viernes 17 de noviembre de 2006
Mar de fondo
Ismael Medina
L AS "Reflexiones" publicadas el lunes en "Contrapotada" me han llegado ya con asiduidad a través del correo electróico. Pero no las he encontrado hasta cuando escribo en diarios de ámbito nacional. Se trata, en mi opinión, de un documento de indudable importancia. Y no sólo porque quien lo haya redactado nos ofrece un acabado análisis de la dramática situación en que está envuelta España y que a todos nos afecta. A diferencia de los que circularon con asiduidad cuando el vecepresidente del gobierno de UCD, el general Gutiérrez Mellado, comenzó el desmantelamiento partidista de los Ejércitos (los recogí en mi libro "España indefensa", de Ediciones Dyrsa, 1986), el de ahora lo avalan 173 firmas de mandos militares retirados, esposas y viudas de militares y varios alféreces de la Milicia Universitaria. Estamos sin duda alguna ante un manifiesto castrense que suscribirían una mayoría de mandos efectivos si la ley no les vedara el derecho de opinión. Y al que me uno sin reservas en mi condición de suboficial de complemento y de español que no se aviene a la destrucción de mi patria ni al desguace del Estado. El documento pone de manifiesto el malestar que anida tras el silencio de los cuadros de mando de las Fuerzas Armadas, a despecho del entreguismo que caracteriza a los integrantes de la llamada "cúpula militar", seleccionada con criterios políticos y partidistas por el gobierno Rodríguez. Esos mismos que han aceptado sin rechistar la burda sustracción de funciones que encierra la creación de la guardia pretoriana deRodríguez a que me refería en mi crónica anterior. Esos mismos que asumen la responsabilidad, junto al Jefe Supremo de las Fuerzas Armadas, de las continuadas vulneraciones del artículo 8º de la Constitución, amén de otros muchos atentados contra la unidad de España y la Constitución que juraron defender. Presumo que este manifiesto fue escrito antes de que el actual ministro de Defensa, sombra alargada de Rodríguez, anunciara la inminente reducción del número de soldados y mandos del actual espectro de Ejército y la reorganización de sus menguados efectivos. Una nueva jibarización de las Fuerzas Armadas que no obedece a metros de racionalidad defensiva sino que busca encubrir una ominosa realidad, acentuada por sustracción de un contingente nada desdeñable de efectivos para nutrir la milicia pretoriana de Rodríguez. Y también para proceder a una encubierta depuración política en la oficialidad bajo el pretexto de que la reducción dejará sin destino a no pocos de sus componentes. La supresión del servicio militar obligatorio fue un disparate patrocinado por la izquierda en cuyo cepo cayó el gobierno de Aznar, presumo piadosamente que por exigencias electorales. Conviene recordar al propósito que bajo los gobiernote Felipe González se estimularon y favorecieron demagógicas campañas de objeción de conciencia y de negativa a entrar en filas que alcanzaron una dimensión espeluznante al no ser cohibidas con la necesaria severidad. No se cayó en la cuenta de que la existencia de Ejércitos profesionales reclama una dotación presupuestaria idónea para sostenerlos y garantizar su capacidad combativa. Cuando no se les ofrece una remuneración acorde el servicio militar apenas si es atractivo para sectores sociales deprimidos que en él encuentran una forma ocasional de mejorar su situación. Es la causa de que los Ejércitos profesionales de calidad hayan sido cosa de países ricos como los USA y Gran Bretaña, a los que aludo como ejemplos sintomáticos, además de contar con una sólida estructura de incorporación obligada de reservistas en caso necesario. Pero ni tan siquiera es suficiente que esos profesionales estén pagados en forma acorde. De nada sirve si no se sienten orgullosos de ser soldados y de tener el reconocimiento de la sociedad a la que sirven. Ninguno de estos supuestos se dan en España. ¿Cómo pueden darse en un Estado sumergido en el caos, en el que el amor a la Patria está postituído y cuando el mismo concepto de Nación ha sido puesto en almoneda? Y asimismo cuando se sustraen a exigencias nacionales prioritarias voluminosas partidas presupuestarias para satisfacer la voracidad chantajistas de los nacionalismo separatistas o de las minorías taifales