lunes, febrero 15, 2010

Jose R. Barros, Una medalla ensangrentada

Una medalla ensangrentada

11/02/2010 | José R. Barros

A la derecha, Marcos Ana, poeta y comunista. Izda., portada de ALBA.




Un edificio situado en el número 3 de la calle Noviciado de Madrid custodia el Archivo Histórico del Partido Comunista de España. Allí se guarda la Caja 127; un gruesa carpeta donde ‘El Partido’ alberga los dossieres de sus poetas más famosos: Alberti, Machado o Guillén, entre otros. El material: recortes de prensa, manifiestos, convocatorias… Dentro de la caja hay un expediente que destaca por su grosor. En la portada, un nombre: “Marcos Ana”. Los documentos recopilados (en su mayoría noticias de la época, algunas con testimonios inculpatorios) aclaran el misterio: Marcos Ana es el seudónimo de Fernando Macarro.

Marcos Ana es un rapsoda marxista de posguerra que, sin aparecer en ninguna antología poética de la época, hoy en día, a sus 90 años, goza de fama por haber pasado de forma ininterrumpida veintidós años dentro de las cárceles franquistas, desde los 19 años a los 41, de 1939 a 1961.

Tras su puesta en libertad, la falta de reconocimiento literario de Marcos Ana no impidió que se entregase al activismo político: conferencias y viajes por Europa e Hispanoamérica, actos de protesta en Francia, campañas mediáticas contra la dictadura… Marcos Ana, desde 1961, se presenta como ex presidiario por motivos de conciencia.

Expediente 120.976

Donde guardan otro dossier sobre el poeta es en el Archivo Histórico de Defensa. El Gobierno ha centralizado en este registro gran parte de los expedientes judiciales instruidos desde finales de la Guerra Civil por los distintos juzgados militares territoriales. Y con el número 120.976 se encuentra el expediente de Marcos Ana.

En dicho dossier se pueden leer los motivos de su condena: como secretario de las Juventudes Socialistas Unificadas en Alcalá de Henares y jefe de un grupo de milicianos dentro del Batallón Libertad, “tomó parte directa” en el asesinato de Marcial Plaza Delgado el 23 de julio de 1936 y en el asesinato, el 3 de septiembre del mismo año, de Amadeo Martín Acuña y de Agustín Rosado.

Plaza, de 41 años, era cura. Martín era un cartero de 24 años que militaba en Acción Popular y Rosado era un labrador de 45 años sin filiación política pero de reconocida religiosidad. Marcos Ana fue condenado a muerte en 1943. Por ser menor de edad durante la contienda le conmutaron la sentencia por la inferior en grado: 30 años de prisión.

En el expediente hay registradas varias peticiones de indulto que el poeta envió a las autoridades. En una de 1952, Marcos Ana afirma que “dada la naturaleza de los hechos que se le atribuyen”, no le afecta “ninguna de las excepciones” del decreto del 12 de octubre de 1945.

Con este decreto los vencedores de la guerra indultaron a todos los encarcelados por no sumarse a su rebelión militar que, con independencia de su ideología, no tuvieran condenas por delitos de sangre.

La mascota del batallón

En un documento del Consejo Supremo de Justicia Militar de 1954, recogido dentro de este mismo expediente, se puede leer el motivo de denegación: “Tomó parte en profanaciones, detenciones y asesinatos de personas de derechas”.

Será un decreto de Franco de 1961 el que le ponga en la calle: todos los presos que llevaran más de 20 años en las cárceles por hechos relacionados con la guerra quedaron en libertad.

Otros documentos, esta vez guardados en el Archivo Histórico Nacional de Ministerio de Cultura, también registran actividades del poeta. El 11 de mayo de 1939, el alcalde de Alcalá firmó la lista de asesinados en su ayuntamiento. El nombre de Marcos Ana aparece como “persona sospechosa de participación en el crimen” de Agustín Rosado y Amadeo Martín.

La polémica no ha faltado desde la puesta en libertad de Marcos Ana. A lo largo de los años, los familiares de las personas asesinadas en Alcalá de Henares fueron manifestando en distintas publicaciones su versión de los hechos.

Mercedes Cabezudo, madre de Amadeo Martín, narró para Noticias Gráficas, el 23 de octubre de 1963, sus recuerdos: “Macarro y otros milicianos practicaron en mi casa un registro de dos horas, llevándose detenido a mi hijo, que fue asesinado a las siete de la tarde. (…) Amadeo Martín se puso de rodillas al morir y perdonaba a todos y pedía perdón por nosotros. Al contar esto, Macarro se reía y hacía gestos de burla”.

