jueves, noviembre 09, 2006

Los sintomas de la tirania neomarxistas en ciernes

viernes 10 de noviembre de 2006
Los síntomas de la tiranía neomarxista en ciernes
Ismael Medina
L AS elecciones catalanas y la repetición del tripartito han acaparado la atención mediática durante la última semana. Y de los columnistas de unas u otras banderías cuya lectura resulta aburrida por reiterativa. Pero se oculta un hecho esencial, al que me refería en mi anterior crónica sobre la "memoria histórica": la reiteración de la alianza entre socialistas, comunistas e izquierda republicana 72 años después de la guerra civil de 1934 y de su continuación en 1936. Y aunque CiU se haya quedado con la miel en los labios, sustituida por el amargor de la hiel, su vocación independentista no es sólo parangonable con la del renovado tripartito, sino que se acentuará en el futuro. La decisión de Más, a la cabeza de CiU, de pasar a la oposición en el Congreso de los Diputados y en el Senado no es una pataleta ocasional. Por mucho que pueda ofrecerle Rodríguez en especie para compensar la traición del PSC, la cual esconde tras Montilla la venganza de Maragall, CiU entablará una enconada pugna con el tripartito frentepopulista en el ámbito del maximalismo independentista. López Garrido, el infumable portavoz del P(SOE) en el Congreso de los Diputados, ya ha insinuado que se aceptarán las enmiendas favorables a Cataluña que presente CiU. Pero Mas habrá de meditar sobre la tentadora oferta, ya que el beneficiario sería el gobierno tripartito. Pienso que asistiremos a un proceso de acción-reacción-acción de quien es más catalanista, cuya desembocadura es impredecible. La violencia coercitiva contra el PPC y Ciudadanos por Cataluña durante la campaña electoral es también pájaro de mal agüero. Nada de extraño tendría que de los alevines del bien untado extremismo independentista resurgiera Terra LLiure, en conexión con Batasuna-ETA y bajo la batuta más o menos escondida del criollo José Luís (Pérez) Carod-Rovira. Los pactos de Perpiñán obligan. LAS ELECCIONES LAS DECIDE UNA ESTRECHA FRANJA DE DESENCANTADOS La atención de los comentaristas se concentra en los aspectos más superfluos de los resultados electorales: el alarmante crecimiento de la abstención y de los votos en blanco; la irrupción de Ciudadanos por Cataluña; los porcentajes de cada partido; y los escaños perdidos o ganados. Pero existe un aspecto de más fondo que se pasa por alto y que habrá de tomarse en consideración de cara a las municipales, taifales y generales próximas. Me refiero al hecho de que el voto activo recibido por los partidos baja o sube en porcentajes mínimos con relación al censo electoral. Se trata de un fenómeno gregario al que me he referido en más de una ocasión. Existe una masa fiel a unos u otros partidos que, salvo cataclismos como el que hundió al partido socialista de Craxi en Italia, no cambia el signo de sus votos. Una cosificación electoral que favorecen las listas cerradas y bloqueadas al no ofrecer la posibilidad de votar a personas de una u otra formación que se sienten más próximas. Puede ilustrar esta realidad una anécdota que ya relaté en su día. Cuando afloraron los grandes escándalos de corrupción del gobierno González me extrañé ante un socialista de que siguiera votando al PSOE. Su respuesta fue tan contundente como significativa: "¡Ya era hora de que roben los nuestros!". Durante mi estancia en Roma como corresponsal de la Agencia Pyresa me aficioné a desentrañar el juego matemático de los resultados electorales. Los portavoces de todos los partidos se valían de rebuscadas artimañas retóricas para proclamar que de alguna manera habían ganado, aunque en realidad hubieran perdido, fuera en votos o en escaños. El análisis de los comicios celebrados en España, incluidos los de la II República, ponen de manifiesto que los resultados los decide una minoría que oscila entre el 2 y el 12%. También en Europa sucede lo mismo, aunque se haya buscado el recurso a la segunda vuelta entre los dos partidos o candidatos más votados. En ocasiones se llega hasta casi el empate técnico. De ahí la proliferación de gobiernos de coalición en los que la parte minoritaria chantajea a la mayoritaria. José Luís (Pérez) Carod-Rovira, el criollo catalanista, hará bailar a su son a Montilla, el criollo socialista, pese a tener menos votos y escaños. EL CRIOLLISMO DE LA EMANCIPACION HISPANOAMERICANA SE REPITE HOY EN ESPAÑA No es ocioso que use el término criollo. Se trata de un fenómeno histórico clave en los movimientos hispanoaméricanos de emancipación. Fue la clase