martes 16 de febrero de 2010
La Zarzuela se ‘columpia’ y mete al Rey en la batalla partidista
Antonio Martín Beaumont (Elsemanaldigital.com)
E L Rey Don Juan Carlos se ha metido de hoz y coz en un embrollo de esos de los que difícilmente se sale sin magulladuras. Todo español de bien quiere ver cuanto antes la luz al final del túnel y, desde luego, quiere asistir mejor hoy que mañana al final de la crisis: cuatro millones y medio de parados son un drama insufrible. Eso no es estorbo para decir que estos días el Monarca ha dado un paso en falso tras otro, comportándose tan torpemente que ha hecho añicos su obligada prudencia y discreción, propias de su papel constitucional.
El jefe del Estado se ha preocupado siempre de tener bien resguardados los distintos flancos, convencido de que para que la institución de la Corona funcione y sea percibida en la nebulosa dimensión atemporal que le caracteriza debe mantenerse al margen de la reyerta política. Pero Don Juan Carlos, la última semana, no solamente se ha involucrado en el laberinto partidista sino que La Zarzuela ha publicitado, por vez primera, todos sus movimientos.
Ya sabemos que el Rey se reunió el martes con el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, en su habitual encuentro semanal, pero a lo largo de los últimos días también lo ha hecho con la vicepresidenta económica, Elena Salgado, los ex presidentes del BBV, José Ángel Sánchez Asiaín, y de Caja Madrid, Miguel Blesa, o con los líderes de UGT, Cándido Méndez, y de CCOO, Ignacio Fernández Toxo.
En fin, visto lo visto si el Monarca no se reivindica a sí mismo, lo parece. Además, en un momento tan delicado de la economía y justo antes de un debate parlamentario tan importante como el de este miércoles.
Y si la opinión pública lo percibe de ese modo, como una reivindicación de la Corona, también lo percibirá como un síntoma de debilidad de la Institución, más aún si cabe cuando desde la web de La Zarzuela se han utilizado expresiones como "la audiencia se produce en una semana llena de importantes noticias en torno a la superación de la crisis". Insinuaciones que, por cierto, deberían ir acompañadas de pruebas por quienes son responsables de gestionar los intereses y la imagen pública del Rey. Puesto que será difícil, además, que la opinión pública las asuma porque chocan con las cifras. De hecho, la percepción de los ciudadanos sobre la marcha de la economía es tan mala que no es probable que el optimismo de la Casa Real –similar al del Gobierno de Zapatero--, pueda contagiar optimismo y sí pérdida de credibilidad de quien lo sostiene.
Tampoco debe olvidarse que la implicación de Don Juan Carlos en esta rara operación -¿lavado de cara?- ha saltado en un momento complicado para la Corona.
Por un lado, porque ha habido un desgaste en la imagen de la familia Borbón ante la materialización oficial del divorcio de Doña Elena y Jaime Marichalar.
¡Vaya formas, las gastadas! Hasta del museo de cera han sacado en carretilla la figura de Don Jaime a un almacén a las afueras de Madrid; además de eliminar su nombre, página por página, del histórico de la web de La Zarzuela, salvo una pequeña referencia al divorcio de la hija del Rey; y de despojarle hasta de la posibilidad de viajar en clase VIP con Iberia. Tan sólo le ha quedado al ex duque de Lugo la posibilidad de mantener un guardaespaldas a su servicio, en su condición de padre de los nietos del Rey.
Por otro lado, porque la espantada del Rey –similar a la del presidente del Gobierno- del emotivo funeral por el soldado John Felipe Romero, fallecido en Afganistán en un atentado terrorista, ha dejado descolocados a muchos.
¿Dónde estaba el Monarca? ¿Qué asunto tan importante tenía entre manos el Jefe del Estado para no acudir a Barcelona a despedir a un militar muerto en acción de guerra? Preguntas que han quedado sepultadas tras un silencio inconmovible de La Zarzuela que contrasta con el bullicio para propagar las citas reales de la semana pasada. Sonada ausencia asimismo que chirría con esas imágenes bien editadas de telediario de hace unos días del Rey, tan entrado en años, vestido con uniforme de campaña militar junto a los soldados españoles en el Líbano.
Con coartada o sin coartada en el envoltorio de los encuentros económicos de Don Juan Carlos, éstos han terminado abaratando la imagen de la Monarquía, exponiéndola ante una buena parte de la opinión pública, dando la imagen de que le hace el trabajo sucio al Gobierno y al PSOE para aislar al PP, principal partido de la oposición, respaldado a día de hoy según todas las encuestas por la mayoría de los españoles. La frase de portada de ABC de ayer domingo apuntada a la secretaria general popular, María Dolores de Cospedal: "Pactar ahora sería traicionar lo que necesita España", es una bofetada inmensa a la Corona de un cuartel general del PP que se siente maltratado otra vez en La Zarzuela.
http://www.vistazoalaprensa.com/contraportada.asp
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
Lo que han hecho con Marichalar no tiene nombre.
En la vida real no se puede emplear la técnica de cortar y pegar, por ende tampoco en la Historia y mucho menos cuando se trata de personas (seres humanos, concepto que habría que depurar en los tiempos que corren).
La Historia es lo que es (un acontecimiento pretérito). Se puede interpretar, tergiversar, manipular, falsear, suplantar, adulterar. La verdad absoluta en este campo no existe (un hecho determinado puede interpretarse de mil maneras, influidos o contaminados por una ideología o por nuevos conocimientos) aunque posiblemente podamos acercarnos a ella. Pero hay una cosa que jamás se podrá lograr con la Historia que es borrarla. Los sucesos y acontecimientos están ahí y hay permanecerán -pese a quien le pese-, per secula seculorum
¡Menuda historia!
Publicar un comentario