:
"Supe que a la sombra de aquella situación confusa, la Ley de Contratos de Cultivo era un simple pretexto para alzar un movimiento insurreccional contra la República, porque desde las elecciones de noviembre anterior no las gobernaban las izquierdas".
En ese movimiento colaboraron íntimamente los republicanos de Azaña y el PNV, y desde fuera el PSOE. Estos partidos se pusieron en contra del Gobierno legal y al lado de la sedición. Observa el mismo Hurtado:
"Con una inconsciencia inexplicable, los republicanos de Madrid venían a Barcelona a informarse y a seguir con entusiasmo las peripecias del movimiento que se preparaba, aunque fuera a favor del extremismo nacionalista".
Simultáneamente, presionaban a Alcalá-Zamora para que destituyese a los gobernantes legítimos y los pusiera a ellos en su lugar. El chantaje era tan intenso que el presidente llegó a temer sufrir un ataque al corazón, y anotó en sus diarios:
"Apena presenciar todo esto y seguir rodeado de gentes que constituyen un manicomio no ya suelto, sino judicial, porque entre su ceguera y la carencia de escrúpulos sobre los medios para mandar, entran en la zona mixta de la locura y la delincuencia".
Fue entonces cuando Azaña creyó llegada, por segunda vez, la ocasión de resolver el problema mediante un golpe de estado, como he demostrado documentalmente. De acuerdo con Companys y los suyos, planeó establecer un Gobierno sedicioso en Barcelona, que sería respaldado por una huelga general en toda España. Sin embargo, la huelga necesitaba el acuerdo del PSOE, y éste lo negó, porque estaba preparando su propio alzamiento en pos de la dictadura del proletariado y no quería subordinarse a iniciativas burguesas.
A finales de julio remitió algo la agitación en Cataluña, y entonces tomó el relevo el PNV. Usó el pretexto, en rigor insignificante, de unas tasas sobre el consumo del vino, complicándolo con una súbita y furiosa exigencia de sustituir las comisiones gestoras que regían las diputaciones por autoridades elegidas regularmente. Esta anomalía la había mantenido el Gobierno izquierdista durante el primer bienio, sin dar lugar a protestas serias, pero de pronto todos la consideraron absolutamente insufrible.
El PNV contó con el activo apoyo de la Esquerra, de los republicanos de izquierda y del PSOE, rival hasta entonces del PNV en Vascongadas. La táctica consistió en tratar de poner en pie un doble poder, inconstitucional, a partir de los ayuntamientos, y en rechazar una y otra vez, con insultante arrogancia, las propuestas conciliadoras que les hacía el débil Gobierno de Samper. De modo similar a Cataluña, cobraron ímpetu inusitado las protestas, las apelaciones separatistas y el incumplimiento de la ley.
Todo este movimiento, al parecer irresistible, iba a culminar en una magna asamblea de diputados y alcaldes sediciosos (peneuvistas, socialistas, esquerristas y republicanos), convocada por Prieto en Zumárraga, el 2 de septiembre, en crudo desafío al Gobierno, que la prohibió.
Del clima reinante pueden dar idea las expresiones de las izquierdas: "El choque es inevitable", clamaba Rovira i Virgili; Irujo declaraba con jactancia: "Estamos en franca, abierta y declarada rebeldía". La Humanitat amenazaba:"Si es lo bastante inconsciente para enfrentarse a la voluntad popular, allá el Gobierno con su responsabilidad. Puede ser tremenda". El PSOE anunciaba: "El conflicto entra en una fase de violencia mayor".
Pero, otra vez, el Gobierno reaccionó con firmeza, y bastaron unas compañías de guardias de asalto para echar abajo como un castillo de naipes las pretensiones de los rebeldes, impidiendo así la prevista "violencia mayor".
La CEDA, cada vez más alarmada ante aquella escalada de violencias y provocaciones, decidió entrar en el Gobierno y dejar de apoyar a Samper, el cual, salvo algunos momentos ocasionales, había demostrado una debilidad extrema, animando con ello las maniobras desestabilizadoras. El éxito gubernamental en Zumárraga y los constantes descubrimientos de alijos y depósitos de armas socialistas habían hecho creer a las derechas que el peligro principal había pasado. Estaban totalmente equivocadas, como se vería pronto.
La agitación en Cataluña, las Vascongadas y en todo el país continuaba con fuerza intimidatoria. El 14 de septiembre socialistas y comunistas concentraban a una multitud de 80.000 personas en el estadio Metropolitano de Madrid, donde hablaron los líderes juveniles de ambos partidos: "La unión del proletariado madrileño quedó sellada de manera imborrable, con su voluntad decidida de acabar con un régimen de oprobio", en un "frente único para preparar la insurrección armada". Santiago Carrillo, líder de las juventudes socialistas, profetizó: "Serán estas juventudes las que asalten el Poder, implantando la dictadura de clase". "El proletariado se prepara para la insurrección contra los elementos fascistas". Otro socialista, Jerónimo Bugida, afirmó: "En la cobardía del Gobierno central está la muestra de su impotencia y de su debilidad". El comunista Jesús Hernández declaró: "Estos compañeros congregados aquí van a ser las falanges que van a tomar el Poder en España. El Gobierno puede tomar todas las medidas represivas que quiera: no le servirán de nada. Dejaremos las víctimas que sea preciso en el campo de batalla".
Al final, miles de jóvenes uniformados evolucionaron en formación militar entre un delirio de ovaciones y puños en alto. El socialista lo valoraba: "Un alarde de fuerza, una reiteración de fe revolucionaria".
Es curiosa la poca atención que prestan la mayoría de los historiadores, en particular los progresistas, a este crucial verano. A menudo parece como si la insurrección de octubre que iba a seguir inmediatamente hubiera sido una tormenta repentina en un cielo sin nubes, sólo explicable por la "indignación" de las masas ante las imaginarias tropelías de aquel Gobierno excesivamente conciliador.
Pinche aquí para leer las entregas anteriores de UNA VISIÓN CRÍTICA SOBRE LA REPÚBLICA Y LA GUERRA CIVIL.
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