media de españoles, en particular militares y funcionarios, la que protagonizó aquellas revoluciones, favorecida por la masonería, en particular las logias Andina y Lautaro, vinculadas a Gran Bretaña, la que promovió los levantamientos. Y también la que creó una clase dirigente blanca y opresora de los indígenas. No fue una excepción el general argentino Sarmiento al exigir su exterminio. Es la causa de que hasta hoy, con la irrupción de revolucionaria del neomarxista Chávez y algún otro por él financiado, hayan ejercido el poder político y económico los grupos blancos de poder, tanto de ascendencia española como de otras procedencias europeas. Los apellidos de los dirigentes políticos y de los poderosos de los negocios configuran una guía asaz ilustrativa. Y también la mentalidad y la uniformidad de los diversos ejércitos. Cabe aplicar la condición de criollísimo a la creciente aparición de apellidos no catalanes ni vascongados en los partidos independentistas, también en los extremismos batasuno y el terrorismo etarra, amén de en el socialismo de ambas taifas proclive a amancebarse con los separatistas. Son los hijos o los nietos de los inmigrantes de otras regiones que se avergüenzan de que sus abuelos y padres fueran los de la alpargata, en vez de enorgullecerse de su decisiva aportación al crecimiento económico de aquellas regiones, cuya burguesía empresarial y financiera se enriqueció con el sudor inmigrante y el proteccionismo que le dispensaban los gobiernos débiles de Madrid. Acaso resulte expresiva respecto a la mentalidad de la alta burguesía catalanista, enrocada en Barcelona, la nada leve responsabilidad que tuvo en la independencia de Cuba, aún sin desdeñar la fraudulenta intervención norteamericana a costa de la explosión del "Maine", sin duda alguna uno de sus iniciales amagos imperialistas. Los catalanes habían conseguido para sí un posición privilegiada, casi de monopolio, para las mercancías enviadas desde España a Cuba. Los precios superaban en dos o tres veces los que podían adquirirse en el marcado norteamericano. Tales abusos influyeron no poco en que amplios sectores de la sociedad cubana se unieran a los sublevados. CUNDE LA ALARM ENTRE LA ALTA BURGUESIA ECONOMICA CATALANISTA Habituada a manejar a su antojo los políticos catalanista para su propio beneficio, que no para la sociedad, ahora cunde la alarma entre la alta burguesía económica barcelonesa al sentir en su carnes contables el rechazo a los productos "made in Cataluña" como reacción a los dislates independentistas del anterior tripartito, al que respaldaban como instrumento de presión sobre el gobierno de Madrid. Comenzó con el cava y se acentuó tras la OPA fraudulenta de Gas Natural-La Caixa, manipulada por Montilla desde el ministerio de Industria y respaldada a muerte por el gobierno de Rodríguez. Nada de anómalo encierra que esté seriamente preocupada esa alta burguesía catalanista del dinero, pese a disponer de fieles peones en la dirección de todos los partidos. Teme, y no sin razón, que el reconstituido tripartito endurezca aún más la introversión antiespañola y, como consecuencia, una lógica agudización del rechazo a sus productos en el resto de España. Inquietud acentuada por la creciente huída de empresas multinacionales, la paralela regresión de inversiones exteriores, el desplazamiento a otros puertos del trasiego de mercancías, la superior potencia económica y el mayor atractivo de Madrid como escaparate sobre Barcelona o la espectacularidad del crecimiento de Valencia. Se encuentra atrapada en su propia trampa al fallar la previsión, pactada con Rodríguez, de un gobierno CiU-PSC , con la contrapartida de ministros afines en el gobierno de Madrid. El pacto frentepopulista entre la recrecida ERC, los socialistas del PSC y los comunistas, éstos con el añadido ropaje verde, amenaza con romper la estrategia del poder económico catalanista de infiltrarse en el gobierno Rodríguez y de barrer para casa, como siempre. Buscará la manera de romper el tripartito paras facilitar el retorno al fallido acuerdo de Rodríguez con Más. Pero no le será fácil, al menos antes de las elecciones generales en las que el electorado podría pasar factura al P(SOE) por éste y otros encanallamientos políticos. Las melenas de la matanza del 11 de marzo sobre todo. Lo decidirá ese estrecho margen de descontentos que hace pendular los resultados, entre éstos no pocos de los que picaron el anzuelo de sórdidas e ilícitas maniobras urdidas desde el P(SOE) entre el 12 y el 14 de marzo. EL SOSPECHOSO EMPEÑO GUBERNAMENTAL EN BLOQUEAR UNA SEVER INVESIGACIÓN