jueves, abril 03, 2008

Juan Orellana, La memoria historica de Rafael Azcona

jueves 3 de abril de 2008
EN LA MUERTE DEL GUIONISTA
La memoria histórica de Rafael Azcona
Por Juan Orellana
Sin duda Rafael Azcona era una gran persona. Yo le pude tratar en alguna ocasión y me llevé una grata impresión. Y era un gran trabajador, como documenta palmariamente su extensa filmografía. Por todo ello lamentamos su pérdida. Pero su contribución al cine español no es tan feliz como se nos está diciendo desde todos los medios, sean de derechas o de izquierdas.
Azcona ha sido, en realidad, un eslabón imprescindible en el proceso de ideologización que ha vivido en cine español de los últimos cuarenta años. Un proceso de fondo laicista que ha interpretado la historia de España –y el papel de la Iglesia– en una clave guerracivilista sectaria, la que le ha servido a Zapatero para acuñar su propia marca de "memoria histórica".
Recordemos por ejemplo el guión de La lengua de las mariposas y los estereotipos que dibuja, y el papel del cura del pueblo en ese contexto. Son siempre pinceladas, nunca grandes discursos, pero esas pinceladas, año tras año y de forma constante cambian una mentalidad huérfana; son –como hemos dicho aquí en ocasiones– una auténtica educación para la ciudadanía. En realidad, la trayectoria de Azcona encarna la versión cinematográfica de la Transición y de algunos de los procesos culturales que han venido después.
Ya en los sesenta y finales de los cincuenta, Azcona, junto a Luis García Berlanga y Marco Ferreri, escribe guiones desafiando a la censura con una profunda carga irónica y crítica, como El pisito (Ferreri, 1959), El cochecito (Ferreri, 1960), Plácido (Berlanga, 1961) o El verdugo (Berlanga, 1963), por citar algunas películas muy conocidas.
Una vez estrenada la democracia, el guionista riojano acepta una serie de encargos en los que va consagrando una cierta idea de España, de su historia, del presente y, sobre todo, del franquismo y de la guerra civil. Esos planteamientos han cristalizado en una doctrina oficial sobre esos periodos y cuestiones. Pensemos en películas como El año de las luces (Fernando Trueba, 1986), ¡Ay, Carmela! (Carlos Saura, 1990), Belle Epoque (Fernando Trueba, 1992), Tranvía a la Malvarrosa (José Luis García Sánchez, 1997), La niña de tus ojos (Fernando Trueba, 1998) o la citada La lengua de las mariposas (José Luis Cuerda, 1999), casi todas producidas por Andrés Vicente Gómez.
Algunos de los directores y productores con los que trabajó, como José Luis Cuerda o el citado Andrés Vicente Gómez son conocidos por su feroz anticlericalismo, como recientemente han demostrado públicamente por última vez. Por ejemplo, ante las últimas elecciones, Cuerda acusaba a los obispos españoles de querer imponer "una teocracia absurda", y Vicente Gómez declaraba públicamente hace un año que comprendía que en otros tiempos "la gente quemara las iglesias", en referencia a la persecución religiosa de nuestra guerra civil. Sin llegar a esos exabruptos demagógicos, Trueba y García Sánchez, colaboradores habituales de Azcona, siempre han comulgado con una filosofía de la historia profundamente laicista. Así pues, durante décadas, Azcona ha contribuido con sus películas a crear el humus de la "memoria histórica oficial", de la que el PSOE ha hecho bandera en la pasada legislatura y que deja a la Iglesia un rol caricaturesco y oscurantista bastante contrario a lo que representa en realidad.
Uno de los últimos trabajos de Azcona fue el guión de María Querida (2004), un film sobre María Zambrano de su director habitual José Luis García Sánchez. Allí, Azcona aprovecha para impartir una doctrina laicista y para arremeter contra todo lo que atisbe catolicismo. De esta forma el film violenta el talante real de María Zambrano para meter en el mismo saco a la Iglesia, al fascismo, la represión, el matrimonio, la incultura... y en el supuesto cajón del paraíso y de la libertad al aborto, el divorcio, la república y cierta filosofía.
Por otra parte, Azcona hacía unos años que había pasado de hacer cine de trasfondo histórico a abordar producciones de Andrés Vicente Gómez basadas en el chiste grueso y en el reclamo sexual, como fue el caso de El paraíso ya no es lo que era (F. Betriú, 2001) o La marcha verde (García Sánchez, 2002), uno de los mejores ejemplos de un cine casposo y machista.En fin, Azcona se puede considerar como uno de los guionistas más influyentes de los últimos treinta años, que ha hecho de la comedia un referente socio-cultural que ha aquilatado esa especie de pensamiento único que se ha instalado en el cine español, del que hay que señalar honrosas excepciones, como pueden ser Isabel Coixet y Gracia Querejeta, entre otros, que han conseguido liberarse del esclerótico prejuicio ideológico en que se ha convertido la cultura dominante.


http://iglesia.libertaddigital.com/articulo.php/1276234481

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