Victoria Fraguas Salgado incluso llegó a señalar en una fotografía para La Vanguardia, el 10 de noviembre de 1962, el lugar exacto donde, según ella, las milicias comandadas por Marcos Ana habían asesinado a su tío, José Plaza. Minutos antes, recoge el periódico, Marcos Ana había asesinado al hijo de éste, el sacerdote Marcial Plaza.

El rotativo catalán, en su edición del 21 de agosto de 1963, describe las circunstancias de la muerte de Rosado: “[…] a quien había sacado de su domicilio con el pretexto de que debía prestar una declaración de importancia. El crimen fue cometido también personalmente por Marcos Ana”.

Sin embargo, en sus memorias Decidme cómo es un árbol, Marcos Ana presenta una visión diferente del conflicto: “La contienda me sorprendió en Alcalá, donde los militares también se sublevaron. La resistencia del pueblo, ayudada por una columna de milicianos que llegó de Madrid, nos permitió recuperar la ciudad en veinticuatro horas”.

En su libro, Marcos Ana sostiene que “más adelante me incorporé, casi como una mascota, al Batallón Libertad, y partimos hacia la sierra a detener a los fascistas que avanzaban sobre Madrid”.

Al mismo tiempo asegura que, ya de vuelta en Alcalá, “volví al trabajo político, al frente de la Juventud Socialista Unificada en la comarca. Pese a mi corta edad, era un pequeño líder muy conocido en la ciudad. (…) Tenía sólo 16 años y tuve que hacer frente a una sucesión de acontecimientos propios de la guerra y asumir responsabilidades que desbordaban la falta de experiencia y mi juventud”.

Surgen dudas sobre su relato al saber cómo fue la toma de Alcalá. Los sublevados, al quedar aislados, fracasaron sin apenas combates y el día 21 de julio los militares “nacionales” se rindieron a sus homólogos republicanos.

El poder y la gloria

Sólo a partir del día 21 las milicias comunistas y anarquistas entraron en acción. Pusieron en marcha un plan de exigencias de represalias sobre la población civil indefensa: saqueo, profanación y quema de iglesias y asesinato de curas, laicos y gentes de derecha.

Pero las sombras sobre su relato no parecen afectar a Pedro Almodóvar. El próximo proyecto cinematográfico del cineasta manchego será llevar a la pantalla su autobiografía. Y los homenajes al poeta no acaban aquí.

El pasado 4 de diciembre, el ministro de Trabajo Celestino Corbacho notificó a Marcos Ana que el Gobierno acababa de otorgarle la Medalla de Oro al Mérito al Trabajo. El 13 de enero de este mismo año, Patxi López, en nombre del Gobierno Vasco, le entregó el Premio René Cassin de Derechos Humanos, y el 20 de enero el Círculo de Bellas Artes de Madrid se llenó para celebrar el 90 cumpleaños del vate marxista.

En sus memorias, Marcos Ana explica al lector por qué, tras recuperar la libertad, decidió no regresar a la ciudad de su juventud: “En Alcalá de Henares había discurrido mi vida política durante la guerra y no era prudente quedarme allí recién salido de la cárcel y expuesto a posibles provocaciones”.

Lo curioso es que, después de tantos años, Marcos Ana aún no ha regresado a Alcalá de Henares para leer el pregón de las fiestas o impartir uno de sus recitales. Quizá sea porque todavía quedan alcalaínos que recuerdan algo más que sus poemas.

* * *

¿Una conducta útil y ejemplar?

“¿A mí? ¡Pero si yo no he trabajado en la vida!”. Con estas sinceras palabras respondió Sebastián Fernando Macarro Castillo, alias ‘Marcos Ana’, a la noticia que el ministro Corbacho le comunicó por teléfono el pasado 4 de diciembre: el Gobierno en pleno acababa de otorgarle la Medalla de Oro al Mérito al Trabajo. El ministro, ante la modestia expresada por Marcos Ana, reafirmó la decisión gubernamental: “Tú has trabajado mucho por los demás, y sigues trabajando por ellos”. Dicha condecoración, de caracter civil, se concede “en mérito a una conducta útil y ejemplar en el desempeño de cualquier trabajo o profesión, o en compensación de daños y sufrimientos padecidos en el cumplimiento de ese deber profesional”. Gracias a la medalla, Marcos Ana pasará a gozar del tratamiento de “excelentísimo”.


http://www.albadigital.es/2010/02/11/politica/una-medalla-ensangrentada/

1 comentario:

Anónimo dijo...

¿La Memoria Histórica de este detestable personaje no le interesa a Garzón?