jueves, noviembre 30, 2006

La aspiracion compartida

viernes 1 de diciembre de 2006
LUIS POUSA
CELTAS SIN FILTRO
La aspiración compartida
El BNG es la fuerza política con menor número de diputados en el Parlamento gallego. Una evidencia que, sin embargo, no debe llevar a confundir el Bloque con una organización marginal o residual. De hecho su peso no es proporcionalmente menor que el de otras organizaciones políticas en países como Holanda, Bélgica, Austria, Dinamarca, etc, por no citar a Italia, con compromisos de Gobierno, y ello le permite establecer alianzas, si bien casi en exclusiva con el PSdeG-PSOE como consecuencia del proceso de concentración que sufrió el subsistema político gallego en los noventa.
En efecto. En la última década del siglo XX el mapa de partidos de poder quedó reducido a tres, PPdeG, PSdeG y BNG, con la salvedad de que éste último está configurado como una organización frentista y no como un partido. Lo que le permite al Bloque alojar en su interior a formaciones con enormes dificultades para moverse por sí solas y garantizar su presencia en las instituciones (PNG, UG, etc), así como captar a título individual a políticos con capacidad de liderazgo en determinados segmentos de la sociedad gallega y cuyo grado de conocimiento ciudadano supone un activo electoral. Es el caso, sobre todo, de Camilo Nogueira. Y, en cierta medida, también el de Carlos Mella, aunque sus vínculos orgánicos con el frente fuesen más difusos.
En esa confluencia, a distintos órdenes y niveles, algo tuvo que ver el liderazgo de Xosé Manuel Beiras. Un liderazgo intelectual y empático, y no únicamente intelectual. No obstante, el protagonismo que adquiere el BNG, como centralidad del nacionalismo gallego, y los avances electorales sucesivos que registra en los años noventa no son explicables al margen de lo que sucede en el contexto del propio subsistema gallego.
A partir de 1990, Manuel Fraga, con Xosé Cuiña como secretario general, abre el PPdeG a sectores galleguistas y centristas (CdeG y CG), en una operación destinada a abrazar a todo el centro derecha. El PSdeG pasa en esos años por sus horas más bajas, debido a luchas caínitas entre sus barones y a la crisis larvada que sufre el PSOE, con sus consiguientes derrotas en 1996 (Felipe González) y 2000 (Joaquín Almunia).
El comienzo del siglo XXI coincide con los primeros síntomas de que ha concluido la fase alcista y el BNG inicia una etapa de caída de apoyos electorales. Lenta al principio y más acelerada a partir de 2001, en las elecciones autonómicas de 2005, con Anxo Quintana de cabeza de cartel, los nacionalistas pierden cuatro escaños, pasando de 17 a 13.
Presumiblemente son varios y distintos los factores que influyen en ese cambio de tendencia, pero no consta un estudio que concrete las causas por las que el crecimiento del Bloque tuvo un límite modesto.
Por las decisiones que están tomando y las que anuncian, puede sobreentenderse que Quintana y la UPG comparten la aspiración de continuar en el poder y apuestan por readaptar la estructura orgánica del BNG a una funcionalidad más eficiente. No aclaran, en cambio, si el modelo es un frente que actúe como si fuese un partido de amplio espectro; un partido de movimientos; o un partido de vocación multinacional con mentalidad asesina para vampirizar a aquellos grupos o protagonistas que puedan hacerles sombra. Luego el poder es la clave.

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