lunes, febrero 02, 2009

Oscar Molina, Las buenas horas que el dinero no puede pagar

lunes 2 de febrero de 2009
Las buenas horas que el dinero no puede pagar

Óscar Molina

E L pasado 15 de Enero un Airbus 320 de “U.S Airways” se veía obligado a realizar un amaraje de emergencia en el río Hudson. El sobresaliente desempeño por parte de la tripulación de ese avión (pilotos y auxiliares de vuelo) tuvo como resultado una maniobra excepcional que puso el avión en el agua, lo frenó y evacuó sin que hubiese que lamentar ni una sola desgracia personal. El Comandante de ese avión, Chesley Sullenberg, fue tratado como un héroe por parte de su compañía, el gobierno de su nación, la prensa, sus compañeros y vecinos.

El 21 de Marzo de 1999, Jaume Marcos, Comandante de Iberia se vio obligado a una toma de tierra en el aeropuerto de Ginebra con una configuración anormal del tren de aterrizaje, consistente en la falta de la pata de morro. La maniobra de Jaume fue espléndida, y la actuación de su tripulación auxiliar estuvo a la par. Nadie resultó herido, y la tragedia que pudo haberse dado no tuvo lugar, gracias a la excelencia de unos profesionales cuyo compromiso con el buen hacer es credo. ¿Reacciones? Silencio.

Aunque debo ser sincero, las reacciones no fueron del todo silenciosas. Un portavoz de la compañía Iberia dedicó las siguientes palabras al Comandante del avión que ven en la foto:

“…el piloto Jaume Marcos Domenech ha cumplido con su labor, no es ningún héroe…”.

Si creen que les miento, pulsen en este enlace:
http://www.elpais.com/articulo/espana/IRALA/_JAVIER_DE_/IBERIA/IBERIA/avion/Iberia/aterriza/Ginebra/tren/delantero/elpepiesp/19990321elpepinac_10/Tes

El que les escribe esto tuvo que intervenir una vez en un aterrizaje de emergencia y evacuación de un avión en el aeropuerto de Amsterdam por una amenaza de bomba lanzada por parte de un pasajero. Se solicitó para toda la tripulación una felicitación por la labor realizada. La respuesta que se recibió fue bastante parecida a la que han leído más arriba. Casi tres años después sigo esperando el reconocimiento por parte de mis superiores. Bueno, seamos serios, ya no lo espero. Tampoco lo esperé entonces.

El paralelismo que acabo de ponerles es un buen resumen de la relación que existe entre la Dirección de Iberia y sus pilotos. Y vaya por delante que uno no pretende, ni de lejos, que le lleven bajo palio cada vez que cumple con aquello para lo que eligió estar siempre preparado. Ni mucho menos. Pero créanme cuando les digo que entristece verse minusvalorado y ninguneado cuando se da lo mejor en una situación que no es, para nada, fácil.

La Dirección de Iberia hace mucho tiempo que eligió optar por el insólito invento de la Aviación sin pilotos. Es ya secular la falta de consideración a la labor de un grupo de profesionales que, motivados, pueden hacer la diferencia en una empresa que se dedique al transporte de pasajeros por vía aérea. Los pilotos de “U.S Airways” también han tenido disputas laborales, pero tanto la Dirección de la aerolínea como la opinión pública de su país saben cuáles son las churras y cuáles las merinas. Aquí mismo, en España, muchas compañías han venido soportando desencuentros con sus pilotos, pero les reto a que me muestren una sola declaración de un directivo de Spanair, Air Europa, Bínter Canarias, etc.…en la que se azuze al ciudadano contra sus trabajadores o al pasajero contra quien tiene la responsabilidad de transportarle con seguridad, en la que se publiquen (convenientemente falseados) los sueldos de sus pilotos, y en la que se les acuse de todos los males de la empresa. Lavan sus trapos sucios, arreglan sus problemas y cuando acaban, su empresa se declara contenta de tener en su plantilla a “los mejores pilotos del Mundo” (J.J. Hidalgo, dueño de Air Europa)

Cada vez que existe una controversia entre Iberia y sus pilotos, se desata el torrente de desprestigio contra las tejas de una azotea que es de todos los trabajadores de la aerolínea. Aparece el comité habitual de babosos, meritorios y estómagos agradecidos a soltar el chorro de tópicos infumables. Hacen cola los “Carlos Carnicero-bussiness-por-la-patilla”, las “Lomanas-Bajo-Coste”, los
“Eulogios López-Mini-Pluma” y toda suerte de buscones de favores en forma de mejor asiento en el avión, para atizar a los presuntos culpables de lo que jamás se ha demostrado, de lo que se dice mucho, es falso y sólo acaba siendo virtualmente cierto a fuerza de reiterarlo.

