Ultreya
Galicia, nación por si acaso
Luis Miguez Macho
21 de noviembre de 2006. Me preguntan con preocupación fuera de Galicia qué necesidad tiene el PP de aquí de ceder en cuestiones como la introducción de la "nación gallega" en el nuevo preámbulo del Estatuto de Autonomía, si tiene la sartén por el mango y podría impedir cualquier reforma del mismo inconstitucional o simplemente disparatada. A mí, la verdad, me cuesta trabajo explicar a quienes no viven la realidad periférica del Estado de las Autonomías la fuerza que ejercen las oligarquías caciquiles de provincias para obtener el máximo reforzamiento posible del poder autonómico del que tan pingües beneficios han sacado durante estos últimos veinticinco años.Recientemente, un comentarista político gallego muy respetado y seguido por la base social del centroderecha apoyaba sin ambages la supuesta necesidad de que en el Estatuto se incluya una referencia a la "nación gallega". Sus argumentos, y es una persona generalmente ponderada y razonable, muestran el grado de irracionalidad que ha alcanzado la presión de la que hablo: hay que poner lo de la nación, aunque todos sepamos que Galicia no es una nación y no tenga efecto jurídico alguno meterlo en un Preámbulo, porque Cataluña y Andalucía lo han hecho y –argumento muy galaico- no vaya a ser que ellas saquen algún privilegio de todo esto y nosotros no. Además, total, por esa minucia uno no se convierte en nacionalista.En fin, si creer que Galicia es una nación –y que, como consecuencia inevitable, España no lo es- no es ser nacionalista gallego, ya nos explicará el ilustre comentarista político en qué consiste profesar la fe nacionalista. Pero es que también el argumento del "por si acaso" es una pura falacia que ofende la inteligencia de los ciudadanos, a los que esta elite provinciana se empeña en tratar como débiles mentales.Digamos lo evidente: el progreso de Galicia en estos veinticinco años, como el del resto de España, no se ha debido al Estado de las Autonomías. De hecho, no es más que la continuación natural del desarrollo económico y social que empezó en pleno régimen de Franco, con un sistema de organización territorial completamente centralizado.Es fácil probarlo. Todas las regiones han avanzado, porque España ha avanzado, pero las posiciones relativas entre ellas, es decir, los desequilibrios económicos interterritoriales, ni se han corregido ni se han alterado sustancialmente. Galicia, que tuvo desde el principio un Estatuto de "primera división", no ha aumentado por ello su peso político y económico en el conjunto de la Nación, y lo mismo puede decirse de Andalucía. En cambio, Comunidades que partieron de Estatutos de "segunda", como las Islas Baleares o Madrid, sí han subido puestos, y no ha sido, desde luego, gracias a su gran régimen de autogobierno.Lo de llamarse o no llamarse nación tiene que ver con otras cosas: con si a usted, que es comerciante, le pueden llegar a sancionar, como en Cataluña, por rotular su negocio de determinada manera, o si a usted, que es profesor, le pueden presionar todavía más con la cuestión lingüística, o si a usted, que es padre o madre de familia, le pueden privar del derecho a decidir qué educación quiere para sus hijos, o si a usted, que es funcionario, le pueden exigir una concreta lealtad política. Y tiene que ver, sobre todo, con el engorde de una oligarquía caciquil que es la única interesada –porque es la única beneficiaria- en el reforzamiento sin límites del poder autonómico.
martes, noviembre 21, 2006
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