EL ANÁLISIS
Zapatero dice que esto son lentejas y Rajoy las zampa de plano
Miguel Ángel Orellana
La trastienda del PP anda revuelta y desborda a su líder que, en una nueva muestra de ese refrán que dice que todo se pega menos el talento y la belleza, se ha rendido al molde zapateril.
7 de noviembre de 2006. Con prácticamente todas las Autonomías metidas hasta las cachas en el cenagal de las denominaciones históricas, ya se sabe, "nación", "nacionalidad histórica", "comunidad histórica" y por ahí, resulta que el presidente del Partido Popular, Mariano Rajoy, ha quemado en espectacular feria pirotécnica el lento, sacrificado, juicioso trabajo de tres largos años tratando de convencer a ese electorado de centro de que ya tenía una nación: se llamaba España, con siglos de Historia, el mejor baluarte para defender la libertad y la igualdad entre españoles; y no necesitaba inventarse otra, a la manera de la "realidad nacional" andaluza, ese sapo que se tragó Manuel Chaves para ayudar al presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, a colar de matute el estatuto catalán.Rajoy se pone a tirar tabiquesConcluyente debate el celebrado el jueves en la Carrera de San Jerónimo. La estulticia política es una plaga que se propaga como la peste. Y es que, en contra del consejo de un nutrido grupo de miembros de su entorno, Rajoy defendió personalmente el bodrio estatutario andaluz igualándose con esos ultranacionalistas que deshacen España desde sus propios catálogos. La sesión no pudo resultar más esclarecedora para esa mayoría del pueblo español que sabe dónde le aprieta el zapato. En realidad, el político gallego estuvo mal, rematadamente mal, a tenor de su incapacidad de resistir el influjo de "la moda" del momento. ¡Ojo al dato! Zapatero, según ha llegado a confesar en privado, jamás imaginó ver a Rajoy dando su visto bueno a la llamada "realidad nacional".Arenas… movedizasTiempo ha, Javier Arenas había jugado fuerte su baza centrista y le había dejado claro a Rajoy que él no iba a ser el segundo Manuel Clavero Arévalo de Andalucía, aquel ministro de UCD que encabezó el rechazo del anterior Estatuto con pésimo beneficio. Y ganó. No quería quedarse fuera, por lo que participó activamente en la modificación de 140 artículos de la norma andaluza. En las negociaciones contrarreloj participaron Federico Trillo, portavoz del partido en la Comisión Constitucional, y Soraya Sáenz de Santamaría, secretaria Ejecutiva de política autonómica y mano derecha de Rajoy. La "operación" estatutaria tenía carga suficiente para desestabilizar la vida política regional. El referendo del estatuto se celebra en febrero y hay elecciones municipales en el mes de mayo. Arenas quería salir del "agujero" cuanto antes… y total, Andalucía ya era una nacionalidad y Blas Infante el padre de la patria andaluza. Qué nivel.Piedra de escándaloMenuda semanita. Y menudo lunes, el de hace siete días, sin ir más lejos. En la sede de Génova, en maitines, Mariano Rajoy, consciente de que ni siquiera algunos dirigentes acaban de entender cómo se ha llegado a tal punto, se sintió obligado a justificar el texto estatutario andaluz, según fuentes internas. Defendió la prevalencia del concepto de la indivisibilidad de España frente a la "realidad nacional" y el logro de haberlo incluido en la norma. Es decir, las tesis de Javier Arenas. No hay que olvidar que fue Rajoy quien dio vía libre al Estatuto en la tarde de la negociación en la que intentó en varias ocasiones contactar con el ex presidente José María Aznar, de viaje en los Estados Unidos. Aznar y la órbita de la fundación FAES es el sector más opuesto a las reformas estatutarias que hasta hace unos meses se habían convertido en fuente de desgaste del Gobierno, principalmente la reforma del Estatuto de Cataluña que el Partido Popular ha llevado al Tribunal Constitucional.No hubo debate pero Rajoy se empeñó a fondo en garantizar la constitucionalidad de la norma y negó que supusiera un peligroso precedente ante la reforma de otros Estatutos, ni una cesión a los barones, como miembros de la dirección popular vienen advirtiendo. Lo cierto es que primero fue el valenciano, luego el andaluz y, ahora, apunta maneras el castellano-manchego con María Dolores de Cospedal al frente. Un pacto con el PSOE que ha levantado numerosas ampollas y que las fuentes de la calle Génova consultadas por este diario reconocen abiertamente que "habrá que reconducir en el Congreso". Si el farragoso Estatuto de Andalucía ha provocado una tormenta, el de Castilla-La Mancha va a enredar aún más la madeja. El nudo, por mejor decir. O se desenreda o se rompe, pero ya. Desde luego, Mariano Rajoy no desea el segundo escenario. Una huida hacia delante más.La necesidad de un único mensajeSin embargo, lo más grave, lo realmente grave, de esta cascada de reformas es que se ha convertido en una peligrosísima carrera en la que cada reyezuelo trata de robarle al de al lado todo lo que pueda. Es muy triste, deplorable y desalentador para los millones de personas que sólo quieren estabilidad constitucional, la caída de Rajoy en el más grande de los descréditos. Y ciertamente el discurso político popular sobre la laminación del actual modelo nacional debe ser el mismo. Pero sobre todo, hay que exteriorizarlo, si no, la impresión es que los argumentos en contra del molde zapateril se han agotado, cuando son imprescindibles y deben ser compañeros inseparables del trabajo en la lucha contra los enemigos de la democracia y de la normalidad.
lunes, noviembre 06, 2006
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