No sólo eso. Se desautoriza al Comandante de la aeronave ante sus pasajeros. Se le hurta el respeto, la credibilidad y autoridad ante todos aquellos que, por operativa elemental de un proceso de producción con las peculiaridades de éste, están a sus órdenes, y se trata de intimidarle con agresiones verbales, y en ocasiones físicas, por parte de los vividores de la liberación sindical “de clase”.

En las últimas fechas, Iberia ha venido acusándonos de realizar una huelga de celo. Vana intención. Hemos sido nosotros los que hemos exigido a los técnicos de la Dirección General de Aviación Civil, al poder público, que nos examine para ver si encontraba algo irregular. Nosotros, los presuntos delincuentes, hemos llamado a la policía a que nos inspeccionara día y noche, a que juzgase desde sus conocimientos técnicos y legales si nuestras actuaciones eran calificables como un entorpecimiento malicioso e ilegal del proceso productivo. Nada, ni un tachón. La propia Dirección de la compañía se ha retratado, en contradicción irresoluble, acusando a sus trabajadores de todos los males posibles, mientras se sentaba en una mesa a negociar con ellos. Aún así quedará en la conciencia colectiva que somos una especie de cabrones capaces de hundir a nuestra empresa y fastidiar a nuestros clientes por un puñado de euros.

Mi certificado de retenciones está, ya lo he dicho a veces, a disposición de quien quiera verlo y comprobar cuánto hay de exagerado en mis presuntas y publicadas remuneraciones. Pero el problema no es ése. El problema no es la injusticia. Mi desazón no parte del desafuero de haber visto cómo Iberia me restaba el 17% de mi sueldo para recuperarse de una quiebra que ocurrió en 1994 y de la cual yo no tuve la culpa. Ni siquiera que ese descuento siguiese practicándose hasta el 2001, con la compañía en beneficios, y yo sólo fuese capaz de recuperarlo mediante una huelga, la consiguiente lluvia de mierda, un cierre patronal y un laudo. Tampoco me duele demasiado el haber sufrido la congelación del IPC desde el 2004 hasta ahora, años de números históricos para Iberia en los que los directivos se han venido subiendo sus percepciones sin descanso. No es eso.

A nadie le amarga un dulce, a todos nos gusta ganar dinero, pero mientras lo que me pagan por hacer mi trabajo pueda ser usado como arma para echármelo en cara…jamás me sentiré suficientemente remunerado.

Mientras yo no sea reconocido en mi labor, mientras se me pueda echar encima a la sociedad a la que sirvo orgulloso, se me pueda señalar como responsable de deficiencias que no son mías, se juegue con la posición de consideración social que me gano todos los días, se ponga a mis pasajeros en mi contra, se haga escuchar a mi familia que el día que me hice Aviador me salieron cuernos y rabo, se trate de minusvalorar el esfuerzo que me costó hacer realidad un sueño…no habrá nómina que me satisfaga. Ni tampoco nómina que considere corta. No habrá nómina, no habrá remuneración. Hay cosas que el dinero no compra, por mucho que como dice mi admirada Luisa Cuerda haga tiempo que “empezamos a profesar a los listillos el respeto que antes reservábamos para los honestos”.

El honor y la dignidad no tienen precio, y si mi mejor actuación profesional, mi mejor hora, que diría Churchill, es calificada intencionada, dolosa y despectivamente como una medianía…no hay dinero en el Mundo para pagarme.

Y si lo hay, sencillamente, no lo quiero. Que se lo queden ellos.

http://www.vistazoalaprensa.com/firmas_art.asp?id=5036

No hay comentarios: