viernes 3 de noviembre de 2006
Claudicación, circo y esquizofrenia
Ismael Medina
"¿QUÉ sucede en España?", me preguntaba desconcertado un viejo colega italiano con quien compartí amistad y misiones en áreas calientes. La pregunta se la hacen hoy políticos y columnistas de multitud de naciones. Pero alarma aún más que la proponga un avezado periodista italiano, habituado al "putiferio" en que está sumergido su país desde hace largo tiempo. El "putiferio" español ha desbordado con creces cualquiera modelos propios y ajenos desde que Rodríguez accedió a la presidencia del gobierno "por accidente". La traducción académica de "putiferio" es batahola, batiborrillo, ruido tumultuoso, riña, pelea o alharaca. Pero en el lenguaje coloquial y en ámbitos políticos o económicos adquiere connotaciones más próximas a lo que el vocablo sugiere a un español desconocedor de aquel idioma. Fue habitual que cuando una situación se desmadraba en cualquier ámbito se dijera que se había convertido en casa de putas. Los italianos aplicaron ese mismo giro metafórico, aunque con una sola palabra. Bien es cierto que cuando alguien nos juega una mala pasada solemos calificarla de "putada". O de "mariconada". Para el caso es lo mismo. Las anteriores anotaciones bastarán para entender que mi colega satisfizo en buena medida su curiosidad cuando le respondí que a los italianos les hemos ganado por muchos cuerpos en "putiferio". Y puesto que "putiferio" ha salido a colación, viene a cuento recordar que puto era definido por el diccionario de la RAE como "sodomita pasivo" antes de que los actuales académicos, avenidos a lo políticamente correcto, relegaran este ancestral significado a la cuarta acepción y la edulcoraran con el rebuscado "hombre que tiene concubinato con persona de su sexo". O más bien teórico "cónyuge B" desde que al "putiferio" rodriguezco se le ocurrió sabotear el orden natural y la semántica otorgando condición legal de matrimonio a las uniones sodomitas. A tenor de lo expuesto puede sostenerse en términos políticos que ahora tenemos en España, o su ficción extraconstitucional, un gobierno puto. Y no sugiero ni por asomo, aunque ande en lenguas, que entre sus miembros puedan existir maricones o lesbianas. Traslado al acontecer político la índole pasiva del puto, o predisposición a claudicar, en lo que este verbo equivale a ceder, flaquear o faltar a lo debido. En desgarrado lenguaje popular y figurativo, bajarse los pantalones y ofertar el culo. Rodríguez y los suyos, conscientes de las causas reales que favorecieron su acceso al poder, "por accidente", precisaban justificarlas para consolidarlo y conservarlo. Precisaban del apoyo incondicional de unas minorías, incluso las unipersonales, favorecidas por un sistema electoral anacrónico que ni Felipe González ni José María Aznar se atrevieron a cambiar, pese a que disponían de mayoría absoluta y todavía podían contar con el principal partido opositor para sacar adelante la reforma y adecuarla al modelo prevalerte en Europa. El P(SOE) asumió el papel de puto parlamentario y se convirtió en prisionero de las minorías, en particular de los radicalismos secesionistas y de ese esperpéntico recuelo del viejo e internacionalmente derrotado comunismo que es Llamazares al que, un día tras otro, se le ve el plumero de su adiestramiento ideológico en la Cuba castrista. Lo putean, sobre todo, el PSC, ERC, IU y el armazón que integran PNV, EA y Batasuna-ETA. Rodríguez y su pandilla, construida a imagen de su propia mediocridad, cayeron en las garras del tripartito catalanista, en el cual se conjugaban el revanchismo del charnego Carod, acabado espécimen del criollismo hispanoamericano del XIX, al igual que Montilla, y de Maragall, brazo político de la siempre avarienta alta burguesía barcelonesa del dinero, al igual que Pujol y ahora Mas (también Piqué), con los que trapichea con desventaja. Creyó que con el estatuto, un inconstitucional, antiespañol y explosivo albondigón