EL ANÁLISIS
ZP calcula la forma de desactivar a Rajoy ante la deriva del "proceso"
Miguel Ángel Orellana
Las cosas no van bien y las críticas de la oposición hacen mella. Una posibilidad sería unirse ambos y recordar a ETA que no va a alcanzar nada. Pero suenan otros cantos de sirena.21 de noviembre de 2006. No es que lo digan en el Partido Popular, que estaría dentro de lo propio, sino que lo comentaba un diputado del grupo parlamentario del PSOE: "Zapatero tiene síndrome de Estocolmo con ETA, y la banda terrorista es como el flautista de Hamelín, y cada vez que toca, vamos todos corriendo detrás". Y es verdad, y eso lo advierte el españolito medio, que los de las pistolas y sus satélites se deben estar muriendo de risa cada vez que abren la boca, porque ipso facto en La Moncloa les recorre un escalofrío la espina dorsal y se apresuran a echar mano de la palmadita en la espalda para tranquilizarlos. Y es que lo del síndrome de Estocolmo es duro de llevar. De ahí que en el entorno del presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, estén barajando la forma de "desactivar", aunque sea durante unas horas, al actual líder del PP, Mariano Rajoy y su asedio al "proceso de paz". A contraprogramar la imagen del desenganche popular se viene dedicando parte del estado mayor de Zapatero y consta a este diario que algunos de los que mueven los hilos tras las bambalinas del poder tienen la clara voluntad de que el jefe del Ejecutivo acabe escenificando su disponibilidad a reunirse con el presidente del principal y único partido de la oposición. Lo suyo, lo ideal, lo deseable, sería que Zapatero se apoyase en Rajoy para recordar a ETA que con rearme, con terrorismo callejero o con extorsión no existe negociación posible. Pero lo que podría pretender hacer Zapatero es utilizar a Rajoy como coartada ante la banda terrorista. Ése es el juego que el líder del PP no puede ni quiere tolerar. Y de hecho, ya ha exigido al presidente del Gobierno que convierta en realidad sus advertencias a los etarras y renuncie a cualquier diálogo con ellos, les persiga y cumpla un decálogo de condiciones que hizo público la semana pasada el secretario general del partido, Ángel Acebes. Pero la realidad es que en el seno del socialismo se están dando numerosas presiones para que José Luis Rodríguez Zapatero abra la mano de una vez al acercamiento de presos de ETA, ante las dificultades en las negociaciones que suponen últimamente decisiones de la Audiencia Nacional o del Tribunal Supremo. El jefe del Ejecutivo está recibiendo desde sus siglas en el País Vasco alientos para que recorra un camino que depende sólo de su decisión. Todo un dilema. Así están las cosas en la balsa de aceite, pero aceite hirviendo, que hoy es el "proceso de paz".
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