lunes 21 de abril de 2008
Pennsylvania, ¿final o principio?
JOSÉ MARÍA CARRASCAL
LA carrera por la candidatura demócrata a la presidencia norteamericana puede acabar mañana. O volver a empezar desde el principio. Si Barack Obama gana en Pennsylvania tiene asegurada la candidatura. Pero si pierde, Hillary podrá exhibir ante los superdelegados de su partido su victoria con la coletilla: «Soy yo, no Obama, quien puede ganar en noviembre, porque yo represento la política real, y él, la política ficción».
En Pennsylvania, en efecto, van a batirse en duelo dos viejas concepciones de la política, la idealista, basada en ilusionar a un pueblo en pos de una meta común, y la realista, basada en fajarse con los problemas inmediatos, para ver de resolverlos en la medida que sea posible. Hillary y Obama representan ambas concepciones, y si hasta el miércoles Obama iba por delante, su floja intervención en el debate, como dice un comentarista, «ha demostrado que es un político de carne y hueso». O lo que sería peor, un político más, con un equipaje demasiado ligero para afrontar los enormes problemas que tiene el país. Mientras Hillary rebota como la política profesional, curtida tanto en las luchas internas del partido como en las externas contra los republicanos, a más de las peculiares de la Casa Blanca, donde caben las que pudo tener con su marido a cuenta de las becarias. Algo que le ha ganado una imagen dura, ácida, agresiva, principal causa de que no tenga ya amarrada la candidatura. No hay duda de que le sobra oficio, pero le falta inspiración. Mientras a Obama le sobra inspiración y le falta oficio. Juntos harían un equipo formidable. Pero ambos son demasiado gallitos para aceptar un segundo puesto, por lo que ese ticket ideal parece descartado, al menos de momento. Tendrá que ser uno u otro.
Y le ha tocado a Pennsylvania ser quien decida. Alguno criticará que un Estado decida por cincuenta. Pero son las cortedades de la democracia, el sistema político menos malo. Y siempre será mejor que si lo decidiesen los mandamases del partido a puerta cerrada, como ocurre en tantos países, el nuestro incluido.
La posibilidad de que la carrera por la candidatura demócrata vuelva a su punto de partida no es la más grata para ese partido. De hecho, es la peor, ya que ambos contendientes se enzarzarán de aquí a la convención en una lucha encarnizada por cada delegado, que puede desangrarlos e incluso dejar herido de muerte al ganador, pues si gana Hillary, los negros, desilusionados después de haber soñado durante meses, se quedarán en casa el día de la elección. Y si gana Obama, los partidarios de Hillary es probable que voten a McCain, del que se sienten más próximos.
Pero quedan aún muchas batallas y muchas sorpresas de aquí a noviembre, como acabamos de comprobar. De momento, lo que urge es saber qué ocurre en Pennsylvania, que desde que albergó a los padres de este país para escribir la Constitución, nunca había vuelto a interpretar un papel tan importante en su historia.
http://www.abc.es/20080421/opinion-firmas/pennsylvania-final-principio_200804210250.html
lunes, abril 21, 2008
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