político, satisfaría sus exigencias y lo dejarían tranquilo para quincallear en otros frentes. Lo resultados están a la vista. Quieren más y más. La alta burguesía del dinero es insaciable y, fiel a su historia, pretende hacer y deshacer a su antojo. Pero chupando con desmesura, como siempre, del bote de la España que desprecia. Y al amparo de ERC, y también del PSC, se apodera de la Generalidad el fantasma de Companys. No es casualidad que los llamados "antisistema", a los cuales la Generalidad disfraza de "ocupas", endurezcan la guerrilla urbana, a semejanza de la terrorista vascongada, precisamente en octubre y en coincidencia con la exaltación rodriguezca del octubre rojo de 1934. También desde esta vertiente lo putean sin recato. El dislate del estatuto catalanista servía a Rodríguez de coartada para justificar una parigual cesión al secesionismo vascongado, entrampillado tras el fracaso parlamentario del plan Ibarreche y la revivida herencia socialista del federalismo, ahora descaradamente asimétrico. Pero antes, y para encubrirlo, era necesario dar la salida a una despendolada carrera estatutaria. Y si los aconstitucionalistas de 1978 fueron fieles a la arbitraria consigna evacuada por Adolfo Suárez, dócil instrumento del monarca, de autonomía para todos, Rodríguez la transformó en estatuto para todos. El PP cayó en la trampa con el estatuto consensuado de la comunidad valenciana y hoy asistimos a una pugna desaforada de todas las autonomías por tener los mismos privilegios que Cataluña. Y los ya concertados con el secesionismo vascongado, incluido su reconocimiento como nación, empeño a cuya cabeza están los socialistas de Galicia y Andalucía. Otro ámbito de puteo al predispuesto Rodríguez, para quien el Estado y España son lo de menos. ¿Y cómo justificar la claudicación ante las exigencias del separatismo vascongado, vinculadas a las ya expuestas? El recurso a la engañifa de la paz. ¿Y qué paz? La claudicación ante el terrorismo separatista que ya negociaba solapadamente con los bandoleros del hacha y la serpiente desde el año 2000, traicionando el Pacto Antiterrorista suscrito con el gobierno del PP y la Ley de Partidos que el PSOE repaldó. Esta esquizofrénica estrategia no carece de lógica. El espantajo de la paz, mendazmente aireado ante una sociedad anestesiada a costa de la guerra en Iraq, fue la plataforma merced a cuya sórdida manipulación cambió el signo de las elecciones del 14 de marzo. Creyó Rodríguez, o creyeron quienes lo manejan desde la sombra, que la posibilidad de una paz aleatoria con el terrorismo secesionista vascongado surtiría parejos efectos y haría posible la aceptación pasiva de ese mismo sector amedrentado que le llevó al poder. El falaz "alto el fuego permanente" ofrecido por el bandolerismo etarra no fue gratuito, sino el resultado de las negociaciones secretas de Equiguren con Ternera, un criminal protegido que campa a sus anchas en la seguridad de que no será detenido. Se demostró en la resolutiva reunión de San Martín de Cuixá, para algunos expertos relacionada con el ascenso del P(SOE) al poder. Ahora Rodríguez y sus portavoces, incluidos los mediáticos, justifican el entreguismo gubernamental a ETA con la maniquea especie de que lleva tres años sin matar. Esconden que dejó de verter sangre bajo el gobierno Aznar, merced a una efectiva política antiterrorista, respaldada por el gobierno francés, nada dispuesto a que ver contagiado su esquina suroeste por el separatismo rampante en la vecindad española. Desconocieron Rodríguez y sus pandilleros que el secesionismo vascongado, tanto el presuntamente moderado como su compinche criminal, es aún más ansioso, premioso y montaraz que el catalán. Ha aprovechado la tregua pactada, al igual que otras dos anteriores, para reponer fondos, consolidar sus permanente vínculos con el terrorismo islamista, rearmarse, recomponer sus bandas y, al amparo de la enfermiza permisividad gubernamental y del comisariado político en que se ha convertido