lunes 20 de noviembre de 2006
Crónicas Bárbaras
Pacifismo de cafetería
Quien siga los vaivenes internacionales de Rodríguez Zapatero se asombra con sus iniciativas de bondad candorosa y repentina, adoptadas sin reflexión sobre cómo se verán en otros países.
Ese carácter instintivo lo ha llevado a frecuentes choques con los aliados: Blair, Bush, Angela Merkel, Sarkozy, Barroso… Larga lista, igual que la de sus coqueteos y halagos con tiranos como Obiang, Castro o Jatami, o con populistas pintorescos o fanáticos, como Chávez, Morales, Kirchner, Erdogan…
Ahora, acaba de idear un programa de paz para Oriente Medio, con Francia dándole el sí con su habitual zorrería comercial-diplomática, y pidiéndole a Italia que se le una.
Ay, Italia: país que continúa con sus tropas en Irak igual que estaban las españolas. Qué contradicción: RZ quiere conseguir la paz con la ayuda de una nación agresora, según él, en la guerra iraquí.
Luego, está Israel, concernido por su plan. Lo consideró una bobada: “Cualquiera dice que para detener la guerra hay que hacer la paz. Claro, ¡la típica frase de tertulia de cafetería!”
Hay españoles que se creen que RZ es mundialmente escuchado. Gente que detestaba a su predecesor, José María Aznar, un tipo sin gracia, soberbio y belicoso.
Pero que sí era respetado, mientras pocos honran a quien evoca la paz pero no la libertad ni la dignidad. Porque RZ plantea así su Alianza de Civilizaciones, un proyecto romántico, si no fuera trágico, que apoya y justifica a las dictaduras teocráticas.
Paz sin libertad: al eslogan franquista de 1964, al cumplirse los “25 años de Paz”. Propaganda que santificaba a Franco. Zapatero tenía cuatro añitos entonces: quizás conserva fijaciones infantiles.
Los israelíes conocen bien a los españoles al decir que la paz de RZ es esa calenturienta idea que tanto se da aquí entre quienes se han bebido la bodega de la tasca para discutir cómo arreglar el mundo.
domingo, noviembre 19, 2006
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