DEL 11-M El desaforado esfuerzo del gobierno Rodríguez por bloquear cualquier investigación independiente sobre lo que ocurrió realmente el 11 de marzo de 2004 no sólo redunda en el descrédito de la Fiscalía General del Estado y de sus obedientes subordinados. Socava también la autoridad moral de la Justicia, a la que hacen flaco servicio los jueces "prgresistas", no pocos de los cuales anteponen prejuicios ideológicos y de partido a la aplicación rigurosa de la ley si ésta contraría a las turbias añagazas politicas del gobierno. La rebaja de los 69 años solicitados por un fiscal consciente de su misión a sólo seis por sus sustituto, mera voz del amo Conde-Pumpido, confirma una demostración escandalosa de la dejación del interés nacional y del Estado para satisfacer las exigencias de banda criminal etarra y de su cobertura batasunera. La elevación de la pena por la Audiencia Nacional a 13 años y nueve meses, una sentencia ecléctica, también la deja malparada. Es natural que los magistrados no sometidos y reiteradamente potreados apliquen la ley con objetividad y comiencen a poner en evidencia a la fiscalía y al gobierno. Es el caso de la juez Gallego cuya actuación en lo relativo a la falsificación del informe pericial sobre los explosivos utilizados en la matanza del 11 de marzo deja a Garzón a los pies de los caballos. No es la primera vez que Baltasar Garzón, el juez trasatlántico además de juez escaparte, comete errores de este o parecido porte. Está catalogado en la carrera como un mal instructor cuyos yerros luego pagan otros compañeros. Y es comprensible. Lleva a un mismo tiempo varias causas complejas, algunas de las cuales convierte en espectáculo para la galería mediática, viaja sin parar, es conferenciante de alto precio en plataformas extranjeras y se enreda en conflictos político-penales que competerían al Tribunal Penal Internacional. Pero debe tener bula o un misterioso escudo protector. Por mucho menos ha abierto expediente el Consejo Superior del Poder Judicial a otros magistrados, como ahora al juez que se negó a casar a dos maricones, pese a que la objeción de conciencia ha sido utilizada con vitola progresista en otros asuntos y ámbitos de superior trascendencia. He conocido y conozco magistrados de sólida formación jurídica que dedican muchos días y noches al estudio de casos menos complicados antes de emitir dictamen. Me pregunto si Garzón es un Superman de la judicatura o algo así como uno de esos toreros de posturitas, incapaces de lidiar un toro aunque sea una perita en dulce. EL CUENTO DE LA BUENA PIPA DE LA FISCAL OLGA SANCHEZ Al amparo de la instructoria de la juez Gallego me pregunto: ¿Por qué el empeño en borrar del informe pericial la similitud entre los explosivos empleados el 11 de marzo y los utilizados por ETA si tan seguro están el presidente Rodríguez, Rubalcaba, Conde-Pumpido y los órganos de PRISA de la inexistencia de conexión alguna entre ETA y los autores e inductores de la matanza? De no existir realmente, carece de sentido el denodado esfuerzo político, fiscal y mediático en bloquear líneas razonables de investigación que pudieran conducir a desmentir sospechas cada vez más generalizadas. Sospechas, que no despejó la desoladora instructoria del juez del Olmo, tan llena de interrogantes sin despejar, y que ha contribuido a acentuar el alegato de la fiscal Olga Sánchez, el cual he examinado con lógico interés. Tropezamos con una pieza en la que la fiscal se contradice a sí misma. Alega que no quedaron rastros de los explosivos utilizados por los terroristas, cuando cualquier experto en explosivos conoce de sobra que siempre quedan, son perdurables durante más o menos tiempo y cualquier policía el mundo occidental, cuando menos, dispone de avanzada tecnología analítica para descubrirlo. La fiscal Sánchez afirma con rotundidad que se desconoce el tipo que materias explosivas utilizaron los terroristas, pese a que los peritos policiales los situaran en su informe. También nos dice que se ignora la procedencia de los famosos teléfonos móviles utilizados para explosionar las cargas. ¿No fueron entonces los adquiridos por los delincuentes inmolados en un piso de Leganés, análogos a los utilizados en la matanza de los trenes? ¿Y acaso la exhumación clandestina y quema del cadáver del GEO muerto por la deflagración en el asalto al piso de Leganés no pudo responder a la necesidad de borrar las huellas que en su cuerpo dejara el explosivo que lo abatió al tiempo que a los ocupantes del piso? Suena asimismo a chascarrillo que unos terroristas tan expertos y bien organizados