la Fiscalía General del Estado, amén de concreto jueces "progresistas", lanzar de nuevo a la calle la guerrilla urbana con dos principales objetivos: el chantaje a un gobierno incapaz, pillado en su propia trampa, y la selección de nuevos bandidos dispuestos a matar. Y lo harán si Rodríguez no les reconoce de inmediato lo que exigen, en contubernio con el PNV, EA y PSE: legalización de Batasuna para que participe abiertamente en las pactadas "mesas" de la claudicación del Estado y en las próximas elecciones, acercamiento y liberación de presos, derecho de autodeterminación como paso previo a la independencia y anexión de Navarra, por de pronto, amén de la internacionalización del conflicto, ya conseguida en el guirigay parlamentario de Estrasburgo, merced a las sucias maniobras de su presidente Borrell, al respaldo de la Internacional Socialdemócrata y a la acobardada inopia de ciertos diputados europeos del centroderecha. Si el gobierno anterior puso al terrorismo etarra contra las cuerdas, es ahora ETA la que tiene contra las cuerdas al gobierno Rodríguez. Y esta sí que es una superputada. Sobre todo para España. Más que a sospechas sin fundamento excita el exasperado empeño del gobierno Rodríguez y las bien engrasadas minorías que lo apoyan en bloquear cualquier investigación que conduzca a esclarecer la trastienda de la matanza del 11 de marzo de 2004, de la que fue sólo un descarado inició el "putiferio" de la Comisión de Investigación en el Congreso de los Diputados. Y ahora, con el concurso del siempre imprevisible y teatrero de Garzón y de la Fiscalía, en ocultar a toda costa la vinculación entre ETA y el terrorismo islámico. Desbrozar todo este tinglado de la farsas me ocuparía demasiado espacio. Revientan mis archivadores con recortes de prensa y ocupan gigas lo acumulado en la memoria de mi ordenador. Me limitaré a unas mínimas anotaciones. La vinculación entre ETA y las diversas organizaciones del terrorismo islámico, así como otros muchos de los llamados movimiento de liberación, se estableció a raíz de la creación en La Habana castrista de la Internacional del Terror a instancias de la Unión Soviética y bajo el control del KGB. No fue casualidad que ETA dispusiera de campos de adiestramiento en varios países islámicos norteafricanos y del Oriente Medio. Tampoco que los países satélites de la URSS, en particular Bulgaria y Checoeslovaquia, le suministraran armamento. Tras el hundimiento de la URSS el centro de Interterror se trasladó a Libia. Y a Iraq, Siria e Irán después que Washington le sentara las costuras a Gadhafi. Todos éstos y otros muchos datos complementarios pueden encontrarse en "Ha empezado la Tercera Guerra Mundial", de Jacques Bergier. Tampoco fue casualidad que 80 miembros de ETA, entre ellos los de la "caravana de la muerte", que se entregó en Cañaveras, estuvieran en Iraq cuando comenzó la incursión aliada para derrocar al genocida Sadam Husein. La vinculación entre el terrorismo vascongado y el islámico sigue viva. Y ahora con el concurso de la Venezuela de Chávez y de sus filiales neomarxistas "bolivarianas". Vinculación que Rodríguez y sus brazos judiciales y mediáticos, incluido el "ABC" vasconizado, se empecinan en negar. De ahí la absurda polémica en torno al ácido bórico a que aludían los peritos en explosivos de la Policía Nacional encausados por Garzón, pese a no corresponderle. Nada de anómalo encierra el hecho de que esos peritos sugirieran en su informe que también ETA utilizaba ácido bórico. El ácido bórico, como conocen químicos y expertos en explosivos, se usa habitualmente para estabilizar dinamita y trilita, en evitación de que su exudaciones puedan provocar una explosión prematura. También para procurar mayor potencia a determinados explosivos. Y asimismo, para desorientar el olfato de lo perros. Ácido bórico contenían los explosivos convencionales utilizados por ETA y en los que contenían las famosas mochilas del 11 de marzo, en particular la manipulada