domingo, noviembre 19, 2006

La corrupcion como politica

La corrupción como política
19 de Noviembre de 2006 - 21:25:52 - Pío Moa
La corrupción no deja de ser una forma de hacer política, incluso la forma privilegiada de hacerla en muchos países latinoamericanos, o, dentro de España, en Cataluña, Andalucía, Vascongadas o Galicia. Bajo el PSOE estuvo a punto de extenderse por todo el país. Y no me refiero solo a la corrupción económica. Peores han sido otras corrupciones.
Lo comento a cuenta de un papel que escribí hace bastantes años, hacia 1994 ó 1995 y que acabo de encontrar:
"En una tertulia radiofónica alguien declara que Felipe González no ha sido un modelo de ética. Rebate Santos Juliá diciendo que hay que dejarse de ética e ir a la política. Divorcia la política de la ética, olvidando que el PSOE utilizó durante muchos años su –imaginaria– superioridad ética sobre la derecha para ganar votos. Se ve que ha llegado el momento de renovarse y cambiar de melodía. Lo importante, según Juliá, es que cuando el PSOE llegó al poder la democracia estaba tambaleándose entre el involucionismo y el terrorismo, y pocos daban un duro por ella. Hoy, en cambio, la democracia está consolidada y firme, gracias evidentemente a González, y eso vale por todas las éticas.
"Hombre consecuente, Juliá también desdeña la ética al relatar la historia. Cuando el PSOE subió al poder el golpismo había sido ya vencido, y no por los socialistas precisamente, de quienes persisten sospechas muy razonables de connivencia o al menos aceptación ante las amenazas golpistas de un año antes (recuérdese que el PSOE también colaboró con la dictadura de Primo de Rivera). Y el terrorismo había logrado su marca de crímenes en 1980, con más de un centenar de asesinatos, para caer a menos de un tercio de esa cifra antes de que gobernaran los socialistas. Recuérdese también la demagogia que solía hacer el PSOE respecto de la ETA, similar a la que el PNV ha seguido haciendo. González recibió una democracia consolidada (y la mejor prueba de ello fue su pacífico y ordenado acceso al poder), con un golpismo residual y un terrorismo muy reducido en comparación con años anteriores.
"Utilizando las tesis de Juliá, González ha dicho al New York Times que el GAL obedeció a una especia de tenaza entre la "herencia franquista" en las fuerzas armadas y un terrorismo casi incontrolable. No solo es eso falso sino que, si bien hubo antes del GAL episodios de guerra sucia, ni de lejos fueron tan graves, sistemáticos y organizados al máximo nivel como con González, quien resultaría así un franquista radical, si hemos de seguir su argumento. Después de todo, Franco solo hizo ejecutar a algunos etarras (dos) después de juzgarlos, mientras que González ha hecho liquidar a muchos más sin juicio alguno.
"Al reproducir la versión de González, el New York Times usa el mismo lenguaje siniestro que los simpatizantes del terror: los "excesos" del GAL se habrían dirigido, no contra la ETA, sino "contra los vascos". Con extraño criterio democrático, los etarras aparecen representando a los vascos. Así estamos".

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