viajaran para cometer los atentados en sólo dos automóviles medianos, de seis en seis, como sardinas en lata, y trece mochilas cargadas de explosivos, con el riesgo de que la Guardia Civil de Tráfico los parara por infringir las normas de circulación. El informe de la fiscal Sánchez me parece insostenible y jurídicamente deplorable, sea dicho con todos los respetos, formula de uso común entre los abogados a la que me acojo. ¿Y si se demuestra que ETA estuvo implicada de alguna manera en la matanza del 11 de marzo, fuera para proporcionar el material explosivo o mediante maniobras de distracción que, de acuerdo con grupos policiales afines al P(SOE), indujeron al gobierno Aznar a caer en la trampa? ¿Y si ETA, ante la imposibilidad de Rodríguez de seguir manteniendo lo pactado para avanzar en el "proceso de paz", anunciara por medio de "Gara" que había participado en los atentados, incluso con la complacencia de algún servicio secreto y hasta de algún político? Son hipótesis de trabajo que no se pueden desdeñar y las que dan pábulo las prácticas ocultistas a las que asistimos. Las propongo a tenor de los rumores que circulan en medios policiales y periodísticos de que alguien guarda a buen recaudo documentos que harían tambalear, cundo no caer, al gobierno Rodríguez y al P(SOE), los cuales haría públicos en un momento crítico, bien sea una vez consumada la claudicación ante ETA o cuando esté a punto de culminar la vista pública de la cusa por los atentados del 11 de marzo. Desconozco la validez de tales rumores. Pero sí parece cierto que inquietan en el gobierno y en la dirección del P(SOE), con la consecuencia de un acelerón en la deriva hacia el totalitarismo que tiene las trazas de nuevo golpe de Estado encubierto. Lo fueron el aprovechamiento de la matanza del 11 de marzo para cambiar el signo electoral, o la promoción y aprobación del inconstitucional estatuto de Cataluña. Y lo son las continuas vulneraciones de la constitución de 1978, las cuales arrastran al gobierno Rodríguez a la ilegitimidad de ejercicio. RODRIGUEZ CREA SU GUARDIA PRETORIANA Hay sobrados motivos para confirmar la deriva de Rodríguez hacia un poder despótico. Podría aducirse, por ejemplo, la concentración de poderes mediáticos a merced del gobierno y del partido. O la creación de un aparato dedicado a vigilar o reprimir las presuntas "manipulaciones" antigubernamentales de los medios audiovisuales de las autonomías u otras administraciones gobernadas por el Partido Popular. Pero existe otra de muy superior calado totalitario en la que no parece que hayan reparado muchos de mis colegas y tampoco los hombres de Rajoy. Me refiero a la creación de esa extraña unidad militar, bajo la exclusiva dependencia del presidente del gobierno, a la que se atribuye la misión de intervenir en casos de catástrofes y emergencias. Innecesaria a todas luces puesto que tales actuaciones las ha satisfecho tradicionalmente y con eficacia la Guardia Civil. Y en caso necesario, con colaboración de las Fuerzas Armadas. Compondrán esa anómala unidad unos tres mil hombres, cuya paga será el doble de la asignada a los soldados profesionales. Y vestirán de negro, como los milicianos iraníes o los de Hezbolá, acaso por aquello de la Alianza de Civilizaciones. También como las SS hitlerianas. A nadie medianamente avisado y conocedor de la Historia escapará que Rodríguez, al igual que los más célebres tiranos de Roma, ha creado su propia y poderosa guardia pretoriana, la cual podrá utilizar como le venga en gana, al margen de la cadena de mando de los Ejércitos y del propio monarca, constitucionalmente Jefe Supremo de las Fuerzas Armadas. Y dada la elasticidad del término "emergencia" ("Acción o efecto de emerger. Ocurrencia, suceso, accidente que sobreviene"), puede considerarse como tal la de índole política que resulte inconveniente para el presidente del gobierno, insisto en que su único mando superior. No es ocioso que, para un mejor entendimiento de la cuestión, recomiende la lectura de la "Historia de Roma", de Indro Montanelli o la trilogía de Lartegyuy "Los Centuriones", "Los mercenarios" y "Los Pretorianos". Y que me pregunte si algún día, emulando a Nerón, Rodríguez toque la flauta en el Palacio de La Moncloa (para la lira no está preparado), mientras España se desintegra bajo las llamas de la revolución neomarxista. Incluso podríamos asistir una nueva edición del asalto al Palacio de Invierno, en nuestro caso el de la Zarzuela, convertido en sede del Presidente de la República Federal semiespañola.

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