viernes 3 de noviembre de 2006
DENUNCIA CONTRA SÓCRATES
El terror bolchevique y la cultura
Por Agapito Maestre
Silencio y marginación social, persecución y tortura, humillación y muerte, vileza y perversidad, en fin, sufrimiento hallará el lector que se interne en la obra de Shentalinski. Pero también verá coraje, valor y dignidad en los escritores que sufrieron, algunos hasta la muerte, las vejaciones de la policía soviética.
Shentanliski ha investigado en los archivos literarios de la KGB y ha sacado oro de la miseria. Dentro de la ya considerable literatura sobre la perversidad comunista contra los escritores libres, o mejor, contra la segunda profesión más antigua del mundo, los libros de Shentanlinski están creando un género propio. Más que informes sobre los procesos de la policía política contra los escritores, son ensayos filosóficos, y más que datos descarnados sobre denuncias, delaciones y confesiones de culpa, hallamos narraciones poéticas sobre el valor de los escritores rusos contra el poder criminal del estalinismo.
El resultado de ese trabajo son tres libros: Esclavos de la libertad, Denuncia contra Sócrates y Crimen sin castigo. Shentalisnki se fijó como objetivo –en plena Perestroika– la rehabilitación civil y literaria de centenares de escritores que habían sido represaliados por el Partido Comunista. Las grandes purgas promovidas por Stalin alcanzaron a más de 2.000 escritores. Casi todos desaparecieron. En Esclavos... se da cuenta de casos inolvidables, como los que se siguieron contra Florenski, Mandelshtam, Platónov y Babel. Todos ellos son rehabilitados con maestría por el autor.
Son los de Shentalinski libros sugerentes, unas veces minuciosos y otras impresionistas, que dan testimonio de la alucinación criminal comunista contra los escritores rusos. Gracias a que el autor traspasa permanentemente el ámbito de la investigación para situarse en el de la creación narrativa, y viceversa, y gracias a que nos ofrece con pericia y oportunidad textos, grandes textos, de los autores sometidos a persecución, podemos reparar con sencillez en el gran valor, el valor común, de todos los grandes escritores, que no es otro que su atrevimiento a seguir escribiendo en ambientes sórdidos.
El valor de la escritura los mantuvo enhiestos. Firmes. Dignos. Fue su venganza contra los criminales comunistas. Después de ellos, después de esos héroes civiles, pocos han tenido la conciencia tan clara de lo que es ser escritor. Fueron excluidos, perseguidos, torturados, pero aprovecharon cualquier oportunidad para seguir escribiendo; incluso utilizaron sus confesiones de culpa para la elaboración de literatura grandiosa.
Rescatar esas confesiones de los archivos de la KGB y mostrarlas debidamente circunstanciadas no es mérito menor de Shentalinski, que además ha sabido mostrarnos con limpieza y sencillez algunos de los grandes textos por que fueron acusados escritores de primera fila. Aparte del de Bulgakov, paradigmático es el caso del que fuera gran amigo de Stalin, distinguido durante la nuestra guerra civil en las Brigadas Internacionales, autor del famoso Diario de la guerra civil española (original del trasunto literario de Hemingway en Por quién doblan las campanas), el famoso Kárkov, que no es otro Mijaíl Yefimovich Koltsov. A su regreso de España, en 1938 fue denunciado, perseguido y condenado a muerte. Su confesión de culpa es modélica.
Aunque resulta casi imposible sintetizar este libro singular, a mitad de camino entre el ensayo, la novela y la investigación, no puedo dejar de recordar que comienza con una historia irónica, el asalto a Lenin por parte de un grupo de mafiosos, que acaba trágicamente. Viene luego la persecución a la familia y los seguidores de Tolstói, junto al relato de la degradación de su casa-museo.
La tragedia de Bulgákov, el gran satírico, lo llevó a la locura. Denuncia contra Sócrates progresa hasta llegar al demencial acoso contra la familia de la gran Marina Tsvetáieva, que es seguramente, junto a Anna Ajmátova, la más grande poeta rusa del siglo XX. Resulta estremecedor el relato sobre los apuros de la primera en la búsqueda de ropa de abrigo, o de leña, para soportar el invierno de 1939, cuando su hermana fue deportada a un campo de concentración y su marido y su hija Ariadna fueron detenidos, torturados y, el primero de ellos, condenado a muerte… Todo por la simple sospecha de que habían colaborado con el espionaje en el extranjero… El terrible desenlace fue el suicidio de Marina en 1941.
He aquí un libro con dos lecciones. Primera, y como dice la hija de Tsvetáieva, que "todo fue cruel, injusto, falso, inútil". "Todo comenzó con una calumnia y acabó con la pena de muerte". Segunda: los comunistas siempre han sido implacables con sus adversarios, o sea, con todos los que no han comulgado con sus métodos y fines criminales. Desprecian con el silencio, desprestigian con la palabra y, finalmente, persiguen con violencia al adversario, hasta matarlo.
Shetanliski ha vuelto a contar otra historia de delación y crimen. Historia del totalitarismo comunista. Inolvidable.
VITALI SHENTALINSKI: DENUNCIA CONTRA SÓCRATES. Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores (Madrid), 2006; 516 páginas.
jueves, noviembre 02, 2006
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