miércoles, febrero 17, 2010

Pio Moa, Simbolo de victoria y de reconciliacion

Símbolo de victoria y de reconciliación

17 de Febrero de 2010 - 07:17:19 - Pío Moa

El Valle de los Caídos fue concebido como símbolo de victoria, en concreto de victoria sobre el totalitarismo marxista hacia el que se encaminaba el Frente Popular. El hecho mismo de estar coronado por una cruz representa esa victoria, pues el bando contrario pretendía –y sus sucesores pretenden– erradicar el cristianismo. Lo intentaron mediante una de las persecuciones más sangrientas y ensañadas de la historia, acompañada de la destrucción y saqueo del patrimonio histórico-artístico más directamente ligado a la religión, para aniquilar en España la raíz más profunda de la civilización occidental.

La victoria sobre el totalitarismo dio lugar a una dictadura autoritaria, que se diferencia de la totalitaria en que esta supedita por completo la sociedad al estado, cuando no la suplanta, mientras que la autoritaria de Franco mantuvo un estado reducido y una autonomía social muy amplia, reconocida por antifranquistas como el filósofo Julián Marías. La realidad histórica es que la democracia se hizo imposible en España al no quedar apenas demócratas después de las convulsiones de la II República; el franquismo nunca tuvo verdadera oposición democrática, sino comunista y terrorista, y no había demócratas en sus cárceles. Aun hoy la democracia tiene grandes dificultades para asentarse, como demuestra la deriva anticonstitucional y disgregadora del actual gobierno, la liquidación de la oposición por el PP o leyes de espíritu totalitario como la llamada de memoria histórica.

El Valle de los Caídos fue pronto interpretado también como símbolo de reconciliación. No, evidentemente, con los dirigentes que quisieron, planearon y organizaron la guerra civil, y que, tras fracasar en 1934 y después de unas elecciones no democráticas en 1936, impulsaron un proceso revolucionario y aplastaron la legalidad republicana. El espìritu de reconciliación, expuesto en el traslado de restos de combatientes de ambos bandos al Valle de los Caídos, se dirigía al pueblo llano, no a los engañadores, sino a los engañados. Labor fácil, pese a las distorsiones históricas hoy en boga, porque los votantes y combatientes del Frente Popular vieron cómo sus jefes huían al extranjero llevándose inmensos tesoros robados al patrimonio nacional, a los particulares y hasta las alhajas de los montes de piedad, sin preocuparse lo más mínimo por el destino de sus seguidores, ni siquiera por los más comprometidos en el terror contra las derechas. Habían visto, además, cómo las izquierdas se asesinaban a mansalva entre ellas, claro indicio de lo que habría pasado, de haber vencido ellas. Muy pocos españoles quedaron con ilusiones o añoranza al respecto.

Precisamente por ser un símbolo de victoria y de reconciliación quieren liquidar el Valle, o transformarlo en su contrario, los mismos políticos talibanescos que se consideran herederos del funesto Frente Popular, tan bien descrito por Azaña, Marañón, Madariaga, Pérez de Ayala y otros. Y lo grave no es que se consideren herederos de aquello,: están demostrando que, efectivamente, lo son.

** Pido a los lectores que hagan cuanto esté en sus manos por difundir estos comentarios.

** En cuanto al manifiesto, creo que es conveniente que en una primera fase lo firmen solo historiadores. Pero es conveniente que se difunda al máximo.

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****Dedicado a Anasagasti:

"La boina. Esta sencilla y cómoda prenda de vestir, que procedente del Pirineo semi-vasko semi-francés se extendió y naturalizó en toda Euskeria en la primera mitad de este siglo, llegando a ser síntesis y personificación de las aspiraciones de un pueblo viril, se ha trocado en los últimos años en un aditamento de indumentaria cosmopolita (...) Allí existía una boina donde existía un euskeriano, y un euskeriano con sus costumbres patriarcales. Cuando se quería dar a entender que un individuo o una sociedad era euskeldun, no era necesaria otra cosa que una boina.

(...) ¡Lloremos!!!! ¡Nuestra sencilla boina nos ha abandonado! ¡Se ha maketizado para dejar de ser euskeriana! Cubre lo mismo la cabeza de un maketo... ¡¡No!! ¡¡Mentira!! No cubre lo mismo la cabeza de un maketo como la cabeza de un euskeldún. En la cabeza de un maketo oprime su nuca y sus sienes como para contener las pérfidas concepciones de su cerebro cuando es oportuno ocultarlas, y se aboveda sobre su frente para encubrir la hipócrita expresión de su frente y su mirada, y se prolonga en forma de pico de ave de rapiña, como signo de la rapacidad y voracidad de su villano temperamento. En la cabeza de un maketo, y encima de aquellos traicioneros ojos y aquella nariz tacaña, se ciñe y ajusta como el maketo oprime y estruja al pueblo que cae en sus garras.