en cuyas manos está la perdurabilidad de la mayoría parlamentaria. Las previsiones de incorporación a las Fuerzas Armadas profesionalizadas resultaron fallidas y cada día son menos los que responden a las convocatorias, pese a crecer progresivamente los efectivos provenientes de la inmigración. Unos mínimos datos ilustran sobre este inquietante proceso. Es bastante habitual que los soldados busquen acrecer sus ingresos con actividades civiles en la economía sumergida. Y cuando los deberes de servicio chocan con los compromisos de trabajo adquiridos suelen recurrir a la baja por enfermedad. Pero como la Sanidad Militar es ya inexistente (otro disparate), han de solicitar baja laboral a la menos exigente y más vulnerable Sanidad Pública. Un fenómeno generalizado que se da con superior frecuencia en las mujeres soldado. Sobre todo, y pese a una más sustanciosa retribución, cuando han de ir a zonas conflictivas en el exterior. Nada de insólito encierra que se recurra a una rotación cada vez más rápida de los efectivos que, bajo la presunción de "acciones humanitarias de paz", se desplazan a las a las áreas calientes que convienen a la contradictoria política internacional del gobierno. Lo confirman las declaraciones de uno de los soldados en Kosovo que leí no hace mucho. Decía que era la quinta vez que su unidad era enviada a esa zona, la última para él ya que en cuando se produjera la siguiente también pediría la baja laboral por enfermedad. El más agorero peligro a que hace frente España son el gobierno Rodríguez y el P(SOE), pues bajo su agujereado paraguas crecen los otros cinco que la agobian: los nacionalismos independentistas; el doble émbolo del terrorismo etarra y del terrorismo islámico; las pugnaces pretensiones marroquíes de anexión d Ceuta, Melilla e incluso del archipiélago canario; y el recrecido imperialismo islámico que para sí reivindica Al-Andalus, es decir, la entera Península Ibérica. Pero no estamos preparados para afrontarlos con la necesaria energía. Menos todavía mientras Rodríguez y su gente controlen el poder y en tanto frente a su tarea de demolición no cambie de rumbo el Partido Popular ni la sociedad escape de la suicida pasividad que la atenaza. Es la realidad ante las que nos sitúa el manifiesto "Reflexiones". La presencia de las Fuerzas Armadas y de Seguridad del Estado están reducidas a condición casi simbólica en Vascongadas y Cataluña. La política de cesiones a ambos nacionalismos, la cual tiene su origen en la vulnerable Constitución de 19078, ha permitido a los gobiernos de ambos taifas disponer de unas fuerzas policiales propias que por número, estructura y dotación, tanto la visible como la oculta, pueden transformarse en verdaderos ejércitos en el momento que convenga. Cuando se creó la academia de formación de la policía vascongada bajo presidencia taifal del empresario consorte de Navarra Garicoechea, advertí en una crónica publicada por "El Alcázar" que, en atención a su estructura, sus programas de enseñanza y su adiestramiento, se perseguía en realidad la formación de los cuadros de mando de un futuro ejército "gudari", a imitación del que combatió junto al Ejército Rojo de la III República frentepopulista. Tampoco parece que los políticos, desde los ucederos a los actuales, hayan estudiado y asimilado lo que sucedió en Cataluña durante la guerra civil revolucionaria de 1934, aplastada por el Ejército. El doble émbolo de los terrorismos nacionalmarxista vascongado y el islámico mueven un mismo motor por su común pertenencia a la Internacional del Terror, según trato de explicar desde hace bastante tiempo. Y se demostrará si la investigación judicial no es desviada por la Fiscalía General del Estado y durante la vista oral de la causa, convocada con sospechoso apresuramiento, no se somete a rigurosa revisión la pésima instructoria del juez del Olmo. Una información, a modo de entrevista, publicada en la edición digital de "ABC" (12.11.2006) sin puntualizar los eventuales interlocutores, se decía que "los españoles más influyentes en Zapatero son Carod-Rovira y Ternera". Precisamente los que, junto a otros allegados, se reunieron impunemente y sin demasiada cautela en San Martín de Cuixá, vecino a Perpiñán, meses antes de la matanza del 11 de marzo. Las organizaciones terroristas del