jueves, noviembre 30, 2006

La imparable probabilidad divina

jueves 30 de noviembre de 2006
ABSURDOS CÁLCULOS
La improbable probabilidad divina
Por Alfonso García Nuño
Tomando como punto de partida una fórmula creada por el matemático y pastor presbiteriano Thomas Bayes hace unos 250 años, el periodista y ensayista alemán Thomas Vasek ha llegado a la conclusión, según sus cálculos, de que la existencia de Dios tiene una probabilidad del 62%, ni más ni menos.
Como los intentos de probar racionalmente la existencia de Dios han fracasado a lo largo de la historia, Thomas Vasek ha optado por el cálculo de probabilidades, como si se tratara de hallar a un electrón danzarín y corretón. Para ello, ha seguido muy de cerca el proceder del libro La probabilidad de la existencia de Dios del físico Stephen D. Unwin, el cual, por cierto, fue mucho más optimista, ya que llegó a la conclusión de que la probabilidad de la existencia divina era de un 67%, ni menos ni más.
Thomas Vasek prudentemente parte de una postura neutral y otorga, de entrada, un 50% de probabilidad a cada una de las posibles hipótesis, para lo cual no precisa ninguna demostración. Si utilizáramos un criterio distinto, el punto de partida variaría y con él la conclusión final. Pongamos por caso que usásemos un criterio democrático, por ejemplo, la opinión de todos los hombres a lo largo de la historia, entonces la improbabilidad comenzaría la carrera con una notable desventaja. Mas si fuera un criterio de percepción sensorial, la balanza se invertiría. Pero dejemos que nuestro ensayista nos guíe desde la neutralidad por los cinco ámbitos de sus elucubraciones.
El primero es el origen del universo. El que haya surgido de la nada es más improbable que el que haya sido creado por Dios, lo cual hace que la probabilidad de la existencia divina suba del 50% al 67%. A mí, desde luego, me parece que el que haya surgido de la nada no solamente es improbable, sino más bien imposible y que la cuestión sería si el universo ha sido creado o es eterno. El segundo ámbito es el del orden del universo, lo cual hace, por cierto, que sea un cosmos. En su opinión, el hecho de que un cambio mínimo en las condiciones físicas actuales haría que el universo colapsara hace que la probabilidad de la existencia de Dios suba al 80%. Hasta ahora todo va al alza, pero, en el ámbito de la evolución, nos encontramos con que esta tercera partida concluye en tablas ya que, según dice, es tan probable que la evolución sea autosuficiente como que sea algo impulsado por Dios. Lo cual quiere decir, por lo que dice Thomas Vasek, que, aunque sea más probable que Dios haya creado el universo como un cosmos, es posible, en alguna medida, que lo haya creado no queriendo en él la evolución y que ésta haya sido un resultado que se le haya escapado en sus previsiones.
Por el momento, pese al último empate, la cuestión era favorable a Dios, pero ahora llegan las rebajas en el apartado de la existencia del bien y del mal moral. Este último hace bajar la probabilidad divina al 45%, caída amortiguada por el hecho de que la existencia de Dios hace más posible el reconocimiento del bien y el mal. Se podría hacer parecido razonamiento que con la evolución, ¿es más probable un cosmos, creado por Dios, con bien y mal o un cosmos, surgido de la nada, con bien y mal? En realidad, cuando se habla del mal moral más que estar en juego la existencia de Dios, lo que está en juego es una determinada imagen de Él. Si el Dios del que hablamos gusta o no de que los hombres sean libres, si debería intervenir coactiva y policialmente sobre la historia o bien respetar las consecuencias de la libertad creada o incluso sufrirlas formando parte de la historia. Lo que es incompatible con que haya mal es un Ministerio del Interior omnipotente y lo improbable para algunos razonamientos es un Dios amante hasta el fondo de la libertad. ¿Pero cómo subir al 62%? Por las muchas personas que han tenido experiencias místicas y religiosas a lo largo de la historia. Lo cual podría haberse tomado como punto de partida, como ya dijimos.
Hay intentos bien intencionados que no llevan a ningún sitio. Me da la impresión de que, cuando la Iglesia dice que la luz natural de la razón puede conocer la existencia de Dios a partir de las cosas creadas, debe referirse a algo un poco más serio y, desde luego, a lo que invita es a tener una noción de la razón que abarque más que la ciencia.

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