de Vallecas. Si al gobierno Rodríguez y a sus terminales mediáticas les interesa tanto como alardean descubrir la verdad de aquella matanza, cuyo rédito electoral es incuestionable, amén de lo que tildan de conspiración, parecería lo más razonable que no pusieran obstáculos a la investigación y se valieran de la Policía Nacional, la Guardia Civil y el CNI, así como de la Justicia, para desmontar con pruebas irrebatibles las revelaciones de la prensa no sumisa, en vez de refugiarse en banales coartadas dialécticas. El problema reside en que si se confirmara la conexión de ETA con la matanza del 11 de marzo, aunque sólo fuera para equivocar al ministerio de Interior aznarista, la cual creo verídica, se vendría abajo con estrépito el enjuague de la claudicación ante el terrorismo vascongado, la despreciable engañifa de la paz y el escaso crédito nacional e internacional que todavía restan a Rodríguez y sus compinches. ETA y el secesionismo vascongado perderían la careta que Rodríguez les ha proporcionado. Esta vez son Rodríguez, su gobierno, el P(SOE) y las minorías en que se apoyan los que se han puteado a sí mismos. En términos políticos, una descomunal mariconada. Hago omisión, para no alargar más esta crónica, del "putiferio" calderesco de la legalización masiva de inmigrantes con chapuceros fines electorales, la humillante suspensión del encuentro de ministros de la Vivienda europeos en Barcelona por miedo a la guerrilla urbana secesionista y a los del titipartito, el abajamiento a las prepotentes exigencias islamistas, la fantochada de la Alianza de Civilizaciones, el envío de tropas a frentes de guerra equiparables al de Iraq como son Afganistán y el Líbano, el fraudulento enredo de la OPA de Gas Natural sobre Endesa, el encubrimiento de corrupciones socialistas como la de Seseña, la confraternización con los desmanes de Chávez, una política desquiciada de Defensa, el aislamiento a que nos conduce el autismo de Moratinos en Asuntos Exteriores, las negativas consecuencias de la liquidación del Plan Hidrológico Nacional, la utilización perversa de los Presupuestos Generales para castigar a las autonomías gobernadas por el PP y tantos otros desvaríos. Pero no puedo concluir sin una mínima alusión a la gran putada que don Pepito Bono le ha jugado a Rodríguez y al P(SOE). Bono, durante dos décadas virrey absoluto de la taifa castellano manchega, fue criado, como tantos otros presuntos demócratas, a los pechos del siempre equívoco y cínico Tierno Galván, aunque más bien parece que su abuelo político fuera Romanones. Todas las triquiñuelas, la retranca, las malas artes y la ambición enriquecedora del caciquismo las hizo suyas y las recreció José Bono. Rodríguez le birló la ansiada secretaría general del P(SOE) gracias a un puñado de votos del rencoroso guerrismo, y con ella su aspiración a la presidencia del gobierno. Se vio forzado luego por Rodríguez a abandonar la satrapía manchega para ocupar el ministerio de Defensa, con el propósito predeterminado de que se estrellara. Y ahora, cuando Rodríguez no encuentra una paloma azul para oponer en Madrid a Ruíz-Gallardón, otro gran ambicioso y cínico, ofrece a Bono la candidatura madrileña sin caer en la cuenta de que Bono es un maestro en el pasteleo, que sabe esconder la navaja cabritera de la venganza y que en materia política es un sosías del actual alcalde madrileño. Los dos barren para sí y lo mismo pueden estar en el P(SOE) que en el PP. Son intercambiables. A las putadas de Rodríguez ha respondido Bono con la gran putada de dejarse querer, soltar hilo, hacer picar el anzuelo al rebaño sociata y poner en manos de Ruíz-Gallardón y de Esperanza Aguirre el as electoral que necesitaban. Claudicación, circo y esquizofrenia política son los principales componentes del delirante putiferio en que se ha enredado el tancredista Rodríguez y en el que ha metido a una España desarbolada.
jueves, noviembre 02, 2006
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