jueves 16 de noviembre de 2006
Despersonalizando al personal
Eulogio López (Hispanidad.com)
M E lo comenta un ejecutivo de una multinacional española que ha cambiado su sede corporativa y se ha trasladado al extrarradio madrileño. He aquí el trabajo del futuro, el trabajador del futuro y el espacio laboral del futuro : son los tiempos modernos. El primer mandamiento del trabajo moderno consiste en que si se pone en marcha una nueva sede corporativa para, pongamos 10.000 personas, debe haber puestos de trabajo para 8.000. De esta forma se consigue que el personal no pierda el tiempo en la sede, y se vaya a vender a la calle, que es lo que proporciona ingresos. Es el sistema de trabajo caja de cartón, porque todos tus enseres personales –las fotos de tus hijos, el bolígrafo que te regalaron por tu cumpleaños, etc., te los pones y llevas cada día. No es un puesto de trabajo, sino el puesto de trabajo que la empresa te permite ocupar cada día. No es tu puesto de trabajo, es el puesto de trabajo F-561. A la empresa moderna no le convienen los personalismos, sino los logotipos. De este modo, llegamos a la primera conclusión: la conciliación de la vida familiar y laboral no es que trabajes menos horas, sino que trabajes en casa. El horario laboral es para la empresa en exclusiva. El resto del horario puedes compartirlo entre tu familia y tu empresa. Así rindes más y, además, se reducen gastos. Además, con las ciudades-corporativas del extrarradio es imposible volver a casa a comer, con lo que aumenta tu relación con la empresa y disminuye la relación con tu esposa… por citar un ejemplo. “Mamparización”. Hasta tal punto debe ser así, que salvo, el personal directivo, nadie tenga un puesto asignado. De esta forma se consigue que la gente trabaje en el metro, en el aeropuerto, y en cualquier otro lugar. Pero ojo, y así llegamos al segundo mandamiento, los que posean despacho propio debe ser un despacho transparente. No necesito explicarles el gran prestigio del término transparencia- ahora bien, en su prístino sentido no hablamos de transparencia de la empresa, sino de transparencia del trabajador, si ustedes me entienden: La intimidad atenta contra la eficiencia. Como lo que distingue a la humanidad es la privacidad, saquen ustedes mismos las conclusiones. Sé que en un primer momento, los despachos acristalados se inventaron para atajar el número creciente de acusaciones de acoso sexual –verdaderas o falsas- pero fue una oportunidad grande para continuar despersonalizando al personal, verdadera esencia del trabajo actual. Como consecuencia de lo anterior llega el tercer mandamiento : el gran hermano te vigila y el gran hermano es tu compañero y tu jefe inmediato. Esto es más importante de lo que parece, dado que afecta al sistema retributivo. Cada vez más –tiempos modernos-, tu salario es variable dependiendo de estas dos condiciones: lo que vendas y lo que diga tu superior inmediato. Trabajas a comisión, lo que significa que el polvoriento compañerismo de antaño ha muerto. El de al lado no es un compañero, es un competidor. Una empresa de 100.000 trabajadores tiene como objetivo máximo convertirse en una empresa de 100.000 autónomos que compiten fieramente entre sí. Al mismo tiempo, como es tu jefe inmediato quien decide tu retribución variable, en la multinacional moderna no se rebela ni Espartaco. Una derivada importante, es el bonus anual, que suele abonarse en febrero. De esta forma, nadie se marcha a la competencia hasta marzo. En cualquier caso, el salario por objetivos da para mucho. El Santander ya ha hecho el cambio. Telefónica ha comenzado a hacerlo, Iberdrola, y Endesa se trasladaron al IFEMA, uno de esos polígonos empresariales absolutamente deshumanizados. Repsol va a cruzar la calle para pasar de rascacielos antiguo a rascacielos nuevo. La microempresa no es que sea hermosa, es que es la única forma de trabajar a gusto.
jueves, noviembre 16, 2006
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