jueves 16 de noviembre de 2006
UNA HISTORIA DE AMOR AL ESTILO CLÁSICO
El ilusionista
Por Juan Orellana
El cineasta Neil Burger afronta su segundo largometraje como director y guionista adaptando una obra de Steven Millhauser titulada Eisenheim: The illusionist. Estamos ahora en una racha de películas que se centran en magos o prestidigitadores (The Prestige, de Christopher Nolan, Scoop, de Woody Allen –ambas con Scarlett Johansson–, Harry Potter, etc.).
El ilusionista, protagonizado por Edward Norton, Jessica Biel y el cada vez mejor Paul Giamatti, está ambientada a finales del siglo XIX, en la época del emperador Francisco José I, en cuya corte se desarrolla parte de la trama. Eisenheim es un mago cuyo espectáculo de ilusionismo cautiva a la ciudad de Viena. Sus trucos son tan buenos que parecen sobrenaturales. Cuando su fama llega a oídos del príncipe Leopoldo (Rufus Sewell), éste decide asistir a una de sus representaciones con el deseo de ponerle en evidencia. Acude al espectáculo con su prometida, la aristócrata Sophie von Teschen, que reconoce en el ilusionista al amor de su infancia. A partir de ahí comienza una aventura romántica a la vez que policíaca y también política.
La película recrea magistralmente una atmósfera que es la que hace fuerte y creíble el argumento. El ambiente tenebrista de la magia es el telón de fondo de una época de cambios en la que conviven los aires de modernidad con las tradiciones del Antiguo Régimen. Además, en la corte de los Habsburgo de aquellos años no eran ajenas intrigas y pasiones, como muestra por ejemplo el suicidio por amor del archiduque Rodolfo, hijo de la asesinada emperatriz Sissi.
El ilusionista está contada desde el punto de vista del comisario Uhl, que hace de cicerone del espectador, y que nos hace recorrer la trama con sentimientos encontrados. En realidad el film, como Encadenados de Hitchcock, no es más que una historia de amor en la que dos hombres comparten su pasión por la misma mujer. El marco es una historia que mezcla crimen y política, utilizando la magia como sutura. El estilo tiene algo de cine gótico y barroco, en el que nada es lo que parece. Pero en el fondo es un canto a la inteligencia. Lejos de dejar nuestras vidas al socaire de magias y sortilegios, el film nos muestra a un hombre inteligente, que sabe usar su razón para obtener lo inalcanzable para un hombre común. Por el contrario, el príncipe Leopoldo es un hombre que usa el poder como si fuera un instrumento infalible, y se va a convertir en el cazador cazado.El ilusionista es un cuento, una historia literaria y, en ese sentido, es un homenaje al cine clásico, de guión elaborado y puesta en escena envolvente. Si hubiera que ponerle un "pero" sería su desenlace demasiado rápidamente urdido. Pero se trata de un film excelente.
jueves, noviembre 16, 2006
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