26-XI-2006
Zapatero y ETA, al fin solos
EDITORIAL
Esta sociedad ya no es la de los años de hierro del felipismo, está bien pertrechada intelectual y moralmente para plantar cara al despotismo y el engaño, y no necesita que ningún partido político tire del carro
El presidente del Gobierno llega a su cita con la Historia antes de tiempo, desgajado de la realidad, por la escalera de atrás y en una patética soledad personal después de procurar y jactarse de la soledad de otros. Si no amaina la ola de indignación popular contra el dilálogo con ETA, reavivada este sábado por un millón de personas en Madrid bajo la lluvia y el frío, el implacable juicio de sus contemporáneos no dejará nada de Rodríguez Zapatero que sea de provecho para las generaciones venideras.
Poco más de dos años después de su llegada al poder, la sociedad española está dividida como nunca antes en los últimos treinta años, el Estado se deshilacha en naciones y realidades nacionales, los terroristas hablan abiertamente de objetivos políticos con el Gobierno. Zapatero ha unido su suerte a la de ETA, como lo demuestra su contumacia en la negociación, pese a que el chantaje terrorista lo está sangrando en los sondeos electorales. El último de ellos, publicado esta misma semana por el CIS, refleja un dramático drenaje ante el que el presidente, lejos de rectificar el rumbo, parece querer acelerar hacia él.
Este mismo sábado, horas antes de la multitudinaria manifestación popular contra la política de cesión a ETA, Rodríguez Zapatero ha anunciado que no habrá consecuencias políticas por el robo de 350 pistolas por la banda terrorista en Francia. Sencillamente, el Gobierno mirará para otro lado y seguirá adelante con su "proceso de paz", arrastrando al Fiscal General del Estado y a todos los jueces que pueda embarcar en su rally enloquecido y suicida.
El tiempo de especular electoralmente con la expectativa de paz lo han clausurado abruptamente la evidencia de que ETA no está en tregua, por un lado, y la presión del sector más vivo, alerta y moralmente centrado de la sociedad española, por otro, para que Zapatero se defina y explique a qué está jugando, qué clase de paz negocia, y a cambio de qué. Y ahí, en sacar a Zapatero de la zona de sombra del lenguaje ambiguo y la política de hechos consumados para que dé la cara y elija con luz y taquígrafos a sus compañeros de poder, radica el acierto de la perseverante movilización de las víctimas del terrorismo a lo largo de estos dos años, una marea de opinión pública que este sábado se ha consagrado definitivamente como el hito más importante del crecimiento y la autonomía de la sociedad civil en la etapa democrática.
Ver al PP en segunda fila, arrastrado a una euforia cívica que Mariano Rajoy a duras penas pudo contener cuando proclamó, en medio de la muchedumbre, su "orgullo de ser español", o registrar constantes lemas de apoyo a la independencia de la Prensa personificada en la COPE [y con la que LIBERTAD DIGITAL, modestamente, se siente igualmente comprometida] entre miles de manifestantes, son hechos que demuestran que esta sociedad ya no es la de los años de hierro del felipismo, está bien pertrechada intelectual y moralmente para plantar cara al despotismo y el engaño, y no necesita que ningún partido político tire del carro. Las mayorías de plomo, los pactos de exclusión y la omertá de la Prensa sumisa no son sino patéticos manotazos de impotencia de un poder decadente, del que Zapatero es chusco epígono, ante la vivacidad y el orgullo de una sociedad que se sabe ilustrada y se siente libre.
Son las víctimas, y el gigantesco respaldo popular que concita su causa de la libertad, el verdadero escollo con el que no contaban Zapatero y ETA en su apaño de paz. El clamor abrumador oído este sábado en Madrid de gente decente llegada de toda España no puede sino precipitar el final de la farsa, como de hecho ya lo está consiguiendo. Zapatero ha entrado en la pendiente final de su cita precoz con el juicio de la Historia. Ya no hay tiempo de medrar ni crédito que gastar en la buena fe de los ciudadanos. El final de trayecto lo desnuda junto a quienes siempre le acompañaron en su repulsivo viaje hacia el poder absoluto. Zapatero y ETA, al fin solos, frente a la sociedad que los señala y acusa. Es hora de tomar decisiones o de dejar que los ciudadanos lo hagan libremente en las urnas.
domingo, noviembre 26, 2006
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