fundamentalismo islámico, las cuales responden a un mando único, que no es Bin Laden, sino el estado mayor instalado en Irán, no son otra cosa que el ejército clandestino para la reedición histórica del imperio musulmán, infiltrado en toda Europa a través de una inmigración masiva. Sus ejércitos regulares, con una inquietante dotación de armas de tecnología avanzada, son los de Irán, Siria y su apéndice Hezbolá. La insurgencia islamista no tardará mucho en extnderse por el norte de Africa, incluido Marruecos. Mohamed VI no podrá sostenerse en el poder con el continuado ejercicio de satrapía que le caracteriza.. Tampoco le valdrán las continuas purgas en las instituciones civiles y militares. Ni el respaldo de los USA que le entregó gratuitamente Rodríguez con sus desplantes y tancredadas. Habrá de amortiguar la insurrección fundamentalista y nacionalista con la droga de un expansionismo que no puede mantenerse con sólo la plena marroquización del antiguo Sahara español. La más consistente baza demagógica que puede jugar, y la jugará, será a costa de España. Ceuta y Melilla configuran las piezas más fáciles de ganar. Rodríguez las tiene entregadas de antemano como obligada contrapartida a la ayuda que el monarca alauíta le prestó para su acceso al poder. Pero no le bastará a más o menos largo plazo. La segunda baza, ya declarada en alguna ocasión, la definen las desguarnecidas Islas Canarias. Tampoco puede descartarse que, a la desesperada, intente convertirse en el moderno Tariq del imperio islámico en marcha, el cual ya tiene asentada su quinta columna en nuestro suelo. ¿Y de qué medios dispone España frente a tales asechanzas? Muy escasos. Poco podrá hacerse con una retaguardia desmantelada por los independentismos periféricos, un terrorismo etarra que nunca entregará las armas por muy grandes que sean las concesiones de un Estado en ruina, una taifa andaluza que favorece la islamización bajo martingala del arabismo en vez de la recristianización, una sociedad desmoralizada y unas Fuerzas Armadas crecientemente debilitadas. El análisis de estos datos de prospectiva nos muestran una conexión profunda entre la capitulación ante ETA, la Alianza de Civilizaciones y el desguace de las instituciones básicas del Estado, en particular las Fuerzas Armadas y la Justicia. En vez del servicio a España y al Estado se las ha convertido, o se persigue convertir, en servil instrumento de un gobierno y de un partido que buscan perpetuarse en el poder a cualquier precio. Las "Reflexiones" militares que propician esta crónica coinciden con brotes cada vez más ostensibles en el ámbito de la Justicia. Crecen entre jueces y fiscales, incluso en sectores considerados "progresistas", las reacciones en defensa de su imprescindible independencia y frente a la arbitrariedad frentepopulista de un gobierno que camina decididamente hacia su sovietización. Y no se olvida que la URSS, al igual que su reflejo en la III República, se autodenominaban democracias, aunque, eso sí, populares. Cunden, incluso desde la purgada vieja guardia socialista, las propuestas de reforma de la ley electoral y parciales de la constitución. Pero ni lo uno ni lo otro será aceptado por Rodríguez, sus cuadrilleros y la vengativa mano oculta que los guía, salvo en lo que les sea provechoso para perpetuarse en el poder. Una ley electoral como las existentes en Francia o Alemania podría clarificar algo las cosas, aunque sería insuficiente para salir del caos en que estamos sumergidos. Y en cuanto a la constitución, habremos de admitir que gran parte de los males que nos aquejan provienen de la vigente, resultado de un chalaneo en el que tanta responsabilidad histórica asumieron Alfonso Guerra y Abril Martorell. En vez de reformarla habría que elaborar de cabo a rabo una nueva constitución verazmente democrática. Hay mar de fondo, sí. Pero todavía sus efectos son limitados y más perceptibles en el aislamiento y el malestar internacional provocado por Rodríguez que en el interior. Todavía la marea no es lo bastante fuerte para hundir barcos políticos indeseables. Y menos aún para que se vaya a pique el que patronea Rodríguez sin brújula ni timón.
jueves, noviembre 16, 2006
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
Don Ismael Medina, sabio varón
Publicar un comentario