viernes 1 de diciembre de 2006
Relación con el islam
Benedicto XVI en Turquía
Agapito Maestre
¿Quién habla de alianza de civilizaciones entre musulmanes y occidentales? Necios, que desconocen las enseñanzas centrales del islam, o interesados en socavar los principales valores occidentales, especialmente el de la religión católica.
Muchas cosas pueden decirse de la visita del Papa a Turquía, pero hay dos asuntos innegables. Primera, el mundo islámico ha recibido a Benedicto XVI con indiferencia y frialdad. Segunda, el Patriarca de Constantinopla, el máximo representante de la Iglesia Ortodoxa, le ha rendido al Papa todos los honores que se merece, aunque hace sólo seis años Juan Pablo II fue "recibido" con campanas que tocaban a muerte. Fáciles son las enseñanzas que podemos extraer de estas dos evidencias: mientras que con los ortodoxos hay progreso en los acercamientos, todo parece detenido con los musulmanes.
En el primer caso, no creo que las relaciones entre musulmanes y cristianos, una vez superada la etapa de indiferencia, pudieran ir más allá de un conllevarse decentemente. La tolerancia será todo en esas relaciones. Coexistir en paz será el valor supremo. ¿Quién habla de alianza de civilizaciones entre musulmanes y occidentales? Necios, que desconocen las enseñanzas centrales del islam, o interesados en socavar los principales valores occidentales, especialmente el de la religión católica, la única religión que ha evolucionado hasta hacer posible una cultura no religiosa.
En efecto, en el supuesto de que existiera en el mundo musulmán algo parecido a la cultura del diálogo del mundo occidental, Benedicto XVI ha vuelto a demostrar con su viaje que las iniciativas a ese acercamiento la tienen los cristianos. Entre otras razones, porque el musulmán está convencido de que el islam es la última y definitiva religión revelada, que incluye a los judíos y los cristianos, no necesita del diálogo interreligioso. Por este lado, los islamistas que proponen políticamente una "alianza de civilizaciones" están engañándonos, porque desde el Corán es casi imposible una relación de diálogo.
En fin, mientras que el cristiano aspira a la verdad, el musulmán ya está en ella. El cristiano necesita interpretar constantemente la Biblia. El musulmán someterse. El libro cristiano es humano y divino. En el libro musulmán, el Corán, está yuxtapuesto Dios al hombre, lo sobrenatural a lo natural. Los autores de la Biblia están inspirados por Dios, pero ellos pueden interpretar y, en cierto sentido, crear; por el contrario, Mahoma se limita a escribir al dictado de Dios. La anulación del hombre en el Corán es completa, según la azora XCVII del Corán. Más que un texto revelado, es un texto munzal, descendido, sobre Mahoma. El texto sería simplemente la trascripción literal de un Corán "increado" que se encuentra, según la interpretación de Samir Khalil Samir, desde siempre junto a Dios y que ha "descendido" con la forma de un Corán histórico.
He ahí las razones fundamentales que diferencian al cristiano del musulmán. Son las mismas que acercarán, más tarde o más temprano, al cristiano católico al ortodoxo. Benedicto XVI las ha hecho evidente en su encuentro con el Patriarca de Constantinopla. Es posible, en fin, la relación sincera, incluso los acuerdos, entre religiones, por ejemplo, entre católicos y ortodoxos, porque son conmensurables una y otra, o sea, una y otra son susceptibles de ser medidas con un mismo patrón. Por desgracia, no es así en el caso del islam.
jueves, noviembre 30, 2006
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