A pesar de su propagación, ¡todavía la boina nos diferencia del extranjero! En la cabeza del maketo es signo de su dominación en Euskeria. En la cabeza del euskeriano tiene su historia... y hoy es una sencilla prenda de vestir, tal vez mañana sea prenda del uniforme nacional. Y ese día, ¿seguirá vistiéndola el maketo?"

(De un artículo de la prensa peneuvista recogido en Adiós España, de Jesús Lainz).

http://blogs.libertaddigital.com/presente-y-pasado/simbolo-de-victoria-y-de-reconciliacion-5654/

1 comentario:

Publicado por José dijo...

Ni trabajaron 20.000 presos, ni hubo trabajos forzados, ni subían las piedras a cuestas. Hubo 14 accidentes mortales

EL VALLE DE LOS CAÍDOS, es, según un turista italiano, que había recorrido muchos países, “posiblemente la construcción más grandiosa del siglo XX”. Y según Alfredo Amestoy una obra faraónica, no sólo del siglo XX, sino de la historia.
La estructura de la Cruz es de hierro, hormigón y recubierta de granito. La Cruz pesa algo más de doscientos millones de quilos; la Torre Eiffel siete millones trescientos mil quilos. Pesa más de 26 veces la Torre Eiffel. ¡Qué maravilla sería este monumento en un lugar agreste,natural, y con el símbolo de la Cruz, iluminado como la Torre Eiffel!( 20.000 bombillas, 352 proyectores de 1.000 vatios cada uno y 4 reflectores de neón de 6.000 vatios cada uno que giran).
Ni hubo trabajos forzados, ni subían las piedras a cuestas. Hubo 14 accidentes mortales. Todos los materiales eran subidos por ascensor por el pozo hecho en la montaña y después desde la base de la Cruz por dos ascensores hasta donde estaban trabajando y con las grúas depositaban las piedras y las engarzaban.

LA CRUZ DEL VALLE DE LOS CAÍDOS
Si el alma del monumento es la catedral excavada en la roca, lo llama la atención del visitante es la Cruz de 150 m. de altura y 47m. de los brazos, que asombra a cualquier visitante. Su peso es de más de 200 millones de quilos. Está hecha de hierro, hormigón y recubierta de granito. Se divisa desde Madrid a 58 Km. Para el arquitecto Diego Méndez, la Cruz debía centrar toda la atención del espacio visual. En la base de la Cruz están los cuatro evangelistas: San Mateo, San Marcos, San Lucas y San Juan con sus símbolos: el ángel, el león, el toro y el águila respectivamente, que tienen 18 m. de altura y más arriba las cuatro virtudes cardinales: Prudencia, Justicia, Fortaleza y Templanza. Las ocho esculturas pesan 20.000 toneladas, realizadas todas por Juan de Ávalos.

MILAGRO EN EL VALLE DE LOS CAÍDOS ABRIL 1.999
El 7 de abril de 1.999 a las 4,31 horas el sismógrafo de la Abadía detectó la explosión de una bomba colocada en el crucero de la Basílica. La bomba causó graves destrozos: el humo y el polvo tardaron dos días en quitarse; el órgano, situado en el otro extremo de crucero, quedó prácticamente destruido; fueron destrozadas ocho filas de bancos a cada lado de la capilla, dos filas de confesionarios y en la sacristía ardieron varios bancos; y las pesadas puertas de bronce de la entrada de la Basílica, de unas 10 toneladas y situadas en ángulo con relación al punto de explosión y a unos 200 metros, sufrieron deformaciones.
Pues bien, las primeras personas que, a las 48 horas de haberse producido la explosión, entraron en la cripta para reconocer los daños fueron el fraile representante del Abad, el Arquitecto de Patrimonio Histórico, el Aparejador del Valle y el Delegado del Patrimonio para el mismo. En aquel mare mágnum de destrozos, los cuatro, a la vez y con perfecta lucidez, comprobaron con estupor que: ´´ la grandiosa Cruz situada sobre el altar mayor no había sufrido ningún daño y que en la mano derecha del Crucificado había una rosa roja fresca´´
En la fecha del sacrílego atentado se daba la circunstancia de que era inmediatamente después de Pascua de Resurrección, por lo que se habían recogido días atrás todas las flores y limpiado todos los floreros.
Información: http://www.visitaturistica.com