miércoles, febrero 17, 2010

Un debate con trampas

Editorial
Un debate con trampas

16 de febrero, 2010

Zapatero y Rajoy se ven las caras hoy en el Congreso.


La cita de hoy en el hemiciclo debería marcar el punto de inflexión de la legislatura, como ha dicho acertadamente Mariano Rajoy. Pero lo poco que esperamos del actual presidente del Gobierno, nos hace temer que las cosas sigan como están, es decir que España se hunda más. Sin embargo, el debate es una oportunidad para que Zapatero se explique y Rajoy ofrezca una alternativa, para que los españoles nos enteremos de cuáles son los planes de los líderes ante una situación de emergencia nacional, por mucho que el Gobierno pretenda maquillarla (no hay semana que algún ministro no haga de heraldo surrealista vendiendo la burra de los brotes verdes).

El mes y medio negro que el Ejecutivo ha vivido refleja el momento más crítico de una España que ha pasado de luchar en el grupo de cabeza a ser cola de león, como Grecia. Después de seis años gobernando ha quedado en evidencia que Zapatero carece de las dos condiciones imprescindibles de un verdadero líder: lucidez para ver los problemas y coraje para hacer y pedir sacrificios. Primero negó la crisis y cuando su credibilidad estaba por los suelos y la economía española en encefalograma plano ha adoptado una serie de medidas poco fiables e incompletas. A finales de 2008, el gobernador del Banco de España, Fernández Ordóñez, que no es del PP, juzgaba inaceptable en una entrevista en El País no reaccionar ante una tasa de desempleo del 13%, e insistía en el debate sobre el mercado de trabajo, que no suponía un simple empeoramiento de la condición salarial, sino la adecuación a la circunstancia de crisis. Un año después y con una tasa del 20%, el mercado laboral sigue siendo asignatura pendiente.
Lo peor del presidente no sólo es su falta de estatura política sino también su arrogancia (suele ir unido). Se ha burlado de quienes le pedían medidas, desde el propio Fernández Ordóñez, hasta al ex ministro socialista de Carlos Solchaga, al que excluyó del Comité Federal por anunciar la crisis económica. Y ha endosado al PP el sambenito de antipatriota, responsabilizándole de empeorar la situación en un alarde de desfachatez política. En los últimos días, utilizando al Rey, le ha tendido al PP una nueva trampa en forma de pacto. Está claro que éste es imposible, fundamentalmente porque a Zapatero le preocupa más mantenerse en el poder, que asumir sus errores. Por eso es difícil esperar mucho del presidente socialista. Todo indica que su estrategia es tratar de aguantar el chaparrón y ganar tiempo. Pero como confiar en un salida de la crisis resulta quimérico hasta para un optimista antropológico como él, no dudará en suplir los dos años de vacas famélicas y malas noticias que nos aguardan con el golpe de efecto de una negociación de paz con ETA.

Todo ello se lo pone a Rajoy francamente difícil. Se encuentra con un escenario endiablado. De una parte, la ciudadanía demanda del líder de la oposición altura de miras y un ambicioso proyecto de Estado, que implique no ya sacar a España del colapso, sino regenerar la vida democrática. Pero de otra, se las va a ver hoy con un campo sembrado de trampas por un marrullero que no dudará en machacarle con tal de salvar el pellejo.

Rajoy debe explicarle a la nación su alternativa, detallando sus salidas para afrontar la crisis. Está moralmente obligado a mostrar sus cartas a los ciudadanos. Pero Zapatero tratará de pillarle: tanto si el PP expone su batería de medidas, incluyendo las más impopulares, como si opta por la cautela, porque entonces le acusará de inconcreto. No debe caer en la trampa, sino recordar que quien debe dar una explicación del desaguisado es el presidente del Gobierno. Rajoy tiene a su favor dos armas temibles: su nivel parlamentario, mucho más sólido que el de su rival, y otra más incontestable: la cruda realidad económica, el desastre sin paliativos cosechado por Zapatero.

http://www.intereconomia.com/noticias-gaceta/opinion/debate-trampas

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