jueves 30 de noviembre de 2006
Libertad de expresión
La prensa debería apreciar lo que tiene
Michelle Malkin
Demos gracias por no vivir en Dinamarca, donde los viñetistas que se atrevieron a caricaturizar a Mahoma y desafiar la tétrica sharia aún se esconden temiendo por sus vidas.
Entre las incesantes condenas a la administración Bush por recortar su libertad de expresión, las incontables querellas exigiendo información clasificada y sensible del ejército y las agencias de Inteligencia y los lloros de la autocompasiva industria mediática por sus hemorrágicas tiradas (a excepción del New York Post), mis colegas de los medios norteamericanos no tienen mucho tiempo para dar las gracias. Permítanme:
Demos gracias por no vivir en Bangladesh, donde puedes ser llevado a juicio por escribir columnas en apoyo a Israel y condenando la violencia musulmana. Pregunte a Salah Uddin Shoaib Choudhury, editor de Blitz, el mayor semanario en inglés de Bangladesh. Actualmente afronta un proceso de sedición por hablar sobre las amenazas que plantea el Islam radical en Bangladesh. Ha sido encarcelado, humillado, golpeado y condenado. En el tribunal, sus denunciantes leyeron estas acusaciones contra él: "Al elogiar a los judíos y los cristianos, al intentar viajar a Israel y al predecir el presunto ascenso de la militancia islamista en el país y expresar tal cosa a través de escritos dentro del país y en el extranjero, ha intentado perjudicar la imagen y las relaciones de Bangladesh con el mundo exterior". Por expresar esas opiniones disidentes, afronta la posibilidad de ser ejecutado.
Demos gracias por no vivir en Egipto, donde varios bloggers han sido detenidos por el gobierno por criticar el Islam y denunciar la apatía de la policía de El Cairo ante el hostigamiento a la mujer. Simplemente pregunte a Abdel Karim Suliman Amer, de 22 años de edad, que era detenido a principios de este mes por "extender información alteradora del orden público", "incitación a odiar a los musulmanes" y "difamación del presidente de la República". Pregunte a Rami Siyam, que escribe bajo el nombre de Ayyoub y ha criticado abiertamente la brutalidad egipcia. Era detenido esta semana junto con tres amigos después de abandonar la casa de un colega blogger. Su anfitrión, el reformista musulmán de 24 años de edad Mohammed al-Sharqawi, había sido detenido por el gobierno egipcio esta primavera al abandonar una manifestación pacífica en El Cairo en la que llegó una pancarta que rezaba: "Quiero mis derechos". Sharqawi fue golpeado en prisión durante varias semanas.
Demos gracias por no vivir en Sudán, donde los editores pueden perder sus cabezas por no ajustarse a la línea gubernamental. Pregunte a la familia de Mohammed Taha, editor jefe del diario sudanés Al-Wifaq, que fue encontrado decapitado en septiembre en un callejón de Jartoum. Había sido secuestrado por jihadistas armados enmascarados. ¿Qué pecado cometió Taha, tan grave como para costarle la vida? Insultó al Islam y se atrevió cuestionar la historia musulmana, las raíces de Mahoma y a otros musulmanes. Antes de su asesinato, el diario fue clausurado durante tres meses y llevado a juicio por "blasfemia".
Demos gracias por no vivir en China, el principal encarcelador mundial de periodistas y críticos que escriben en Internet. Considere a Yang Xiaoqing, encarcelado durante cinco meses por informar de la corrupción entre los funcionarios locales de la provincia central de Hunan. O a Yang Tianshui, condenado a 12 años de prisión esta primavera por insertar ensayos en Internet en apoyo a un movimiento de exiliados que busca celebrar elecciones libres. O a Li Yuanlong, un reportero de Cantón del Bijie Daily encarcelado durante dos años bajo cargos de subversión porque se atrevió a criticar en páginas web extranjeras al Partido Comunista en el poder. O cualquiera de los otros 32 periodistas y más de 50 bloggers entre rejas.
Demos gracias por no vivir en el Líbano, donde los escritores libres pagan con sus vidas. El periodista y activista cristiano ortodoxo Samir Kassir, que era crítico con la implicación siria en el Líbano, fue asesinado en un atentado con coche bomba en Beirut en el 2005. Su colega, el director del periódico An-Nahar Gibran Tueni, fue asesinado con un coche bomba el pasado diciembre. La presentadora de la televisión libanesa y periodista cristiana May Chidiak sobrevivió a otro atentado con coche bomba el pasado otoño, pero perdió un brazo, una pierna y un ojo.
Demos gracias por no vivir en Rusia, donde los periodistas de investigación son liquidados. El pasado mes, la incansable reportera y crítica de Putin Anna Politkovskaya fue encontrada muerta de un tiro en su apartamento. En los días previos a su muerte, Politkovskaya había estado trabajando en una noticia sobre la tortura en Chechenia, según su diario, el Novaya Gazeta. Se une a una cifra de muertos que incluye a Paul Klebnikov, el editor norteamericano de nacimiento de la edición rusa de Forbes, que había estado investigando el submundo empresarial ruso y que fue acribillado en los exteriores de su oficina en Moscú en el 2004; Valery Ivanov, editor del Tolyatinskoye Oborzreniye, también acribillado después de investigar el crimen organizado y el tráfico de drogas en el 2002; y Larisa Yudina, editora del Sovetskaya Kalmykia, diario de la oposición en el sur de Rusia, que fue apuñalada hasta morir por antiguos ayudantes del gobierno.
Demos gracias por no vivir en Dinamarca, donde los viñetistas que se atrevieron a caricaturizar a Mahoma y desafiar la tétrica sharia aún se esconden temiendo por sus vidas.
Demos gracias por no vivir en Italia, donde un juez cobarde cedió a las presiones jihadistas y sometió a juicio a la aclamada periodista de guerra Oriana Fallaci por sus agudas críticas al Islam. Sucumbió al cáncer antes de que pudieran imponer la deseada pena a la leona. Pero hicieron saber a lo largo y ancho del mundo a los cobardes medios occidentales el precio de "insultar" el Islam.
Demos gracias por vivir en Estados Unidos, tierra de la libertad y hogar de los valientes, donde la élite mediática puede filtrar información top-secret con impunidad, ganar premios Pulitzer, hacer caja con lucrativos contratos literarios, insultar de manera rutinaria a sus lectores y audiencia, difundir propaganda del enemigo, cerrar los ojos ante las víctimas de la jihad y presentarse como oprimidas víctimas con salarios de seis cifras.
Dios bendiga a los Estados Unidos de América.
jueves, noviembre 30, 2006
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