domingo 19 de noviembre de 2006
Esta no es mi iglesia, ni la de Cristo
Félix Arbolí
L A iglesia, para infortunio de todos cuantos nos llamamos y sentimos cristianos, está convirtiéndose en una vergüenza a escala universal. No me refiero, a Dios Gracias, a la Iglesia como institución fundada por Cristo para exponer, dar a entender y difundir su Divino mensaje o doctrina, sino a los hombres que se presentan como sus ministros y representantes y no tienen ya ni la sotana para que puedan acreditar tal condición ante los fieles. A lo sumo una Cruz colgada al cuello, más o menos artística y valiosa en los obispos y más pequeña y casi oculta en la sola de su chaqueta los llamados sacerdotes. Por lo demás cualquier persona que acuda a la iglesia, cumpla con sus sacramentos y acepte vivir dentro de sus posibilidades humanas a la imagen y semejanza del Maestro, tiene más motivo de considerarse representante de esa iglesia que ese cura que la deshonra y desprestigia y aleja a los fieles de ella. A los anteriores artículos tratados por diversos compañeros sobre la pederastia entre algunos curas y obispos, demasiados a mi parecer, por “ser vos quien sois”, hay que añadir ahora el vergonzoso y denigrante espectáculo que dieron esos señores (por llamarlos de alguna manera), que aparecieron en el documental televisivo sobre la iglesia vasca y el terrorismo, donde ofrecieron un repugnante y desafortunadísimo ejemplo, denigrante para todo ser humano y causa posiblemente suficiente para renegar de una iglesia que consiente tener entre sus representantes y altos dignatarios a personas con esas motivaciones, maneras de pensar y actuar y justificaciones para lo que es a todas luces injustificable. Desde ese obispo Setién, que Dios le de su merecido cuando comparezca ante El, hasta esos rudos, gordos y orondos llamados padres, (ignoro de quienes), porque de cura no tenían nada más que el telón de fondo de la iglesia donde le entrevistaban. Es más uno de ellos hasta afirmó con todo ardor que antes que cura era político. Otro que estaban bien y justificadas las masacres de personas si la causa era la defensa de unos ideales políticos, la independencia del pueblo vasco del terrorismo del gobierno español. ¡Toma ciribicundia!. Un sacerdote justificando el uso de las armas, las bombas, el asesinato y las masacres porque un grupo de terroristas quieren un estado a su medida y bajo su mando, sin tener en cuenta el importante detalle de que todos los demás ciudadanos de esa región, autonomía, país o como quieran llamarlo, estén o no de acuerdo con su postura y decisiones. Otro negando el funeral por un asesinado de ETA, como si fuera el de un proscrito o un excomulgado, pero dando cobijo y protección, alentando la lucha, del pistolero que utilizaba el templo, la Casa de Dios, como laboratorio experimental de sus crímenes y atentados. Porque ellos necesitan la ayuda de la iglesia, la comprensión del sacerdote. El que va por la calle tan tranquilo, camino de su casa o del trabajo y un “santo etarra”, hace estallar una bomba que lo deja más seco que una mojama en plena calle y sin culpa de ningún tipo, ese individuo no tiene derecho a que un ministro de Dios, un pastor de su iglesia haga la ofrenda de una misa por su eterno descanso en el Más Allá. Así de claro y contundente. ¿Pero a qué iglesia pertenezco Dios mío?. ¿Se han equivocado mis padres al bautizarme en esta religión de hipócritas, fariseos y hombres sin conciencia, caridad y misericordia?. ¿Cómo voy a encontrar la Fe que ando buscando tanto tiempo si los que tienen que darme testimonio de ella operan y sienten de esa manera?. Se meten y critican a sus obispos que no se someten a sus delirios de hombres lobos. Hablan fatal de la iglesia española, como si se tratara de algo situado en las antípodas y no una nación que comparten y han compartido a través de muchos años, de siglos. Tienen que ir escoltados los que no opinan de esa despiadada y torcida forma que, precisamente, son los únicos que se asemejan más a ese Dios que ellos dicen seguir y representar. Algo inconcebible de ver grabado en una televisión, ¡ con sacerdotes y obispos!. ¡ Que falta hace ese Cristo iracundo y justiciero que echó a latigazos a los mercaderes del templo!. ¿Vas a tener que venir otra vez y someterte al mismo suplicio y terrorífica muerte para que el mundo y estos profanadores de Tu doctrina vuelvan al redil y no sigan escandalizando, ni desorientando a tus corderos?. ¡Bendito GAL, si con él se consiguió quitar de en medio a unos pocos de locos y asesinos!. Yo les daría una condecoración, antes que encerrarlos en una cárcel. A los perros rabiosos, no se les puede acariciar el lomo, ni intentar convencerlos y tranquilizarlos echándoles unas migas de pan o trozos de carne. También me acuerdo del aquel primitivo Batallón Vasco Español, a uno de cuyos miembros llegué a conocer y sé que tenían en jaque a todos los jerifaltes de ETA, hasta el punto que no se atrevían a dormir dos noches seguidas en el mismo lugar. Y hablo de territorio francés, donde se refugiaban los etarras huyendo de la policía española y hasta donde iban los componentes de este Batallón a cazarlos y liquidarlos. Hubo un etarra de los de cabeza que se tiró tres noches durmiendo en una furgoneta que aparcaba en diferentes sitios, por temor a ser tratado como ellos acostumbran hacer con los que no se someten a sus exigencias. Un componente de este Batallón, se encontró a un obispo en un aeropuerto del norte, con su sotana, solideo rojo, fajín y cruz dorada al pecho, aún no desvestían de religiosos, que era de las mismas ideas que el actual Setién, aunque no recuerde ahora su nombre, y sin dar tiempo a reaccionar al prelado y acompañantes, por lo inesperado de su actuación, le dio un puñetazo tan fuerte que aún le tiene que estar doliendo en sus ya consumidos huesos. Se lo dio advirtiéndole los motivos que tenía para ello, para que no lo creyera obra de un loco anónimo. Cuando me lo contó reía a carcajada. Lógicamente su acción causó un tremendo asombro y expectación entre el numeroso publico que presenció el incidente. Al causante ya le tenían preparada su salida y escapada y no lo pudieron ni identificar, ni detener. Estaban bien preparados y adecuados para enfrentarse a un enemigo tan sorpresivo como peligroso. ¿Ha dicho algo al respecto la Conferencia Episcopal Española de tan ejemplarizante documental?
sábado, noviembre 18, 2006
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