jueves, febrero 18, 2010

Ladron de Guevara, Elevo mi queja

jueves 18 de febrero de 2010

Elevo mi queja

Ernesto Ladrón de Guevara

Q UIERO hacer extensiva a otros ciudadanos mi queja por la múltiples llamadas de compañías telefónicas, muchas veces reiteradas, que tengo en mis momentos de descanso, todas ellas ofreciéndome ventajas de las que, sinceramente desconfío. No tengo nada contra los trabajadores que viven de un oficio que supongo es desagradable, pues mucha gente como yo les contestará de forma desabrida. Hacia esos trabajadores mi comprensión y solidaridad. Mi queja es contra esas empresas que buscan mercados de forma febril, y digo más: agobiante para los sufridos clientes.

Son varias las veces que me han llamado interrumpiendo el rito de la nutrición, en los momentos en los que aprovecho para hablar con mi familia mientras comemos o cenamos. He optado últimamente por colgar en cuanto esa voz automatizada, que últimamente me parece de máquina, como con tonos metálicos, hace su presencia en el auricular de mi terminal telefónico. Pero deben ser ya varias decenas, si no algún centenar, las veces que he recibido llamadas de este cariz en los últimos tres meses, desde la guerra de las compañías telefónicas por disputarse el mercado.

En una ocasión tuve palabras mayores porque la interlocutora me citó todo tipo de detalles sobre mis datos personales y yo le pedí los suyos, sorprendiéndole. Desconozco la forma de conseguir esos datos de mi filiación, pero yo creo que se están vulnerando los más elementales derechos a la intimidad, entre otras cosas porque mi teléfono fijo está protegido y fuera del listín telefónico, por razones de seguridad (en su momento fui víctima de amenazas telefónicas y me estuvieron molestando con llamadas en las que al otro lado del hilo telefónico sonaba un respirar un tanto siniestro como única respuesta). Más de una vez he tenido tentaciones de denunciar a quienes tienen la obligación de proteger esos datos. En consecuencia, quienes llaman a mi teléfono para ofrecerme tal o cual producto están violando mi voluntad de tener oculto mi número de teléfono.

En otra ocasión, la compañía con la que tengo contratado el servicio de mi telefonía móvil, me llamó en momentos de trabajo. Como vibraba de forma insistente el teléfono en el fondo de mi bolsillo y estaba en un momento de transición entre las clases que imparto, cogí el teléfono por si se trataba de algo urgente, encontrándome con una de esas voces con acento latino ofreciéndome no sé qué mejora. Le dije que estaba trabajando y que no podía atenderle, a lo que me respondió que él también estaba trabajando. Mi cabreo fue mayúsculo y no recuerdo muy bien lo que le dije, pero nada con significado amable.

Pienso que ya es hora de que se prohíba la publicidad por teléfono. Yo entiendo que cuando contratas un servicio de telefonía es para tu uso y disfrute, para cubrir necesidades, y no para que te mareen con anuncios que no deseas y que te importan un bledo. La situación se parece a cuando uno va al cine para ver una buena película y te obligan a ver los correspondientes anuncios publicitarios. Si pagas es para que te proporcionen un servicio, no para ocupar el tiempo en que te machaquen las ya atormentadas neuronas con publicidad. Bastante tenemos con los mensajes subliminales que alienan nuestra libertad.

A partir de ahora contrataré servicios a compañías que no me den la murga y respeten mi intimidad. Llamarme por teléfono es como penetrar en mi casa sin mi permiso.

http://www.vistazoalaprensa.com/firmas_art.asp?id=5569

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